La conservación de alimentos se puede lograr mediante tres métodos principales: el frío, el calor y la deshidratación. La conservación mediante frío incluye la refrigeración entre 2-8°C y la congelación por debajo de -18°C. El calor se usa en procesos como la pasteurización a 73-75°C y la esterilización por encima de 100°C. La deshidratación implica quitar agua u otros líquidos para impedir el crecimiento de microorganismos.