Este documento analiza la relación entre juventud, desarrollo humano y educación superior, destacando la importancia de incluir la perspectiva juvenil en la discusión sobre los objetivos de la educación superior. El autor propone que las instituciones educativas deben adaptar su ethos para responder a las necesidades y aspiraciones de los jóvenes, quienes a menudo enfrentan exclusión social y limitaciones en su acceso a oportunidades educativas y laborales. Se argumenta que la educación superior es vital para la emancipación de los jóvenes, pero su efectividad depende del contexto socioeconómico y las condiciones del mercado laboral.