El documento habla sobre tres dramaturgos romanos: Plauto, Terencio y Séneca. Plauto adaptó obras griegas al latín, introduciendo pasajes originales sobre costumbres romanas. Terencio escribió en un latín puro pero fue demasiado innovador para su época. Séneca siguió el modelo de Eurípides pero se alejó de la tragedia griega clásica con su gusto por lo truculento.