El documento habla sobre el evangelio del domingo donde Jesús se identifica con el pan de vida. Explica que Jesús no es un alimento que asimilamos, sino que nos asimila a él y nos hace tener hambre de Dios. La Eucaristía anticipa la gloria celestial y al comulgar con Cristo resucitado nos acostumbra a pedir, recibir y aceptar que estamos hechos para Dios. El pan vivo no sólo nos dará vida eterna después de la muerte, sino que nos es dado ahora "para la vida del mundo".