El autor argumenta que el dinero es una ficción más que una realidad tangible. Explica que los economistas no entienden realmente qué es el dinero y cuánto dinero existe realmente, dado que se han ido inventando formas cada vez más artificiales de pago como el M2, M3 y M4. También señala que el lenguaje y el dinero son sistemas simbólicos creados por el ser humano que sirven para comunicarse pero también para engañarse y crear mundos imaginarios, lo que a menudo lleva a distintos tipos de inflación.