El documento describe cómo la muerte repentina de dos niños, Aba y George, llevó a los cuidadores a comprobar la temperatura corporal de todos los niños a diario para evitar más muertes. Al comprobar las temperaturas, descubrieron que la raíz del problema era la fiebre, ya que no era posible que niños aparentemente sanos fallecieran de repente.