En su homilía pronunciada el 8 de octubre de 1967, San Josemaría Escrivá resalta la importancia de la Eucaristía como la máxima acción sagrada que une lo divino con lo ordinario, instando a los cristianos a vivir su fe en las realidades diarias en lugar de en un ámbito exclusivamente espiritual o segregado. Él enfatiza que el mundo es el lugar de encuentro con Cristo y que las actividades cotidianas deben ser vistas como oportunidades para servir a Dios, promoviendo así una mentalidad laical que respete la responsabilidad personal y fomente la convivencia en la sociedad. Además, Escrivá aclara que el Opus Dei no es una institución eclesiástica, sino una asociación de personas que buscan vivir su vocación cristiana en medio del mundo, contribuyendo a la mejora de la sociedad desde su trabajo profesional y su vida diaria.
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