El señor Adolfo adoptó a una perra llamada Neska de la perrera para cazar pero la dejó atada sola en una caseta alejada de su casa durante 5 años, pasando frío y haciendo sus necesidades ahí. La gente empezó a darle comida y una mujer llamada Mónica se dio cuenta que Neska estaba enferma y llamó a una asociación de rescate animal que la llevó al veterinario y la acogió en la casa de una voluntaria llamada Mireia, donde vive feliz ahora.