Los Reyes Católicos unieron las Coronas de Castilla y Aragón mediante su matrimonio, poniendo fin a la guerra civil en Castilla e incorporando el reino de Granada a España. Gobernaron de forma centralizada a través de nuevas instituciones como los Consejos y expandieron su influencia por Italia y el norte de África. Fortalecieron el poder real y la organización del Estado con figuras como los corregidores y la Santa Hermandad.