La energía hidráulica se obtiene de la caída del agua desde cierta altura, lo que provoca el movimiento de ruedas hidráulicas o turbinas. Los antiguos romanos y griegos ya aprovechaban esta energía mediante ruedas hidráulicas para moler trigo. Más tarde, los ingenieros desarrollaron grandes ruedas hidráulicas de hierro que maximizaban la potencia obtenida del agua.