La justificación consiste en volverse justo ante Dios no mediante obras sino por gracia a través de la fe en Jesucristo. Según las Escrituras, nadie puede ser justificado por obedecer la ley sino que la justicia proviene de creer que Jesús murió por los pecados y fue resucitado. La justificación es un regalo de Dios recibido por fe, no algo que se gana uno mismo.