La iglesia, entendida como la comunidad convocada por Dios, hereda la tradición de la asamblea del pueblo de Israel y tiene como fin la salvación de las almas a través de la participación en la vida divina mediante Jesucristo. Fundada por Cristo y dotada de una estructura apostólica, la iglesia es misionera por naturaleza y está llamada a comunicar la gracia divina a todos los hombres, destacando su unidad, santidad, catholicidad y apostolicidad. Los miembros de la iglesia, que se integran a través del bautismo, tienen la misión de ser luz y sal del mundo, promoviendo la unidad y el amor fraternal en el contexto de la redención universal.