La responsabilidad por la seguridad de los trabajadores recae tanto en los empleadores como en los propios trabajadores. Las leyes obligan a los empleadores a garantizar un ambiente de trabajo seguro, pero también depende de que cada trabajador adopte comportamientos seguros y cumpla con las normas de seguridad. Al final, cada persona es responsable por su propia seguridad y no puede dejarla únicamente en manos de otros.
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