Un hombre y una mujer tienen una conversación en la que ella le pregunta qué haría si ella muriera. Él dice que la lloraría mucho tiempo. Ella continúa preguntando si se volvería a casar, a lo que él responde que sí después de un tiempo. Ella sigue interrogándolo sobre si dormiría en su cama o reemplazaría su foto, lo que lo pone en situaciones incómodas. Finalmente, él se da cuenta de que no debió someterse al interrogatorio.