Julio César estableció el calendario tal como lo conocemos, dividiendo el año en 12 meses de 30 y 31 días, excepto febrero con 28 días. Determinó que cada 4 años se añadiría un día más a febrero para corregir el desfase respecto a las estaciones. El Papa Gregorio XIII corrigió el calendario juliano en el siglo XVI, estableciendo que los años divisibles entre 400 y no entre 100 son bisiestos.