La salvación por medio de Cristo nos concede la vida eterna y nos transforma de seres naturales a seres espirituales. Al creer en Jesús, somos declarados justos y libres de culpa, y recibimos una nueva naturaleza que nos permite vivir como Dios. Además, la salvación trae prosperidad espiritual, física y económica, pues en Cristo todo lo que pertenece al Padre ahora nos pertenece a nosotros.