En una carpintería, las herramientas tuvieron una reunión donde cada una criticaba los defectos de las otras, pidiendo su expulsión. Cuando el ebanista comenzó a trabajar, utilizó a todas las herramientas, resaltando sus puntos fuertes. El serrucho luego les aconsejó a las herramientas concentrarse en sus cualidades en lugar de sus defectos, para que pudieran trabajar mejor en equipo.