El padre y su hijo, un caballo y un potro, disfrutaban corriendo juntos en el bosque. Un día, el potro tropezó y cayó, lastimándose una pata y creyendo que no podría levantarse. Su padre lo animó a que intentara levantarse de nuevo, diciendo que a veces los animales caen pero siempre pueden volver a levantarse con la ayuda de sus seres queridos. Con el apoyo de su padre, el potro se levantó y pronto retomaron su carrera habitual.