Suscribete a
ABC Premium

Los vecinos de un pueblo de 250 habitantes, hartos de lidiar con el turismo masivo: «Está alterando nuestra vida diaria»

Los casi 800.000 viajeros que visitan cada año esta minúscula localidad medieval están poniendo en peligro la estabilidad diaria de los lugareños

Alarma en el País Vasco francés tras la llegada del nuevo turismo: «Nunca había visto tanta gente comiendo en la playa»

Una compañía de trenes, obligada a cancelar su servicio de lujo porque sus trabajadores consumían demasiado alcohol: «Eran pruebas de calidad»

Las cinco carreras que nadie estudia y tienen miles de ofertas de empleo en España: alta empleabilidad e inserción laboral casi asegurada

Los vecinos de un pueblo de 250 habitantes, hartos de lidiar con el turismo masivo: «Está alterando nuestra vida diaria» Saint-Guilhem-le-Désert
M. A.

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Como cada verano, millones de personas dejan por unos días las grandes ciudades en busca de la tranquilidad y la autenticidad que aportan los pueblos. Para estos turistas que desean desconectar unos días de la rutina, estos remansos de paz se han convertido en la opción ideal, no sólo por la calma que ofrecen a aquellos que allí se alojan, sino también por los impresionantes paisajes rurales que podemos encontrar en muchos de ellos.

No obstante, en los últimos tiempos, la llegada masiva de viajeros a algunos municipios durante los meses estivales se ha convertido en un motivo de tensión con los habitantes que residen allí el resto del año. Y es que, según reclaman muchos, está encareciendo la vivienda para los locales, así como saturando sus calles y los servicios básicos de un lugar que no está preparado para acoger a tantos visitantes. Es lo que muchos llaman ya de turismofobia, un rechazo hacia el turismo masivo que ha llegado incluso a los rincones más desconocidos de Europa.

Uno de los enclaves que más ha sufrido este aumento de afluencia de personas ha sido el pequeño pueblo de Saint-Guilhem-le-Désert, ubicado al norte de Francia. Hasta allí se han desplazado muchos visitantes desde hace años, en busca de visitar lugares tan emblemáticos como la Abadía de Gerolle, la iglesia de Saint-Laurent, el Castillo de Géant, el Pont du Diable, o simplemente para recorrer sus calles y sumergirse en su cultura y paisaje.

En esta localidad medieval, considerada una de las más bonitas de la geografía gala ─cuenta con el sello de calidad de Los pueblos más bellos de Francia─, residen tan solo 259 habitantes. No obstante, a pesar de que es considerado como un oasis de tranquilidad, muchos de ellos han visto cómo su sosiego alterado se veía alterado un verano más por la llegada masiva de turistas de todas las partes del mundo.

Los 250 vecinos de Saint-Guilhem-le-Désert, cansados del turismo masivo

Los vecinos de la zona están hartos ya de la saturación que sufren por culpa de los entre 600.000 y 800.000 turistas que visitan su minúsculo municipio cada año. Así lo han denunciado algunos de ellos en el diario francés Beauty Case, donde explican que, a pesar de que la economía local ha prosperado gracias a estas visitas, está poniendo en peligro su estabilidad diaria y destrozando el patrimonio que tanta fama le ha otorgado.

Según ha contado uno de estos jubilados, la cotidianeidad de los residentes de Saint-Guilhem-le-Désert ha cambiado mucho a raíz de los visitantes: «La multitud cambia el ritmo y está alterando nuestra vida diaria. No salimos cuando queremos. No vamos de compras cuando queremos», reconoce al medio citado al hablar de cómo le han afectado estas escapadas.

Miles de personas visitan cada año Saint-Guilhem-le-Désert, una de las localidades más bonitas de Francia Saint-Guilhem-le-Désert

No es la única queja de los habitantes de la localidad francesa, que también deben soportar el alboroto que provocan los visitantes en sus calles. Gérard Vareilhes, vecino de la zona, denuncia que el ruido les obliga a cerrar las ventanas por las noches para poder conciliar el sueño: «Hay que calcular el plan. Por la noche, ni hablar de dejar las ventanas abiertas. Hay que cerrar todo y encender el aire acondicionado. Es todo ruidoso».

Las soluciones para frenar el turismo masivo y proteger a los vecinos

Las molestias provocadas por esta afluencia masiva también han llevado que el ayuntamiento tome medidas, especialmente en cuanto a los aparcamientos de la zona. Hace más de una década, decidieron reducir el acceso al aparcamiento del centro y se construyó otro a pocos kilómetros para evitar que el pueblo se llenara de coches y aliviar así la presión turística. «Hay unas 450 plazas, más cien adicionales para las horas punta», afirma su alcalde, Robert Siegel, a Beauty Case.

No es la única disposición que se ha impuesto para frenar la llegada desenfrenada de turistas y el daño que esto supone al pequeño municipio medieval. También han implantado un sistema de autobuses lanzadera para reducir los atascos y simplificar el viaje en horas puntas. «Hay abundante infraestructura y aparcamiento para proteger el medio ambiente», admite uno de estos turistas.

El consistorio de Saint-Guilhem-le-Désert se enfrenta durante estos próximos años a todo un desafío: frenar este desbordamiento para que la experiencia de los turistas no pierda calidad ni tampoco lo haga la vida de sus vecinos. El objetivo primordial que abordan es el de «preservar una joya como este pueblo respetando a los residentes y visitantes».

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia