El documento discute el potencial de la realidad aumentada en la educación para mejorar el aprendizaje a través de la imaginación y experiencias vivenciales. Menciona que las pinturas rupestres fueron las primeras formas de realidad aumentada y que ahora la tecnología puede usar información sobre elementos cotidianos para reconectar y reconfigurar nuestros cerebros. También sugiere que la realidad virtual puede usarse para tratar trastornos mentales reemplazando realidades enfermas con otras imaginadas que sanen la mente.