El documento debate si un periódico debería publicar una foto del suicidio de un ladrón acorralado por la policía. Los editores discuten si publicar fotos violentas viola principios éticos o informa a los lectores sobre la realidad de la violencia en el país. El autor argumenta que los medios serios consideran valores éticos al decidir qué publicar y no buscan solo vender más. Explica que la cobertura de la violencia refleja la realidad de una sociedad violenta, no una motivación amarillista.