El documento propone una moral para el siglo XXI basada en valores como la conciencia, la responsabilidad y la búsqueda de la plenitud de vida y la justicia evangélica. Argumenta que los seres humanos, a diferencia de los animales, pueden ir más allá de los instintos y responder a las circunstancias de forma consciente y responsable. Además, sugiere que una moral para el nuevo milenio debería escuchar a las personas y a los pobres, y reflexionar desde la comunidad.