El documento discute cómo el hombre fue creado a partir del polvo de la tierra según el relato bíblico de la creación de Adán, y cómo a pesar de ser polvo y ceniza en comparación con Dios, Abraham se atrevió a hablar con su Señor.
1. “soy polvo y
ceniza”
En la primera página de la Biblia
se nos cuenta que “Dios formó al
hombre con polvo de la tierra”.
Eso es lo que significa el nombre
de “Adán”. Dios le recuerda
entonces que será polvo de la
tierra, “pues de ella fuiste hecho”
(Gn 3,19).
Significa que somos nada comparados
con el Creador. Pero Abrahán decía:
“Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo
a hablar a mi Señor”
(Gn 18,27).