El documento defiende la ternura como una postura ética que rechaza la violencia y promueve el cuidado del otro. Describe la ternura usando la metáfora de un gato, que ofrece cariño pero también se defiende de maltratos. Argumenta que debemos cultivar climas afectivos basados en la dependencia mutua y el respeto a la singularidad de cada uno, en lugar de someter a otros al chantaje emocional. Finalmente propone que adoptar una perspectiva de "ecoternura" puede ayudar a superar modelos basados en