El Poder del Peer Coaching en el Liderazgo Moderno

El Poder del Peer Coaching en el Liderazgo Moderno

1. Una experiencia que marcó mi manera de liderar

A lo largo de mis sesiones de coaching y espacios de facilitación, he tenido el privilegio de participar y guiar múltiples experiencias de peer coaching. Encuentro este ejercicio profundamente poderoso. Y, como todo proceso genuinamente transformador, puede ser tan revelador como incómodo, tan constructivo como desafiante. Precisamente eso es lo que me atrae: su capacidad de sacudir certezas y abrir nuevas posibilidades.

Mi bautizo fue a lo grande. Recibí peer coaching de un grupo de 50 expertos en liderazgo adaptativo. Durante los primeros minutos, me sentí débil, observado, vulnerable. Pero conforme avanzaba la sesión, esa incomodidad se transformó en algo distinto: me sentí acompañado, más claro, agradecido. Y, sobre todo, empoderado para actuar con más conciencia y coraje.

Esa vivencia cambió mi forma de ver el liderazgo. Y por eso hoy quiero compartir con ustedes por qué creo que esta práctica puede ser un catalizador de crecimiento para cualquier persona que lidere en tiempos complejos.

2. Liderar hoy es enfrentar desafíos adaptativos

Ser líder hoy no significa tener todas las respuestas, aunque muchos se empeñan en mostrarlas. Se trata de navegar en un mar de problemas complejos, ambiguos, donde las soluciones no vienen en manuales y donde las tensiones humanas marcan la diferencia. Estos son los desafíos adaptativos: problemas que no se resuelven con la misma receta de siempre ni con autoridad, sino con capacidad de aprendizaje y reflexión constante.

Lo que estos retos exigen no es rapidez ni soluciones fáciles, sino que nos piden crecer y aprender. Requieren que cuestionemos lo que creíamos saber, que rompamos con viejos hábitos y que abramos nuestra mente a nuevas formas de ver las cosas. La dificultad no está en las herramientas, sino en la incomodidad de tener que desaprender lo aprendido. Y, seamos sinceros, este es el músculo que muchos de nosotros, como líderes, olvidamos entrenar.

Piénsalo por un momento: ¿te ha pasado sentir que sabes que debes tener una conversación difícil, pero siempre encuentras una excusa para posponerla? ¿O tomar una decisión que parece clara, pero que se vuelve confusa cuando intentas llevarla a la práctica? Tal vez tienes un equipo que aparenta armonía, pero en el fondo evita los conflictos importantes. O una organización que antes era exitosa, pero ahora se ha vuelto complaciente, arrogante, sin que nadie se atreva a señalarlo. Estos no son solo problemas técnicos, son desafíos profundamente humanos, llenos de matices, silencios y tensiones, que enfrentamos todos los días.

3. ¿Qué es el peer coaching y por qué funciona?

El peer coaching no es una conversación casual ni una ronda de consejos entre colegas bienintencionados. Es una práctica estructurada, seria y profundamente humana, en la que una persona comparte un desafío real, y los demás la acompañan desde la escucha activa, la pregunta honesta y la exploración conjunta de hipótesis. Nadie viene a dar soluciones. Nadie tiene la última palabra. Y eso es precisamente lo que lo vuelve tan potente.

Lo que hace que funcione no es la brillantez de quienes participan, sino la estructura que los sostiene: tiempos claros, roles definidos y una actitud de respeto radical por la experiencia del otro. Esa estructura, lejos de limitar, libera. Permite que emerjan ideas más profundas, silencios más honestos y perspectivas que, de otro modo, no saldrían a la luz.

¿Sabes qué es lo más valioso? Que parte de una verdad sencilla, pero que muchas organizaciones han olvidado: no necesitamos más expertos diciéndonos qué hacer. Lo que realmente necesitamos son espacios donde podamos pensar mejor. Con otros. Espacios donde mostrarse vulnerable no sea visto como una debilidad, sino como una puerta al aprendizaje verdadero.

4. Más allá del feedback: la necesidad de pensar con otros de forma estructurada

El feedback tradicional tiene su lugar, pero se queda corto cuando el problema es más profundo. A menudo se da desde la jerarquía, se centra en lo que ya pasó, y aunque se disfrace de buena intención, muchas veces activa el miedo al juicio. ¿Te ha pasado recibir “feedback” que más que ayudarte, te cerró?

El peer coaching propone otra cosa. Va más allá del “te digo lo que pienso” y se convierte en un entorno donde realmente se piensa con otros. No desde el poder, sino desde la horizontalidad. No para tener razón, sino para abrir posibilidades. Es una práctica que estructura el diálogo para que la calidad del pensamiento colectivo suba, y no se quede en buenas intenciones.

Y no, no es una conversación de pasillo ni una lluvia de ideas improvisada. Requiere diseño, reglas claras, contención emocional y la voluntad de estar presente. Cuando está bien facilitado, se convierte en algo raro y poderoso: un laboratorio de claridad. No se trata de corregir al otro, sino de ayudarlo a ver lo que por sí solo no alcanza a mirar. Y eso —en un entorno donde todo empuja a moverse rápido y aparentar seguridad— es un acto revolucionario.

5. Liderar desde el balcón: perspectiva, no solo acción

Ronald Heifetz, desde su trabajo en Harvard, nos dejó una imagen poderosa para entender el liderazgo: el balcón y la pista de baile. Liderar no es solo moverse, decidir y hacer. También es saber cuándo detenerse, observar desde otra altura, captar los patrones invisibles y luego volver a la acción con más claridad. Y sí, eso requiere coraje.

El peer coaching nos ofrece justamente esa pausa: la oportunidad de subir al balcón, de mirar lo que estamos viviendo con otros ojos. Cuando compartes un desafío con el grupo, te alejas emocionalmente del centro del problema. No estás escapando; estás ganando perspectiva. Y cuando escuchas cómo otros lo interpretan, aparecen ángulos que tú solo no habías considerado.

En un mundo que premia la acción rápida, detenerse a pensar en serio parece un lujo. Pero si lo miras bien, es una estrategia. Porque muchas veces, esa pausa es la que evita que tomes decisiones impulsivas o repitas patrones que no te están funcionando. ¿Te has dado ese espacio últimamente?

6. Romper la narrativa del héroe solitario

Muchos líderes —quizás más de los que imaginamos— siguen atrapados en una historia que suena inspiradora, pero que termina siendo una trampa: “si soy fuerte, no necesito ayuda”. Esa narrativa, además de inexacta, es peligrosa. Porque la soledad en el liderazgo no es señal de madurez. Es, muchas veces, un síntoma de rigidez y miedo a mostrarse humano.

El peer coaching abre una salida digna y poderosa a ese encierro. Ofrece un entorno donde se puede ser fuerte y vulnerable a la vez. Donde mostrar incertidumbre no te debilita, sino que te permite pensar mejor y actuar con más conciencia. ¿Te das permiso para eso? ¿O aún crees que tienes que cargar con todo?

Lo que emerge en estos espacios no es dependencia, ni confesionario emocional. Es colaboración adulta, valiente, centrada en el crecimiento. La inteligencia colectiva no aparece solo porque varias personas se reúnen a hablar. Surge cuando esas personas se sienten seguras para pensar con autenticidad, para decir lo que normalmente callarían, para mirar juntos lo que nadie se atreve a mirar solo.

Pero ojo: este tipo de conversación no nace por accidente. Se diseña, se facilita, se cuida. Y cuando se cuida, transforma.

7. Beneficios que transforman, no que decoran

Los beneficios del peer coaching no son decorativos. Esto no es una técnica simpática para mejorar el clima ni una moda pasajera para parecer más “humanos”. Es un espacio exigente, profundo y transformador... si estás dispuesto a tomártelo en serio.

Una de las cosas más valiosas que ofrece es la posibilidad de dejar de reaccionar a los síntomas y empezar a ver los patrones que los generan. Ver más allá de lo evidente. Notar lo que nadie dice, identificar tensiones que se repiten, reconocer dinámicas que se han normalizado. Esa es una habilidad estratégica, y el peer coaching la cultiva con práctica, presencia y un marco que la hace posible.

También trabaja en una dimensión más íntima, pero igual de importante: la vulnerabilidad con propósito. Compartir un reto real, sin disfraces ni discursos perfectos, puede resultar incómodo al principio. ¿A quién no le cuesta mostrarse así? Pero cuando lo haces en un entorno cuidado, sin jerarquías, con colegas que también están dispuestos a sostener ese tipo de conversación, algo se desbloquea. Lo que antes era vergüenza se convierte en potencia.

Además, rompe con el mito del líder que enseña, dirige o ilumina a los demás. Aquí nadie da cátedra. Aquí se explora. Se pregunta mejor. Se piensa con más empatía, más amplitud, más honestidad. ¿Te imaginas lo que podría pasar si esta lógica fuera parte del día a día de tu equipo?

Y lo mejor es que el impacto no se queda en la sesión. Quienes practican peer coaching con regularidad desarrollan más claridad para actuar, más empatía para liderar, y más coraje para sostener las conversaciones que otros evitan. No cambia todo de la noche a la mañana. Pero empieza a cambiar lo que importa.

8. Condiciones que sostienen una experiencia transformadora

El peer coaching no es magia. No basta con reunir personas inteligentes en una sala virtual o física y esperar que pase algo profundo. Para que esta práctica realmente funcione, hace falta crear un entorno que contenga, desafíe y empodere a quienes participan. Un espacio donde puedas mostrarte sin máscaras, pero también donde se te invite a ir un poco más allá de lo cómodo.

Primero, se necesita compromiso real. No basta con asistir por cumplir. Traer un reto auténtico, estar presente con intención, involucrarse como quien sabe que está invirtiendo en su propio desarrollo. ¿Estás dispuesto a poner sobre la mesa lo que de verdad importa?

También hace falta confianza absoluta. Si no puedes confiar en que lo que compartes se queda ahí, no te vas a abrir. Y sin apertura, no hay profundidad. Así de simple. Pero además de confiar en las personas, esta práctica requiere algo más desafiante: confiar plenamente en el proceso. Aunque al principio no entiendas cada paso, aunque el silencio incomode o te sientas expuesto, hay un marco detrás que sostiene. Y si te entregas, funciona.

Además, la experiencia requiere estructura clara. No es una charla suelta ni una conversación sin rumbo. Hay roles definidos, tiempos respetados y una guía que cuida. Esa estructura no limita: da seguridad, genera foco y permite que lo esencial aparezca.

Y, sobre todo, hace falta curiosidad genuina. Escuchar más allá de tus propias ideas. Estar dispuesto a sorprenderte con lo que el otro ve, siente o interpreta. A veces, lo que más necesitas no es alguien que te dé una respuesta, sino alguien que te ayude a ver tu situación desde un ángulo que nunca habías considerado.

Cuando todo esto se alinea —compromiso, confianza, estructura, entrega y curiosidad— el peer coaching deja de ser una técnica. Se convierte en una práctica viva. Y ahí es donde empieza la transformación real.

9. ¿Cómo integrar el peer coaching en tu organización?

Incorporar peer coaching no exige grandes presupuestos ni estructuras complejas. Lo que sí requiere —y esto es lo más difícil— es un cambio de mentalidad. Un paso consciente hacia una forma distinta de liderar y aprender: más humana, más horizontal, más reflexiva.

Se puede empezar de forma sencilla. Una opción es incluirlo dentro de los programas de liderazgo ya existentes, no como un módulo aislado o anecdótico, sino como una práctica recurrente, que acompaña y profundiza el proceso formativo. También funciona muy bien formar pods estables, pequeños grupos de 5 a 7 personas que se reúnan de forma periódica, roten roles y construyan confianza con el tiempo.

Otra clave está en entrenar facilitadores internos, personas dentro de la organización que puedan cuidar la calidad del proceso sin depender siempre de ayuda externa. Esto no solo genera autonomía, sino también sostenibilidad. Y, por supuesto, asociar el peer coaching a desafíos reales, no abstractos. El impacto se multiplica cuando se trabaja sobre lo que realmente duele hoy, no sobre casos hipotéticos.

¿El error más común? Creer que es una moda más. El peer coaching es simple, sí, pero no superficial. Bien integrado, puede cambiar la forma en que se piensa, se conversa, se lidera y se toma acción dentro de una organización. Y una vez que se vive, difícilmente se quiere volver atrás.

10. Cierre: si quieres ir lejos, camina acompañado

Vivimos tiempos de cambios acelerados, alta presión y desafíos que no vienen con instrucciones. En ese contexto, seguir entendiendo el liderazgo como una práctica solitaria no solo es insostenible, es contraproducente. Hoy más que nunca, necesitamos espacios seguros donde podamos pensar con otros. Sin juicio. Sin máscaras. Sin la presión de tener todas las respuestas.

El peer coaching no pretende resolver todos tus problemas. No promete fórmulas mágicas ni resultados inmediatos. Lo que hace es algo más valioso: te entrena para enfrentarlos con más claridad, humanidad y coraje. Te recuerda que no estás solo. Que el verdadero poder de un líder no está en saber más, sino en saber reunirse con otros para pensar mejor.

Así como esa primera sesión me mostró todo lo que yo solo no podía ver, cada ronda de peer coaching me recuerda que liderar no es cargar, sino compartir. No es controlar, sino conectar. Y si te das la oportunidad de vivirlo, probablemente descubras lo mismo.

Giovanna Benavente Orellana

Gestión y Desarrollo del Talento / Auditoria Tributaria /Contadora

2 meses

Interesante, gracias profesor 😜

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