Una patata feliz vivía en un huerto hasta que fue cogida y cocinada para la cena. Fue comida, masticada, ensalivada y tragada, convirtiéndose en una bola de masa que pasó por la garganta y el esófago hasta el estómago, donde los jugos gástricos la deshicieron. Luego pasó por el intestino delgado, el intestino grueso y el ano, siendo expulsada en forma de heces.