El documento presenta una introducción al acompañamiento espiritual en la Iglesia. Explica que a lo largo de la historia, el ideal de santidad ha variado y con él el tipo de acompañamiento ofrecido. También describe la evolución del acompañamiento desde los primeros cristianos hasta figuras como San Ignacio de Loyola. Finalmente, enfatiza que el único director espiritual es el Espíritu Santo y que el acompañante es sólo un cooperador en su obra de santificación.