Este documento discute la necesidad de que la arquitectura se enraíce en el fenómeno viviente para atender mejor las necesidades ecológicas y sociales. Propone que la investigación transdisciplinaria entre la química, física e ingeniería industrial es crucial para minimizar el impacto ambiental de los materiales de construcción. También argumenta que la vivienda debe concebirse como célula vital para lograr una mejor organización urbana que brinde condiciones habitables adecuadas para los habitantes de las grandes ciudades.