El documento resume el período final de la Edad de Bronce en la península ibérica, desde aproximadamente el 1100 al 700 a.C. Este período estuvo marcado por una apertura a influencias externas, el desarrollo de sociedades más complejas y la diversificación cultural. Se produjo una reactivación de la agricultura y la metalurgia, así como un aumento de las desigualdades sociales y los conflictos entre grupos.