Alfa Noviembre; La Frontera de la Noche
Hay veces en que se aprenden cosas que nunca, nunca en la vida se usarán; es el llamado conocimiento inútil, conocimiento de cosas tales como "¿cual es la distancia media entre la tierra y la luna?" (384,400 kms.), "¿cuantos corazones tiene un pulpo?" (3), "¿cual es la isla más lejana de tierra firme?" (Tristán de Acuña), cosas que no dejan de ser interesantes o de tener algún atractivo intelectual, pero que muy probablemente no van a servirle para nada útil durante su vida (a menos que usted sea astronauta, biólogo marino o navegante).
Este concepto de conocimiento inútil era desconocido para mi hasta que me fue presentado en el momento más inusual imaginable; durante un simulacro de ataque nuclear.
En la década de 1980, durante mis años de estudiante secundario tuve la oportunidad de asistir a un liceo (highschool) en una pequeña ciudad de Estados Unidos. Esta ciudad se encontraba relativamente cerca de varios lugares de importancia militar.
Dado que en esa época la Guerra Fría entre Occidente y el bloque soviético se encontraba en pleno apogeo, dentro de las actividades educacionales normales se encontraban programados simulacros ante la posible ocurrencia de un ataque nuclear.
A mí me tocó asistir a uno de ellos.
El inicio del simulacro se daría con el sonido de una sirena de ataque aéreo, que se mantendría sonando durante varios minutos.
Nuestra maestra debía dirigirnos a nuestras bancas y señalarnos la posición de cuclillas que debíamos adoptar bajo las mesas, con las manos sobre la cabeza. Ella debería hacer lo mismo mientras durase el toque de la sirena. Todo esto tal cual señalaba un folleto informativo.
El día del simulacro programado comenzó a sonar la sirena y sentados en nuestros pupitres esperamos que nuestra maestra diera la instrucción a seguir.
Ella no se movió, por lo que le pregunté si debíamos hacer lo que decía el instructivo. Ella dijo que no, que no hiciéramos nada, solo esperar al fin del toque de sirena.
Yo entendía que las actividades relacionadas a la seguridad eran importantes, por lo que le pregunté a la maestra por qué no hacíamos lo que se suponía debíamos practicar.
Ella me respondió que este conocimiento y su práctica era inútil, pues si alguna vez sucedía un ataque nuclear verdadero no habría nada que pudiésemos hacer, más que esperar.
Su respuesta me dejó pensando por mucho tiempo, hasta hoy.
Desde esa vez nunca más participé en un simulacro parecido. De hecho, no recuerdo jamás haber conversado con alguien del tema.
He llegado a la conclusión que la posibilidad de una guerra nuclear es un tabú de la sociedad; algo de lo que no se piensa ni se habla, a sabiendas que este es un asunto real.
Esto al menos en la sociedad latinoamericana en la que me desenvuelvo.
Entiendo que en otras latitudes hay planes elaborados de evacuación y refugios especiales para la población en caso de un ataque con armas nucleares. Esto es entendible en un país que posea estas armas y tenga enemigos que también las posea. Ambos se encontrarán en la mira del otro.
Pero en Latinoamérica no es el caso.
Tenemos nuestros propios problemas como desastres naturales o problemas políticos, pero armas nucleares no hay. Para nuestra sociedad no es un tema simplemente porque los actores en este caso se encuentran muy lejos.
Sin embargo, voy a hacer un paréntesis en este aparente tabú cultural latinoamericano con respecto a las armas nucleares.
Alfa Noviembre
Un día, una tarde o un anoche cualquieras alguien va a dar un aviso por radio:
"Alfa Noviembre, Alfa Noviembre."
"Ataque Nuclear, repito, Ataque Nuclear confirmado en en una región definida del país...".
Una señal de alerta recorrerá el planeta entero como reguero de pólvora por las redes, las radios y la televisión.
El primer ataque nuclear realizado en contra un enemigo desde los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, en Japón, a fines de la Segunda Guerra Mundial.
Desde aquí en adelante todo será una nube densa de posibilidades.
Muchas cosas pueden gatillarse, tanto una escalada que involucre a más actores con mayor violencia por mas tiempo o por el contrario se logre un armisticio que detenga todas las hostilidades.
No voy a describir nada de lo que signifique una guerra de este tipo, pues no es el objetivo de este artículo.
Solo queda imaginar que el desastre humano y del ecosistema sería de una magnitud nunca antes vista.
El Llamado
Lo que me convoca a tocar este tema es mas bien dar sentido a la inquietud que dejó mi maestra de highschool por allá en los años '80 con su respuesta; "En caso de un ataque nuclear no hay nada que hacer mas que esperar".
Si bien la respuesta de mi maestra tenía todo el sentido entonces y aun lo tiene, hay cuatro cosas que sí se pueden hacer, si se dispone del suficiente tiempo, recursos y sentido común para ello.
1) Dado que la gran mayoría de los blancos nucleares se encuentran en el hemisferio norte, después de un intercambio nuclear se generará el levantamiento de grandes cantidades de partículas radioactivas a la atmósfera, que darán paso a la llamada lluvia nuclear desde nubes radioactivas que darán la vuelta al globo en pocos días, envolviendo mayormente al hemisferio norte, dependiendo de los vientos predominantes.
La primera acción estratégica sería estar lo más lejos posible de un blanco nuclear, posicionándose en el hemisferio opuesto del planeta, bajo el Ecuador, incluyendo los territorios del sur de África, Australia, Nueva Zelandia y cono sur de Sudamérica.
2) dado que un evento de este tipo gatillará el sentimiento animal más básico del ser humano, el de supervivencia, se producirán muchos acciones vandálicas y saqueos en muchas ciudades, aparte de una disrupción logística, por lo que la segunda acción estratégica sería vivir en lugares con baja densidad poblacional, lejos de las grandes ciudades, con acceso a agua y alimentos agrícolas no contaminados.
Incluso en las ciudades se podría vivir si se dispone del conocimiento para conservar alimentos, conseguir agua limpia y si la locura no sobrepasa los límites de la civilidad, sobrevivir hasta que vuelva la normalidad y el imperio de la Ley.
3) Si la primera víctima de la guerra es la verdad, la segunda es la confianza.
Por esto una tercera acción estratégica sería disponer de un círculo de personas confiables para soportar tanto emocional como prácticamente los tiempos por venir.
Somos animales sociales. Si no disponemos de nuestra propia tribu podríamos vernos enfrentados a otros grupos agresivos más grandes o a lobos solitarios desesperados que a falta de contención estén dispuestos a todo.
4) El impacto de una guerra nuclear no será solamente donde caigan las bombas, sino en cada pantalla que disponga la capacidad de conectarse alrededor del mundo, pues las redes y los medios estarán constantemente mostrando los detalles más terribles en cada video y despacho periodístico, alimentando la ansiedad de las personas.
Para lograr la suficiente paz en un mundo agitado será necesario que cultive su ser interno. Si es creyente en un Ser superior, pues afianzar su fe y reforzar su espiritualidad será clave para mantener la cordura y sobrevivir en buena forma hasta cuando inicie la reconstrucción.
El Miedo
Si bien la idea de una guerra nuclear parece lejana y hasta extraña en nuestra época, nada de lo que he planteado es ficticio.
En este mismo momento hay países con capacidad nuclear enfrentados en conflictos a bajo nivel que pueden escalar en pocas horas sin previo aviso.
Si bien la Guerra Fría terminó con la caída de la Unión Soviética en 1989, las armas nucleares no desaparecieron, mas aun, su tecnología se expandió y ahora más países pueden llegar a disponer de estas capacidades de destrucción.
Ahora mismo hay decenas de misiles nucleares listos para ser lanzados desde silos bajo la tierra, desde bombarderos en vuelo y desde submarinos ocultos bajo el mar.
El propósito de este articulo no es sembrar el miedo, al contrario, según lo que he planteado, el miedo ya está instalado; el miedo a hablar sobre la posibilidad de una guerra nuclear.
Y sí, sí se pueden tomar acciones, solo que estas deben ser sopesadas mucho antes de que se desarrollen los eventos.
Un conflicto nuclear es una de las ideas menos accesible en nuestras mentes, relegada al fondo del baúl de las pesadillas, sin embargo, esta posibilidad es real y si sucede, será la frontera que se cruza desde nuestro mundo lleno de distracciones y diversión liviana a otro lleno de nuevos desafíos.
Será como pasar del día a la noche.
Pero incluso en la noche se puede sobrevivir, hasta que vuelve a amanecer, y así cada día queden mas lejos las pesadillas que el mismo ser humano ha decidido crear.
Bendiciones,
Luis Leighton
Publicado originalmente en: https://100millonesdevoces.blogspot.com/