El Imperio Alemán se formó en 1871 tras la unificación de Alemania bajo el liderazgo de Prusia y Bismarck. El nuevo estado estaba dominado por Prusia y gobernado por el canciller Bismarck y el emperador Guillermo I. Se estableció un sistema federal con un parlamento y un consejo controlado por Prusia. Alemania experimentó un rápido crecimiento económico y se convirtió en una potencia industrial, aunque su sistema político tenía deficiencias democráticas.