Este documento discute la probabilidad de que la esperanza de vida humana continúe aumentando de manera significativa en las próximas décadas. Argumenta que los avances en la biología, la medicina y la gerontología sugieren que la compresión de la mortalidad y el retraso del envejecimiento conducirán a que las personas vivan regularmente hasta los 120 o 140 años. Sin embargo, advierte que las instituciones sociales como los sistemas de pensiones tendrán que adaptarse rápidamente a este cambio para poder hacer frente a sus consecuencias.