La crisis económica en España tuvo su origen en la burbuja inmobiliaria que comenzó en 2005. La Ley de Suelo de 1998 y las reformas laborales fomentaron la especulación en el mercado inmobiliario y aumentaron la construcción. Aunque esto impulsó el crecimiento inicial, con el tiempo los precios de las viviendas se volvieron inasequibles para muchos españoles. Los bancos otorgaron préstamos de forma laxa para mantener el auge. En 2008, la deuda era insostenible y la burbuja estalló