Un alpinista decidió subir solo una montaña, pero se le hizo de noche antes de llegar a la cima. Resbaló cerca de la cima y colgó de la cuerda que lo amarraba, rogando a Dios que lo salvara. Una voz le dijo que cortara la cuerda si creía que Dios podía salvarlo. El alpinista se aferró a la cuerda y fue encontrado muerto al día siguiente, a solo dos metros del suelo, agarrado fuertemente a la cuerda.