¿Existe hoy la posibilidad de salir del valle de la muerte?
Para entender esta reflexión tienes que conocer antes el efecto Dunning-Kruger.
Hay un momento en casi todo proceso de aprendizaje del que no se suele hablar. Un momento extraño y silencioso en el que normalmente no se celebra, no se comparte en LinkedIn, y no se presume en general. Es un momento en el que empiezas a sentir un vacío que te nublará la vista durante un tiempo indefinido.
Es el instante en el que pasas de creer que sabes, a sentir que no tienes ni idea. Lo peor generalmente es la caída de autoestima que acompaña.
Lo he vivido muchas veces. Demasiadas como para ignorarlo.
Al principio, como a todos, me invade el entusiasmo. Entiendo lo básico, me emociono, me da la sensación de que he “pillado” el truco. Empiezo a usar jerga, leo libros, los recomiendo, lidero alguna reunión sobre el tema... El cerebro es así. Tiende a recompensarnos rápido por entender algo nuevo.
Pero luego… pasa algo difícil de definir.
Leo un artículo que no comprendo del todo. Participo en una conversación en la que ya no sé si estoy siguiendo o fingiendo que la sigo. Me hacen una pregunta que me deja en blanco.
Y entonces, sin advertencia previa, llego al valle. Un valle en el que dejas de comprender el contexto y la información que te rodea.
Te das cuenta de que estás ahí porque nada parece tener sentido. Te empiezas a cuestionar si deberías estar liderando ese proyecto. Si te has pasado de listo. Si estás jugando en una liga para la que no tienes piernas.
A esto se conoce como el efecto Dunning-Kruger.
Esta curva oculta una verdad que tardas en descubrir, pero una vez entendida te hará ser más honesto contigo mismo y con los demás.
Esto es, que cuando sabes muy poco sueles sobreestimarte, pero cuando empiezas a saber más, entiendes lo poco que sabías. Esto escuece porque nos han entrenado para pensar que más conocimiento equivale a más seguridad, cuando a veces es lo contrario. Cuanto más sabes, más preguntas aparecen. Más matices, más dudas y más humildad.
Esto no es malo. Al contrario.
Que ese valle tenga nombre propio ya ayuda. Cuando no sabes que existe, tiendes a creer que el problema eres tú. Que eres flojo, impostor, incapaz... Pero cuando entiendes que es parte natural del proceso y que todos los que de verdad aprenden pasan por ahí, entonces puedes dejar de castigarte por sentirte perdido. En ese momento estarás en la antesala de lo que importa.
Yo he aprendido a quedarme en ese valle manteniendo el respeto. Bajar el ritmo y escuchar mientras dejas que el mapa se vaya reconfigurando, perdiendo ese pixelado en el que había entrado, sin exigirte certezas.
Es incómodo porque te sientes lento y vulnerable. Expresarte o preguntar te dará cierto pudor porque te da miedo qué pueda pensar tu interlocutor. Pero déjame decirte que también hay algo muy liberador en no tener que fingir control. Decir: “no lo sé todavía”... y empezar a construir a partir de ahí.
Pero, cuidado.
Vayamos a mi pregunta inicial: ¿Se puede salir hoy de ese valle?
A la velocidad a la que va todo, donde cada semana hay una novedad, quedarse atrás es prácticamente inevitable.
Antes, ese valle era una etapa. Dolorosa y difícil de llevar, sí. Pero transitoria. Bastaba con quedarte el tiempo suficiente y seguir rascando. Darte otra oportunidad para que las cosas se asienten y los conceptos encajen. Volvías a salir a la superficie.
Hoy, no estoy tan seguro de que siga funcionando así.
Hoy, a medida que empiezas a subir en la gráfica, el terreno va cambiando. La curva se redibuja sola mientras tú caminas. Lo que ayer era una buena práctica hoy es irrelevante. Y además, justo cuando empieces a entender algo, llegará una nueva versión de la herramienta que lo volverá a desmontar todo.
No es solo que el aprendizaje sea difícil. Es que se ha vuelto líquido e inestable. Se ha vuelto impredecible.
Los canales cambian a un ritmo que nadie puede seguir. Los algoritmos evolucionan antes de que el común de los mortales entiendan las bases. Las expectativas y hábitos del usuario se van transformando semana a semana. Incluso el vocabulario cambia. Y tú, que estás ahí en lo más profundo del valle, ya no tienes claro si arriba hay una cima o si el mapa ha entrado en un bucle infinito que te impedirá escalar.
Por eso me hago esta pregunta: ¿Existe hoy la posibilidad real de salir del valle?
Aunque no lo creas intento ser optimista con el tema. Sin embargo, me doy cuenta de que profundizar en las lógicas técnicas tiene cada vez menos retorno. También de que, por otro lado, afinar el entendimiento de la mente humana, sus sesgos, su fragilidad y sus patrones, seguirá siendo una ventaja en el futuro.
Pero incluso en esa reflexión más humanista, me cuesta no pensar en la contrapartida. ¿De verdad me creo capaz de ser insustituíble por una IA a esos efectos? ¿O estamos condenados a aprender lo justo para quedarnos siempre medio obsoletos?
Siempre casi, siempre tarde.
Mientras sigo bajando intento disfrutar del valle.
Pero ya no con la esperanza de escalar, sino con la sospecha de que quizás el valle es la realidad que nos ha tocado vivir. Y ya está.
Tecnólogo/Ingeniero de proceso en Smurfit Westrock
2 mesesPerfecto artículo. Creo que en el entorno profesional hay que ser como un junco y saber adaptarse a todo lo que le rodea. Ambiente laboral, retos, nuevas tecnologías, IA... Hay que tratar de adaptarse a ellas igual que el junco se adapta a riadas, vendavales y que no desaparezca la esencia. Ser adaptativo pero con la esencia que te dan los conocimientos previos.
Cancer Consultants Gt
2 mesesExcelente articulo Guille. Perfecta interpretación de ambiguedad de la “avalancha” de conocimientos y la posibilidad de quedarte congelando en medio del todo y nada. Bravo