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Mitos y
leyendas
de todos los
tiempos
Más allá de lo real Por Carlos García Gual ¡Por los dioses del Olimpo! Esos mitos tan
españoles... Los lugares más enigmáticos Fábulas con nombre de mujer Criaturas
fantásticas Héroes: entre la realidad y la imaginación Leyendas muy remotas De la
tradición al cine Javier Negrete: “Los mitos nos devuelven nuestra imagen aumentada”
DOSSIER
10 FIGURAS
DE LEYENDA
Gilgamesh,
Osiris, Baal, Odín,
Quetzalcóatl, Visnú,
el rey Arturo...
62
Abril
2015
(Spain only)
S O L O E N
compraonline
SUMARIO
EDITORIAL
Somos
nuestros mitos
Los mitos son humanos. Han
surgido de nuestra esencia.
Pueden representar tanto un
modelo a seguir, como el lado
más oscuro de nuestra persona-
lidad, porque en su mayoría se
fundamentan en la dualidad del
espíritu del ser humano. Según lo
expresó el psicólogo suizo Carl
Gustav Jung: “Los mitos son nece-
sarios para la salud de la psique
humana. Expresan las verdades
almacenadas en nuestro subcons-
ciente; y sus protagonistas, ya
sean héroes, dioses o animales,
encarnan aspectos tan humanos
como la creatividad, la inteligencia,
la alegría o el dolor. Los monstruos
no son sino el reflejo de los mie-
dos de la mente, sus fantasmas.”
La continuidad de los mitos a lo
largo de los siglos –ya que, ade-
más de formar parte de nuestra
cultura cotidiana, siguen siendo
una fuente de inspiración en la
literatura moderna– debería hacer-
nos reflexionar sobre el secreto
de su vigencia. Desde los divinos
y caprichosos habitantes del
Olimpo, movidos por el sexo, las
pasiones y el poder, pasando por
los héroes y personajes míticos
de todas las culturas (Gilgamesh,
Isis, Odín...), hasta nuestro ima-
ginario de criaturas fantásticas,
como las sirenas o el Minotauro,
la auténtica finalidad del mito
es demostrarnos que los seres
humanos estamos sometidos a
los designios del destino.
ABRIL 2015
EN ESTE NÚMERO:
Presentación:
Más allá de lo real 4
Visual:La morada donde
habitan los dioses 12
Divinidades griegas 20
La Iberia eterna y
ancestral 26
Lugares míticos 32
Mitos con nombre
de mujer 40
Bestiario de criaturas
fantásticas 46
Héroes: entre la
realidad y el relato 76
Leyendas ocultas
en el mundo 82
Fusión de mito y cine 88
Entrevista:
Javier Negrete 8
Curiosidades 38
P & R 74
Guía de Lugares 92
Panorama 94
Próximo número 98
SECCIONES
10 PERSONAJES
MITOLÓGICOS
Gilgamesh,Viracocha,
Odín, Isis y Osiris,
el rey Arturo... 53
DOSSIER
76Heroicidad mítica.
Muchos personajes fabu-
losos ocupan el papel
protagonista en leyendas
donde las hazañas
encumbran a los héroes.
NINESMÍNGUEZ
20
La familia de dioses olímpicos.
La deidades del Olimpo fueron el modelo a seguir para la civiliza-
ción griega, caracterizada por el respeto y el amor al ser humano.
Los griegos imaginaron divinidades que no eran sobrenaturales.
Han colaborado en este número:
Laura Manzanera
Periodista especiali-
zada en medios
de divulgación
cultural y escritora
todoterreno.
Javier Negrete
Especialista en mi-
tología clásica y
autor galardonado
con numerosos
premios literarios.
Bernardo Souvirón
Profesor de lenguas
clásicas y escritor
de obras literarias y
ensayos centrados
en la cultura clásica.
PORTADA: CENTAURO, POR JOSÉ ANTONIO PEÑAS
ALBUM
53
El acervo cultural de cada pueblo
está cargado de héroes, deidades,
reyes ejemplares, etc. Todos ellos
proceden de relatos fantásticos
que generación tras generación se
han transmitido de manera oral.
AGE
40
Muchas figuras míti-
cas adoptaron forma
de mujer; entre ellas,
encontramos a la
subversiva Lilith,
la ingenua Melusina,
la vengativa Loreley,
la protectora Pacha-
mama, etc.
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Palma Lagunilla
Directora
(plagunilla@gyj.es)
En Twitter: @_plagunilla
MUY HISTORIA 3
GETTY
RELATOS INICIÁTICOS
Las narraciones de
hechos extraordina-
rios con seres y luga-
res legendarios han
acompañado a todas
las culturas, confi-
gurando un fabulo-
so imaginario que
pervive en el tiempo.
Transmitidos gene-
ración tras genera-
ción durante cientos
de años, los mitos se
conservaron gracias
a la tradición oral y,
después, a través de
los textos escritos.
MAS ALLA
deloREAL
´´
Jardín del Edén. A lo largo de los siglos,
las civilizaciones encontraron cobijo a su
desasosiego existencial en míticas fábu-
las que describen lugares paradisiacos.
Por Carlos García Gual, escritor y filólogo
MUY HISTORIA 5
C
omo la palabra mito se utiliza con muy varia-
dos sentidos –relato sagrado, cuento, ficción o,
incluso, personaje estelar–, conviene precisar
su definición. Se emplea en el sentido clásico
del término como una narración tradicional y memorable
que habla de la actuación de seres extraordinarios (dioses
y héroes) en un tiempo prestigioso y lejano.
Los mitos son relatos fabulosos que perviven transmiti-
dos desde lejos en el imaginario colectivo. Son algo así co-
mo las historias sagradas de la tribu; vienen de muy atrás,
nacieron mucho antes que la escritura, y viajan durante
siglos de generación en generación. Según el antropólogo
belga Marcel Detienne: “Los mitos viven en el país de la
Memoria”. Dan respuestas a los enigmas de la existencia
humana evocando figuras y hechos prodigiosos que ex-
ceden la realidad cotidiana, gestas de larga huella que
marcaron para siempre el destino del mundo, en
un tiempo primordial más allá del devenir his-
tórico; relatos asombrosos y actuaciones so-
brenaturales que exigen creencia y prome-
ten consuelo y felicidad.
El conjunto de mitos de una cultura con-
figura su mitología tradicional. En todas
las civilizaciones, en su etapa arcaica,
existe una propia y vivaz mitología.
“Un pueblo sin mitos se moriría de
frío”, escribió G. Dumézil (1898-1986).
Ese entramado narrativo responde a
la inquietud natural de los seres hu-
manos, y su conglomerado de relatos
ofrece una iluminación fantástica del
mundo y habla de sus raíces ocultas; es
decir, de los seres divinos y las acciones que
los fundamentan. Como si el ser humano ne-
cesitara dar sentido a su existencia con histo-
rias que hablan de un trasfondo sagrado, de
presencias divinas más allá del presente efí-
mero y de su condición mortal.
En fin, a eso apuntan los grandes mitos, relatos mágicos
y fundamentales de la cultura. Junto a los mayores hay
otros que explican misterios concretos: por ejemplo, có-
mo surgió el fuego, cómo apareció la primera mujer, có-
mo fueron y desaparecieron los monstruos primigenios,
cómo surgió un determinado rito, quién inventó a los re-
yes, etc. Las mitologías son muy variadas y dan una idea
de la capacidad fantástica de la imaginación arcaica para
forjar dioses y monstruos con las más abigarradas figuras.
Como han subrayado algunos antropólogos, los mitos
fundamentan los usos y normas de una colectividad en su
etapa primitiva, y no sólo en esa época. En la mayoría de
culturas los mitos están ligados a la religión y las creencias
religiosas. Forman la narrativa esencial de las religiones y
se conjugan con los ritos y ceremonias que con frecuen-
cia evocan y representan los momentos estelares de los
mitos. Pero incluso más allá de su vigencia religiosa los
mitos perduran, aun cuando se eclipsan o desaparecen las
creencias que los sustentaban. Desarraigados de la inge-
nua fe primitiva, los relatos y las figuras míticas pueden
perdurar en la literatura y en el imaginario colectivo. Eso
es lo que sucede, en la cultura occidental, con la que lla-
mamos mitología clásica, es decir, el repertorio de mitos
heredados de griegos y romanos. La religión pagana fue
abolida por el cristianismo, pero sus relatos de dioses y
héroes han pervivido durante siglos manteniendo su ex-
traño encanto y su fascinación en la literatura y la poesía.
Narraciones maravillosas. Leyenda es una palabra que
viene del latín y no del griego. En cambio, el término mito
viene de la forma griega mythos, que en latín se tradujo
por fabula. En su forma latina, legenda significa en senti-
do literal “lo que ha de leerse”, y suele aplicarse a relatos
no tan arcaicos ni grandiosos como los auténticos mitos,
sino a otros posteriores a la escritura, atestiguados en la
tradición popular y en latín tardío o en algunas crónicas
medievales. También las leyendas perviven en la tradición
y tienen un halo fantástico o maravilloso. Sus personajes
protagonistassuelenserhéroes(nodioses)históricosoca-
si históricos y evocan un espacio y tiempo concreto, al que
la narración reviste de legendario prestigio. Valgan como
ejemplo los relatos de la hagiografía cristiana, esas
curiosas historias de santos, que fueron muy
populares, aunque estén ahora en declive,
más olvidadas que las figuras paganas de
la antigua mitología grecolatina. Por otra
parte, en algunos casos el término le-
yenda se usa casi como un auténtico si-
nónimo de mito, por ejemplo, al citar
la leyenda de Alejandro o el mito de
Alejandro.
La mitología está unida a la re-
ligión en muchas culturas. Los
mitos se presentan como la mani-
festación del mundo sobrenatural,
proclamada como santa y verda-
dera revelación por profetas privi-
legiados o vehículos del mensaje
Alejandro Magno. El rey macedo-
nio se convirtió en leyenda al iniciar-
se con su reinado una gran época de
intercambio cultural, que lo ensalzó
como un icono de la Antigüedad.
La venganza de
Medea. En esta
pintura del s. XVIII
se representa a la
mítica sacerdotisa
dando muerte a
sus hijos, en ven-
ganza por el aban-
dono sufrido por
parte de su esposo
Jasón.
PERSONAJE
George Dumézil
(1898-1986).
Fue un filólogo e
historiador fran-
cés, estudioso
de los pueblos
indoeuropeos;
sobre todo de
sus religiones y
mitos escritos.
ALBUM
AGE
6 MUY HISTORIA
divino. En los mitos se anuncia y desvela la verdad in-
visible a quienes confían en la sagrada palabra proféti-
ca. Para fijarla para siempre, esas revelaciones míticas
pueden codificarse en sagradas escrituras (uno o varios
libros, como los de la Biblia). Así lo hacen las llamadas
“Religiones del Libro”, dando a sus mitos sólida cerrazón
y austero dogmatismo.
Literatura no religiosa. En muchas culturas los guardia-
nes de la tradición de los mitos, quienes los cuentan y co-
mentan,sonlossacerdotes.Peroenlagriega,consureligión
politeísta, los encargados de la difusión de los relatos fueron
los aedos (cantores de poemas épicos de la antigua Grecia) y
lospoetas.Esevidentequeunareligióncondiversosdiosesy
muchos héroes, sin iglesia dogmática ni libro sagrado, como
era la griega, tiene una mitología más rica que una mono-
teísta. Y el legado mítico helénico revive de modo claro gra-
cias a esa libertad narrativa que le da la transmisión poética.
En una tradición así, los personajes de
estos relatos fantásticos logran nuevos
perfiles y rasgos, y los héroes y dioses
se humanizan y dramatizan (como
ocurre con figuras como Prometeo o
Dioniso, por ejemplo). Ya en Grecia,
los mitos fueron temas de la literatura,
y como literarios perduran en nuestra
tradición humanista.
Hasta qué punto la gente creía o cree
en los mitos es muy difícil precisarlo.
En una sociedad primitiva o salvaje estos relatos fabulosos
ofrecen una visión ingenua del mundo, que podemos su-
poner aceptable para una comunidad arcaica. Pero en una
sociedad más desarrollada y moderna, la cosmovisión obje-
tiva se funda en la ciencia y la lógica. No obstante, la visión
científica y la tecnología no dan respuesta a los enigmas vi-
tales, a las últimas preguntas sobre el sentido de la existen-
cia. De ahí que siempre quedan las creencias de la religión y
los mitos –en su inmensa variedad– como promesa de sen-
tido final, “una arriesgada apuesta”, según Platón.
Por su función social, los mitos se han usado también,
sobre todo en el mundo moderno, como arma política.
Proporcionan imágenes y figuras emotivas que pueden
servir a la propaganda ideológica en una sociedad de ma-
sas. Que el fascismo manipuló el mito de la raza aria para
sus propios fines es un ejemplo bien conocido; cabe du-
dar si conviene hablar de mitos políticos o, más bien, de
utilización política de esquemas míticos. A veces no es la
historia legendaria entera, sino alguna secuencia o algu-
na imagen lo que se emplea para impresionar a un nuevo
público. Como sabemos, las estampas heroicas o los cli-
chés míticos llaman la atención y sirven de reclamo. La
propaganda comercial actual, más sutil e inocua, recurre
a estampas míticas para promocionar algún producto.
Viaje en el tiempo. En cuanto a los mitos clásicos –de
griegos y romanos– ya sólo como trasuntos literarios,
es decir, despojados de la creencia religiosa, perduran
con renovado fervor: en incontables
textos poéticos, en teatros, en el cine
y hasta en las novelas nos topamos
con los viejos y frívolos dioses y los
admirables héroes (Ulises, Aquiles,
Medea, Helena, etc.). A veces mo-
dernizados o tratados con ironía,
los personajes de héroes y dioses de
la Antigüedad se resisten a desapa-
recer. Pues, desde luego, allí donde
las figuras de la mitología clásica han
perdurado con más fuerza y han renovado su encanto si-
glo tras siglo desde el Renacimiento es en las artes plás-
ticas. Basta darse un paseo por cualquier gran museo e
imaginar qué empobrecido resultaría el arte occidental
sin esas ágiles y ubicuas figuras nacidas de mitos.
La mitología enriquece nuestro imaginario con un fan-
tástico tropel de imágenes festivas y multiformes. Estas fá-
bulas nos llevan sobre una alfombra mágica a paisajes y en-
cuentros de extraordinario hechizo, que resultan un buen
ejercicio intelectual, además de un viaje incomparable.
Los mitos son
relatos fabulosos
que perviven
transmitidos desde
lejos en el imaginario
Legendario rapto.
En la mitología grie-
ga, el secuestro de
Helena de Esparta
por el príncipe troya-
no Paris desencade-
na la guerra de Troya,
contienda trasladada
a la literatura en la
Ilíada de Homero.
AISA
LIBRO
Diccionario de
mitos, Carlos Gar-
cía Gual. Editorial
Siglo XXI, 2012. Es-
ta obra reúne una
serie de ensayos
sobre las más fa-
mosas figuras de la
mitología antigua.
MUY HISTORIA 7
ENTREVISTA CON
¿Cómo definiría usted el concepto de mito?
Si nos atenemos al sentido que aplica-
mos a los mitos griegos, romanos, nórdicos
o egipcios, la definición que más me con-
vence es la de mi antiguo profesor Carlos
García Gual: “Un mito es un relato tradicional
que refiere la actuación memorable y ejem-
plar de unos personajes extraordinarios en
un tiempo lejano y fabuloso”. Analizando
elemento por elemento, se ve que es una
definición bastante completa. Un mito es,
en efecto, un relato, una narración con per-
sonajes, un conflicto y un argumento que,
por breve que sea, normalmente se divide
en presentación, nudo y desenlace. Ese ar-
gumento refleja una acción digna de recuer-
do, y es por eso por lo que se transmite de
boca en boca y se convierte en tradicional.
El tiempo en que se desarrollan los mitos es
un pasado remoto, casi un tiempo fuera del
tiempo. En esto último el mito se parece al
“érase una vez” de los cuentos populares;
pero, mientras que los personajes de los
cuentos son menos grandiosos, más de an-
dar por casa, los protagonistas de los mitos
son dioses y héroes sobrehumanos.
¿Cree que la función de los mitos es respon-
der a las preguntas fundamentales que nos
hacemos sobre los misterios de la vida?
Esa era una de sus funciones, sin duda,
pero podían tener muchas más, pues había
muchos tipos de mitos. El de Gilgamesh, por
ejemplo,querecorreelmundoenteroenbus-
ca de la inmortalidad, plasma a la perfección
el miedo que sentimos ante la muerte, y tam-
bién ante la vejez y el paso del tiempo en ge-
neral. Pero hay otros que explican cosas más
cotidianas,comoelorigendeleco,elnombre
de un lugar o diversas costumbres rituales.
¿Diría entonces que los mitos son una forma
de explicar el mundo?
No todos, pero muchos sí. Son una es-
JAVIER NEGRETE
“Los argumentos de los mitos son
muy ricos y creativos, y siguen avivando
nuestra imaginación”
Prolífico escritor de narrativa fantástica y épica, además de un gran conocedor de la mitología clásica,
desvela en esta entrevista una interesante visión del binomio formado por literatura y mito.
Por Fernando Cohnen, periodista
pecie de ciencia natural muy primitiva, que
en lugar de utilizar el razonamiento recurre
a la analogía y la metáfora. Tomemos como
ejemplo la historia de Ullikummi, el gigante
de la mitología hitita. Era un ser de basalto
que surgió del mar y creció tanto que su ca-
beza amenazaba con romper los cimientos
del palacio celestial de los dioses. Teshub, el
señor de la tempestad, luchó contra él, pero
sus rayos no consiguieron nada, como tam-
pocolologróelstripteasedeladiosaIshtaral
sondelapandereta.Finalmente,fueelastuto
diosEaquienrebanólostobillosdeUlikummi
conlahoz,quealprincipiodelostiemposha-
bíaservidoparasepararlatierrayelcielo,yel
gigantesedesplomósobreelmar.Esterelato
muestra la riqueza de interpretaciones que
admite el mito. Pero si vamos un poco más
lejos podemos preguntarnos: ¿y si la historia
de Ullikummi es algo más que un símbolo de
un pasado cosmogónico y remoto? ¿Y si lo
que narra ocurrió de verdad? Un gigante de
basaltoquesurgedelmarpodríaserotrafor-
madedescribirelnacimientodeunaislavol-
cánica.Ullikummilevantándosehaciaelcielo
noseríaotracosaquelainmensacolumnade
rocasypolvoquesealzahastalaestratosfera
en una gran erupción.
¿Se dio alguna erupción cercana en el es-
pacio y el tiempo que pudiera dar origen a
la canción de Ullikummi?
Pues sí, la de la isla de Tera, en el archipié-
lago de Santorini, que debió producirse en
torno al año 1600 a.C. y está considerada
la mayor erupción de tiempos históricos. La
columna eruptiva pudo alcanzar una altura
de cuarenta o cincuenta kilómetros, lo que
significa que se habría podido ver a más de
ochocientos kilométros, una distancia sufi-
ciente como para dejar huella en la memoria
colectiva de muchos pueblos de la zona. De
modo que aquí tendríamos un mito que no
sólo habla de un fenómeno natural abstrac-
to, sino de un hecho histórico concreto. En-
tre otras interpretaciones del mito, me intere-
samuchoaquellaquerastreaparabuscaren
el pasado el origen real de algunos relatos
mitológicos.Enesesentido,recomendaríala
lectura de El invierno cósmico, de los astró-
nomos Napier y Clube, que relaciona ciertos
mitosconlaposibilidaddequelaTierrahaya
sufrido impactos de fragmentos de cometas
antes del primer milenio a.C., y When They
Severed Earth From Sky, de Elizabeth y Paul
Barber, que, entre otras historias, relaciona
también las de Prometeo y Loki con erupcio-
nes volcánicas del pasado.
¿El mito aporta la esperanza y el consuelo
que anhela el ser humano?
Supongo que sí, y que por eso mucha
gente prefiere abrazar explicaciones míticas
del mundo antes que científicas, ya que la
ciencia parece más fría y no nos muestra el
mundo como querríamos que fuese, sino tal
como es, o al menos más parecido a como
es. Ahora bien, en ese sentido el mito tam-
bién puede ser cruel. Me viene a la cabeza el
mito de las edades, narrado por Hesíodo en
Trabajos y días. Es terriblemente pesimista,
ya que nos asegura que cualquier tiempo
pasado fue mejor: empezamos dichosos
en la Edad de Oro para descender a la de
Plata y la de Bronce, y ahora vivimos en la de
Hierro, en la que padres e hijos se pelean, el
hermano engaña al hermano, la violencia se
ha enseñoreado del mundo y todo va a peor.
No es un relato muy esperanzador, ¿verdad?
¿Cómo es posible que esas narraciones tan
arcaicas hayan llegado hasta el siglo XXI?
Ensumomento,cuandolosmitoseranuna
PERFIL
PROFESIONAL
Javier Negrete
nació en Madrid
en 1964, estudió
Filología Clásica
y, en la actuali-
dad, es conside-
rado uno de los
autores de géne-
ro fantástico e
histórico más
importantes de
nuestro país.
Este profesor de
griego en un insti-
tuto de Plasencia
escribió su prime-
ra novela de ro-
manos cuando te-
nía sólo diez años.
A la fascinación
que tiene por la
literatura se suma
la que siente des-
de pequeño por
la Grecia Clásica.
Uno de sus re-
cuerdos más anti-
guos es el de leer
la Odisea en un
pequeño libro, de
hojas muy finas.
Luego, coqueteó
con la idea de es-
cribir otra novela
sobre Alcibíades
y en su adoles-
cencia acabó el
primer borrador
de La espada
de fuego, una de
sus novelas más
conocidas, cuya
versión definitiva
apareció en 2003.
Personaje literario como mito. Creado
por Melville para su Moby Dick, el capitán
Ahab es un personaje con cariz legendario.
ASC
8 MUY HISTORIA
especiedeenciclopediadondeencontraban
conocimientodelmundo,normasdeconduc-
ta,explicacióndecostumbreseinclusodiver-
sión, era lógico que se transmitieran de boca
en boca al calor de la hoguera. Además, no
había competencia, ni siquiera por parte de
loslibros.¿Quéibanahacernuestrosantepa-
sados en las largas noches de invierno sino
contar mitos? ¿Jugar con el móvil o mandar
whatsapps? De no ser por la escritura y las
artes plásticas, los mitos griegos se habrían
perdido en el tiempo. Ahora bien, ¿qué ha
hecho que se sigan copiando durante siglos
hastallegarhastanuestrosdías,yquetodavía
despierten nuestro interés? Dejando aparte
otras interpretaciones psicológicas, pienso,
como escritor que soy, que la razón es que
sus argumentos son muy ricos y creativos,
y siguen avivando nuestra imaginación. En
mi caso, cuando era niño uno de mis libros
favoritos era un tomo infantil titulado Mitos y
leyendas, en el que devoré una y otra vez las
historias de Hércules, Pandora o Teseo.
Aunque nosotros ya no creemos en los dio-
ses griegos, ni les rendimos culto, ¿cree que
seguimos viéndolos como figuras míticas?
Evidentemente. Son arquetipos, persona-
jes primigenios más grandes que la vida, de
pasionestandesmesuradascomosuspode-
res. Sus virtudes y, sobre todo, sus defectos
sonhumanosyalmismotiemposobrehuma-
nos.Sonserestanhiperbólicosquepodemos
mirarnos en ellos como espejos en los que
nos vemos aumentados: la ambición de Cro-
nos, la lujuria de Zeus, la vanidad de Afrodita,
la crueldad de Ares, etc. Pero también la inte-
ligenciadeAtenea,labondaddeHefestooel
humor de Hermes. ¡En el panteón griego hay
una galería de personajes tan amplia como
para crear diez series de televisión!
Como profesor de griego y escritor de novela
fantástica e histórica, ¿qué tipo de mitos clá-
sicos le atraen más?
Aquellos mitos donde haya conflictos in-
tensos, ya sean generacionales (como el
que enfrentó a Zeus contra su padre Cro-
nos), matrimoniales (las broncas de Hera
y Zeus eran épicas) o por el poder contra
elementos extraños (la lucha del dios de la
tormenta contra el dragón). Me han inspira-
do buenos argumentos, o directamente los
he utilizado, como en Señores del Olimpo.
¿Qué requisito necesita un personaje literario
para convertirse en un mito?
Lospersonajesquelleganamíticossuelen
estar tallados a cincel; son tipos intensos y
obsesionados como el Ahab de Moby Dick,
o tienen rasgos sobrehumanos que los iden-
tifican con los antiguos dioses, como Super-
mán.Mearriesgaríaadecirqueunpersonaje
míticodebesersimple,deunapieza,eidenti-
ficarseconalgunacualidadotalentoespecial.
¿Cuáles son sus mitos literarios preferidos?
Algunos de los relatos del Silmarillion de
Tolkien, como el de Túrin Turambar, des-
prenden un aliento épico tan poderoso co-
mo las viejas sagas. También pienso en los
personajes de Roger Zelazny, como el Con-
rad de Tú, el inmortal o la saga de Los nueve
príncipes de Ámbar. Y, aunque se trate de
otro tipo de mitos, no puedo dejar de pensar
en Cthulhu y toda la legión de seres de pe-
sadilla imaginados por Lovecra . Este autor
estadounidense fue el tipo más descreído
del mundo y, sin embargo, poseía un talento
increíble para soñar mitos.
¿Qué le llevó a escribir novelas del género
histórico y fantástico?
Tres pasiones bastante precoces: los te-
beos de superhéroes, las novelas de ciencia
ficción y las películas y novelas de romanos.
Cuandodigoprecocesnoexagero.Teníasie-
te años cuando dibujé mi primer cómic de
Supermán y diez años cuando, cansado de
lo lento que avanzaba narrando relatos con
viñetas, empecé a escribir mi primera novela.
Era de romanos, y calculo que impresa ha-
Vocación lectora
desde la infan-
cia. Negrete devo-
raba literatura his-
tórica y fantástica
desde niño. Una de
sus pasiones era, y
todavía es, la His-
toria de la Antigüe-
dad Clásica.
NINESMÍNGUEZ
MUY HISTORIA 9
ENTREVISTA CON
Hoy día, las estrellas del espectáculo son
consideradas como mitos por sus fans y a
los grandes futbolistas se les percibe como
seres fabulosos. ¿Qué opinión le merece este
fenómeno?
DeportistascomoRonaldo,Messi,Michael
Jordan en su momento y muchos otros son
como los antiguos dioses. El dinero y la fama
les otorgan poder, muchos de ellos son tan
belloscomoApolo(engreídoscomoNarciso,
habríaqueañadir),yesohacequeseconvier-
tan en símbolos para sus seguidores. Pero,
obviamente, les falta algo que poseían los
diosesgriegos:lainmortalidad.Enestemun-
doenquetodovacadavezmásrápido,laca-
rrera de un deportista es de las más fugaces.
En cierto modo son como Aquiles, que eligió
elcegadordestellodeunavidabreveyheroi-
caenlugardeotralargayoscura.Peroluego,
ya en el Hades, se arrepintió, lo que me hace
pensar en el particular infierno que sufren
algunas grandes estrellas (no todas, obvia-
mente) por no saber sobrellevar el olvido en
que caen poco a poco después de retirarse.
¿Cuál es el verdadero héroe actualmente?
Por arrimar el ascua a mi sardina, diré que
los escritores que nos encerramos durante
horas, días y años en la soledad de nuestras
cuevas para brindar a los lectores nuevos
mitos con los que sobrevivir a las largas no-
ches de invierno.
En 1992 publicó su primera novela,
La luna quieta. Además de sus incur-
siones en el género fantástico e históri-
co, con títulos como Salamina y Alejan-
dro Magno y las águilas de Roma, Javier
Negrete es autor de obras de ciencia fic-
ción como La mirada de las furias (pre-
mio Ignotus a la mejor novela, 1998). Ha
cultivado también la literatura juvenil con
Memoria de dragón y Los héroes de Ka-
lanum. Con Buscador de sombras ganó
el Premio UPC de novela. En Minotauro
publicó La espada de fuego y El espíritu
del mago, con una gran acogida de crí-
tica y público. En 2006 ganó el Premio
Minotauro con la novela Señores del
Olimpo. El corazón de Tramórea, La hija
del Nilo y El sueño de los dioses son tres
de sus últimas obras.
“Un personaje mítico debe
ser simple, de una pieza, e
identificarse con un talento”
JAVIER NEGRETE
bría abultado más de trescientas páginas.
Empezaba como novela histórica, en tiem-
pos de Augusto, pero como mi única biblio-
grafía consistía en unas treinta páginas de
una enciclopedia de Historia Universal, no
tardó en convertirse en un relato de fantasía
de un grupo de rebeldes hispanos que crea
un imperio para luchar contra el de Roma.
¡Sinsaberlo,estabaescribiendounaucronía!
La serie de Tramórea, que comenzó con su li-
bro“Laespadadefuego”,esunadesusobras
más conocidas. ¿Cree que la fantasía épica
está experimentando un nuevo florecimiento?
Creo que ahora hay tanta gente escribien-
do y creando historias que nos encontramos
con mucho más material de todos los géne-
ros: fantasía, novela negra, histórica, román-
tica… En el terreno de la fantasía épica, entre
miles de sagas se pueden encontrar algunas
de gran calidad, como la de Martin (aunque
enmiopiniónsehaatrancadobastanteenlos
dos últimos libros que ha publicado) o la de
Ruthfuss, que ya veremos si sigue por buen
camino. De todos modos, me interesa más
la ciencia ficción, porque no sólo apela a la
emoción, sino también a la razón y a la curio-
sidadintelectual.Dehecho,lasagadeTramó-
rea es una mezcla de épica y ciencia ficción.
¿Cuál es la adaptación cinematográfica de
un mito que más le ha gustado?
Pensando en los mitos griegos, me gusta
bastante Troya. Con sus defectos y licencias,
me parece que refleja muy bien el personaje
desaforado de Aquiles, y el más humano y
cercano de Héctor. Por otra parte, me llama
mucho la atención el Edipo de Pasolini. Lo vi
otra vez hace poco, en clase, y me dio la im-
presióndequeesaextrañavisióndePasolini
con una estética tan descarnada y un tanto
primitiva debía de parecerse mucho más al
espíritu griego original que otras versiones
más racionalizadas. Esas multitudes apreta-
das, esas emociones que se manifiestan de
formatanprimaria,esostiposdesdentados…
Alverlapenséqueestabaviajandorealmente
eneltiempo.Otrapelículaqueaparentemen-
te no trata de mitos, El padrino, me ha recor-
dado siempre a las luchas por el poder en-
tre las primeras generaciones de dioses. De
hecho, El padrino fue una de mis influencias
cuando escribí Señores del Olimpo.
¿Qué opina de la saga cinematográfica El
Señor de los anillos de Tolkien?
Vi cada una de las tres películas el día del
estreno. El empeño de Peter Jackson me
parece una proeza casi tan épica como la
del mismo Tolkien. Con sus defectos, cla-
ro está: la tercera película me resultó algo
deslavazada, seguramente por las prisas y
la fatiga. Ahora bien, las quejas de muchos
frikis tolkienianos por las licencias que se to-
mó el director me resultan absurdas. Cine y
novela son géneros narrativos distintos que
precisan de recursos diferentes.
¿Cree que la leyenda del rey Arturo tiene vi-
gencia en la actualidad?
Sigue siendo popular, aunque tal como
están los tiempos creo que no vendría mal
una revisitación cinematográfica de calidad,
como en su momento lo fue Excalibur. Por-
que desde entonces las películas que han
tratado el tema de Arturo han sido bastante
deficientes. Después de ver Excalibur a uno
le daban ganas de leer La muerte de Arturo.
Después de ver El rey Arturo, y pese al gran
CliveOwen,sólodanganasdebeberseunas
cuantas jarras de cerveza para olvidar los
nueve euros que te has gastado en el cine.
¿Cuál es el héroe griego más moderno?
Porsusensibilidad,señalaríaaHéctor:ma-
rido,hermano,padre,protectordesupatria…
Por su atrevimiento a la hora de conocer, de
enfrentarse a los otros dioses y de portar la
llama del conocimiento, Prometeo, un dios
que sufrió el destino trágico de los héroes.
Placer por la
ciencia ficción.
El autor se confie-
sa un gran aficio-
nado al género na-
rrativo de ciencia
ficción, del que
opina que no sólo
recurre al plano
emocional del lec-
tor, sino también a
la razón y a la curio-
sidad intelectual.
Obras completas...
NINESMÍNGUEZ
Negrete ha recibido
numerosos premios
nacionales de literatura
con sus novelas
histórico-fantásticas.
10 MUY HISTORIA
El 25 de marzo en tu quiosco
OBJETIVO:
FRENAR LAS ALERGIAS
OLIMPO, FUJI, KAILASH Y PENGLAI
La morada donde
habitan los diosesDe Grecia a Japón, pasando por la India y China, estos cuatro montes se
levantan orgullosos de acoger el hogar de dioses procedentes de culturas
muy diferentes. La cercanía de la tierra con el cielo se hace patente en estos
impresionantes macizos, inspiradores para artistas de toda época y disciplina.
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Por Iria Pena Presas, historiadora
12 MUY HISTORIA
LA RESIDENCIA
DE ZEUS
Y LOS SUYOS
El monte Olimpo, el
más alto de Grecia,
situado entre las
regiones de Tesalia
y Macedonia, fue el
lugar elegido por los
antiguos helenos para
que en él residiesen
todos los dioses que
formaban parte de su
riquísima mitología.
Pero estos no vivían
de cualquier manera,
sino en mansiones
de cristal que ha-
bían construido en
la cima. Según la
tradición, sólo doce
formaban el Concilio
de los Dioses, entre
los que se podrían
haber encontrado (ya
que no hay acuerdo
al respecto) Zeus,
Deméter, Artemisa,
Poseidón, Hermes,
Afrodita, Ares, He-
festo, Apolo, Hestia,
Perséfone, Hera,
Atenea y Dioniso.
Para dar vida a estos
seres supremos y a su
casa, numerosísimos
pintores retrataron
este espacio con sus
míticos habitantes,
como en este fresco
de Luigi Sabatelli
(abajo), situado en el
techo de una de las
estancias del Palacio
Pitti de Florencia.
ALBUM
MUY HISTORIA 13
SÍMBOLO
RELIGIOSO Y
CULTURAL NIPÓN
El monte Fuji (foto),
el más alto de Japón
y situado al oeste
de Tokio, se ha con-
vertido con el paso
de los años en un
auténtico símbolo
del país nipón. Este
volcán se conside-
ra sagrado desde el
siglo VII, y son di-
versas las religiones
que le han otorgado
carácter religioso,
entre ellas, el budis-
mo o el sintoísmo.
Hasta finales del
s. XIX, las mujeres
tenían prohibi-
do acceder a esta
montaña sagrada.
Pero no sólo la re-
ligión se ha hecho
eco de la belleza de
este lugar; también
lo hizo la cultura
popular, que le dio
la importancia que
merecía retratándolo
en numerosas oca-
siones, como en la fa-
mosísima Gran ola de
Kanagawa, que forma
parte de la colección
de grabados Treinta y
seis vistas del monte
Fuji que realizó en
el S. XIX el artista
Katsushika Hokusai.
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14 MUY HISTORIA
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MUY HISTORIA 15
LA CIMA SAGRA-
DA DE BUDISTAS E
HINDUISTAS
El monte Kailash se
encuentra en el Tíbet,
y en él nacen algu-
nos de los ríos más
importantes de Asia,
como el Indo. Este
cerro es considerado
sagrado por dos de
las religiones más im-
portantes del mundo,
el budismo y el hin-
duismo. La rama tán-
trica de los primeros
cree que en este lugar
habita el buda Dem-
chok. Por el contra-
rio, para la mitología
hindú, Shiva (abajo),
dios de la destruc-
ción, reside en la
cumbre y la montaña
representa su falo.
En otros credos del
hinduismo, este es-
pectacular paisaje es
visto como el paraíso.
Todos los años miles
de personas de dife-
rentes religiones pe-
regrinan a este lugar,
realizando una ruta
a pie alrededor de la
montaña para atraer
la buena fortuna.
Por su carácter sa-
grado, la cima jamás
ha sido pisada por
ningún ser humano.
Los budistas, ade-
más, celebran aquí el
festival Saga Dawa,
en el que un asta de
bandera (tarboche)
recoge pequeñas en-
señas de colores con
variadas oraciones.
AGE
16 MUY HISTORIA
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MUY HISTORIA 17
ALBUM
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18 MUY HISTORIA
UN ENCLAVE
MÍTICO MUY
INSPIRADOR
Los ocho inmortales,
uno de los grupos
mitológicos más im-
portantes de China,
tienen como lugar de
residencia el monte
Penglai. Este empla-
zamiento y los perso-
najes que residían en
él han sido durante
siglos inspiración
para artistas de nu-
merosas disciplinas,
como para el pintor
nanga Tomioka Tes-
sai, que realizó esta
acuarela del monte
de los inmortales.
A pesar de la fama
que tiene este encla-
ve, lo cierto es que
nadie ha sabido loca-
lizar el lugar exacto
de esta morada de
dioses. La ciudad
portuaria de Penglai
(foto), situada en la
provincia china de
Shandong, reclama
su protagonismo en
este relato mítico,
afirmando que fue
aquí donde los ocho
inmortales flotaron
sobre el mar desde
los acantilados rojos.
Este hecho provocó
que varios emperado-
res buscasen en esta
metrópoli la receta
de la inmortalidad.
MUY HISTORIA 19
ALBUM
¡Por los dioses
del Olimpo!
LAS DIVINIDADES DE LA ANTIGUA GRECIA
La mitología griega ocupa un lugar
privilegiado en la cultura occidental, a la que
supo imprimir una huella imborrable, y para
entenderla hay que conocer a sus veneradas
deidades y los cultos que las rodean.
Por Bernardo Souvirón, escritor y profesor
T
odas las manifestaciones de la cultura
clásica griega, tanto las materiales como
las que podríamos llamar espirituales o
anímicas, están determinadas por la pre-
sencia exhaustiva de sus adorados dioses. La An-
tigüedad grecolatina es profundamente religiosa.
Sus dioses aparecen casi en cada verso, en cada
estatua, en cada vaso de cerámica, en cada rincón
de las ciudades y los caminos. Cualquier inten-
to de acercamiento o de explicación del universo
mitológico de la antigua Grecia resultará estéril si
no parte del estudio de sus dioses. Y este análisis,
aunque a todas luces determinante, no resulta sen-
cillo, pues en Grecia nunca hubo un libro sagrado
ni un clero que guiara los pasos de la gente por la
senda pretendidamente correcta. Sin embargo,
esta característica no es la única, es un primer tra-
zo que distingue de raíz a la fe griega de la mayoría
de las religiones existentes, antiguas o modernas.
Y no sólo eso, también es un rasgo que convirtió la
experiencia religiosa en algo directo, personal, en
un diálogo abierto entre el dios y el mortal.
Los olímpicos primigenios. Los dioses griegos
llegaron a ser el reflejo más humano (y más exac-
to) de la psicología de quienes los crearon y, desde
el primer momento, fueron el ejemplo de la pri-
mera civilización caracterizada por su atención,
respeto y amor por el ser humano. Los griegos
imaginaron dioses que nunca son sobrenaturales,
pues, como veremos, son hijos de la misma madre
que los hombres. Son sobrehumanos, pues son
más fuertes que nosotros, y viven eternamente
sin envejecer. Pero no son más que nosotros y, a
veces, incluso su inmortalidad es una carga.
Caída de los
Gigantes. Fresco
manierista italiano del
s. XVI, en el que los
dioses griegos se
representan expulsando
de la morada olímpica a
sus grotescos enemigos.
MUY HISTORIA 21
Las deidades griegas, en definiti-
va, no son opresoras ni exigen a los
mortales un comportamiento impe-
riosamente correcto; no hablan a los
hombres a través de las páginas de
una Biblia o un Corán, ni se sirven de
un clero encargado de velar por una
ortodoxia más o menos intransigen-
te. No son abstracciones implacables
ni quimeras con rasgos imposibles.
Divinos aedos. Los dioses griegos
tienen rostro y viven en los versos
de los poetas. Fue Hesíodo, el poeta
beocio, allá por el siglo VII a.C., el
que estableció en una de sus obras, la
Teogonía, el árbol genealógico de los
dioses griegos. Y lo hizo partiendo
de un umbral muy expresivo: “En el
principio era el Caos”. La evolución
de toda la religión griega consistió
precisamente en ordenar ese caos
primigenio hasta convertirlo en un
kósmos (universo). Según Hesío-
do, tras Caos existieron Gea (Tierra)
y Eros (Amor), el más hermoso de
todos los dioses, quizá la fuerza que
habría de cohesionar los demás ele-
mentos para empezar a entretejer
el cosmos, el orden del universo. El
poeta nos dice también que del Caos
surgieron espontáneamente, sin in-
tervención de nadie, dos criaturas
tenebrosas: Nýx (Noche) y Érebo
(las tinieblas subterráneas),
dos hermanos sombríos cargados de
misterios. Érebo vive debajo de Gea,
en cada grieta, en cada caverna; Nýx
vive en el extremo occidente, más
allá de la tierra de Atlas, donde los
rayos del Sol perecen cada día.
De estos seres primigenios, amena-
zantesabstraccionestodavía,comen-
zó a surgir una primera generación de
dioses que la mitología conoce como
hijos de la diosa de la noche. En efec-
to, Nýx alumbró, después de quedar
fecundada por su hermano Érebo, a
dos hermosas criaturas, Día y Éter,
en todo distintas a sus padres. La ge-
mela, Día, es la personificación de la
luz, una divinidad femenina nacida
para repartirse el tiempo con su ma-
dre y procurarle, así, descanso. Pero
esta característica es también una
maldición para madre e hija, ambas
están condenadas a no encontrarse
más que en el fugaz instante del ama-
necer y del ocaso, el único momento
en que el día y la noche se encuentran
en los confines del mundo.
Posada celestial. Éter, divinidad
masculina y hermano gemelo de Día,
es el cielo superior, el lugar en que la
luz se genera, pura, infinita e inmen-
sa. Un lugar que los mortales, des-
lumbrados, apenas pueden percibir.
Nýx tuvo otros hijos que también
jugaron un papel importante en es-
tos inicios de la cosmogonía griega.
Hipno (sueño) y su hermano Tánato
(muerte) que, comprensiblemente,
aparece sólo de puntillas en los mi-
PERSONAJE
Hesíodo
(s. VIII-VII a.C).
Autor griego
que estableció
un orden en la
sucesión de
dioses venera-
dos en la Anti-
güedad griega.
La madre Tierra.
En este relieve
alegórico (abajo)
se personifica a la
diosa Gea con sus
hijos, Crono y Rea.
Eros, el dios del
amor. Nacido del
Caos primitivo,
asegura la conti-
nuidad de la
especie y vive en
perpetua inquietud
e insatisfacción.
Nýx, la diosa de la noche. Este ser mitó-
logico (arriba), surgido espontáneamente,
habita en el extremo occidental del mundo.
ASC
AISA
PRISMA
tos. Tánato representa, en general,
la muerte tranquila, no violenta, casi
una plácida prolongación de su som-
noliento hermano Hipno.
También son hijas de Nýx tres lóbre-
gas mujeres, apegadas a la Luna, vesti-
das con níveas túnicas. Son las moiras,
y su tarea es hilar la vida de cada uno
de los mortales, desde su nacimiento
hasta la muerte. La primera de ella es
Átropo (inconmovible) y sus dos her-
manas se llaman Cloto (hilandera) y
Láquesis (suerte). En su telar se urde
el hilo que representa la vida de ca-
da uno de nosotros. Átropo lo trama,
Cloto comienza a hilarlo y Láquesis
prepara la tijera que habrá de cortar-
lo cuando llegue la hora de la muerte.
Otras criaturas nacidas de Nýx fue-
ron arrinconadas con el tiempo por la
fuerza emergente de otros dioses, más
jóvenes, hijos de un mundo nuevo que
necesitaba nuevas divinidades.
Las deidades griegas
no son opresoras ni
exigen a los mortales
una imperiosa
actitud correcta
Nýx no fue, sin embargo, el factor
fundamental en esta generación de
dioses griegos, sino Gea, la Tierra. En
efecto, Hesíodo nos la presenta como
el elemento primordial del que ha-
brían de nacer todos los linajes de los
dioses. Se considera que los hijos de
Gea constituyen la primera generación
de deidades griegas. El poeta definió a
la diosa de la tierra en su Teogonía: “La
de amplio pecho, sede siempre segura
de todos los inmortales que habitan la
nevada cumbre del Olimpo”.
Pues bien, sin intervención de ele-
mento masculino alguno Gea parió a
Urano (cielo), a Ponto (mar) y a las
montañas, con lo que el mundo, tal
como lo conocemos hoy, estaba ya
formado. De estos hijos, el más im-
portante, con diferencia, fue Urano.
Nuevos nacimientos. La personifi-
cación del cielo, Urano, es el amante
fecundo de la tierra, Gea. Desde siem-
pre la bóveda celeste es concebida por
todas las religiones mediterráneas
como el elemento fecundador por
naturaleza, pues en su seno se gene-
ra la lluvia, esa especie de semen que
fecunda la tierra y hace posible la vida
en ella. Así pues, es completamente
lógico que de la unión de estos dos
elementos naciera la primera gene-
ración de dioses propiamente dichos,
especialmente los titanes y las titáni-
des, como Crono y Rea, que habrían
de jugar un papel decisivo en la histo-
ria de la religión griega. En realidad,
la aparición de Crono supone la ins-
tauración en el mundo de los dioses
de una de las características que me-
jor definen a la sociedad patriarcal: la
violencia. Su unión con Rea significa
efectivamente el comienzo de la reli-
gión griega propiamente dicha.
Todo comenzó cuando Urano, con-
sumido por los celos y por el temor
de que alguno de sus hijos llegara a
ser más poderoso que él, los man-
tuvo ocultos en el seno de su madre
sin dejarles ver la luz. Gea, agobiada
por el peso de sus hijos, a punto de
reventar, decidió enfrentarse con
aquel dios cruel, engendrado por ella
misma. Llena de determinación, forjó
un metal brillante y sólido con el que
fabricó una hoz. Entonces habló con
sus hijos y les propuso un plan para
vengarse, mas todos se llenaron de
temor y sus ánimos se encogieron.
Entonces el más joven de sus hijos
varones, Crono, aceptó el reto y se
propuso llevar adelante el plan de su
madre, pues no sentía en su pecho la
más mínima piedad por su abomina-
ble padre. Y así, al caer el Sol, apare-
ció Urano y abrazó violentamente a
Gea. Tembló la Tierra, pávida entre
los poderosos brazos del dios; Crono
LIBRO
La mitología grie-
ga: lenguaje de
dioses y hombres,
Antonio López Eire,
Mª Henar Velasco
López. Arco Libros,
2012. Esta obra
muestra el rastro de
los mitos griegos
en la literatura y en
el arte, además de
aportar informa-
ción sobre la civili-
zación griega.
ALBUM
Hipno, el dios del sueño. En esta
escultura de bronce se representa a la di-
vinidad que aletarga a los demás
seres del mundo con la somnolencia.
Representación de la danzarina Euríno-
me enroscada por la serpiente con la que
engendra el huevo creador del universo.
En los mitos primigenios, cuan-
do la sombra de la llegada de
los belicosos pueblos indoeuro-
peos todavía no planeaba sobre el
Mediterráneo, el inicio del mundo
se debió a la danza de una mujer
llamada Eurínome que, en su mo-
vimiento, hizo que el agua, el cielo
y la tierra se fragmentaran. El Caos
originario fue tomando forma y el
mundo comenzó a definirse al rit-
mo del baile de Eurínome. Alrede-
dor de esa mujer nacieron las co-
rrientes y a través de ellas el viento
del norte, el Bóreas, esparcía las
semillas de todas las cosas.
Sin embargo, el Bóreas fue enfrian-
do el cuerpo de Eurínome que,
aterida, abandonó su danza por un
instante. Entonces, tomó en sus
manos aquel viento helado y lo fro-
tó sin cesar hasta que consiguió
que su fría alma fuera templándo-
se, condensándose a la vez, y que
el calor producido por el frotamien-
to de sus manos diera forma a un
ser de aspecto casi líquido, como
un río. Ese ser extraordinario recién
nacido se llamó Ofión y su figura
de gran serpiente se convirtió en
un símbolo religioso antiquísimo.
Asombrosa criatura. Ofión
rodeó con sus anillos el cuerpo
de Eurínome y copularon fundidos
en el calor de sus cuerpos. Ella
quedó preñada con la semilla de la
serpiente y, pasado un tiempo, las
convulsiones del primer parto de-
positaron en el balbuciente mun-
do, apenas iniciado, un huevo. Así
nacieron el Sol, la Luna, los ríos y
los árboles, y de la tierra emergie-
ron las montañas.
tensó sus músculos y salió de la grieta
que había utilizado para esconderse.
Blandió en su mano la enorme y per-
fecta hoz de oro y asió con fuerza uno
de los brazos de su padre.
Violenta fuerza. Aturdido por el
deseo de poseer una vez más a Gea, el
enorme dios no acertó a comprender
lo que sucedía. De repente sintió un
pinchazo, un dolor agudo en el mo-
mento en que la hoz de oro blandida
por su hijo segó sus órganos genita-
les limpiamente. Un grito espanto-
so hizo temblar al mundo mientras
los genitales de Urano caían al mar
como un trozo de carne. Entonces
comenzaron un viaje a merced del
viento y las corrientes. Cuando lle-
garon a la costa de Chipre, en el otro
confín del mar, hervían a borboto-
nes. De la blanca espuma que los ro-
deaba nació una hermosa doncella
que, con el tiempo, habría de
convertirse en la más hermo-
sa de las diosas. Su nombre
era Afrodita.
Mitodecreación:elhuevouniversal
MUY HISTORIA 23
Tras este suceso, Urano desapa-
reció del mundo. Por orden de su
hijo Crono permaneció en-
cerrado en el Tártaro, un
lugar más profundo que
el inframundo Hades. Su
leyenda dejó de estar pre-
sente en las narraciones de
los aedos y en los versos de
los poetas. Su hijo, hen-
chido de orgullo, ocupó
el lugar de su padre; así
la segunda generación
está compuesta por los
hijos de Crono. Heren-
cia de su progenitor,
la naturaleza colérica
de Cronos se desató sin
freno. Liberó a sus her-
manos, titanes y titáni-
des, pero dejó en el Tártaro
a los cíclopes y a los heca-
tonquires, que pronto darían
rienda suelta a sus ansias de
venganza. De esta manera,
la religión griega deste-
rraba del mundo a seres
monstruosos, muy lejos
de la concepción antropo-
mórfica. Las antiguas e innumera-
bles abstracciones asombrosas, sólo
personificadas de forma parcial, iban
desapareciendo poco a poco de los
mitos, poblados ya por esta primera
generación de dioses.
Parricidio mítico. El Caos primige-
nio fue reducido a un mundo de una
simplicidad sorprendente: titanes y
titánides bajo el poder de Crono. Le-
jos de ese mundo, prisioneros en el
profundo Tártaro, quedaron los hijos
monstruosos del mutilado Urano. En
esa conyuntura, el dios Crono, deci-
dido a llenar la Tierra con sus hijos,
tomó a su hermana Rea como espo-
sa. Pero su afán reproductor se enfrió
cuando Gea, su madre, le anunció
que uno de sus hijos le arrebataría el
poder, lo destronaría y ocuparía su
lugar para siempre. Crono tembló de
furia y pensó en arrojar a sus hijos al
Tártaro, pero no lo hizo, convencido,
quizá, de que con la ayuda de sus po-
derosos tíos la profecía se cumpliría
inexorablemente. Entonces decidió
devorarlos uno a uno, según fueran
naciendo. Eso hizo con sus tres hi-
jas, Hestia, Deméter y Hera, y con
sus dos primeros hijos, Hades y Po-
seidón. Pero al avecinarse el parto
del más joven, de nombre Zeus, Rea
pidió ayuda a su madre, Gea, que le
proporcionó un abrigo seguro en un
lugar de la remota y salvaje Arcadia.
Allí nació el pequeño Zeus, lejos de
todo; lejos también del conocimiento
de Crono. Con su hijo oculto y seguro,
Rea se aprestó al lance decisivo. Con
la ayuda de su madre pulió con pri-
mor una roca, la envolvió entre paña-
les y, amparada por la noche, la en-
tregó a Urano que, al ver a su esposa
con el vientre deshinchado, reclamó
inmediatamente el cuerpo de su hijo
para devorarlo tal como había hecho
con los anteriores descendientes.
Madre protectora. Mientras, el ni-
ño Zeus crecía en Creta, lejos de to-
dos. Y gracias a la ayuda de sus no-
drizas, su madre y su abuela, cuando
el tiempo hubo cumplido su ciclo, el
joven dios estaba preparado para en-
frentarse a su temido padre. Apenas
nacida, la Historia comenzaba ya a
repetirse. Una noche sin Luna, tras
los placeres del amor, Rea adminis-
tró a Crono una droga purgante que
le hizo agitarse en medio de frías
convulsiones y vomitar el conte-
nido de su estómago, hasta que los
dos hermanos y las tres hermanas de
Zeus volvieron a nacer. El joven dios,
con sus hermanos liberados y agra-
decidos, inició el combate contra su
aterrador progenitor.
Durante diez años, como en Tro-
ya, la guerra entre dioses y titanes,
conocida por la tradición como tita-
nomaquia, tuvo un resultado inde-
ciso. Los titanes se hicieron fuertes
en el monte Otris; los dioses, en otra
montaña que habría de ser su mora-
da para siempre: el Olimpo. La Tie-
rra sufría espantosamente. Entonces
Gea decidió dar a su nieto el consejo
definitivo: liberar a los resentidos
hermanos de su padre, los cíclopes
y los hecatonquires, encerrados en
el Tártaro desde hacía largo tiempo.
Liberados, sus tíos saludaron a Zeus
como el verdadero soberano y se
Afrodita, diosa
del amor. Surgida
de las olas del mar,
tuvo varios amo-
ríos, aunque se
hizo más famosa
por sus maldicio-
nes. Arriba, escul-
tura en mármol de
Afrodita sorprendi-
da en el baño.
Cronos, devorador de sus
vástagos. Este óleo de Goya
representa al dios padre de la
primera generación de titanes
engullendo a uno de sus hijos.
ALBUM
PRISMA
LIBRO
Tras los pasos
de los dioses
griegos, Pierre Le-
veque. Akal, 2006.
Esta obra invita a
un realizar un viaje
histórico y geográ-
fico por el mítico
imaginario heleno.
24 MUY HISTORIA
lanzaron furiosos a la lucha. El poe-
ta griego Hesíodo nos describe vívi-
damente el fragor de este combate
formidable: “Terriblemente resonó
el inmenso Ponto y la Tierra retum-
bó con gran estruendo. El vasto cielo
gimió estremecido y desde su raíz vi-
bró el elevado Olimpo por el ímpetu
de los inmortales. La violenta sacu-
dida de las pisadas llegó al tenebroso
Tártaro […] Hervía la Tierra toda y las
corrientes del Océano”.
Los agradecidos cíclopes dieron el
paso crucial. Forjaron para Zeus el
rayo y el relámpago; hicieron para
Hades un yelmo mágico que lo haría
invisible –hermosa alegoría de lo que
habría de ser el mundo de Hades, la
muerte– y moldearon para Poseidón
el tridente con el que el dios agitaría
los mares y haría moverse la tierra.
Con estas armas, los tres hermanos
inclinaron a su favor la balanza de
una guerra que ganaron definiti-
vamente con la intervención de los
hecatonquires, sus monstruosos tíos
que, utilizando la multitud de sus
brazos, lanzaron una incesante lluvia
de piedras que enterró a los titanes.
Entonces Zeus se comportó como
lo había hecho su padre: encerró en
el Tártaro a los titanes, con Crono a la
cabeza, y puso de carceleros a los tres
hecatonquires, cuyo odio garantizaba
el fracaso de todo intento de fuga.
La religión griega acabó con el
Caos originario. Los nuevos dioses
vencedores se propusieron poblar
con sus hijos el mundo al que aca-
baban de llegar. En esta tarea fun-
damental, Zeus volvió a brillar por
encima de sus hermanos. El dios, en
efecto, utilizó su promiscuidad como
una verdadera arma demográfica y
llevó a algunos de sus descendientes
a la cumbre del Olimpo, hogar de las
nuevas divinidades para siempre.
Comunidad adorada. El número de
dioses que la tradición reconoce como
olímpicos varía según las épocas y los
autores, aunque parece haber cierto
acuerdo en que fueron doce deidades
las que conformaban el Olimpo. Así
pues, los dioses olímpicos son, en pri-
mer lugar, los seis hermanos hijos de
Crono: Zeus, Hades, Poseidón, Hestia,
Hera y Deméter. De ellos, las fuentes
no siempre consideran olímpicos a
Deméter, Hestia y Hades. A estos dio-
seshayqueañadirloshijosdeZeuscon
diferentesmujeres(diosasymortales):
Apolo, Artemisa, Atenea, Hermes,
Ares, Hefesto y Afrodita. Sobre esta
última existe cierta controversia, ya
que en la tradición homérica esta dio-
sa es considerada hija de Zeus y Dione,
una deidad prácticamente descono-
cida, de identidad difícil de precisar.
Finalmente, algunos autores conside-
ran olímpico a Dioniso, también hijo
de Zeus. Tras este relato mitológico se
oculta, como siempre, una realidad
nada mítica. La religión olímpica no es
más que el reflejo celeste de la nueva
sociedad que se estaba forjando en la
Tierra. Igual que los ideales patriarca-
les de la civilización micénica, magis-
tralmente transmitidos en las obras de
Homero, fueron desplazando todo lo
femenino hacia una posición de clara
servidumbre en relación con lo mas-
culino. Así los mitos explicaron, de un
lado, la irrupción de los dioses mas-
culinos indoeuropeos –especialmente
Zeus– y, de otro, el destierro de las
divinidades femeninas primigenias,
especialmente de la gran madre Tierra.
Hoy, miles de años después, la so-
ciedad patriarcal surgida en parte del
mito, en parte de la Historia, sigue
plenamente vigente.
La caída de los titanes. Esta pintura
escenifica cómo los derrotados, Crono y
sus hermanos, son arrojados al Tártaro por
los vencedores dioses olímpicos y Zeus.
Al lado de los cultos olímpicos, que
fueron transformados políticamente
en lo que podríamos definir como cultos
oficiales, en la antigua Grecia se desa-
rrollaron otros rituales menos conocidos
pero más cercanos a la gente común.
Estos ritos son conocidos por la literatu-
ra científica como “cultos mistéricos”.
Ritos de iniciación. “Mistérico” tiene un
sentido en nuestra lengua que no tenía
en la Antigüedad, de manera que sería
conveniente denominar a esos ritos po-
pulares como “de iniciación”, tal como
los llamaban los romanos, que traducían
el término griego por initiatio. En Grecia
fueron dos los dioses que propiciaron los
misterios: Deméter y Dioniso, a los que no
todas las fuentes consideran olímpicos.
Los misterios eran una forma de religión
personal y votiva, que favorecía una
experiencia de lo sagrado diferente a la
propuesta de la fe olímpica oficial. Tras
ellos se ocultaba un deseo de curación
y un anhelo de felicidad tras la muerte.
Este afán de bienaventuranza de cara al
futuro es lo que favorecía Deméter en
su santuario de Eleusis, una localidad si-
tuada muy cerca de Atenas.
La religión de Dioniso, vinculada con el
vino y con los elementos irracionales del
comportamiento humano, perseguía, en
el fondo, una especie de camino hacia la
felicidad eterna. A diferencia de Deméter,
Dioniso no posee un santuario concreto.
Sus ritos se celebran al aire libre, en pleno
contacto con la naturaleza.
Dioses y misterios
El número de dioses
reconocidos como
olímpicos por la
tradición varía según
la época y los autores
PERSONAJE
Hestia. Diosa
griega del fuego
que da calor y vi-
da a los hogares,
fue hija primo-
génita de Cro-
nos y Rea. De
actitud pacífica,
apenas salía del
Olimpo ni susci-
taba disputas.
ALBUM
AGE
Relieve que
muestra un
sacrificio en
honor a Deméter,
deidad griega
de la agricultura,
protagonista
de los misterios
eleusinos.
MUY HISTORIA 25
TARTESSOS Y OTROS ENIGMAS HISPÁNICOS
La Iberia eterna
y ancestral
Como en el resto de
Europa, las culturas
primitivas de la Pe-
nínsula sucumbieron
al empuje sucesivo
de Roma y del cristia-
nismo, pero muchas
de sus huellas pervi-
vieron como mitos.
E
n cierto modo, la actua-
ción del Imperio Romano
en Europa durante la Edad
Antigua puede asimilarse
a la actuación del imperio español
en América durante la Edad Moder-
na. De la misma forma que los con-
quistadores se llevaron por delante
a las culturas indígenas, las legiones
de Roma terminaron laminando las
culturas autóctonas de los pueblos
europeos. Desde luego, el proceso
no fue idéntico, pero el resultado sí
que fue muy similar: centenares de
tribus europeas tuvieron que acep-
tar la ley, las costumbres y el idioma
de los invasores, arrumbando sus
hábitos y creencias ancestrales. Fue
una devastadora pérdida de diver-
sidad cultural y espiritual que hoy
lamentamos vivamente, pues aquel
terremoto que supuso la dominación
romana nos dejó con muy pocos da-
tos ciertos sobre las sociedades que
nuestros antepasados habían puesto
en marcha hasta aquel momento.
Respecto a la religión, Roma era mu-
cho más permisiva, pero la llegada
del cristianismo supuso el golpe de
gracia tanto para los dioses romanos
como para los restos del mundo es-
piritual bárbaro que habían sobrevi-
vido a Júpiter y Marte.
Tradiciones latentes. Y sin embar-
go, aquellos restos no desaparecie-
ron del todo. Las viejas creencias se
enquistaron en los medios rurales,
lejos de los grandes centros de po-
der, y allí permanecieron latentes.
En España, la presencia del mundo
romano se prolongó cerca de siete
siglos, entre el II a.C. y el siglo V, que
fue cuando asomaron los visigodos
por los Pirineos. Es un lapso de
Por Alberto Porlan, escritor y filólogo.
Ilustración, Arturo Asensio
Diosas, sacerdotisas y
brujas. La mitología hispánica
está llena de figuras femeninas
(algo propio de las sociedades
matriarcales) como la Mari vas-
ca, y se cree que las bailarinas
gaditanas pudieron haber sido
en su origen sacerdotisas iberas.
MUY HISTORIA 27
tiempo enorme, más de 24 genera-
ciones, de forma que el primer espa-
ñol romano fue el sexto tatarabuelo
del último. Incluso así, todavía que-
daron restos de las viejas creencias.
Los primeros concilios cristianos es-
pañoles, que arrancaron a comienzos
del siglo IV, prevenían sobre algunos
ritos y hábitos condenables que sin
duda formaban parte de las tradicio-
nes autóctonas precristianas, como
la adoración de ciertas piedras, las
suertes adivinatorias o las fogatas en
las encrucijadas de caminos.
Iberia viene del vasco. Lo que sa-
bemos de nosotros antes de Roma es
lo que contaron los griegos. Para ellos,
esta parte del mundo se llamaba Ibe-
ria, si bien la primera fuente que la
menciona la denomina Hiberia, con
esa h inicial que nadie ha sabido expli-
car. Se trata de un nombre autóctono
que tendría que ver con el río Iberus
(el Ebro), el cual, a su vez, estaría em-
parentado con el término vasco ibar,
quesignificarío.Perolosgriegosjamás
pisaron Euskadi, de manera que si el
nombre del Ebro –que ellos conocie-
ron por su desembocadura en Tarra-
gona– era vasco, no se explica cómo
lo recogieron en boca de los pueblos
mediterráneos de su desembocadura.
A menos que, como parece más vero-
símil cada día, el vasco sea un residuo
fósil de la lengua que, con sus varian-
tes dialectales, se habló en la Península
en los tiempos anteriores a Roma.
Hay dos clases de mitos sobre la
vieja Iberia. Están, por un lado, los
que podríamos llamar exteriores
–o sea, los que forjaron los pue-
blos mediterráneos sobre noso-
tros–, y por otro los interiores,
los mitos propios de los pue-
blos ibéricos. Desde fuera, las
culturas pujantes del otro
lado del mar nos veían como
las tierras del fin del mundo,
lindantes con el océano. El
hecho de que el Sol se oculte
por Occidente situaba aquí
la noche y el otro mundo.
Los egipcios llamaban a sus
difuntos “los occidentales”,
y los enterraban en la orilla
oeste del Nilo. Por su parte,
los etruscos ponían a sus dioses
del Más Allá en Occidente.
Una tierra paradisíaca. En es-
ta región misteriosa y remotísima
ubicaban también aquellas culturas
sus lugares paradisíacos. Los grie-
gos, los Campos Elíseos y las Islas de
los Bienaventurados; los semitas, de
acuerdo con el Libro de los Jubileos
esenio, el Jardín del Edén. Ámbitos
maravillosos y ubérrimos, como el
Jardín de las Hespérides, cuyos árbo-
les producían frutos de oro, las islas
Cassitérides, con sus inagotables mi-
nas de estaño, o el reino de Tartessos
y su soberano Argantonio, el rey de la
plata. Y también el río del Olvido y el
país de los Sueños, así como la míti-
ca batalla entre dioses y titanes y los
tres últimos trabajos de Hércules. Los
fenicios, por su parte, coincidían con
los griegos en la noción de la riqueza
inconcebible de esta tierra, pues aquí
situaron su Tarschisch, equivalente
al Tartessos de los griegos, de la que
afirmaban que los pastores daban de
comer a las bestias en pesebres de
plata maciza y que sus naves carga-
ban de allí tanta plata, que incluso
sustituían sus anclas por otras hechas
de plata para aprovechar el peso. Y
también situaron en el remoto Occi-
dente las hazañas de su héroe análo-
go a Hércules: Melkart.
Se hablaba de antiguas expedicio-
nes de pueblos ibéricos que habrían
ocupado y colonizado Córcega, Cer-
deña y Sicilia. De acuerdo con la
tradición, Sicilia fue poblada por la
nación de los sicanos, llamados así
porque procedían de un río ibérico
con ese nombre, que se ha supues-
to el Júcar (Sicoris). Y estos sicanos
ibéricos quedaron incardinados en
los propios mitos griegos, pues entre
ellos aterrizó Dédalo con sus alas de
cera después de huir de Creta, don-
de había construido el laberinto para
Minos. El rey ibero-sicano, llamado
Cocalos, acogió al ingenioso Dédalo
Los guanches veían al Sol
y a la Luna como al padre
y a la madre del Tiempo. Y
con razón, pues por el prime-
ro medían los días y los años
y por la segunda los meses.
Parece que también tenían
un dios universal y eterno al
que llamaban Achuguayo,
Ser Supremo. Su sistema teo-
lógico era muy complicado
y exigía de todo un cuerpo
de sacerdotes con diferentes
funciones. Una de estas atri-
buciones era la de expulsar
al demonio o íncubo llamado
xaxo que se introducía en el
cuerpo de hombres y muje-
res aprovechando la menor
herida, incluso las rozadu-
ras en la piel. El fuego era
sagrado, como para los ma-
zdeístas, y, lo mismo que los
celtas, los guanches rendían
culto a determinados árbo-
les, en su caso el Drago San-
to. Realizaban ceremonias
con animales, sobre todo con
ovejas, en lugares sagrados a
los que llamaban bailaderos.
Uno de los mitos canarios
más curiosos es el que men-
ciona Pomponio Mela sobre
las islas Afortunadas, en las
que dice que se encontraban
dos fuentes maravillosas. Al
beber de una de ellas, sus
aguas producían una risa
incontenible que terminaba
matando al sujeto; sólo al
beber de la otra se curaba el
condenado a morir de risa.
Los originales mitos de los guanches
El drago era un
árbol sagrado para
los guanches. En
la foto, el llamado
Drago Milenario de
Icod de los Vinos
(Tenerife), declara-
do Monumento
Nacional en 1917.
VÍDEO
bit.ly/1DKMJP9
Documental de Na-
tional Geographic
En busca de la At-
lántida, en el que se
relaciona este míti-
co continente con
lasruinasdeCancho
Roano (Badajoz).
GETTY
28 MUY HISTORIA
y lo empleó, encargándole obras que
embellecieron su reino. Hasta que
Minos se enteró y se dirigió a Sicilia
para recuperar a su ingeniero. Coca-
los le dio la bienvenida respetuosa-
mente y, con el pretexto de ofrecerle
un baño caliente, sus hijas lo asesi-
naron por el procedimiento de escal-
darlo vivo en agua hirviendo.
Otra asimilación entre los mitos
griegos y la remota Iberia es la que se
refiere a la llegada a estas costas de
algunos héroes de la guerra de Troya
que fundaron ciudades en muy dis-
tintas partes de la Península. Ulises,
Menesteo, Teukros y el propio Me-
nelao terminaron en Iberia sus aven-
turas, de acuerdo a la tradición mí-
tica. Esta parte del mundo, fabulosa
y desconocida, era un buen refugio
para aquellos a quienes había que dar
un destino después de la famosa con-
tienda homérica.
Cerveza y matriarcado. Cosa dis-
tinta es llegar a saber cómo eran las
creencias en el interior de aquellas
colectividades. Las dudas se extien-
den a todas las facetas de la vida, y lo
que se sabe de cierto procede de las
viejas fuentes y de los estudios de los
modernos eruditos y especialistas.
Los hallazgos arqueológicos a veces
iluminan ciertos aspectos y otras los
oscurecen todavía más. Hay dema-
siados monumentos misteriosos en
la Península, de los que se han ofreci-
do interpretaciones dispares. Ponga-
mos por caso la extraña construcción
de Cancho Roano, en Badajoz, una
estructura que apareció colmatada
de cenizas entre las que se han resca-
tado restos de todas clases. Algunos
analistas consideran que fue un pala-
cio, otros que un templo y otros más
que fue una fortificación.
Tampoco sabemos gran cosa sobre
su estructura social, pero nos cons-
ta por los autores romanos que los
iberos nos parecíamos a los germa-
nos en dos cosas: ambos bebíamos
cerveza y (lo que era mucho más in-
sólito entonces) tanto en Germania
como en Hispania las mujeres eran
escuchadas en las asambleas políti-
cas, donde se les concedía el uso de la
palabra. En realidad, aquellos ante-
pasados debieron vivir en un medio
fuertemente matriarcal, como ma-
triarcales han sido en gran medida
las sociedades que las han sucedido
más tarde. Sobre todo, en la cordille-
ra cantábrica.
Fue allí donde la conquista de Ro-
ma encontró las mayores dificultades.
Las condiciones del terreno y el esca-
so provecho material que aportaba el
dominio sobre aquellas tribus monta-
ñesas rebajaron los ímpetus conquis-
tadores de Roma, como luego ocurrió
con los musulmanes. De manera que
en aquellas tierras permanecieron
durante mucho más tiempo los fun-
damentos de las creencias antiguas,
algunas de las cuales han llegado in-
cluso hasta nosotros.
Muchas tribus muy parecidas. Es-
trabón afirma que, en su tiempo, se
sucedían los nombres de tribus desde
Galicia hasta los Pirineos (de los ka-
llaikoi, ástoures y kantabroi hasta
los ouaskones y el Pyrene), pero que
esas diferencias de nombre no eran
importantes, ya que todas aquellas
gentes vivían de la misma manera.
Dice también que los kallaikoi eran
ateos y que el resto de las tribus ve-
neraban a un dios sin nombre en cu-
yo honor bailaban a las puertas de
sus casas en las noches de plenilunio.
No cabe duda de que la música y el
canto fueron extremadamente im-
portantes para nuestros antepasados
prerromanos. Los autores antiguos
son unánimes a este respecto, ya
Desde fuera, Iberia
era vista, por un lado,
como la tierra del fin
del mundo y, por otro,
como el Paraíso
El Jardín de
las Hespéri-
des. Este mítico
Edén fue ubicado en
Iberia o África por los
griegos y pintado así en 1892
por el inglés Frederic Leighton.
El río Iberus. Es
decir, el Ebro, aquí
fotografiado a su
paso bajo el puente
romano de Frías
(Burgos). Dio nom-
bre a Iberia y a su vez
se cree que el suyo
procede del término
vasco ibar, que
significa río.
LIBROS
Breve historia
de Tartessos,
Raquel Carrillo.
Nowtilus, 2011.
Muy completo, uti-
liza las fuentes tan-
to arqueológicas
como literarias y
mitológicas.
Geografía de
Iberia, Estrabón.
Alianza, 2007.
La mejor versión
en nuestro idioma
de este clásico,
esencial para en-
tender la península
Ibérica ancestral.
ALBUM
GETTY
MUY HISTORIA 29
hablen de las tribus norteñas, de
las andaluzas o de las mediterráneas.
Los restos arqueológicos muestran,
en los relieves y en las cerámicas pin-
tadas, una multitud de instrumentos
musicales diferentes. Es posible que
concibieran la música como algo in-
cardinado en la masa misma de sus
mitos, como algo de carácter celes-
tial. Las bailarinas gaditanas, que te-
nían fama en el mundo entero, pu-
dieron haber sido sacerdotisas.
Hasta hace bien poco, cuando los
campesinos hablaban de las cons-
trucciones megalíticas de su tierra
se las achacaban a los moros. Hay
dólmenes que se llaman Mezquita
de los Moros, u Horno de Moros. En
Galicia, donde apenas pusieron el
pie los musulmanes, se les atribuye a
los mouros, y en Euskadi, a los mai-
rus. Estos nombres proceden de un
tiempo en que el término equivalía
a gentil, no cristiano, y se acuñaron
en las primeras fases de la cristiani-
zación, cuando aún quedaban focos
de resistencia autóctona a los nuevos
tiempos y creencias. De esos focos
habrían salido después las brujas,
las meigas, las lamias y los diversos
elementos que se consideraron pu-
ramente satánicos y purgaron su su-
puesta culpa entre las llamas de las
hogueras medievales.
Entre brujas y otras criaturas. Pero
¿por qué predominaron de tal modo
las brujas sobre los brujos? Una posibi-
lidad apunta precisamente a la condi-
ción matriarcal de las sociedades anti-
guas, que a su vez habría enlazado con
la condición femenina de la Gran Dio-
sa, arraigada desde el comienzo de la
civilización. Aquella antiquísima Diosa
Madre, de la que hay muestras eviden-
tes en los primeros grupos de cultura
occidentales, se habría convertido,
por ejemplo, en la Mari de la mitología
vasca, cuyas sacerdotisas serían a su
vez las sorginak, las brujas. Mari es-
tá asociada a los dólmenes, de los que
hay que salir andando hacia atrás para
no disgustarla, y a aquella época me-
galítica se asocian asimismo toda clase
de leyendas arcaicas en la Península.
Los megalitos vascos tienen nombres
como Mairubaratza o Jentilbaratza,
Huerta de los Mairus o de los Gentiles,
aunque ocupan terrenos que nunca
pudieron haber sido huertas. Parecen
creencias traídas de épocas muy an-
tiguas, conservadas reverencialmente
en el seno de sociedades muy endogá-
micas y resistentes al cambio.
Por otra parte, muchos de los mi-
tos y creencias del norte eran com-
partidos por varios pueblos hispanos
y se explican a partir de la mitología
celta, como los duendes de todas cla-
ses con las formas más curiosas, las
ninfas acuáticas (lamias, xanas, etc.)
o los hombres salvajes de la monta-
ña (el basajaun u ojancu vasco y el
ojancanu cántabro). Tampoco faltan
los cíclopes en esa nómina, como el
vasco Tartalo, un ser enorme y cruel
con un solo ojo en medio de la frente.
Como ejemplo de leyenda estra-
falaria, ofrecemos al lector la que
redactó Trebius Niger, un autor roma-
no del círculo de Lucius Lucullus, que
fue procónsul de la Bética: “Se dice
que en las fábricas de salazón de Car-
teia vivía un pulpo enorme que había
aprendido a salir de la mar y meterse
en los depósitos. Los guardianes es-
taban muy irritados por sus continuos
robos. Protegieron el recinto con altas
cercas, pero el pulpo las superaba tre-
pando por el tronco de un árbol y de-
jándose caer del otro lado. Por fin, una
noche lo detectaron los perros cuan-
do retornaba al mar, y los guardianes
quedaron atónitos ante el espectácu-
lo. Antes que nada por el tamaño del
pulpo, que era colosal, y luego porque
su expedición a los depósitos lo había
cubierto de salmuera, que despedía un
hedor inaguantable. El pulpo puso en
fuga a los perros azotándolos con sus
tentáculos. Sólo tras muchos golpes
de tridente consiguieron matarlo los
guardianes. Sus tentáculos eran tan
gruesos que no se abarcaban con los
brazos y medían 30 pies (10 metros)
de largo. La bestia pesaba 700 libras
(230 kilos) y sus ventosas tenían el ta-
maño de lebrillos”.
Una especie de
kraken gaditano
Debajo, los restos
arqueológicos de
la entrada al foro
romano de Carteia
(San Roque, Cá-
diz), donde situó
Trebius Niger a su
pulpo legendario.
Columnas de
Hércules. La tradi-
ción las localiza en
el Estrecho de Gi-
braltar (estatua de-
dicada al mito en el
puerto de Ceuta).
WEB
www.juliocaroba
roja.org Página de-
dicada al gran an-
tropólogo, historia-
dor, lingüista y
ensayista vasco
Julio Caro Baroja
(1914-1995), experto
en mitos ibéricos.
AGE
ALBUMALAMY
30 MUY HISTORIA
Parece que hubo cultos locales re-
lativos a determinados territorios. Se
han encontrado numerosos altares
dedicados a deidades cuyo nombre
coincide en muchos casos con el de los
lugares junto a los que han aparecido.
Debieron de ser entidades y creencias
de índole animista por las que se reco-
nocía una condición sagrada a algunos
espacios en concreto, genios locales a
los que se atribuían ciertos beneficios
o dádivas y cuya protección se reque-
ría erigiendo esos altares.
Los mitos andaluces. En el sur, en
el Estrecho de Gibraltar o Columnas de
Hércules,que fuela primeratierraibé-
rica que conocieron los griegos, flore-
cieron otros mitos que la presencia ro-
mana y después la mahometana –que
duró tanto como la romana– contri-
buyeron a eliminar. Los últimos restos
de las creencias nativas serían barridos
finalmente por la repoblación cristia-
na. De los viejos mitos andaluces sólo
tenemos noticia a través de los histo-
riadores griegos y romanos, que trans-
miten informes curiosos como por
ejemplo que, según Plinio, los anda-
luces (los túrdulos) tenían más dientes
en la boca que el resto de los mortales.
De esta extravagante información no
se conoce el origen ni el fundamento,
de manera que se ha llegado a inter-
pretar como una metáfora.
Otros informes griegos aseguran
que el Sol parece cuatro veces mayor
al ponerse en Cádiz que en cualquier
otra parte del mundo. Esta noción
pudo haber estado ligada al hecho de
que no se conocían tierras más allá
del océano y a que el astro, en su caí-
da por Occidente, se aproximaba más
a la Tierra y por lo tanto se veía ma-
yor. También se decía que desde las
Columnas de Hércules podían verse
con toda claridad las montañas de la
Luna, y probablemente por la misma
razón. Como la Iberia era el confín del
mundo (el confín del Mediterráneo),
tenía sentido que estuviera más cerca
de los astros en su declinar diario.
Fascinante Tartessos. La leyenda
ibérica más completa que los siglos
nos han transmitido llega de la pluma
de un escritor galorromano del siglo
I a.C. llamado Pompeyo Trogo. Aun-
que su obra se perdió, quedaron lar-
gos fragmentos recogidos en el siglo
III por el historiador romano Justino,
en los que cuenta la historia de los
primitivos reyes de Tartessos, los fa-
mosos Gárgoris y Habis. De acuerdo a
esta leyenda, la hija del rey Gárgoris,
que había enseñado a sus semejantes
la recolección y el uso de la miel, tu-
vo un hijo ilegítimo que el soberano
repudió. Ordenó abandonar al niño
en el monte, pero las fieras salvajes lo
amamantaron y el niño siguió vivo.
Luego ordenó sucesivamente deposi-
tarlo en un paso de ganado para que
los animales lo pisotearan, arrojarlo
a los perros hambrientos y tirarlo al
mar. Ninguno de esos métodos termi-
nó con él, y vivió entre los animales
hasta que cayó en la trampa de un ca-
zador y fue conducido ante Gárgoris,
el cual, maravillado por lo ocurrido,
lo nombró su heredero. Y con gran
acierto, porque Habis se mostró como
un excelente gobernante. Estructuró
la sociedad en siete grupos o castas,
promulgó leyes adecuadas para la
convivencia y desarrolló la agricul-
tura y enseñó a su pueblo a labrar la
tierra con animales de tiro.
Mucho se ha especulado sobre el
sentido de esta leyenda, que parece
aludir a épocas remotísimas en las
que se dio el paso desde la ganadería
hasta la agricultura; o sea, al Neolí-
tico. Sus analistas, en particular Ju-
lio Caro Baroja, lo interpretan como
un mito fundacional semejante al
que desempeñaron Rómulo y Remo,
también protegidos y salvados por
una bestia salvaje, en su caso la loba
capitolina. Pero además recuerda a la
historia de Moisés, abandonado en las
aguas del Nilo al poco de nacer. El he-
cho de que esta leyenda se relacione
con los descendientes de los tartesios
parece vincularlo con otra noticia que
proporciona Estrabón: que los anda-
luces (turdetanos o túrdulos) eran los
más cultos de todos los pueblos ibéri-
cos y que disponían de crónicas histó-
ricas y leyes versificadas con una an-
tigüedad increíble, que ellos mismos
fechaban en seis mil años. Si algún día
se lograran encontrar y descifrar esos
escritos constituirían el mayor tesoro
cultural que pueda soñarse, pues nos
aproximarían a la infancia olvidada de
nuestra civilización, ampliando el co-
nocimiento que tenemos de nosotros
mismos. Para eso sirve la Historia.
Muchos mitos y
creencias hispanos
se explican a partir
de la mitología celta:
duendes, ninfas...
Habis, como Moisés. El mito fundacional
tartesio está emparentado con el de Rómulo
y Remo y con la historia de Moisés salvado
de las aguas (izquierda, cuadro de Poussin).
Esas puestas de
Sol... Historiadores
griegos y romanos,
como Plinio, afirma-
ban que el Sol era
cuatro veces mayor
al ponerse en Cádiz
que en cualquier otra
parte del mundo. Esa
impresión sigue dan-
do a quienes lo con-
templan hoy (izda.,
playa de la Caleta).
PERSONAJE
Estrabón (64
a.C.-24). Geó-
grafo, historia-
dor y viajero
griego conoci-
do sobre todo
por su obra
Geografía, cuyo
tercer volumen
dedica a Iberia.
GETTY
MUY HISTORIA 31
LUGARES ENIGMÁTICOS
En busca
del paraíso
perdido
Muchas localizaciones legendarias son
un enigma del que nacieron fascinantes
elucubraciones a lo largo de siglos de
Historia. La mitología se nutre de reinos
de leyenda buscados con ahínco por
temerarios aventureros que recorrían la
geografía conocida y desconocida: ellos
fueron el motor de muchos de los gran-
des descubrimientos del Nuevo Mundo.
E
l Jardín de las Delicias en la tradición
judeocristiana, el monte Meru en el
budismo y el hinduísmo, las monta-
ñas del Kunlun para los taoístas… En
el paraíso terrenal no hay lugar para el dolor o
el hambre, ni para la vejez o la muerte, porque
habitar en él otorga la juventud eterna. El mun-
do es un lugar inhóspito, hostil, de sufrimiento
perpetuo, y no hay cultura que no haya desa-
rrollado mitos acerca de un edén donde una
vez vivieron los hombres y al que en algún mo-
mento quizá puedan regresar. Pero eran leyen-
das muy tangibles. Para los cristianos, el Paraí-
so no era simplemente una fantasía para aliviar
las penas del mundo real; era también una tie-
rra con coordenadas geográficas concretas, si
bien desconocidas, ubicado en algún indeter-
minado lugar de Oriente.
Griegos y romanos fabularon con una
Edad de Oro, un pasado mítico en el que los
hombres vivían ociosos, ajenos a cualquier
preocupación, disfrutando de los efectos del
elixir de la juventud eterna. Los Campos Elí-
seos o las Islas Afortunadas fueron la versión
grecolatina de ese edén inalcanzable, pero no
por ello inexistente. Tal es así que los mapas
medievales ubicaban ese Paraíso en una India
casi tan mítica y enigmática por aquel enton-
ces como el mismo Edén. Y en efecto, el Paraí-
so, como idea y mito, ha asumido formas ex-
traordinariamente variadas. Los aztecas recor-
daban con nostalgia la tierra de sus ancestros,
Aztlán, que las tribus nahuatlacas abando-
naron en el siglo XIII para fundar la majestuo-
sa Tenochtitlán. Fue durante el período de la
conquista española cuando la leyenda de Azt-
lán cuajó en el imaginario colectivo indígena
¿DÓNDE ESTUVO EL EDÉN?
Por Roberto Piorno, periodista
LA BÚSQUEDA DEL ELÍSEO
El Jardín de las Delicias.
El artista neerlandés
El Bosco pintó esta obra
tríptica donde representa su
particular visión del Géne-
sis, el Paraíso y el Infierno
(de izquierda a derecha).
AGE
32 MUY HISTORIA
y de los recién llegados. Fray Diego Durán, entre
otros cronistas, perpetuó el recuerdo de una Azt-
lán paradisíaca, cuyos habitantes gozaban de la
vida eterna. Así se fundió la tradición autóctona
de los mexicas con el mito del Paraíso terrenal
que los españoles llevaron al Nuevo Mundo en
busca de todas las quimeras bíblicas, fusionan-
do dos maneras complementarias de recrear las
leyendas de la Edad de Oro. Y aunque el Edén
era algo muy real para los aventureros europeos
del siglo XVI, no dejaba de ser una entelequia
mística reservada a los elegidos, a los más vir-
tuosos. De algún modo, el Edén era el paraíso de
los ricos; todo lo contrario que Jauja, la réplica
del vulgo a las leyendas paradisíacas de la élite.
Citado por vez primera en un poema del siglo X,
el país de Jauja era un paraíso al alcance de los
menos piadosos, un edén de placeres sin límite,
de manjares infinitos, mundano y desprovisto de
las connotaciones místicas del Paraíso bíblico,
tan poco atractivas para el pueblo llano.
El mito de Jauja, a diferencia de los mitos pa-
radisíacos tradicionales, nace y cuaja entre las
masas de gente corriente y entre los desfavore-
cidos. Su ubicación geográfica es muy impre-
cisa, pero es un rincón de libertad sin límites, el
mundo al revés donde el pez pesca al pescador
o los hombres arrastran arados tirados por bue-
yes. Jauja es casi una parodia del Edén bíblico,
una gráfica evidencia de cómo la cultura popular
puede redefinir los mitos dándoles vida nueva.
Una reinterpretación, por otro lado, de la que no
escapa el mundo contemporáneo, que ha forjado
sus propios edenes a través de la literatura. Hoy
en día podemos añorar el paraíso o soñar con
una vida de paz interior perpetua en Shangri-La,
ese edén tibetano en las cumbres del Himalaya
que nació en 1933 de la imaginación de James
Hilton, que creó así un nuevo icono paradisíaco
en su novela Horizontes perdidos, poniendo en
evidencia cómo la literatura puede participar en
la forja y reescritura de mitos ancestrales. Shan-
gri-La, todo un paraíso new age de rasgos orien-
tales, es ya sinónimo de edén en la cultura popu-
lar. La prueba, en definitiva, de que el mito del
Paraíso terrenal sigue extraordinariamente vivo.
RELATO MÁGICO Y POPULAR
MUY HISTORIA 33
E
l sueño del Paraíso remoto tiene múlti-
ples ramificaciones geográficas. Pero
esa atávica fascinación por la tierra in-
cógnita, que permitía llenar los agujeros
negros de la cartografía primitiva con vergeles de
ensueño en parajes inexplorados, encuentra uno
de sus campos más fértiles en ultramar. Una isla
imaginaria es un espacio con irresistibles impli-
caciones metafóricas, una alegoría del retiro per-
fecto, un espacio simbólico de distensión entre
el individuo y la sociedad, un rincón idóneo para
proyectar los utópicos ideales filosóficos irreali-
zables en el mundo real. En consecuencia, la
isla ha sido tierra abonada para el mito. Hesíodo
y Píndaro, en la Grecia arcaica y clásica,
moldearon la leyenda de las Islas Afortunadas.
Esas islas, paraíso de los justos, habían supe-
rado hasta tres reencarnaciones. Allí las almas
encontraban el soñado descanso en un remoto
e indeterminado lugar del Atlántico según las
fuentes griegas y más allá de las Columnas de
Hércules (el estrecho de Gibraltar) en las roma-
nas. Es usual que el mito encuentre acomodo en
un punto geográfico preciso y, con el tiempo, el
archipiélago de las Afortunadas y de las Canarias
fueronunosolo.Incontablessontambiénlosin-
tentosdelocalizar,másalládelasnieblasdelmito,
lalegendariaisladeThule.Porvezprimera,porel
marinohelenoPiteas(sigloIVa.C.),perocuajóco-
moquimeradelargaduraciónenlossiglospos-
terioresgraciasalaplumadeEratóstenesoEstra-
bón.Ubicada,segúnlaleyenda,enalgúnrincón
remotodelAtlánticoNorte,Thuleeraunaisla
dehieloyfuegodondejamásseponíaelSol.
En ocasiones, las leyendas tienden a fusionar-
se, y el mito de Thule, con frecuencia, se asimila
al de la Atlántida y, sobre todo, al de la paradisíaca
Hiperbórea, reino de los dioses, cuna de la civili-
zación y patria, por extensión, de la raza y la len-
gua más primitivas. En el medievo se ubicó esta
isla en el entorno de la península escandinava. Al-
gunos la relacionaron con Islandia y las Feroe, en
una zona donde proliferan incontables mitos isle-
ños sobre otras ínsulas imaginarias del norte co-
mo Frislandia o Eastlandia. Incluso los nazis bus-
caron el rastro de una presunta Thule histórica,
en pos de las raíces del mito ario. La quimera des-
bordó las fronteras de la imaginación en el Índi-
co, donde presuntamente se situaría Taprobana,
mencionada por vez primera por Megástenes en
el siglo III a.C., donde habitaban individuos con un
solo pie gigante que empleaban para protegerse
del Sol. En Taprobana habitaban, dice la leyenda,
hormigas grandes como perros, sus habitantes
no dormían jamás y las leyes eran innecesarias
porque reinaba la felicidad y no se cometía delito
alguno. Se decía que era una isla sin firmamento,
y en el medievo y la Edad Moderna quisieron ubi-
carla en Sri Lanka o en Sumatra. Pero Taprobana
era una utopía con nombre de isla, como la Isla
Perdida de San Brandán descubierta en el siglo VI
por un monje irlandés. Se trataba de una isla que
desaparecía bajo las aguas porque era, en reali-
dad, el lomo de un pez gigantesco. Paraísos en
medio del océano, fábulas con forma de isla cual
la Barataria del Quijote, en la que Sancho fue el
hombre que pudo reinar.
ÍNSULAS IMAGINADAS
THULE Y ATLÁNTIDA
LAS ISLAS AFORTUNADAS
A lomos de un gigantesco pez. La mítica isla de San Brandán se ilustra con una carga simbólica cristiana inspirada en su monje descubridor.
En un norte lejano. Mapa de la isla de
Thule en la ubicación figurada por el geógrafo
egipcio Claudio Ptolomeo en el siglo II.
AGE
AHU/JOSÉANTONIOPEÑAS
34 MUY HISTORIA
L
as tierras ignotas con las que soñaba
Colón eran una proyección geográfica
de ese añorado Paraíso terrenal. En un
tiempo, el siglo XV, en el que aún se pro-
cedía a una lectura literal de las Sagradas Escri-
turas, las Indias eran un desafío a la imaginación.
En cierto sentido, lo que buscaba el navegante
genovés era, en palabras de Umberto Eco, un
edén laico. El Nuevo Mundo debía ser la puer-
ta de entrada a ese viejo sueño imposible. Y la
imaginación desbordante de los primeros con-
quistadores no tardó en verse refrendada por el
prometedor relato de los indígenas, que habla-
ban de lugares lejanos donde el oro abundaba
en cantidades inconmensurables. En buena
medida, la conquista de América fue la crónica
de una fiebre del oro alimentada por fabulacio-
nes de toda clase. Una vez que Cortés y Pizarro
exprimieron el filón de los imperios mexica e in-
ca respectivamente, proliferaron leyendas que
hablaban de paraísos de oro en la impenetrable
espesura de la selva. Pero no había metal para
tanto aventurero hambriento de riquezas.
En ausencia de botín tangible, los conquis-
tadores se aferraron al mito de las opulentas
ciudades del oro, al consuelo de la entelequia.
El Paraíso terrenal era pródigo en riquezas de
toda índole y dentro de sus idílicas fronteras sus
habitantes gozaban de la vida eterna. La raíz de
esa mímesis entre el Paraíso y el Nuevo Mundo
se encuentra en esos pioneros de América que
se afanaron en la localización de rincones tan
idílicos como la Fuente de la Eterna Juventud.
Ponce de León arribó a las costas de América en
1512 y desde entonces navegó incansable en
busca de una isla de cuyas fuentes manaba el
agua que daba la juventud perpetua. Murió atra-
vesado por la flecha de un indígena, después
de haber explorado cada palmo del Caribe, de la
costa septentrional de Sudamérica y de Florida,
que él mismo descubrió, en busca del elixir de
la vida eterna. Naturalmente, no tuvo éxito en su
empresa. Al fin y al cabo, la grandeza y miseria
de los conquistadores estriba en la obstinación
de estrellarse contra sus propios sueños.
Laavidezdelosespañolesporconseguirel
orodelNuevoMundoprovocóquelosindígenas
alimentasensuobsesióndandocuentadeleja-
nasciudadesesculpidasenoro,enlaesperanza
dealejarlosdesusterritoriosylibrarsedelsaqueo
desuspropiosdominios.Ahísefundenlosmitos
bíblicos,laleyendadelparaísoterrenalylosmi-
tosalimentadosporlospropiosindios:uncóctel
explosivocuyofrutofuelaquimeradeElDorado.
Entornoa1530cuajóenelimaginariocolectivo
delosconquistadoreselmitodeElDorado,una
ciudaddeoroubicadaenmediodelajungla,en
lazonacentraldeNuevaGranada(actualCo-
lombia).Unmitotejidoalrededordelperiplode
GonzaloJiménezdeQuesadaylascostumbres
delosindiosmuiscas,quealelegirunnuevoca-
ciquecubríansucuerpoconpolvodeoropara
despuésofrendarobjetosvariosforjadosenel
preciadometal,arrojándolosalalagunaGuatavi-
ta.Laleyendatendióadesfigurarse,inflamando
laimaginacióndeexploradorescomoLopede
Aguirre,OrellanaoSirWalterRaleigh,quebusca-
ronelrastrodelaciudadperdida.Coneltiempo
laquimeradeElDoradoseamplificó,diluyéndo-
seconotrasleyendasdeciudadesperdidasenel
NuevoMundo,comoPaititi,urbeincaicamencio-
nadaenlascrónicasdeVacadeCastro,enlaque,
presuntamente,seescondieronlostesorosde
Cuzcoponiéndolosasalvodelosespañoles;ola
CiudaddelosCésares,ubicadaenalgúnvallede
laPatagoniaydotadadegrandesriquezas.
FABULACIONES DEL NUEVO MUNDO
SUEÑOS ÁUREOS
EXPLORADORES AMBICIOSOS
Símbolo de inmortalidad. Esta obra pictórica representa la legendaria fuente de agua mágica que otorga la juventud perdida a quien la prueba.
AGE
El cacique Guatavita.
Reproducción esculpida
en oro del mandatario
del pueblo precolombino
de los muiscas, vincula-
do al mito de El Dorado.
AGE
E
l mito es, además, un instrumento
idóneo para moldear el espejis-
mo del buen gobierno. Ensoña-
ciones de una sociedad demasia-
do imperfecta que fabula con rei-
nos remotos en los que los gobernantes son
sabios, la riqueza, deslumbrante, y la convi-
vencia, un modelo de virtud y equilibrio. Si
no puede existir la sociedad perfecta en el
mundo real, ¿por qué no rebuscarla entre los
pliegues de la leyenda? Desde el mito
platónico de la Atlántida, cuyos reinos
formaban una confederación some-
tida al imperio de la ley, la utopía de
una realeza justa, sabia y eficiente
administradora de la opulencia ha
sido el motor de algunos de los mi-
tos geográficos más recurrentes
desde la Antigüedad clásica. No se
puede asegurar con toda certeza
que la Atlántida fuese simple fruto
de la imaginación de Platón, y me-
nos aún, por ejemplo, que el relato
bíblico relativo a las imponentes ri-
quezas del reino de Saba sea pura
fabulación. En 2008, un equipo de
arqueólogos alemanes localizó las ruinas de
un imponente palacio en la localidad etíope
de Axum, que no tardaron en identificar co-
mo la morada real del hijo de la mismísima
reina de Saba. Cada vez más la leyenda bíbli-
ca de Makeda, la reina africana que enamoró
a Salomón, deja de ser leyenda. Saba sigue
siendo un reino fabuloso y modélico, un ico-
no de prosperidad, un país con suntuosos
jardines, incienso, especias y metales pre-
ciosos en abundancia. Durante siglos se cre-
yó que no era más que una hermosa leyenda.
Hoy en día, historiadores y arqueólogos
apuntan a Yemen y Etiopía como localización
histórica probable de un mito que con los si-
glos demostró no serlo. De extraordinaria lon-
gevidad fueron también los ecos del fabuloso
reino del Preste Juan. Nuevamente, un país
remoto gobernado por un monarca sabio y
piadoso, el Preste Juan de las Fuentes, cuyos
dominios se extendían más allá del mundo islá-
mico, en el lejano Oriente, en una tierra habita-
da por seres monstruosos y jalonada por sun-
tuosos palacios. Un reino cristiano en los con-
fines del mundo, citado por vez primera en una
carta, presuntamente escrita por el mismísimo
Preste al emperador de Bizancio en el siglo XII.
La leyenda del reino del Preste Juan adquirió
connotaciones políticas sustanciales con el
tiempo. Llegó incluso a cuajar un ideal de reu-
nificación entre la Iglesia de Occidente y la del
remoto Oriente del Preste Juan, y la localización
de aquel exótico reino cristiano dio un impulso
considerable a la exploración hacia el este. La
fábula, que siguió muy viva hasta el siglo XVI,
pudo tener inspiración histórica en las comuni-
dades nestorianas de Asia. Nada que ver con
Agartha, cuyo mito nace de la necesidad de se-
guir imaginando lo increíble en un tiempo (el si-
glo XIX) en el que las exploraciones y los mapas
habían desacreditado las leyendas de paradi-
síacos reinos remotos. Fue entonces cuando el
mito comenzó a penetrar en las profundidades
de la Tierra hueca. Allí, en algún lugar de Asia
(quizá bajo la cordillera del Himalaya), existía y
prosperaba Agartha, un país de ciudades sub-
terráneas interconectadas, gobernado por el
rey del Mundo y custodio de sabidurías mile-
narias. Fue un novelista decimonónico, Louis
Jacolliot, un referente para las corrientes esoté-
ricas de la época, el primero en hacerse eco de
la existencia de esta civilización subterránea,
presuntamente mencionada en antiquísimos
textos sánscritos que nadie que no fuera Jaco-
lliot vio jamás. Un mito extraordinariamente su-
gestivo y, afortunadamente para la buena salud
de la leyenda, irrefutable, a diferencia de otros,
por parte de los escépticos. Y es que, al fin
y al cabo, ¿quién ha explorado el centro de la
Tierra, aparte de Julio Verne?
ÉRASE UNA VEZ UN IDÍLICO REINO
LOS CONFINES DE LA TIERRA
La conquista de una mujer legendaria. La monarca del reino africano de Saba, Makeda, se presenta ante el último soberano
de Israel, Salomón, con oro y piedras preciosas. Ambos personajes de los textos bíblicos se convirtieron en figuras míticas.
Etiopía, tierra mágica. Conocido
como la estela del rey Ezana (izquier-
da), este obelisco del siglo IV está
situado en la ciudad etíope de Axum.
AGE
AGE
N
o todos los paisajes de leyenda se
erigen sobre la imaginación; algu-
nos cobraron forma física o, mejor
aún, anidaron en un espacio geo-
gráfico concreto. Ruinas o parajes
en los que la Historia y el mito se han dado la ma-
no, creando un híbrido fascinante entre realidad
y fantasía, entre ecos históricos muy palpables
y la necesidad de adornarlos con apasionan-
tes especulaciones legendarias. Es el caso de
la roca de Alamut, en el sudeste del Caspio, una
imponente e inexpugnable fortaleza medieval
de la que actualmente sólo queda un puñado
de ruinas. Una escarpada cresta de más de cua-
trocientos metros de altura era la imponente
defensa natural de una guarida de leyenda, que
sólo podía alcanzarse cabalgando sobre águilas.
Fue entre sus muros donde se gestó el mito de
la secta de los Asesinos, elaborado por cronis-
tas que viajaron a Tierra Santa de la mano de los
cruzados, que dotaron de una dimensión mística
y mítica a Hasan-i Sabbah, que lideraba la secta
con mano de hierro y adiestraba desde la más
tierna infancia a sus acólitos, que constituían una
cantera inagotable de asesinos políticos. Hasan
era un referente espiritual, pero también un hábil
político y estratega, maestro de la maquinación
y el asesinato político. Cuenta la leyenda que los
seguidores de la secta eran conducidos a la ci-
ma de la fortaleza, un paraíso de idílicos jardines
donde se daban a una vida de irresistibles place-
res, aturdidos por el efecto del hachís, y después
despertaban del letargo para enfrentarse a una
vida de penurias. El regreso al paraíso tenía un
precio: ejercer de letales asesinos en un ejercicio
de devoción ciega al líder de la secta.
Las ruinas de Alamut son la punta del ice-
berg de un legado con base histórica, pero muy
embellecido por el mito, al igual que otros dos
rincones íntimamente ligados a la mitología del
Grial. A diferencia de Alamut, aquí el mito se su-
perpone sobre lugares preexistentes con sus-
trato histórico muy endeble. Es el caso de Glas-
tonbury, para muchos la Avalon de la leyenda
artúrica, cuya abadía, probablemente fundada
en el siglo VII, se ha convertido en un faro para
los cazadores de mitos, una parada obligada
para los rastreadores del Grial. Una tradición
de historicidad muy dudosa señala a José de
Arimatea (que sostenía el cáliz en el que Cristo
vertió su sangre) como fundador de la abadía,
que cerró definitivamente sus puertas en 1539.
Siete monjes de la orden se refugiaron en un
monasterio galés llevando consigo una valiosa
reliquia: a saber, un humilde cáliz de madera que
no sería sino el Santo Grial, cuyo rastro se pierde
definitivamente en el siglo XIX. Una leyenda con
frágil base histórica viva durante muchos siglos.
Nada que ver con la de Rennes-le-Château,
quintaesencia de mito forjado alrededor de fal-
sificaciones de toda índole, fruto de la especu-
lación acerca del origen del dinero con el que el
abad Bérenguer Saunière restauró la iglesia
local y construyó una imponente torre a imagen
y semejanza de la de David en Jesusalén.
La leyenda, engordada a base de mentiras y
manipulaciones por Pierre Plantard, un ambi-
guo personaje procedente de los círculos de
extrema derecha que se decía miembro de una
sociedad secreta, el Priorato de Sión, con más
de dos milenios de vida, apuntaba a que Sau-
nière se hizo rico extorsionando al Vaticano a
cambio de no revelar el hallazgo de los docu-
mentos que probaban que Jesús había tenido
descendencia fruto de su unión con María Mag-
dalena, que no era sino el origen de la dinastía
Merovingia, que pervivía hasta nuestros días
a través del Priorato. Un delirio que cobró una
nueva dimensión gracias a Dan Brown y El có-
digo Da Vinci. A pesar de la probada falsedad
del testimonio de Plantard, Rennes-le-Château
sigue siendo destino de peregrinaje de incon-
tables seguidores del best seller de Brown y las
indefendibles tesis en las que se sustenta.
LA HISTORIA ALIMENTA LA LEYENDA
EL REFUGIO DEL REY ARTURO
ENIGMAS Y FALSEDADES
La roca de Alamut, guarida montañosa. Al norte del actual Irán se encuentra esta escarpada
y mítica cordillera que habitó, según la leyenda, la secta de los Asesinos durante el medievo.
Torre Magdala. Situada
en Rennes-le-Château, un
pueblo occitano lleno de
leyenda por el que pasa
el Camino de Santiago.
GETTY
AGE
Un dios tatuado
Los tatuajes,con detractores
y amantes en Occidente,han
para los hombres que querían
conquistar a una mujer en
las islas de los Mares del Sur.
MICRONESIA
En Ifaluk, un atolón que forma parte
de las Islas Carolinas, en el Pací-
fico Norte, los nativos se tatúan tra-
dicionalmente todo el cuerpo. La raíz
de este ritual, que se da sólo entre los
hombres, se encuentra en la historia
del dios Wolfat, que al bajar a la Tierra
y ver a Iloumuligeriou, una bella mujer,
decidió visitarla en su casa. La dama,
al despertar y ver a un desconocido
en su hogar, encendió un fuego pa-
ra ver de quién se trataba. Al ver los
tatuajes negros sobre el cuerpo del
dios, se sintió atraída por él. Al día
siguiente el dios volvió junto a la mu-
jer, pero sin dibujos en la piel, por lo
que fue rechazado. Wolfat, que había
aprendido la lección, volvió a tatuarse
y la dama lo recibió nuevamente en
su cama. Después de esta experien-
cia, el dios decidió enseñar a todos
los hombres a tatuarse con una aguja
fabricada con un ala de pájaro y con
hollín para resultar atractivos siempre.
De hecho, hay numerosos poemas en
los que las mujeres ifaluk admiran los
tatuajes de sus amantes.
CURIOSIDADES POR IRIA PENA PRESAS
Los lugareños de Micronesia se
tatúan el cuerpo con dibujos simbó-
licos siguiendo con la tradición.
El arroz sigue siendo uno de
los alimentos básicos en
la dieta de cualquier japonés,
por lo que resulta fundamental
tener un dios que proteja este
preciado producto. Según la
tradición, Inari, que así se lla-
ma el dios, realiza el mismo re-
corrido que el agua que nutre
los arrozales, bajando desde
las montañas en primavera y
volviendo allí en otoño. Se lo
representa como un hombre
barbudo, una mujer o un zorro
y, como el arroz es símbolo de
riqueza, se lo considera tam-
bién el dios de la fertilidad y de
los comerciantes.
En numerosas ocasiones se
asocia a Inari con una mujer re-
presentada en forma de zorro,
relacionado con un relato tra-
dicional en el que un granjero
que se casa con una mujer de
otro distrito acaba descubrien-
do que ésta tenía cola de zorro.
A pesar de lo extraño del asun-
to, el granjero continúa con su
esposa por amor y ésta le ayu-
da en numerosas ocasiones,
como cuando le enseña a ha-
cer que el arroz crezca al revés
para engañar al recaudador
de impuestos y despistar a los
curiosos. Así, esta represen-
tación de Inari con forma de
zorro aparece en numerosos
lugares sagrados de Japón.
Los esclavos africanos
que entre los siglos XVI
y XIX fueron obligados a es-
tablecerse en Norteamérica
o el Caribe llevaron junto a
ellos sus rituales y mitos,
que al fusionarse con otros
generaron nuevas religio-
nes. En el caso del vudú, los
iwa (cada uno de los dio-
ses) se identificaron con un
santo católico (Ezili, iwa del
amor, se relacionó con la
Virgen María) para que los
amos no acabasen con sus
creencias. Pese a que el vu-
dú tiene a ojos de Occiden-
te connotaciones negativas,
relacionándose con la ma-
gia negra o los maleficios,
en Haití los iwa están estre-
chamente vinculados con
la política y la cultura. De
hecho, el 14 de agosto de
1791 una ceremonia vudú
liderada por Du y Boukman
marcó el comienzo de la pri-
mera revuelta de esclavos
de la Historia que tuvo éxito,
y no sólo eso: el inicio de la
primera revolución de una
colonia contra su metrópoli,
proclamándose la Repúbli-
ca de Haití en 1804.
Entre las diosas más temidas de la India se en-
cuentra Kali, representada como una mujer
desnuda y feroz que siempre saca la lengua. El
poder y fuerza de ésta encandiló en los años 70
al vocalista de los Rolling Stones, Mick Jagger,
cuando buscaba un logo que representase a la
mítica banda. John Pasche, el encargado de di-
señarlo, decidió utilizar los labios y la lengua de
esta deidad hindú, creando el famosísimo Ton-
gue and Lips, todo un símbo-
lo de rebeldía. La célebre
boca saldría a la luz en
el disco Sticky Fingers
de 1971, cuya portada
realizó el artista Andy
Warhol.
HAITÍ
LA INDIA
Creencias revolucionarias
Kali y los Rolling Stones
Proteger las cosechas
JAPÓN
GETTY
AHU
CORBIS
GETTY
Una mujer duran-
te una ceremonia
vudú en honor a
la diosa Erzulie en
Puerto Príncipe,
capital de Haití.
El dios Inari
representado
como un zorro.
La diosa Kali con
la lengua fuera.
38 MUY HISTORIA
El que no se consuela es porque
no quiere,y cuando las cosas
se tuercen y no salen según lo
planeado siempre podremos
culpar al dios africano Eshu.
Dionisio, el dios griego de la vid y el vino, tiene en Es-
lovenia un gran competidor: los placeres desatados,
las fiestas y las cogorzas se le dedican en este país al dios
Kurent. Este Baco a la eslovena, según el folclore del país,
solía recorrer los pueblos para dar la bienvenida a la prima-
vera. A él se dedica el Kurentovanje, una fiesta de carnaval
que se celebra durante diez días en la ciudad de Ptuj. En
ésta, diversos grupos de hombres (tradicionalmente solte-
ros), ataviados con un traje de piel de oveja (sujeto por un
cordel del que cuelgan enormes cencerros) y con másca-
ras que representan al dios, van de casa en casa ahuyen-
tando a los espíritus malignos. Todo ello con el objetivo de
atraer a la buena suerte y a las buenas cosechas, siguien-
do un antiguo rito eslavo pagano por el que la gente rom-
pe vasijas de barro al paso de los Kurent.
Eshu es un dios mediador entre los
dioses y los humanos. Los yoruba,
uno de los grupos étnicos más impor-
tantes del oeste africano, dicen de él que
puede transformar lo bueno en malo y lo
malo en bueno. Según la tradición, Eshu
podía adoptar más de 200 formas dife-
rentes; de hecho, se le representa gene-
ralmente con dos caras, una que mira ha-
cia los espíritus y otra hacia los hombres.
Como dios del destino, muchas personas
a las que los planes no les
salen bien lo culpan a él
de ser el gafe que les
pone trabas en el
camino; por ello,
al inicio de cual-
quier ceremo-
nia se le hacen
ofrendas para
mantenerlo
contento.
Sedna es una de las diosas más impor-
tantes para los inuit. Según el mito, ésta
era una joven que vivía con su viudo padre,
al que decide abandonar un buen día por
un apuesto marinero. La joven se arrepen-
tirá pronto de haber dejado su casa, ya que
descubre que el marinero con el que había
huido era en realidad un chamán. Su padre
sale a buscarla en su barca pero, mientras
regresan, el chamán (con poderes sobre-
naturales) despierta una tormenta y el pa-
dre arroja a Sedna desde el kayak. A pesar
de que la muchacha se agarra con fuerza a
éste, su padre le acaba cortando los dedos
para que se suelte. Cuando los dedos tocan
el mar, se van convirtiendo en mamíferos
marinos de todo tipo. Así, la fortuna en la ca-
za se le atribuye a ella, ya que como señora
de los mares es la encargada de ofrecerle al
pueblo inuit las ballenas y morsas. Sedna es
el espíritu superior desde Groenlandia has-
ta el Ártico canadiense.
GETTY
Benditas fiestas
ESLOVENIA
Deidad gafe
NIGERIA
Controlar la caza
NORTEAMÉRICA
ANDREJJ
Maximón ataviado con corbatas y
pañuelos de seda en Santiago Atitlán.
Un inuit prepa-
rado para cazar
animales salva-
jes en el Ártico
canadiense.
Un grupo de hombres disfrazados de
Kurent recorren las calles de Ptuj.
Una de las figuras más interesantes de
Guatemala es Maximón, una divini-
dad pagana a la que se le reza en la zona
del lago Atitlán. Este personaje es muy
controvertido, ya que algunos creen que
soluciona problemas de desamores o in-
fidelidades, mientras que para otros es la
personificación del mal. Este San Simón
del pueblo se representa con una talla de
madera de un hombre sentado. Dos co-
frades cuidan a Maximón, dándole de be-
ber, de fumar, e incluso lo llevan a dormir.
Las ofrendas a éste no salen baratas, ya
que le gustan especialmente los pañue-
los y corbatas de seda o el alcohol caro.
GUATEMALA
Un dios humano GETTY
Representa-
ción del dios
nigeriano Eshu
en madera.
ASC
MUY HISTORIA 39
SERES FEMENINOS DEL MUNDO MITOLÓGICO
Fábulas con
nombre de mujerEncantadora como la sirena o temida como la arpía; protectora como la Pachama-
ma o subversiva como Lilith; vengativa como Loreley o ingenua como Melusina...
En tierra, mar y aire, son muchas las figuras míticas que adoptan formas de mujer.
Por Laura Manzanera, periodista y escritora
E
l agua cubre el 75% de nuestro
planeta, es fuente de vida y ele-
mento femenino: por todo ello,
parece lógico que sean tantos y
tan variados los seres con forma de mujer
ligados a ella. Las hay dóciles como una
fuente o salvajes como una cascada; ge-
nerosas como la lluvia o siniestras como
un temporal; accesibles como una charca
o inabarcables como el océano; combati-
vas como las amazonas o inofensivas co-
mo las focas…
Las reinas del océano son sin duda las
sirenas. Pocos mitos han cautivado tan-
to desde la noche de los tiempos. Ya en el
siglo VIII a.C. circulaban relatos de seres
cuyo hipnótico canto atraía a los marine-
ros. En las antípodas de las edulcoradas
sirenas de cuento, los griegos las imagi-
naban como repulsivas mujeres-pájaro
que no tenían reparo en lanzarse en pi-
cado contra los marineros. Como prue-
ban algunas cerámicas, exhibían busto de
mujer con generosos pechos y enormes
garras. De su naturaleza aérea provienen,
probablemente, sus dotes musicales y su
atrayente melodía.
A pesar de su aspecto, no hay que con-
fundirlas con las arpías, también griegas y
también aves. Las arpías están vinculadas
al aire, son de inequívoca naturaleza malé-
fica y personifican la fuerza de los elemen-
tos. Entre chillido y chillido espantoso,
devoran cuanto encuentran a su paso.
Aun así, las sirenas no son tan pacíficas
como suele creerse y pueden actuar como
peligrosas hadas de la fatalidad. Encarnan
la tentación, en tanto que criaturas per-
versas que usan su mejor arma, el canto
libidinoso, para reducir a los hombres.
Las versiones más malintencionadas las
describen como antropófagas, mantis
religiosas que, tras hechizar a su víctima,
terminan por engullirla.
Sin alas en el mar. En el siglo IV, las si-
renas cambiaron sus alas por una cola de
pez. Fue uno de los mitos paganos que la
Iglesia católica adaptó, tal vez para repa-
rar la incoherencia de un ser marino ala-
do. O quizá para evitar que pareciesen
ángeles. Figuraban en manuscritos, es-
cudos y vitrales como mujeres impuras,
con un apéndice caudal doble, dos pier-
nas separadas que exhibían sin pudor.
En cambio, los celtas, que las llamaban
mermaids (“vírgenes marinas”), no las
consideraban símbolos de perdición.
Durante el Renacimiento, la imagen de
las mujeres-pez se dulcificó; pasaron de
ser las causantes de los naufragios a las
guardianas del mar y se reproducían de
azul y oro, los colores de la Virgen. Pero
no fue hasta el Romanticismo, cuando
las pasiones dejaron de verse tan nega-
tivamente, que se libraron de su mala
imagen. Asociadas al amor, ya no eran
monstruos, sino criaturas bondadosas y
protectoras. Tanto es así, que su nombre
se asocia a cualquier sonido que alerte de
un peligro.
Podían incluso enamorarse de huma-
nos y, si estos les correspondían, obte-
nían un alma inmortal. Es este un tema
recurrente en leyendas y cuentos. El
más conocido, el que firmó Hans Chris-
tian Andersen en 1836 y que recuerda
una estatua en Copenhague. Su sacri-
ficada sirenita cambia la cola por pier-
nas para conquistar a su príncipe, pero
él se casa con otra. Tras la tragedia, se
lanza al mar, su amor la salva y se con-
vierte en sílfide, un espíritu del aire.
De buen corazón eran también las sire-
nas del Mediterráneo, las nereidas, hijas
de las oceánidas y nietas del dios Océano.
Velaban por el bienestar de los marineros
y cada una representaba un estado de la
mar: Talía, la verde, Glaucea, la azul, y
Cimodocea, la ondulante. Sirenas y
Bajo el mar. Se fabula
sobre la vida de las sirenas,
presentadas como mujeres
bellas y seductoras, que
engañan para hacer el mal.
GETTY
MUY HISTORIA 41
ondinas son las ninfas griegas más
conocidas. El término sirena proce-
de del latín siren o el griego seiren, y
significa “atar una cuerda”. Homero
recoge en la Odisea cómo inmovili-
zaron con una cuerda a Ulises para
que pudiese disfrutar de su melodía
sin sentir la imperiosa necesidad de
unirse a ellas. Prevenido por Circe, el
héroe puso cera en los oídos de sus
compañeros y se hizo atar al mástil.
Las sirenas, desconsoladas tras su
fracaso, se precipitaron al mar, pe-
reciendo en las mismas rocas contra
las que tantos barcos se habían hecho
añicos por sus embaucadores cantos.
Viaje a Ítaca. Ulises sabía que era
imposible resistirse al placer de aquel
canto, al que seguía, inevitablemen-
te, la muerte. Gracias a su ardid fue
el único griego que salió airoso de
tan dura prueba. O casi, pues tam-
bién se salvaron de su encantador
canto Jasón y los argonautas. En su
caso, gracias a que lucharon con la
misma arma que las sirenas: la voz
y la lira de Orfeo contrarrestaron el
poder de éstas, evitando que el resto
de navegantes sintiese el impulso de
escucharlas.
Las ondinas –de “onda”– prefie-
ren el agua dulce y tienen apariencia
humana; ni escamas ni cola. Igual
que las mari-morgans de Bretaña,
que seducen a jóvenes pescadores y
los llevan a sus palacios submarinos
para casarse con ellos. Y que las mal-
vadas nixes que deambulan por las
aguas estancadas germánicas y nór-
dicas: su provocativa danza atrae a
los mortales hasta el fondo del agua,
de un mortecino verde turbio como
los ojos de sus captoras.
Inofensivas enamoradas o crueles
femmes fatales, vírgenes sumisas o
agresivas ninfómanas, las reinas del
océano pueden ser compasivas o ate-
rradoras. Más atractivas y voluptuo-
sas que las mujeres terrestres, son a
su vez más posesivas que éstas, y si
les son infieles son capaces de todo,
incluso de asesinar.
Bastante más pacíficas parecen las
mujeres-foca de las islas escocesas:
conocidas como selkies (o roanes),
se revisten con una piel de foca para
sumergirse en el mar. Aquí la histo-
ria es a la inversa: un pescador des-
cubre a una selkie y roba su piel; ella
debe quedarse en tierra, acceder a
casarse y ejercer de esposa hasta que
encuentra su piel y vuelve al agua.
Melusina y Loreley, protagonistas
de dos tristes historias, anhelaban
estar desposadas por maridos huma-
nos. Una leyenda alemana habla de
una muchacha de piel blanquecina
y dorada cabellera que vivía junto
al Rhin: Loreley. Traicionada por el
hombre al que amaba, adoptó forma
de sirena. Desde entonces, alimenta-
da por el rencor, se dedicó a condu-
cir a los navegantes a la muerte. La
sirena del Rhin ha sido una fructífe-
ra fuente de inspiración; entre otros
para Heinrich Heine, que le dedicó
románticos versos.
Si Loreley pertenece a la mitología
germánica, Melusina es de origen
galo. La versión más conocida de su
historia nació en 1393, en un relato
de Jean d’Arras: Melusina o la noble
historia de Lusignan. Narra la vida
de un hada que se convierte en mu-
jer por amor y, al ser víctima de una
promesa incumplida, es condenada a
transformarse en serpiente de cintu-
ra para abajo cada sábado, hasta que
un hombre quiera casarse con ella y
acepte no verla ese día de la semana.
Tríada maligna. Amalgama de tres
seres malditos para la Iglesia (mujer,
serpiente y hada), Melusina está falta
de redención; sólo un marido huma-
no puede liberarla de su malforma-
ción, de su existencia sin alma. Pero
éste acaba faltando a su palabra y, al
verse descubierta, se transforma en
una serpiente alada y se va volando.
Leyendas de todo el mundo repro-
ducen el mito de Melusina, aunque
ésta adquiere otras formas híbridas:
Entrañable sirenita. En el siglo XIX, el
cuento infantil La sirenita del danés H. Ch.
Andersen actualiza el mito de las ondinas.
PERSONAJE
Rusalka. Es una
sirena originaria
de la mitología
eslava. Esta fi-
gura femenina,
asociada a la
muerte, vive en
un canal y tiene
connotaciones
demoníacas.
Las reinas del océano
son más atractivas,
más voluptuosas y
más posesivas que
las mujeres terrestres
AISA
Fémina maligna. Se represen-
ta a los seres mitológicos hem-
bra denominados arpías como
figuras monstruosas y feroces.
ALBUM
pájaro, ciervo, mono, bisonte, etc. Y
sigue presente en el siglo XXI, tam-
bién en el logotipo de las cafeterías
Starbucks, de origen estadounidense.
Sirenas, nixes y ondinas no se limi-
tan a las aguas occidentales. En Hai-
tí, la diosa del mar Sirène se fusionó
con santa Filomena, ejemplo de la
amalgama de elementos paganos y
cristianos del vudú. Las apsaras son
ninfas acuáticas que animan el cielo
hindú con canciones y danzas, y los
antiguos habitantes de China y Japón
creían que reinas dragonas habita-
ban en las profundidades marinas.
Nereidas nórdicas. Entre las ninfas
más exóticas se cuentan la noruega
Fossegrim, de cabellos de oro y voz
angelical, y Sacien, de rostro pálido,
pelo negro y habitante de la Laponia
rusa. En la mitología eslava, la Ru-
salka combina una mano humana y
una aleta de pez.
Hay seres femeninos incluso en
prados y bosques, donde los suelos
son húmedos y los arroyos abun-
dantes; y en las montañas corona-
das por nubes que anuncian lluvia.
Pero también habitan en los árboles
–éstas se conocen con el nombre de
dríades– y en el aire, en forma de
sílfides. De estas últimas, la más en-
trañable es la pizpireta Campanilla
de Peter Pan, la más famosa de las
hadas de Disney, pura magia.
Las sibilas eran adivinas,
realizaban funciones de mé-
diums o hechiceras rodeadas de
magia, pero de la buena. Bendecidas
con el don de la profecía, eran inter-
mediarias entre dioses y hombres. De
las romanas, despunta la de Cumas.
PidióaApolounalargavida,peronola
virtud de conservarse joven, y enveje-
ció con suma rapidez hasta alcanzar el
tamaño de una cigarra. Acabó sus días
en una jaula. Asimismo, a Apolo esta-
ba dedicado el principal centro profé-
tico griego: Delfos, donde los sueños
de la médium (la Pitia) se hacían rea-
lidad. La sacerdotisa entraba en trance
mientras respondía a las preguntas en
un lenguaje confuso. Algunos autores
apuntan a la emanación de algún gas
como causa de las alucinaciones.
Una sibila en Troya. También Ca-
sandra recibió su capacidad adivi-
natoria de Apolo. Entre sus logros,
revelar, inútilmente, a los troyanos
la estratagema griega del caballo de
madera. Terminó como esclava y
amante de Agamenón, rey de Mice-
nas, y ejerció su labor hasta el final:
predijo su propia muerte a manos de
Clitemnestra, esposa de Agamenón.
Otras forjadoras del destino son
un trío de diosas que en Grecia
se llaman moiras, en Roma, par-
cas, y en los países nórdicos, nor-
nas. Tejen y mueven a su anto-
jo los hilos de los títeres mortales.
Enorme poder ostentan igualmente
las dos discípulas de Merlín, nacidas
en las leyendas artúricas y habitan-
tes de Bretaña. Enamorado del hada
Viviana, el brujo le enseña su magia
y le construye en el fondo de un lago
un palacio de cristal. Aquí Viviana
Aunque parezca cosa de risa, han si-
do muchos los que han confirmado
la existencia real de sirenas. Entre ellos,
San Brandán, monje irlandés del siglo
VI. Una crónica islandesa del XIII habla
de un monstruo marino cuya descrip-
ción encaja, mientras que unas mujeres
holandesas encontraron en 1430 a una
“muchacha del mar” hundida en el barro,
que llegó a vivir como humana durante
diecisiete años.
Viajes de ultramar. Con el auge de las
exploraciones marítimas aumentaron
los testimonios. El diario de Colón reco-
ge la contemplación de tres sirenas que
no eran “tan bellas como los retratos
que se hacen de ellas generalmente”.
Quizás el jesuita Charlevois acertase y
se tratase de manatíes, de rostro huma-
noide y cuya hembra posee dos visibles
senos femeninos.
En 1748, Benoït de Maillet de Lorraine
rizó el rizo al proclamar que las sirenas
eran supervivientes de una raza primiti-
va, mitad monos, mitad peces. En esta
línea, para el gallego fray Benito Jeróni-
mo Feijóo eran fruto de coitos perversos
entre especies. Por eso, marinos y pes-
cadores españoles debían jurar que no
tendrían relaciones sexuales con ellas.
Durante los siglos XVIII y XIX proliferaron
las capturas de supuestas sirenas que
terminaban en gabinetes de curiosidades
o ferias. Incluso se les atribuyeron propie-
dades medicinales, y todo ello despertó
la imaginación de muchos oportunistas.
La sirena que circulaba por el Londres de
1832 resultó ser un mono injertado en
una cola de tiburón. Tal fue la fe en ellas
que, hasta el siglo XX, una ley reclamaba
para la Corona británica “todas las sirenas
halladas en aguas inglesas”.
Lapescadelasirena
Ninfa ingenua.
Sobre el hada Me-
lusina recayó un
hechizo que cada
sábado le conver-
tía la mitad del
cuerpo en serpien-
te (arriba). La em-
presa americana
Starbucks Coffee
adoptó esta mítica
figura en su logo
(a la derecha).
El cónsul francés de Egipto y Toscana,
Benoït de Maillet de Lorraine, fue un estu-
dioso de la Historia Natural en el s. XVIII.
50
tumbas
de mujeres
se descubrieron en
la localidad de
Pokrovka (Kirgui-
zistán) en 1994.
Cada uno de los es-
queletos femeninos
estaba acompaña-
do de sus armas.
AGEAHU
PURPLISHBLACK
MUY HISTORIA 43
proporciona al rey Arturo la es-
pada Excalibur y educa a Lancelot,
mientras Morgana, gran sacerdotisa
de la isla de Avalon, le pone los obs-
táculos que le permitirán convertirse
en el mejor caballero del mundo.
Las amazonas y las valquirias fue-
ron los seres míticos femeninos más
guerreros, siempre armados. Las
amazonas iban pertrechadas para
luchar en combate como Lance-
lot; en ellas, la parte de historia y la
de leyenda se confunden. En 1994
salieron a la luz en Pokrovka (Kir-
guizistán) cincuenta tumbas con
esqueletos de mujeres, enterradas
con espadas, dagas y flechas. Puede
que no pertenezcan a las legendarias
amazonas, pues no estaban donde las
situó Heródoto en el siglo V a.C., en
la desembocadura del actual río Don,
cerca de la frontera con Kazajstán.
Aun así, el hallazgo demostró que
existieron mujeres guerreras más
allá de la imaginación de los griegos.
Para el mundo clásico, amazonas
y valquirias vivieron en Asia Menor,
en la región del Ponto Euxino (mar
Negro), en los confines del mundo
que ellos conocían.
A la Grecia Clásica, poder y mujer
les parecían términos incompatibles,
y por eso llamaron tanto su atención
aquellas féminas libres, símbolo del
conflicto entre las colonias del Egeo
y los jinetes de la estepa, entre civili-
zación y barbarie.
Apunta Heródoto que eran capaces
de disparar con arco en pleno galope.
Una de las teorías sobre el término
amazona apuesta por la unión de a
(“sin”) y mazós (“pecho”), en alu-
sión a su costumbre de amputarse el
seno derecho para manejar mejor el
arco. El historiador habla también de
androktones, “asesinas de varones”.
Estos tenían prohibido el acceso a su
territorio, y una vez al año ellas visi-
taban a la tribu de los gargarios con
el fin de procrear: si nacía un niño,
era sacrificado; si nacía una niña, la
adiestraban para el combate.
Imitación de las amazonas. Aqui-
les dio muerte a la reina de las ama-
zonas, Pentesilea, cuyas súbditas es-
caparon y se emparejaron con escitas
para fundar la tribu de los sármatas.
En este punto se funden ficción y
realidad. De hecho, las guerreras de
las estepas han tenido imitadoras
de carne y hueso. Marco Polo vio en
Oriente una isla de féminas belico-
sas, y los hombres de Francisco de
Orellana lucharon contra mujeres
mientras navegaban por el río Ama-
zonas, así bautizado en su honor.
De todos modos, las amazonas no
tienen la exclusividad de la fuerza y la
habilidad en combate. Sirva de ejem-
plo la diosa hindú Devi, capaz de usar
cualquier arma y transformarse en
un ejército gracias a sus mil brazos.
También presentan un aspecto
combativo las valquirias nórdicas,
Las hadas españolas son muy her-
mosas, de voz melodiosa y cabelle-
ra rubia. Visten túnicas blancas, portan
guirnaldas de flores y custodian tesoros,
además de dedicarse a quehaceres tales
como hilar y lavar y de disfrutar con el bai-
le. De naturaleza bondadosa, sólo ayudan
a los que se lo merecen y castigan a quie-
nes actúan por puro interés.
Aun así, también hay hadas maléficas, muy
poco agraciadas. Las lamias, con pies de
pato o pezuñas de cabra, pululan por Ara-
gón (lainas), Navarra y País Vasco, donde
poseen un camino propio: el Sendero de
las Lamias, en Mundaka. Y las lavanderas
son ancianas que actúan con nocturnidad
y alevosía. Si alguien las ve mientras lavan
la ropa, lo pagará con su vida.
La mayoría de hadas viven en palacios en
cuevas, como las dones d’aigua catala-
nas. Otras se instalan en castillos, como
las moiras, o habitan en el bosque, como
las anjanas cántabras. Sin ser habitual,
hay hadas con descendencia. Entre ellas,
las xanas asturianas. Sus vástagos se
distinguen de los humanos en que están
recubiertos de pelusa. Ciertas leyendas
atribuyen el nacimiento de un linaje a la
unión de un hada y un humano.
Náyades fuera del mar. Las sirenas re-
corren todo el litoral peninsular y ambos
archipiélagos. Incluso las hay tierra aden-
tro. En Extremadura, sin ir más lejos, las
llaman serenas. Y es famosa la extremeña
ogresa, la Serrana de la Vega, que dio
título a una comedia de Lope de Vega.
Y no podía faltar la principal deidad
vasca: Mari. Considerada hacedora de
tormentas, los campesinos la invocan a
fin de salvaguardar sus cosechas.
Variedad de ninfas hispanas
En el carnaval de la
población vasca de
Mundaka se man-
tiene la tradición
de disfrazarse de
lamias (abajo).
GETTY
AGE
Baile de los espí-
ritus celestiales.
En Camboya se
practica una danza
milenaria llamada
apsara en honor
de los seres sobre-
naturales del mis-
mo nombre, que
poseían gran be-
lleza y dotes para
el baile (arriba).
que seleccionaban a los guerreros
que merecían entrar en el Valhalla, la
morada de los dioses. Estas doncellas
escuderas fueron musas de Wagner y
aparecen en su tetralogía operística
El anillo del Nibelungo.
Sentimiento maternal. Puede du-
darse del poder de las guerreras, pe-
ro resulta más difícil poner en tela de
juicio el de las madres protectoras.
Símbolos de la fertilidad, las hay des-
de el Paleolítico: las orondas Venus.
De estas figurillas halladas por toda
Europa –la de Willendorf (Austria) es
la más conocida– dependía la super-
vivencia de las primeras comunida-
des agrícolas.
Muchos pueblos tienen como ser
supremo originario a una figura fe-
menina encargada de crear la Tierra.
Grecia cuenta con Gea, que dio a luz
a la primera raza de seres vivos, los
titanes; y Cibeles, la Gran Madre. En
Roma, compiten Juno, diosa del par-
to, y la Bona Dea, rodeada de miste-
rio. Las Matres celtas suelen mostrar
un pecho o llevar algún bebé, mien-
tras que la primera diosa finlandesa
es Luonnotar. Un ave puso huevos en
sus rodillas; de las cáscaras surgieron
cielo y tierra; de las yemas, el Sol; y
de las claras, la Luna. Luego concibió
océanos y continentes.
En los Andes, aún se garantizan las
cosechas venerando a la Pachama-
ma, de origen inca. Para los nativos
del sudoeste de Estados Unidos la
creadora es la Mujer Araña, con va-
riantes. La de los navajos, por ejem-
plo, tejió la escalera por la que las
personas subieron al mundo, y la de
los keres, los hilos del universo. En
cambio, los séneca, habitantes de la
actual Nueva York, llaman Eagentci
(“anciana”) a su Primera Madre. Su
esposo, el Portador de la Tierra, la ti-
ró por un agujero, y mientras caía iba
recogiendo semillas que soltó sobre
un caparazón de tortuga. Por eso, las
tribus americanas de iroqueses y al-
gonquinos se referían a Norteaméri-
ca como la “isla de la Tortuga”.
Mujeres insumisas. Hay otros mi-
tos primigenios mucho más rebeldes.
Basta echar un vistazo a las biografías
de las tres primeras mujeres, todas
transgresoras, que según cánones
occidentales pisaron el Planeta.
La primera compañera de Adán,
el hada Lilith, resultó ser una proto-
feminista. Se rebeló contra el rol se-
cundario que le había tocado en vir-
tud de su sexo y osó abandonar a su
hombre para seguir su camino sin él.
Por eso se la retrata como un demonio
comeniños, maligna y oscura (lilith,
en hebreo, significa “nocturna”).
Pandora y Eva completan la tríada
de chicas malas. Eva osó atreverse
a probar el fruto prohibido y trajo el
pecado al mundo. Pandora, la pri-
mera fémina para los griegos, abrió
el ánfora prohibida y llenó el planeta
de guerra y dolor. A ambas las pierde
la curiosidad, que nunca se interpre-
ta como ansia de conocimiento, sino
como debilidad. Así, aparte de cul-
pabilizarlas de los males del mundo,
pueden ser tratadas como moralmen-
te inferiores a los varones y se justifica
así la necesidad de controlarlas y, de
paso, al resto de su género.
Los seres míticos femeninos ofre-
cen mil y un rostros: independien-
tes o sumisos, lujuriosos o castos.
Nos acompañan desde el origen de
los tiempos pero, lejos de vivir en el
pasado, están anclados al presente.
Son eternos. Nos permiten seguir so-
ñando, y mientras soñemos estamos
vivas y vivos.
La primera feminista. Lilith, infeliz en el
Paraíso, abandonó a Adán y se mitificó
como un hada mala y rebelde (a la derecha).
Muchos pueblos
tienen como ser
supremo originario a
una figura femenina
creadora de la Tierra
PERSONAJE
Pandora. Es una
figura de la míti-
logía griega que
representa la
justificación
teológica de la
presencia de
fuerzas oscuras
en el mundo de
los humanos.
LIBRO
Sirenas. Seduccio-
nes y metamorfo-
sis, Carlos García
Gual. Turner, 2014.
Esta obra nos ofre-
ce un análisis del
mito que recurre a la
poesía, la pintura, la
música y los cuen-
tos infantiles para
resolver el misterio
de las nereidas.
ALBUMAISA
Aguerrido carácter.
La deidad hindú Devi
muestra sus capacida-
des en combate, gra-
cias a sus múltiples fa-
langes armadas.
MUY HISTORIA 45
ANIMALES Y SERES FANTÁSTICOS
Bestiario
de criaturas
singulares
El héroe vence al
gigante. Esta ilustra-
ción escenifica el
encuentro del heroico
Ulises con Polifemo,
un amenazador cíclo-
pe, tal como nos relata
la Odisea de Homero.
A principios del
siglo XX, se llevaron
a cabo hallazgos
arqueológicos que
nos aportaron nume-
rosas pistas sobre
fieras antediluvianas
de extrañas formas
que se interpretaron
como monstruos en
la centuria anterior.
E
n 1902, el arqueólogo ale-
mán Robert Koldewey lo-
calizó la puerta de Ishtar,
en el yacimiento de la mi-
lenaria ciudad de Babilonia. Se tra-
taba de un arco semicircular flan-
queado por muros gigantescos y que
se abría hacia una vía de considera-
ble longitud, flanqueada a su vez
por paredes recubiertas de ladrillos
esmaltados en azul. Las paredes de
la puerta estaban cubiertas de arriba
abajo con filas alternadas de imáge-
nes de un toro fiero y de un enigmá-
tico animal con aspecto de dragón al
que Koldewey denominó sirrush.
Fiera esculpida. Los bajorrelieves
del sirrush muestran el cuerpo de
un animal cubierto de escamas, con
una larga cola y un cuello delgado
que sostiene una cabeza de serpien-
te adornada con un cuerno. De su
boca sale una lengua bífida que re-
cuerda a la del dragón de Komodo,
un lagarto de enorme tamaño que
habita en algunas islas de Indonesia
central. Pero la característica más
singular del sirrush babilónico son
sus pies. Las patas anteriores son las
de un felino y las posteriores las de
un pájaro, con cuatro dedos cubier-
tos de extrañas y gruesas escamas.
Si la puerta de Ishtar hubiera sido
descubierta un siglo antes, este ex-
traño animal habría sido considera-
do uno más del catálogo de bestias
fantásticas del arte mesopotámico,
que incluye toros alados y otros ani-
males gigantescos con cabezas hu-
manas. Pero su hallazgo se produjo
a principios del siglo XX, cuando
Por Fernando Cohnen, periodista.
Ilustración: José Daniel Cabrera
MUY HISTORIA 47
el erudito paleontólogo estadouni-
dense Othniel Charles Marsh ya era
considerado el “padre de los dino-
saurios” y el mundo académico co-
nocía los fósiles de algunas criaturas
antediluvianas.
¿Era el sirrush la representación
de un animal real que todavía vivía
en época babilónica o se trataba de
un simple ejercicio de fantasía de ar-
tistas mesopotámicos? Koldewey es-
cribió en 1913 que el dragón de Ishtar
se correspondía en muchos rasgos
con los saurios que se habían extin-
guido en el Jurásico. Sin embargo, lo
más probable es que el sirrush fuera
simplemente una criatura fantástica
cuyo significado simbólico se nos es-
capa hoy día. De hecho, los restos ar-
queológicos de Mesopotamia aportan
evidencias de otros seres híbridos y
criaturas fantásticas, como los mara-
villosos unicornios y los toros alados.
Seres de ficción. Todos los anima-
les imaginarios que nos han llegado
de la Antigüedad tenían un valor
simbólico para las culturas que los
crearon. Desde los orígenes de la
humanidad, los mitos han influido
en el desarrollo de los pueblos, dan-
do respuesta a muchas preguntas,
describiendo el bien y el mal y ofre-
ciendo una interpretación alegórica
del mundo. “Un país sin leyendas se
moriría de frío. Un pueblo sin mitos
estaría muerto”, afirmaba el filólogo e
historiador francés Georges Dumézil.
Las historias sobre héroes y criatu-
ras fantásticas nacieron como relatos
populares y pasaron oralmente de
generación en generación hasta que
fueron escritas por alguien, tal y co-
mo ocurrió con la Ilíada y la Odisea
de Homero, en cuyas páginas
aparece un buen número de
ellas. Como el cíclope Polife-
mo, que lucía un único y gran
ojo redondo en la frente.
El cíclope caníbal. Tras co-
merse a varios cautivos, Poli-
femo fue invitado por Ulises a beber
vino hasta que el gigante se embo-
rrachó y cayó dormido. Llegado ese
momento, Ulises y sus compañeros
calentaron un palo largo al fuego con
el que pincharon el ojo del monstruo.
Una vez se desembarazaron de él, los
cautivos escaparon en su barco, de-
jando atrás la tierra de los cíclopes.
Siglos después, Virgilio (70 a.C.-19
a.C.) afirmó que la figura mítica de
Polifemo era en realidad una personi-
ficación del volcán Etna (Sicilia). Se-
gún apuntó el poeta romano, el gran
ojo no era otra cosa que el cráter y el
terrible alarido del gigante era el ru-
gido del propio volcán en erupción.
En el siglo XIV, Giovanni Boccaccio
echó a pique la perspicaz hipótesis
de Virgilio al afirmar que los restos
de Polifemo habían sido hallados en
una caverna siciliana. Entusiasma-
do por el descubrimiento, Boccaccio
aseguró que los huesos encontrados
en la cueva desvelaban que el gigante
debía medir unos cien metros de es-
tatura, lo bastante grande como para
devorar a un hombre de una tacada.
A principios del siglo XX, el pa-
leontólogo austriaco Othenio Abel
(1875-1946) explicó que los huesos
correspondían al cráneo de un ele-
fante, un animal desconocido para
los griegos de los tiempos homé-
ricos y al parecer también para el
Todos los animales
fantásticos que nos
han llegado de la
Antigüedad tenían
un valor simbólico
LIBRO
Criptozoología:
cazadores de
monstruos, Rafael
Alemañ Berenguer.
Melusina, 2010.
Mantícoras, basi-
liscos, grifos, fau-
nos, ogros, etc.,
pueblan las pági-
nas de este riguro-
so ensayo.
Fósil equivocado.
Por vicisitudes de
la Historia se llegó
a pensar que este
cráneo de paqui-
dermo (abajo)
correspondía al
cíclope Polifemo.
AGE
AGE
AISA
Dragón indonesio. Este
lagarto de grandes dimen-
siones, con lengua bífida
como se supone que tenían
algunos seres mitológicos,
habita en la isla de Komodo.
48 MUY HISTORIA
genial Boccaccio. De hecho, si se
mira de frente, el cráneo del pa-
quidermo muestra un cierto pare-
cido con el de un humano, aunque
de tamaño exagerado. En su parte
frontal, la calavera exhibe dos gran-
des huecos que parecen una enorme
cuenca ocular en medio de la fren-
te, aunque en realidad es la abertura
nasal del elefante.
Algo parecido ocurrió en Mile-
to, donde el historiador y geógrafo
griego Pausanias (siglo II) dejó cons-
tancia del descubrimiento de un es-
queleto de diez codos de altura. Dada
su fantástica morfología, Pausanias
concluyó que el esqueleto sólo podía
ser el del héroe homérico Ajax. Los
huesos fosilizados de animales ante-
diluvianos, los restos de un mamut
y los monumentos megalíticos fue-
ron vistos en la Antigüedad como los
vestigios de extraordinarias civiliza-
ciones anteriores al diluvio.
Tumbas descubiertas. Muchos mi-
tos hunden sus raíces en fenómenos
singulares de la naturaleza y, tam-
bién, en seres humanos reales que vi-
vieron en pueblos desaparecidos. El
historiador griego Heródoto afirmó
en el siglo V a.C. que en las regiones
remotas del norte de Turquía vivían
las amazonas, una nación de mujeres
muy belicosas que fueron absorbidas
por los escitas entre los siglos VII y V
a.C. Desde Homero hasta el final del
mundo antiguo persistió la creencia
en ellas. Según Heródoto, las ama-
zonas cabalgaban con gran soltura y
manejaban con destreza la lanza y el
arco. En la mitología griega, el com-
bate contra las mujeres guerreras
simbolizaba la lucha de los griegos
contra la barbarie.
En 1993, la arqueóloga rusa Nata-
lia Polosmak halló los restos momi-
ficados de una mujer con múltiples
tatuajes en la piel de la antiquísima
tribu Pazvryk, un pueblo nómada
que vivió en las actuales regiones
fronterizas de China, Kazajastán y
Mongolia. Sus restos habían sido en-
terrados junto a seis caballos sacrifi-
cados. Su tumba y otra hallada en la
misma zona han llevado a pensar a
algunos arqueólogos que ambas mu-
jeres pudieron ser combatientes de
la tribu Pazvryk y que debieron vivir
hace unos veinticinco siglos, la
misma época en que el historia-
dor griego describió a las legen-
darias amazonas.
Más allá de lo real. A lo largo de la
Historia, la humanidad ha ido crean-
do un largo catálogo de seres mito-
lógicos a los que se les han atribuido
una serie de cualidades mágicas o
sobrenaturales. Esas criaturas fabu-
losas han invitado a los humanos a ir
más allá de lo real y objetivo. El re-
pertorio de animales fantásticos ha
servido para afirmarnos como seres
humanos y para alertarnos de los pe-
ligros y tentaciones que acechan a lo
largo de la vida.
Los romanos no tuvieron ningún
reparo en adaptar los mitos y leyen-
das de otras culturas, una práctica
que queda patente en la obra magna
de Ovidio, las Metamorfosis, una jo-
ya de la literatura en la que aparecen
dioses y seres fantásticos romanos
junto a otros cogidos de diversos
pueblos; entre ellos, los gigantes,
Zeus (Júpiter), Medea, Hermafrodi-
to o los centauros. Lo mismo ocurre
con la Historia Natural del escritor y
científico Plinio el Viejo, que dio pá-
bulo a la supuesta existencia de ani-
males increíbles, como el unicornio.
El historiador romano escribió
que un pueblo indio cazaba una bes-
tia extraordinariamente salvaje lla-
mada monoceros, que tenía cabeza
de ciervo, pies de elefante y cola de
cerdo. Plinio el Viejo afirmaba que el
resto de su cuerpo era como el de un
caballo y que del centro de su frente
emergía un cuerno negro de dos co-
dos de largo. “Dicen que este animal
no puede ser apresado vivo”, subra-
yaba el historiador.
Hoy día, si comparamos esta re-
presentación del unicornio con una
fotografía del rinoceronte indio, ve-
remos que Plinio no andaba muy
Las criaturas fantásticas y diabólicas
del medievo, que mostraban al cre-
yente las perversiones del pecado y lo
alertaban de las tentaciones que ace-
chan en la vida, no sólo tenían presencia
en los manuscritos y en los pórticos de
las iglesias. Los geógrafos de la Edad
Media eran conscientes del desorden
del mundo y lo plasmaron en los mapas,
otorgando una posición determinada a
las diferentes criaturas que lo poblaban.
En un mapa inglés pintado hacia 1260,
las figuras que lo ilustran se vuelven de-
formes cuanto más se alejan de la Ciudad
Santa de Jerusalén, el centro neurálgico
del planisferio terrestre. Las formas ex-
trañas se agudizan según se van aproxi-
mando a los límites del mundo conocido.
En la zona alta del mapa aparece la repre-
sentación de Dios y, en la zona baja, la de
dos dragones infernales. Era habitual que
los dragones estuvieran acompañados
por algunas de las criaturas fantásticas
descritas por Plinio el Viejo, como gigan-
tes, unicornios, pigmeos y hombres con
los ojos en el pecho.
Seres fabulosos en los mapas medievales
PERSONAJE
Plinio el Viejo
(23-79). Natura-
lista y militar ro-
mano al servicio
del emperador
Vespasiano. Su
obra Naturalis
Historia está re-
cogida en trein-
ta y un libros.
Sirrush, deidad babilónica. Detalle en
cerámica esmaltada de la divinidad repre-
sentada con cabeza de serpiente y patas
de león y águila en la puerta de Ishtar.
Carta marina del Mar
del Norte datada
en el siglo XVIII, que
sitúa Islandia y las su-
puestas islas mitoló-
gicas colindantes con
monstruos marinos.
ALBUM
MUY HISTORIA 49
descaminado. El historiador es-
taba describiendo la apariencia de
un animal que nunca había llegado a
contemplar con sus ojos, pero del que
tenía conocimiento por los testimo-
nios de algunos viajeros que lo vieron
en los campos salvajes de Oriente.
Lo que sí parece seguro es que Pli-
nio no se basó en las fuentes judías,
en las que se decía que el tamaño del
unicornio era tan increíble que Noé
no pudo encontrarle acomodo en el
Arca. Siglos después, los árabes con-
taban que el unicornio atacaba a los
elefantes con su gigantesco cuerno.
Unicornio idealizado. Los griegos
y romanos que se toparon con los ri-
nocerontes indios se debieron llevar
una gran desilusión al comprobar
su aspecto brutal, tan alejado de la
figura idealizada y maravillosa del
unicornio descrito en algunos textos
antiguos. El viajero veneciano Mar-
co Polo lo describió como un animal
más pequeño que los elefantes, cuyo
pelo era como el de un búfalo y cuyos
pies eran como los de un paquider-
mo. Poco después, la mitología cris-
tiana volvió a convertir al unicornio
en una criatura poderosa y atractiva
que simbolizaba la fuerza viril. El fa-
buloso animal sólo perdía su poder
cuando colocaba su cuerno en el re-
gazo de una joven virgen.
Su cuerno -el alicornio- pasó
a tener propiedades milagrosas
para combatir la impotencia
sexual y fue utilizado como antídoto
contra todo tipo de venenos, lo que
incrementó la demanda y disparó su
precio en los mercados. La pócima
sobrevivió muchos años. Los cuer-
nos de mamut, los de rinoceronte
lanudo de la Edad del Hielo y los de
grandes cetáceos fueron atribuidos a
los unicornios. Druidas, boticarios y
curanderos los trituraban hasta ha-
cerlos polvo. Las últimas remesas de
medicamentos que contenían alicor-
nio desaparecieron de las farmacias
londinenses a finales del siglo XVIII.
El valor del alicornio. Pero el co-
mercio ilegal sigue vivo hoy en día.
Algunos asiáticos llegan a pagar cua-
renta mil euros por el kilo de cuer-
no de rinoceronte. Una sola pieza
puede venderse por más de medio
millón de euros en el lejano Oriente.
Tras ser triturado, su polvo se mez-
cla con vino u otros productos para
seguir utilizándolo como afrodisíaco
o como tratamiento para combatir el
cáncer, tal y como está ocurriendo
en Vietnam en los últimos años.
En época medieval se confec-
cionaron numerosos bestiarios de
animales fantásticos y monstruo-
sos, cuyas anomalías fueron uti-
lizadas por la Iglesia para instruir
moral y religiosamente a sus fe-
ligreses. En esas compilaciones
aparece todo tipo de criaturas
exóticas, como el basilisco,
el grifo, el catoblas, la sirena
o el ave fénix. El monstruo se
interpretó alegóricamente como pe-
cado, aunque a veces también como
virtud. Ese es el caso de los grifos,
que eran aves fabulosas con pico de
águila y cuerpo de león que vigilaban
el oro de Apolo y el vino de Dionisos.
Siglos más tarde, los grifos fue-
ron vistos como depredadores que
atacaban a los buscadores de oro en
los desiertos del norte de la India y
de Etiopía. Otros autores asegura-
ron que estos animales fantásticos
eran buscadores del preciado metal.
En heráldica, el grifo representa la
majestad y la nobleza, dado que su
cuerpo es la combinación de las dos
criaturas más nobles de la Tierra: el
águila y el león.
Otra figura medieval fue el basilis-
co, un animal dotado de una cabeza
monstruosa con cresta de gallo que
va unida a un cuerpo de dos patas
con cola de serpiente. Los basiliscos
mataban con su gélida mirada y su
fétido aliento. Eran los encargados
de transportar las almas de los peca-
dores al infierno, por lo que simbo-
lizaban la muerte. En los bestiarios
Animal fantásti-
co. Un ser bípedo
y alado con rostro
alargado y que
desprende boca-
nadas de fuego:
así se representa,
habitualmente, a
un mítico dragón.
40.000
euros
es el precio aproxi-
mado que se paga
actualmente por un
kilo de cuerno de ri-
noceronte en el
mercado asiático. Y
una pieza puede lle-
gar a alcanzar el me-
dio millón de euros.
Esta bestia marina aparece en el Anti-
guo Testamento como la reencarna-
ción de la serpiente de Adán y Eva, y en
antiguos libros de rezos judíos como un
pez monstruoso que nace en el quinto
día de la Creación. Su historia también
se relaciona con el Talmud, donde se
dice que el Leviatán será destruido y su
carne será servida como banquete. Su
origen podría ser una antigua leyenda
de Canaán que cuenta la derrota de un
monstruo de siete cabezas a manos de
Baal, el dios supremo y padre de todas
las deidades. La leyenda también tiene
una cierta semejanza con la épica de
la creación babilónica en la que el dios
Marduk asesina a su madre Tiamat, que
es un monstruo marino y diosa del caos.
Si en el cristianismo el Leviatán pasó a
representar la figura del diablo, en la reli-
gión satanista es uno de los cuatro prín-
cipes del infierno, junto a Satán, Lucifer
y Belial. Con el paso del tiempo, el
Leviatán se ha convertido en el símbo-
lo de los seres marinos fantásticos que
creen haber visto muchos marinos,
como la criatura mítica conocida como
Kraken en las leyendas escandinavas.
Este monstruo marino fenicio coincide en
su descripción con el Tiamat babilónico, el
Ráhab bíblico y la serpiente de Gilgamesh.
PRISMA
ALBUM
El Leviatán, criatura del océano
medievales también tenían cabida
las criaturas femeninas, como las
arpías, a las que se representaba con
cuerpo de ave similar al del buitre,
cabeza de mujer y afiladas garras.
Portadoras de almas. Las arpías
no eran bondadosas ni malvadas. Se
limitaban a transportar las almas de
los humanos al otro mundo para que
cada una recibiera el trato que mere-
cía. En español, el término “arpía”
se asocia con una mujer aviesa o con
una persona codiciosa que con arte o
maña obtiene todo lo que puede. Con
frecuencia, las arpías fueron confun-
didas con las sirenas, que también
tenían una actitud ambigua, entre
seductora y criminal. Esa segunda
característica era la que primaba en
las sirenas que tentaron al heroico
Ulises con sus cantos para atraerlo a
sus dominios y asesinarlo.
De entre todos los animales del
bestiario medieval, hay uno que bri-
lla con fuerza propia: es el dragón,
que en la Edad Media era la viva ima-
gen de Satanás. El combate que sos-
tienen el caballero y el dragón tiene
un sentido alegórico. Es una lucha a
vida o muerte entre la virtud y el dia-
blo. En las sagas germánicas, Sirgud,
con su gran espada Gram, mata de
una estocada al dragón. En la épica
anglosajona, el héroe Beowulf com-
bate contra dos temibles dragones, a
los que derrota a pesar de las graves
heridas que sufre en la refriega.
En el medievo, el bosque fue el lu-
gar de encuentro entre el mundo na-
tural y el sobrenatural. En ese ámbito
mágico vivían las criaturas legenda-
rias de la mitología nórdica, como los
elfos y las hadas, y también los mitos
celtas de la mitología anglosajona,
como los personajes de la corte del
rey Arturo, entre los que destaca el
mago Merlín, otra de las grandes le-
yendas que han llegado vivas a nues-
tros días pasando por el cine.
Leyendas oscuras. En una versión
del mito, se aseguraba que Merlín
había sido engendrado por un demo-
nio para atraer a los seres humanos
al lado oscuro que guardan en su in-
terior. Sin embargo, con el paso del
tiempo, el mago se convirtió en guía
espiritual de diferentes reyes, como
Uther Pendragon y el famoso Artu-
ro de Camelot. Se decía que Merlín
tenía contactos con los gnomos, las
hadas y los dragones que habitaban
en los bosques. Otra versión del mito
desvela que el mago Merlín acabó sus
días recluido en una jaula de cristal
por su joven y bella compañera Ni-
mue, la Dama del Lago.
En el siglo XVII, el enciclopedismo
y el escepticismo racionalista die-
ron la puntilla final a la creencia en
los seres fantásticos. Sin embargo,
en aquellos “años de las luces”, el
subgénero literario de criaturas ima-
ginarias comenzó una nueva anda-
dura. Los escritores utilizaron a seres
fantásticos para burlarse de la socie-
dad, como hizo Jonathan Swift en
Los viajes de Gulliver, o para simbo-
lizar los peligros que conllevaban los
avances científicos, como hizo Mary
W. Shelley con Frankenstein. El afán
del protagonista de esta novela por
fabricar un ser humano con retales
de cadáveres convierte a este mito
moderno en una nueva versión de
Prometeo, según la interpretación
griega que veía a esta figura como el
creador de los hombres. Desde en-
tonces, el catálogo de seres míticos
y legendarios no ha hecho más que
crecer. Los monstruos y seres prodi-
giosos nos advierten del lado oscuro
de nuestra existencia. Nos muestran
la imagen del otro, la imagen del ex-
traño. Entre los monstruos moder-
nos cabe citar El Golem, de Gustav
Meyrink, y el célebre Drácula, de
Bram Stoker.
Otros autores también han contri-
buido a renovar la galería de criatu-
ras fantásticas, como J.R.R. Tolkien,
autor de El Señor de los anillos, Mi-
chael Ende con La historia intermi-
nable, C.S. Lewis, padre del país de
Narnia, o J.K. Rowling, creadora del
imaginario mundo de Harry Potter.
En sus obras vuelven a la vida los
dragones, unicornios, grifos, elfos,
magos y otras criaturas fantásticas,
que devuelven a nuestros días los
viejos mitos de la Antigüedad clásica
y de la Edad Media.
En el medievo,
el bosque fue el lugar
de encuentro entre
el mundo natural
y el sobrenatural
Ave Fénix,
símbolo de la
muerte. Criatu-
ra originaria de
un mito griego,
en el que un pá-
jaro es capaz de
renacer de sus
propias cenizas.
PERSONAJE
Gustav Meyrink
(1868-1932).
Escritor austria-
co cuya primera
novela, El Go-
lem, publicada
en 1915, se con-
virtió en un refe-
rente de la lite-
ratura fantástica
del siglo XX.
Personaje
monstruoso.
Retrato del actor
Boris Karloff, pro-
tagonista de la pe-
lícula Frankenstein,
dirigida por James
Whale en 1931.
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MUY HISTORIA 51
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(pago único 22,95 €)
12números de
Muy Historia por solo
10figuras
legendarias
GILGAMESH Pág. 54
ISIS Y OSIRIS Pág. 56
ISHTAR Pág. 58
ODÍN Pág. 60
LUG Pág. 62
QUETZALCÓATL Pág. 64
VISNÚ Pág. 66
VIRACOCHA Pág. 68
EL EMPERADOR AMARILLO Pág. 70
EL REY ARTURO Pág. 72
SUMARIO
DOSSIERRUBÉNCALVO
El rey Arturo
Viracocha
Gilgamesh
Lug
Quetzalcóatl
Osiris
El Emperador
Amarillo
Visnú
Odín
Ishtar
Isis
Cada uno de estos personajes mitológicos
pertenece a una civilización, que lo creó
como modelo a seguir por su pueblo.
Por José Ángel Martos, periodista y escritor
MUY HISTORIA 53
GILGAMESH, el primero
de todos los héroes
M
enos recordado
en la actualidad
de lo que se de-
biera, Gilgamesh
es el padre de to-
dos los héroes mitológicos que
han venido luego. De hecho, se
trata del primer mito del que te-
nemos constancia histórica; no
en vano proviene de Sumeria, la
cuna de la civilización en las tie-
rras de Mesopotamia. El Poema
de Gilgamesh fue escrito muy
probablemente hacia la prime-
ra mitad del segundo milenio
antes de Cristo, pero su historia
ya circulaba mucho antes en las
leyendas orales mesopotámicas,
haciendo referencia a un mítico
rey que habría vivido hacia el
2500 a.C. Por esta difusión tan
temprana, los estudiosos han
visto su influencia tanto sobre
episodios de la mismísima Biblia
como sobre la Odisea de Home-
ro. Estamos, por tanto, ante un
mito de una gran trascendencia
para nuestra cultura.
La historia de Gilgamesh es la
de un viaje iniciático plagado de
aventuras fenomenales, durante
elcualunrudomonarcasumerio
intentará alcanzar la inmortali-
dad. Por el camino descubrirá el
sentido de la vida, la amistad y
muchas otras enseñanzas que lo
transformarán profundamente.
Soberano sumerio. Gilgamesh
reinaba sobre Uruk, una impor-
tante ciudad de la Antigüedad
mesopotámica. No era un ser
totalmente humano, pero tam-
poco completamente divino: en
dos terceras partes se trataba de
un dios, pero su otra tercera par-
te era mortal. Capaz de grandes
y gloriosas hazañas, resultaba,
sin embargo, un señor bastante
antipático para sus súbditos, no
sólo porque se envanecía de sus
éxitos sino porque reclamaba
el temible derecho de pernada,
que le permitía yacer con las es-
posas de los sumerios en la pri-
mera noche tras el matrimonio.
Los ecos de los abusos de Gil-
gamesh llegaron hasta los dio-
ses, que decidieron castigarlo.
La diosa madre Ninhursag creó
con arcilla un ser semisalvaje,
llamado Enkidu, que empezó
a atemorizar a la población de
los campos y bosques cercanos
a Uruk. Las tropelías de Enkidu
llegaron a oídos del rey, quien
concibió una curiosa estratage-
ma para amansar a este ser que
consistía en domar sus impulsos
enviándole a una prostituta sa-
grada, Shamhat, a cuyo atracti-
vo no pudo resistirse. Tras varias
noches juntos, Enkidu se civili-
zó e incluso abandonó los cam-
pos para casarse con ella. Pero
entonces Gilgamesh reclamó su
derecho y Enkidu, enfurecido
de nuevo, le plantó cara y man-
tuvieron un terrible combate.
Hazañas entre amigos. Al fi-
nal de la pelea, ambos conten-
dientes de formidable fuerza
acabaron por hacerse amigos.
Gilgamesh, que soñaba a toda
costa con la gloria, le propuso
entonces a Enkidu una aventu-
ra: ir al Bosque de los Vivos a ta-
lar los grandes cedros que allí se
hallaban. Se trataba de un lugar
similar al Paraíso del Antiguo
Testamento y en el que, según
la mitología sumeria, tuvo lu-
gar la Creación. A su llegada al
mágico bosque, se encontraron
con el mayor enemigo que po-
dían encontrar: el monstruo gi-
gante Humbaba, feroz guardián
de los árboles con cara de león y
dientes de dragón, al que se en-
frentaron fieramente.
Es interesante comprobar có-
mo Gilgamesh estaba dispuesto
a afrontar incluso el riesgo de
morir con tal de lograr el reco-
nocimiento de su heroísmo. Sus
En la epopeya de Gilgamesh se cuenta
un viaje iniciático y heroico plagado
de aventuras y hazañas fenomenales
Señor de los
animales. Gilga-
mesh se repre-
senta en esta es-
cultura asiria con
símbolos del po-
der real: en una
mano un arma y
dominando a un
león con la otra.
GETTYDOSSIER
54 MUY HISTORIA
En el curso bajo del Éufrates,
la ciudad de Uruk fue una
de las primeras urbes avanza-
das del mundo mesopotámi-
co e incluso dio nombre a una
época histórica: el Período de
Uruk (4000-3100 a.C.). Todo lo
que conocemos sobre ella indi-
ca que fue la capital más pobla-
da del mundo en ese período,
con un número de residentes
estimado entre cincuenta y
ochenta mil personas, una cifra
muy elevada. Uruk debió ser
una urbe grandiosa para esos
tiempos, ya que sabemos que
ocupaba un área de seis ki-
lómetros cuadrados y estaba
amurallada. En ella se empe-
zaban a encontrar los rasgos
determinantes de las ciudades
avanzadas, con la presencia de
nuevos grupos sociales como
militares o funcionarios.
Monarquía sumeria. Gilga-
mesh aparece mencionado
en la lista de reyes sumerios
como integrante de la primera
dinastía de Uruk, ocupando el
quinto puesto. Sin embargo, su
historicidad y la de sus prede-
cesores no se ha confirmado
con pruebas arqueológicas.
En general, se duda de que si-
quiera llegara a existir, aunque
también llama la atención que
en el Poema de Gilgamesh se
mencione a dos reyes –cuya
existencia sí está atestiguada–
gobernantes de otra importan-
te ciudad sumeria, Kish. Esto
hace concebir esperanzas a
los más entusiastas.
palabras son: “Si caigo, habré
conquistado la fama. La gente
dirá: ¡Gilgamesh cayó luchan-
do contra el fiero Humbaba!
Estoy decidido a penetrar en
el bosque de los cedros. Hasta
ahora es feliz mi corazón: oigo
este canto, veo una flor y quiero
fundar toda mi gloria”.
Los dos amigos consiguieron
derrotar a Humbaba y lo mata-
ron. Lo mismo hicieron con un
toro del cielo, enviado por la dio-
sa Ishtar, muy enojada porque
se había insinuado al atractivo
Gilgamesh y éste la había recha-
zado. A los dioses no les gustó en
absoluto que Gilgamesh y Enkidu
fueran matando a los seres que
habían creado y decidieron que
alguno tenía que pagar por ello.
El elegido fue Enkidu, a quien hi-
cieron enfermar hasta la muerte.
Este acontecimiento modifi-
có totalmente la personalidad
de Gilgamesh, quien, asustado
ante la posibilidad de morir él
también, decidió dedicarse por
completo a la búsqueda de la
fuente de la inmortalidad. Para
ello acudió a Ziusudra, su ante-
pasado y el único humano que
junto con su esposa había so-
brevivido al diluvio acaecido al
del entusiasmo de la juventud,
quedará atemperada desde el
momento en que vea de cerca
la muerte, al fallecer su amigo
Enkidu. Eso da paso a una nueva
obsesión, la de la inmortalidad,
que se revelará también como
imposible. La conclusión del
poema en este aspecto es que el
hombre sufre una enfermedad
desde el momento de su crea-
ción por los dioses, y esta enfer-
medad no es otra que la muerte.
Moraleja legendaria. Hay más
lecciones: el salvaje Enkidu se
civiliza y se hace plenamen-
te humano a través del amor y
el sexo con la mujer Shamhat.
Mostrar esta evolución se nos
aparece hoy como una consta-
tación de gran profundidad fi-
losófica y los investigadores han
relacionado este aspecto de la
epopeya con el despertar de la
conciencia del ser humano, en
una época en que apenas había
superado la Prehistoria. Otros
aspectos presentes en la narra-
ción del mito son prácticamente
sociopolíticos, como la rivalidad
entre agricultores y ganaderos,
uno de los grandes conflictos
sociales de la Historia.
Así pues, el primero de los
grandes mitos universales reve-
la una cultura madura, preocu-
pada por los temas fundamenta-
les de la existencia humana, algo
que hoy, cinco mil años des-
pués, no deja de sorprender.
principio de los tiempos, y que
era inmortal. Éste intentó per-
suadirle de la inutilidad de su
búsqueda, pues la inmortalidad
era un regalo que había recibido,
único e irrepetible. Así, el héroe
fue dándose cuenta de los límites
de la condición humana.
Argumento poético. La es-
posa de Ziusudra persuadió a
su marido para que revelara a
Gilgamesh el emplazamiento de
una planta que otorgaba no la
inmortalidad, pero sí al menos
la juventud. Crecía en el fondo
del mar y hasta allá fue Gilga-
mesh a por ella. La consiguió
pero, en su camino de vuelta
a Uruk, se detuvo a tomar un
baño y entonces una serpiente,
que buscaba también la plan-
ta para mantenerse joven, se
la robó. Al final del poema, el
héroe, que no logra su objeti-
vo de la inmortalidad, se reune
en el inframundo con su amigo
Enkidu, parece que por volun-
tad propia, lo que indicaría un
suicidio, aunque este aspecto
parece que se fue modificando
con el tiempo, quizás porque
no gustaba demasiado a quienes
oían la fenomenal epopeya.
La historia de Gilgamesh es-
tá plagada de lecciones sobre
la condición humana y sobre
el despertar de la civilización,
que hoy no pueden sino im-
presionarnos. La obsesión de
Gilgamesh por la gloria, propia
Uruk, la próspera patria del primer héroe Las ruinas
mesopotámicas
de Uruk (abajo)
fueron descubier-
tas en 1844 por un
equipo de arqueó-
logos ingleses.
Monstruoso rostro de Humbaba. Gilgamesh y Enkidu, fieles compañeros
de lucha, se enfrentaron juntos al gigante demonio con cara de león (arriba).
DOSSIER 1: MITO MESOPOTÁMICO
ALBUM
GETTY
MUY HISTORIA 55
La pasión por Isis no se limitó a
Egipto. La adoración por la gran
maga y su culto se fueron extendien-
do al otro lado del Mediterráneo en
el momento en que Alejandro Magno
conquistó el país de los faraones y
empezó a practicar la política integra-
dora del helenismo hacia otras religio-
nes, para asimilarlas e integrarlas en el
acervo cultural propio, de forma que la
dominación de pueblos diversos re-
sultase más fácil.
En el caso de Roma, los primeros sa-
cerdotes isíacos, llamados pastófo-
ros, aparecieron en el siglo II a.C. en el
contexto de la crisis provocada por las
derrotas ante Aníbal, que hicieron des-
confiar a muchos romanos del poder
de sus dioses y empezar a buscar con-
ISIS y OSIRIS, un amor
más allá de la muerte
junto de la Tierra. Y para ello
emprendió un largo viaje que lo
alejó de Egipto.
En su ausencia, dejó a cargo de
los asuntos del país a su esposa
Isis, lo que no hizo sino aumen-
tar las envidias de Seth, que as-
piraba a ocupar su puesto. A su
vuelta, le preparó una embosca-
da: fabricó un sarcófago riquí-
simo y convenció a Osiris para
que se metiera dentro. Cuando
lo consiguió, Seth, junto con sus
secuaces, lo cerró con clavos y lo
lanzó al río Nilo, de donde aca-
baría llegando al mar. Isis, des-
esperada, lo buscó durante mu-
cho tiempo y lo halló en la lejana
ciudad de Biblos, que más tarde
se convertiría en la capital de los
fenicios. Isis recuperó a Osiris y
lo llevó de vuelta a Egipto, pero
Seth se enteró y quiso deshacer-
se de él para siempre. Para ello lo
despedazó en catorce trozos que
dispersó por todos lados. Seth
fue especialmente perverso en
el destino que dio al miembro
viril de Osiris, pues para que no
pudiese tener descendencia lo
tiró al Nilo y los peces se lo co-
mieron.
La fuerza del amor. Aun así,
toda la maldad de Seth no pu-
do con el amor de Isis, quien,
ayudada por el guardián Anubis
–fruto del desliz carnal de Osi-
ris con la diosa Neftis–, rescató
todos los trozos y recompuso el
cuerpo de su amado. Para sus-
tituir el pene del dios fabricó
una imitación. Con su poderosa
magia, Isis devolvió a la vida a
Osiris, aunque ya como dios de
los muertos, y le otorgó el vi-
Una diosa de moda
entre los nobles
romanos
L
a pareja formada por
Isis y Osiris es prota-
gonista de una historia
de amor más allá de la
muerte que haría las
delicias de cualquier guionis-
ta de Hollywood que la leyera
atentamente. Es verdad que
tiene algunos aspectos política-
mente incorrectos para nues-
tros días, como por ejemplo el
hecho de que, además de ma-
rido y mujer, Isis y Osiris eran
hermanos. Pero las uniones
incestuosas formaban parte de
las creencias del Antiguo Egip-
to, sobre todo en el caso de la
realeza, ya que se requería que
la madre del futuro faraón tu-
viese sangre real. Así pues no
es extraño que estas tradiciones
encontrasen un eco y una justi-
ficación en la propia mitología.
Deidades egipcias. Osiris, el
hombre de la pareja, era el hijo
mayor del dios de la tierra, Geb,
y de la diosa del cielo, Nut. Aun-
que ambas dimensiones están
separadas de la misma forma
que las vemos hoy, durante la
Creación, otro dios, Thot, consi-
guió ganar para ellos –mediante
un juego– un tiempo precioso:
cinco días que la pareja empleó a
fondo y durante los que engen-
draron cuatro hijos. Isis, la futu-
ra esposa de Osiris, fue la terce-
ra. El otro vértice del triángulo,
y causante de todos los proble-
mas, fue el hijo que estaba en
medio, Seth, un dios irascible e
irracional, incapaz de controlar
sus sentimientos y pasiones.
En los textos egipcios, a Osi-
ris se le atribuye un papel fun-
damental en lo que hoy deno-
minaríamos la evolución, pues
se preocupó de apartar a los
egipcios de la vida salvaje, ha-
ciéndoles conocer los frutos de
la tierra, dándoles leyes y ense-
ñándoles a respetar a los dioses.
Este mismo esfuerzo civilizador
lo extendería después al con-
GETTY
PRISMA
Osiris,
deidad
egipcia.
Dios de la re-
surrección, de
la vegetación y
de la agri-
cultura.
Estatua de
una sacer-
dotisa de
la diosa Isis,
divinidad
de culto
egipcio
adorada
en Roma.
DOSSIER
56 MUY HISTORIA
suelo espiritual en otros ajenos. Luego,
la popularidad de Cleopatra por su re-
lación con Julio César y Marco Antonio
favoreció también la adoración a Isis,
ya que las reinas de la dinastía ptole-
maica –de la que Cleopatra fue la máxi-
ma exponente– se autodefinían como
“la nueva Isis” o “la joven Isis”. Octavio
Augusto, que derrotó a la última reina
egipcia en la batalla de Actium, frenó
estas prácticas al tacharlas de externa
superstitio (superstición extranjera),
pero no las atajó para siempre.
Fe egipcia en Roma. La aristocra-
cia romana acabó por acoger con los
brazos abiertos una religión como la
egipcia, que se caracterizaba por unos
ritos de iniciación mistéricos reserva-
dos a unos pocos, algo que les encan-
taba, ya que otorgaba al culto una páti-
na de exclusividad que convertía a los
patricios romanos en una fraternidad
también más allá de la muerte.
gor sexual para poder concebir
juntos un hijo. Ambos yacieron
y de esta unión nació Horus,
que se enfrentó en dos mortales
combates a Seth. Tras el último
de ellos, disputado en barca so-
bre el Nilo, Horus acabaría por
ser reconocido como legítimo
rey de Egipto por los otros dio-
ses, aunque ellos mismos le im-
pidieron que matase a Seth.
Para muchos historiadores,
este relato parece tener claves
políticas respecto a la funda-
ción del reino, que unificó el
Alto Egipto (la zona sur, hacia
el centro de África) y el Bajo
Egipto (el área del Delta del Nilo
cercana al mar). Hacia el 3000
a.C., en la etapa inicial de la His-
toria egipcia, ambas regiones se
mantuvieron en guerra. El mi-
to de Osiris puede relacionarse
con una lucha por el poder entre
hermanos, o referirse también a
la rivalidad territorial que se dio
entre esas dos grandes regiones,
no lo sabemos con exactitud.
Pero no todo era política, por
supuesto. Un aspecto que llama
particularmente la atención es
el inmenso encanto y fascina-
ción que alcanzó la diosa Isis
entre los egipcios.
Hechicera ingeniosa. La po-
pularidad de Isis se amparaba
en sus poderes sobrenaturales.
Se la conocía como “la gran
maga” y era muy conocida la
historia mitológica que expli-
caba cómo había obtenido esos
conocimientos de la hechice-
ría. Isis lo había logrado, según
la célebre narración llamada
La astucia de Isis, gracias a un
ingenioso ardid. Para acrecen-
tar sus capacidades, la diosa
necesitaba acceder a conocer el
nombre secreto del creador del
mundo, Ra, el dios Sol, el más
importante de todos los inmor-
tales del panteón egipcio. Pero
no iba a ser fácil, porque Ra no
estaba dispuesto a revelárselo a
nadie, ya que este nombre se-
creto lo hacía invencible.
El truco utilizado por Isis para
obtenerlo fue fabricar una ser-
piente con barro y saliva, fluido
este último procedente del pro-
pio Ra, que por entonces era ya
tan anciano que babeaba por las
noches. Colocó a la serpiente en
el camino que el dios solar re-
corría cada día y el ofidio le
mordió. Ra, terriblemente
dolorido, acudió a Isis, co-
nocida por su capacidad de
sanar enfermedades. Ésta lo
examinó y le dijo que sólo
podría curarlo si le decía su
nombre, porque “un hom-
bre vive cuando alguien re-
cita su nombre”. Ra, incapaz
de soportar el dolor, le dijo
todos sus nombres –tenía uno
para cada hora del día–, inclui-
do el más secreto de todos. Isis
utilizó esos nombres para crear
un conjuro secreto mezclán-
dolos. Para disgusto de todos,
especialmente del afectado, el
conjuro no hizo efecto.
Encantamiento fallido. El celo-
so Ra no quería revelar su nom-
bre secreto y le había dicho a Isis
un apelativo falso, con la espe-
ranza de que sirviera igualmente.
Isis, que se temía alguna añagaza
de este tipo, le insistió en que si
no le revelaba su nombre oculto
el dolor no se marcharía. Entre
susurros, Ra se lo reveló final-
mente y el conjuro funcionó. Así
se curó el dios, pero a cambio
Isis, cuyo corazón se decía que
era más astuto que el de millones
de hombres, había logrado co-
nocer el secreto más escondido,
con el que logró un poder singu-
lar entre todos los dioses.
Para nuestra mentalidad actual
esta historia puede causar cierta
extrañeza, pero tenía su funda-
mento en una importante creen-
cia mitológica del mundo egip-
cio: el nombre de una persona
contiene su esencia y es lo que le
confiere identidad. Así, el todo-
poderoso Ra tenía como uno de
los atributos de su poder el uso de
multitud de nombres distintos.
DOSSIER 2: MITO EGIPCIO
Guardia divina. Pintura con la representación del dios Anubis, hijo de las
divinidades Ne is y Osiris, embalsamando a la momia del leal Sennedjen.
El mito de Osiris
se relaciona
con una lucha
por el poder
entre hermanos
GETTY
PRISMA
Divina Isis
de Egipto.
Fue venerada
como la esposa
y la madre ar-
quetípica, y su
culto se exten-
dió por todo el
mundo clásico.
MUY HISTORIA 57
ISHTAR, hermosa
y terrible diosa
A
ntes de Afrodita y Ve-
nus fue Ishtar. La dio-
sa del amor que tanto
protagonismo ostenta
en las mitologías grie-
ga y romana no era una creación
original, sino que ya anteriores
civilizaciones tuvieron su equi-
valente desde casi los principios
de la Historia. Estaban antes
la Ishtar mesopotámica, cuyo
culto se extendería por todo el
Próximo Oriente, y, más atrás
aún, la Innana de los sumerios,
su antecedente más ignoto.
Aunque ellas tuviesen como
principal atributo ser patronas
del amor y la pasión, las “abue-
las” de Venus ofrecían un perfil
mucho menos dulce que la bella
doncella que nace de la espuma
delmarenelcuadrodeBotticelli.
Porque tanto Innana como Ishtar
eran al mismo tiempo diosas de
la sexualidad y de la guerra.
Diosa guerrera. En las tablillas
babilónicas del rey Asurbani-
pal se habla de Ishtar como “la
irresistible en los combates” o
“la indomable en la guerra”, y
en multitud de composiciones
literarias aparece participando
en episodios bélicos dotada de
una imagen hombruna, como
si tuviera un aspecto dual: unas
veces más femenino y otras más
masculino. Esto ha llevado a la
mayoría de los investigadores
a conjeturar que, en su etapa
primitiva, Ishtar fue una deidad
masculina que fue evolucionan-
do hasta llegar a convertirse
en una diosa femenina hacia la
Edad del Bronce.
En cualquier caso, en su face-
ta bélica resultaba ser una gue-
rrera temible y sin piedad. Un
texto referido a Anat, antigua
diosa semita trasunta de Ishtar,
nos la presenta en plena bata-
lla, y realmente produce temor.
Así de feroz resultaba: “Enton-
ces Anat se peleó en el valle,
se batió entre las dos ciudades.
Aplastó al pueblo de la orilla
del mar, destruyó a la gente
del sol naciente. A sus pies co-
mo bolas rodaban las cabezas;
por encima, como langostas
volaban las manos; como sal-
tamontes en enjambre, las pal-
mas de los guerreros. Se ató
cabezas al dorso, se ciñó palmas
a la cintura; las rodillas hundió
en la sangre de los guerreros; y
los miembros, en el mondon-
go de los combatientes. Con su
fusta desalojó a los ancianos,
con el nervio de su arco a la po-
blación (...).”
Además de guerrera, la primi-
tiva Ishtar tenía entre sus más
poderosos rasgos fundacionales
el de ser una diosa astral, vin-
culada lógicamente al planeta
Venus. La devoción popular por
este cuerpo celeste es antiquísi-
ma y la detectamos tanto en Me-
sopotamia como, por ejemplo,
en las civilizaciones del desierto
árabe, donde desde tiempo in-
memorial se le rindió culto, jun-
to a la Luna y al Sol, formando la
tríada celeste. Estos pueblos se
referían a ella como Ashtar y le
daban una personalidad distinta
cuando aparecía por la mañana
o al hacerlo por la tarde. Al des-
puntar el día era una estrella fla-
meante y por tanto feroz, mien-
tras que por la tarde su fulgor era
más suave e indulgente.
Pero, sin duda, el aspecto de
Ishtar que ha hecho correr más
ríos de tinta es su condición de
diosa de la sexualidad, la máxi-
ma expresión del placer y de la
Deidad del
amor. En la cul-
tura de Babilonia
se personificó
a Ishtar con un
bello rostro
(derecha).
ALBUM
DOSSIER
58 MUY HISTORIA
Uno de los muchos maridos
que, con el paso del tiempo
y las culturas, se asignó a la dio-
sa del amor fue el también divino
Baal. En concreto, se lo asocia
habitualmente con Astarté, epíte-
to de Ishtar en el mundo fenicio, y
con Tanit, el nombre para la misma
diosa utilizado por los fenicios car-
tagineses –a él lo llamaban Baal
Hammón–. Su culto, como el de su
esposa, alcanzó todos los puntos
de la geografía mediterránea, di-
seminado por las naves de los em-
prendedores comerciantes semi-
tas. Lo convirtieron en su principal
deidad con el nombre de Melkart,
al que se consagró un importante
templo en Cádiz, más allá de las
Columnas de Hércules.
Si indagamos en los rasgos defini-
torios de Baal, resulta ser un perso-
naje mucho menos recomendable
que su esposa, un dios irritable y
de carácter cambiante, personaje
oscuro y nada fiable, que puede
resultar todo un peligro. El culto a
Baal tuvo su primer gran foco en la
Antigüedad entre los habitantes de
Canaán, que antes habían tenido
como divinidad principal a su pa-
dre El, al que desplazaron progre-
sivamente por su hijo. Cuando los
judíos volvieron de la esclavitud en
Egipto encontraron en Baal un im-
portante enemigo para implantar la
fe de Yahvé. El becerro de oro que
construye Aarón durante el Éxodo,
para gran disgusto de Dios, podría
simbolizar a Baal, habitualmente re-
presentado como un toro joven.
Veneración depravada. Varios
libros de la Biblia (Jueces, Jere-
mías…) se refieren a la adoración de
Baal como una práctica depravada
que incluía la prostitución e, incluso,
el sacrificio de los hijos. Recorde-
mos que en la mitología romana Ba-
al se convirtió en el terrible Saturno,
el que devoró a sus hijos. Para los
profetas del Antiguo Testamento, la
extinción del culto a Baal sería uno
de sus grandes objetivos.
voluptuosidad. En Mesopotamia
se le atribuían amoríos con varios
dioses. El primero de todos ellos
fue Anu, dios del cielo, de quien
primero fue sierva y amante, pa-
ra luego convertirse en esposa.
También de Dumuzi, dios pastor
de los sumerios. Su matrimonio
resultó trágico, pues ella había
bajado al inframundo para en-
frentarse con su hermana y rival
Ereshkigal, en una lucha terri-
ble en la que murió la diosa del
amor. Su fallecimiento trajo un
importante daño colateral, pues
en la Tierra hombres y animales
perdieron el interés por aparear-
se ante la desaparición de aquella
que les provocaba el deseo se-
xual. Ante tamaño desastre para
la perpetuación de la humani-
dad, el dios creador Enki decidió
resucitar a Ishtar, pero a cambio
ella debería mandar a alguien al
inframundo para que la sustitu-
yera, ingrato papel que recayó en
su marido Dumuzi.
Epílogos trágicos. Su marido
no fue el único de sus parientes
que tuvo un final ingrato. A al-
gunos de sus amantes los trans-
formó cruelmente; por ejemplo,
a un pastor lo convirtió en un
pájaro con el ala rota y a quienes
rehúsaban serlo les envíaba te-
rribles castigos: al jardinero de
su padre, que la rechazó, lo con-
virtió en una rana. Mientras que
al propio Gilgamesh, de quien
quedó prendada y al que pidió
que plantara su semilla en su
cuerpo (pero él no quiso arries-
Ishtar, que se extendieron por
todo el Mediterráneo a medi-
da que los navegantes fenicios
iban fundando asentamientos.
En la península Ibérica se edifi-
caron varios templos a la diosa
en Andalucía, principal zona de
influencia fenicia. En ellos había
una actividad muy variada, que
incluía desde barberos hasta es-
cribas, pero la que más llamaba
la atención era la de las sacer-
dotisas que celebraban “el mis-
terio del amor carnal”, mujeres
que con el tiempo pasarían a la
Historia con la denominación
de “prostitutas sagradas”. Tam-
bién allí se producía la entrega
voluntaria a un extranjero de las
muchachas que habían alcanza-
do la pubertad, tocadas con una
corona de laurel, a cambio de la
ofrenda de una moneda a Ishtar.
Todas estas prácticas encen-
dieron las fantasías lujuriosas
occidentales, desde Heródoto a
Flaubert, y han mantenido en la
posteridad el mito de la terrible
y deseada Ishtar.
garse a un final como el de los
anteriores), le envió un toro del
cielo para que acabara con él.
Rituales sexuales. Los me-
sopotámicos celebraban ritos
orgiásticos de fertilidad bajo la
advocación de Ishtar. El más im-
portante de todos era la hieroga-
mia, que tenía lugar durante la
fiesta de Año Nuevo y represen-
taba la unión entre un dios y una
mujer humana. Esta boda sagra-
da se representaba en un espacio
destacado de los zigurat y los
oficiantes eran un sacerdote y
una sacerdotisa. Esta escenifica-
ción, que quizás no iba más allá
de eso y no llegaba a consumar-
se realmente, daba inicio a una
fiesta orgiástica anual destinada
a celebrar la fertilidad.
Estas prácticas escandalizaron
a las civilizaciones occidentales a
medida que entraron en contac-
toconelmundooriental,aunque
quizás la que más se perpetuó en
la memoria fue la de la prosti-
tución ritual en los templos de
Baal, el demonio asiático
DOSSIER 3: MITO BABILÓNICO
Relieve que representa al dios
Baal, uno de los esposos atri-
buidos a la divina Ishtar.
Los seres humanos,
con la muerte de
Ishtar, pierden
interés por
aparearse
Venus, el planeta estrella. La diosa astral del amor y la guerra, Ishtar, es-
tá vinculada a este cuerpo celeste, venerado en la antigua Mesopotamia.
GETTY
AISA
MUY HISTORIA 59
ODÍN, líder del
panteón nórdico
E
l mayor mérito que po-
día exhibir un godo –y
luego un vikingo– era
la valentía. Relataba
el historiador romano
Tácito que a los pueblos germá-
nicos les parecía una deshonra
e incluso una holgazanería y
flojedad “adquirir con sudor lo
que se puede lograr a costa de
la sangre”. Así que no resultará
extraño que la cúspide del pan-
teón mitológico nórdico esté
ocupada por un ser muy belico-
so, Odín, la divinidad de la gue-
rra y de la muerte.
Para los antiguos nórdicos,
Odín fue uno de los tres pro-
tagonistas de la creación del
mundo en el que habitan los
hombres. Para ello él y sus dos
hermanos, Vili y Ve, habían
combatido previamente contra
Ymir, que era el fundador de la
raza de los gigantes. La tríada de
hermanos consiguió derrotarlo
y matarlo. Tomando las distin-
tas partes de su cuerpo fueron
al abismo y sobre él crearon los
diferentes elementos que con-
forman nuestro mundo: con
la carne del gigante se hizo la
tierra; con su sangre, los mares
y los lagos; con sus huesos se
erigieron las montañas; con sus
dientes y fragmentos de huesos
se crearon las piedras; de su pe-
lo crecieron árboles, mientras
que, finalmente, los gusanos de
su carne crearon la raza de los
enanos. Odín y sus hermanos
no desaprovecharon ninguna
parte del cuerpo del vencido
Ymir. Necesitados de crear un
espacio por encima de las cabe-
zas de los hombres, decidieron
utilizar para ello la bóveda cra-
neana del gigante y encargaron
a cuatro enanos su sujeción,
cada uno de los cuales simboli-
zaría los puntos cardinales. Por
cierto, que al levantar el cráneo
de Ymir inevitablemente sus
sesos se esparcieron por el aire,
dando lugar a las nubes.
El mundo así creado tomó el
nombre de Midgard, que signi-
ficaba “asentamiento medio” o,
dicho de una manera más sen-
cilla, la Tierra Media, que J.R.R.
Tolkien popularizó en El señor
de los anillos. El escritor britá-
nico, gran estudioso de la mito-
logía nórdica, tomó muchos de
sus elementos, como el citado,
y los reelaboró en sus magistra-
les sagas literarias fantásticas.
Mundo inicial. La Creación, en
manos de los nórdicos, adquiere
el dinamismo de una impetuosa
aventura plagada de azares. Así,
para crear el Sol y la Luna, Odín
y los otros dioses decidieron par-
tir hacia el lugar más elevado de
todos, más que la Tierra Media
por supuesto. Se llamaba Muspe-
lheim, el reino del fuego, y estaba
habitado por gigantes. Al líder de
estos, Surt, le robaron las cente-
llas de su espada. Con ellas crea-
ron los astros del firmamento. El
Sol y la Luna los colocaron sobre
dos carros que giraban sin cesar
sobre la Tierra Media, turnándo-
se en el firmamento. Para que se
movieran continuamente, hicie-
ron que fueran perseguidos por
dos lobos, que nunca los llegaban
a atrapar excepto en muy escasas
ocasiones, cuando un astro que-
da oculto por el otro, lo que hoy
conocemos como el fenómeno de
los eclipses.
Aun siendo Odín un dios gue-
rrero, también era sabio. Se di-
ce que para lograr su sabiduría
acudió al manantial custodiado
por Mimir, su tío materno. La
fabulosa fuente estaba situada en
las raíces del árbol Yggdrasill, ser
místico de la naturaleza boreal
El patrón de los dioses
escandinavos. Odín, conoci-
do también como el Altísi-
mo, está vinculado a la
sabiduría, a la ma-
gia, a la poesía
y a la caza.
AGE
GETTY
DOSSIER
60 MUY HISTORIA
Parece ser que Odín sólo consu-
mía hidromiel, delicioso néctar
que había robado a un gigante. Fue
ésta una bebida muy apreciada en
muchas culturas de la Antigüedad.
Se obtiene a partir de la fermenta-
ción de una mezcla de agua con
miel y es sabido que, por ejemplo,
el emperador romano Julio César la
tenía por su bebida favorita.
Hidromiel era también la bebida
que repartían las valquirias a los
guerreros que lograban entrar en
el Valhalla, lugar que reunía todo
tipo de exquisiteces como premio
para aquellos que habían muerto
luchando valientemente. El hidro-
miel que se bebía en el Valhalla era
el más delicioso de todos y salía
de las ubres de la cabra mitológica
Heidrún, que habitaba en el tejado
del palacio, donde se alimentaba
de las hojas de un árbol mágico.
Construcción esplendorosa. El
gran salón del Valhalla es siempre
descrito como dotado de una es-
pectacular arquitectura y una mag-
nificencia majestuosa. Con 540
puertas de las que podían salir 800
hombres a la vez, sus vigas estaban
hechas con lanzas y el techo se ha-
llaba cubierto de escudos. Dentro
se encontraba también el palacio
Bilskirnir del dios nórdico Thor.
Los guerreros disfrutaban del re-
poso del Valhalla, pero no por ello
habían abandonado del todo la ba-
talla, porque allí aguardaban a que
llegara el Ragnarök, la contienda fi-
nal –con connotaciones de Apoca-
lipsis– que enfrentaría a los dioses
Aesir contra los gigantes. El mo-
mento culminante del Ragnarök se-
rá el enfrentamiento de Odín contra
un lobo de terrible ferocidad, Fenrir,
destinado a comerse al dios.
que era considerado el centro del
universo, alrededor del cual exis-
tían todos los mundos según la
mitología nórdica. En un primer
momento, Mimir se negó a dejar-
le beber de esta agua que le otor-
garía el conocimiento, pero Odín
insistió. Finalmente Mimir le di-
jo que accedería, pero que Odín
tendría que hacer un sacrificio:
perder uno de sus ojos. Accedió a
tentar matarla en dos ocasiones
más, Gullveig siempre resurgía.
A partir de este desencadenante
se inició una prolongada guerra,
en la que los Vanir pidieron tener
los mismos poderes que los Aesir.
La querella quedó superada final-
mente con una gran conferencia
depaz,enlaquesecelebraronca-
samientos entre ambas familias.
Ciertos estudiosos han querido
ver una alegoría de la llegada de
nuevos dioses indoeuropeos que
habrían sido adoptados por las
divinidades escandinavas.
Odín tuvo tres esposas, la
primera de las cuales, Jörd, le
dio a su hijo mayor, el famoso
Thor, cuya representación con
su martillo de guerra fabrica-
do por los enanos lo ha hecho
popular hasta nuestros días de
la mano de cómics y películas.
Thor resultó ser tan belicoso co-
mo su padre y en la mayor parte
de poemas épicos, tanto no-
ruegos como islandeses, en los
que aparece le vemos luchando
contra los gigantes, los enemi-
gos tradicionales de los dioses
nórdicos, a los que siempre dará
muerte con su tremendo marti-
llo, que incluso tenía nombre
propio, Mjölnir. Se decía que el
trueno y el rayo eran producto
del golpe del martillo, por lo
que el dios Thor es asociado a
estos fenómenos atmosféricos.
Decisióndemujeres.También
las valquirias están muy relacio-
nadas con Odín. Seres femeni-
nos de gran belleza y naturaleza
mágica, una de sus funciones
primordiales era seleccionar a la
mitad de los muertos en una ba-
talla para que fuesen llevados al
Valhalla, el salón de los muertos,
en Asgard, el mundo superior
donde moraban los dioses de la
familia Aesir. Allí esos guerreros
que habían luchado valiente-
mente gozaban de la presencia
y la belleza de estas valquirias.
Ellas aparecen en multitud de
relatos nórdicos, decidiendo el
destino de los batalladores que
deben morir, y en muchos casos
son representadas cabalgando
a lomos de caballos blancos tan
bellos como ellas mismas o aso-
ciadas a animales de exquisita
presencia, como los cisnes.
esa renuncia y en el mismo ma-
nantial abandonó uno de ellos
como tributo.
La condición de dios sabio ha
llevado a los estudiosos de la fi-
gura de Odín a considerar que,
en los tiempos más antiguos de
las civilizaciones nórdicas, fue
más bien un dios chamánico,
un gran mago capaz de prever
los acontecimientos futuros. Su
figura habría evolucionado con
posterioridad hacia el prototipo
de dios guerrero, algo que podría
tener relación con los propios
acontecimientos de la Historia
de estos pueblos y su contacto
con otras civilizaciones, en par-
ticular las indoeuropeas y asiá-
ticas que llegaron por el Este.
El encuentro con otros pueblos
podría haber quedado reflejado
en clave mitológica en una épica
batalla familiar: la guerra de los
Aesir, la tribu de dioses a la que
pertenecía Odín, contra los Va-
nir, el otro gran clan de inmor-
tales.
Trifulca en el norte. La guerra
se habría desencadenado cuan-
do la diosa Gullveig, de los Vanir,
visitó a los Aesir y estos, incapa-
ces de soportarla, la arrojaron a
la hoguera y la atravesaron con
lanzas. Ella, sin embargo, resu-
citó y, aunque volvieron a in-
BorracherasdehidromielenelValhalla
DOSSIER 4: MITO NÓRDICO
Hoy en día se comercializa esta
bebida alcohólica creada a partir
de la fermentación de agua y miel.
El dios odín
es uno de los tres
protagonistas
de la creación
del mundo
nórdico
Mitología nórdica en el cine. Fotograma del film Thor, estrenado en las
pantallas en 2011 y dirigido por Kenneth Branagh, donde aparece Anthony
Hopkins en el papel de Odín y Thor es interpretado por Chris Hemsworth.
AGE
MUY HISTORIA 61
LUG, el dios celta polivalente múltiples habilidades le habían
servido para tomar el poder
en el mundo, según su biogra-
fía mitológica. Cuenta ésta que
Lug se presentó en la residen-
cia del rey Nuada, soberano de
uno de los clanes divinos, pero
le fue negada la entrada. Lejos
de enfadarse, como otras divi-
nidades más arrogantes, arguyó
que podía ser útil en la corte del
monarca y, a pesar de que ini-
cialmente no le hicieron mucho
caso, sirvió allí en diferentes
oficios, por modestos que pare-
ciesen. Primero fue carpintero,
luego herrero, después espada-
chín, arpista, guerrero, poeta
y, finalmente, mago. Sin em-
bargo, todo esto no resultaba
suficiente para impresionar ni
siquiera al guardián de la puer-
ta, que siempre le decía que
había otro en la Corte que tam-
bién poseía cualquiera de esas
habilidades que el aspirante iba
demostrando. Hasta que Lug
le preguntó si había alguno de
ellos que, además de brillar con
fuerza en una de ellas, pudiese
reunirlas todas al mismo tiem-
po y en una misma persona.
Entrada en la Corte. De esta
forma, Lug fue admitido en el
séquito de Nuada. Entretenía a
todos sus miembros con la mú-
DOSSIER
L
a gran urbe francesa de
Lyon en Francia, la ho-
landesa de Leiden y la
pequeña localidad de
Lugones en Asturias, a
pesar de encontrarse tan aleja-
das entre sí, tienen en común
que las tres estuvieron habita-
das en la Antigüedad por pue-
blos celtas. Ellos dejaron en sus
topónimos la huella de su ve-
neración por Lug, el que quizá
sea el más internacional de los
dioses célticos.
Uno de los rasgos fundamen-
tales de la cultura celta es que
creó una unidad lingüística
muy dilatada en la geografía,
pero ésta no se proyectó en
otros planos de la civilización,
pues se deduce una ausente
organización política entre los
pueblos célticos. En el primer
milenio antes de Cristo ocu-
paron buena parte de Europa,
especialmente su vertiente más
occidental, y esto provocó, co-
mo consecuencia lógica, una
dispersión de sus creencias y
mitologías, que irían evolucio-
nando de una manera diversa,
influidas por tradiciones loca-
les. El ramillete de personajes
fantásticos que podemos en-
contrar entre los celtas galos –
quizá los más conocidos por la
benéfica influencia de Astérix y
la omnipresencia en sus histo-
rias de las advocaciones al dios
Tutatis– no siempre encuentra
correspondencia directa en los
demás asentamientos celtas.
El venerado celta. Por eso re-
sulta especialmente interesante
el caso de Lug, ya que es la única
deidad celta de la que tenemos
constancia de que fue objeto de
adoración a lo largo y ancho de
la geografía céltica, como de-
muestra el origen toponímico
de muchas localidades euro-
peas que han pisado.
¿Y quién era Lug? Llamado
por algunos el artesano poliva-
lente, incluso el “politécnico”,
era un dios que dominaba to-
das las ciencias, oficios y mo-
dalidades de la artesanía. Estas
Hnefatafl, entre-
tenimiento celta.
Este juego de mesa
forma parte de la
familia de los juegos
tafl germánicos.
JOSÉANTONIOPEÑAS
Lug, polifacético
artesano de la
mitología celta.
La lanza que
acompaña a esta
deidad, un símbo-
lo fálico y de gran
poder, es flamíge-
ra y sólo pierde su
fuego si se moja
en sangre humana.
62 MUY HISTORIA
La pagana isla irlandesa de
Lug, con unas tradiciones
muy singulares y los clanes
de dioses, pasó a convertirse
en la muy católica Irlanda. La
explicación a esto podemos
encontrarla en los monjes y
en la propia jerarquía ecle-
siástica, que con una actitud
muy pragmática optaron por
revestir la historia de muchos
de los principales mitos au-
tóctonos con hazañas cristia-
nas y ensalzarlos como pre-
cursores. En el caso de Lug,
parece que las celebraciones
que instituyó con ocasión de
la cosecha fueron transfor-
madas en las fiestas de San
Lorenzo. Por ejemplo, en Lyon
(Francia), las fiestas en su ho-
nor, llamadas Lughnasa y que
duraban tres noches, se reci-
claron en las de Saint Laurent.
Figura legendaria. Otro
personaje céltico oportuna-
mente teñido de cristiandad
fue Brigid, esposa de Bres, el
líder de los fomorianos que
sobrevive enseñando las téc-
nicas del campo a los irlande-
ses. Brigid era una diosa muy
venerada por los druidas,
al atesorar poderes ocultos
como su capacidad de sana-
ción gracias a su conocimien-
to de las hierbas curativas.
Entre los celtas continentales
era conocida como Brigantia,
un nombre que también ha
dejado su huella en la toponi-
mia del noroeste de España.
La historia de Brigid fue in-
corporada o asimilada a la
de Santa Brígida, pionera de
la iglesia en Irlanda. El de-
bate sobre la historicidad de
Santa Brígida empezó a avi-
varse durante el s. XX y aún
no se ha resuelto.
sica de su arpa e incluso se atre-
vía a disputar con el rey parti-
das de un popular juego de mesa
germánico, el hnefatafl, que te-
nía algunos puntos de contacto
con el ajedrez, aunque en aquél
las piezas parten del centro del
tablero y, además, las blancas,
para ganar la partida, tienen
un objetivo distinto que las ne-
gras. Saber jugar a este tipo de
entretenimientos era conside-
rado entre los pueblos celtas,
germánicos e incluso vikingos
como un signo de nobleza, pues
requerían de comprensión es-
tratégica, un atributo regio muy
valioso para vencer en la guerra
que se avecinaba.
Las múltiples habilidades y la
juventud de Lug admiraron al
rey Nuada, quien decidió con-
vertirlo en el comandante en
jefe de sus ejércitos para dirigir
la gran batalla que su clan, los
tuatha dé Danann, una de las
sociedades divinas primigenias
de la Historia mitológica de Ir-
landa, quería librar contra los
fomorianos, otro clan de dioses
que por entonces los oprimían
y al que pertenecía la propia fa-
milia materna de Lug.
Estalla la guerra. El episo-
dio más relevante de esta con-
tienda sería la batalla de Magh
Tuireadh. Allí Lug iba a encon-
trarse con un viejo conocido, su
abuelo Balor, líder del clan ma-
terno, quien, lejos de guardar
sentimientos fraternales hacia
su nieto, había intentado acabar
con él en su niñez. Balor había
recibido una profecía según la
cual sería asesinado por uno de
sus nietos e intentó adelantarse
al oráculo siendo él quien mata-
se primero al pequeño Lug, uti-
lizando para ello su ojo diabóli-
a implorar por su vida y ofreció
como recompensa si le perdo-
naban realizar un conjuro para
que las vacas de Irlanda siempre
dieran leche. A los tuatha no les
pareció suficiente y dijeron a
Lug que lo matase igualmente,
pero entonces Bres propuso otro
conjuro para que los campos
diesen cuatro cosechas al año.
Los orgullosos tuatha contesta-
ron que con una tenían más que
suficiente. Lug resultó ser más
previsor y menos vengativo que
sus súbditos y perdonó la vida a
Bres a cambio de un servicio al-
go distinto: que enseñara a los
irlandeses a arar, sembrar y co-
sechar.
Ya coronado rey, el fantástico
rey Lug impulsó iniciativas muy
singulares a su reino, incluida
una que, en cierta medida, aca-
baría por tener una influencia
en la vida social de los celtas: los
Juegos de Tailteann, una compe-
tición deportiva que guardaba
similitudes con los Juegos Olím-
picos griegos. Se disputaban en
la segunda quincena del mes de
julio y duraban hasta el inicio de
la cosecha del trigo en el mes de
agosto, época de apenas traba-
jo en el campo. Algunas de las
pruebas que se disputaban eran
el boxeo, las carreras, los saltos,
el tiro con arco y la esgrima. Pe-
ro no sólo se competía en depor-
tes físicos, sino también en jue-
gos de estrategia e incluso en el
recitado de relatos y poemas.
co, capaz de asesinar a alguien
simplemente con mirarlo. Pero
Lug había sobrevivido mila-
grosamente a la tentativa y fue
criado secretamente por el rey
del mar, Manannán Mac Lir.
En la batalla, Balor se mostra-
ba como invencible. Su primera
gran víctima fue el mismísimo
rey Nuada, al que derrotó con
su temible ojo. Luego se dispuso
a hacer lo mismo con su joven
descendiente Lug, pero éste,
que ya había pensado una es-
trategia, llevaba preparada una
honda con la que le lanzó un
proyectil de piedra que le entró
a Balor por el ojo y le salió por
la espalda. De esta forma, el ojo
proyectó su mirada hacia quie-
nes tenía detrás, que no eran
otros que los integrantes de su
propio ejército, que fueron eli-
minados de manera fulminante.
Conjuro pacificador. De entre
los caudillos enemigos presentes
en la batalla tan sólo le resta-
ba a Lug enfrentarse con Bres,
un anterior rey de los tuatha dé
Danann que había sido expulsa-
do del trono por favorecer a los
fomorianos (dioses de la muerte,
el mal y la noche). Cuando ya lo
tenía a su merced, Bres empezó
De Brigid a Santa Brígida
La institución eclesiástica de Irlanda fundó un convento
en el condado de Kildare, a mediados del primer
milenio. En la imagen, la catedral de Santa Brígida.
Un rasgo fundamental de la cultura
celta es la unidad lingüística, muy
dilatada en la geografía
DOSSIER 5: MITO CELTA
AGE
GETTY
MUY HISTORIA 63
QUETZALCÓATL, el retorno
de la serpiente emplumada
El ingenuo Moctezuma es-
taba convencido de que quien
se presentaba ante él era na-
da menos que el mismísimo
dios Quetzalcóatl, quien según
una ancestral profecía se había
marchado por Oriente hosti-
gado por los dioses oscuros y
harto de que los aztecas no obe-
deciesen sus enseñanzas y sus
reglas morales. Pero antes de
partir, había prometido volver
acompañado por sus hijos pa-
ra dominar a ese desobedien-
te pueblo. El punto clave de la
profecía es que el dios aparece-
ría con el aspecto de un hom-
bre blanco y con barba. Cortés
cumplía todos los requisitos.
Acontecimiento anhelado.
En aquella época, la sociedad
azteca esperaba ansiosamen-
te un hito sobrenatural, para el
que sus magos ya habían adver-
tido presagios premonitorios.
Quetzalcóatl, que no era su dios
principal, era en cambio el más
sabio y bondadoso de ellos,
por lo que se lo consideraba
el redentor más adecua-
do. Así que esta azarosa
coincidencia de aconte-
cimientos inconexos
acabó por cobrar un
sentido inespera-
do y engrandecer
el mito de un dios
que tenía una larga
historia detrás.
Quetzalcóatl –y
sus formas precur-
soras– ya era una
divinidad adorada
hacía más de un mi-
lenio por los pueblos
predecesores de los
aztecas en el terri-
torio mesoamerica-
no y su devoción se
puede rastrear hasta
en las cuevas rupes-
tres de la región. Los
olmecas expresaron
gráficamente un ser
mágico con aspecto de serpien-
te y plumas verdes, tal y como
aparece en las grutas de Juxt-
lahuaca, en el Estado de Gue-
rrero, que datan de 1200 a.C.
Más adelante abundarían las
pinturas del llamado “dragón
olmeca”, también con aspecto
de serpiente y plumaje de pája-
ro, que condensa los dos pode-
res fundamentales del mundo
natural: las fuerzas germinales
de la tierra, simbolizadas en
la serpiente, y el poder fecun-
dador del cielo, el pájaro que
aporta la lluvia como elemento
imprescindible para los ciclos
agrícolas. De hecho, esta deidad
se vinculó en sus inicios al maíz,
el cultivo básico practicado por
la civilización olmeca.
Joven soberano. Los toltecas,
la siguiente gran civilización
instalada en suelo mexicano,
engrandecería el culto a Quet-
zalcóatl al presentarlo como un
personaje histórico, rey funda-
dor de la dinastía de la que ellos
eran los continuadores. Según
la tradición, Quetzalcóatl había
sido un príncipe que en su ju-
ventud se había retirado a vivir
en soledad para consagrarse al
estudio y la meditación. La po-
QUETZALCÓATL YA
ERA UN DIOS
ADORADO POR
LOS PREDECESORES
DE LOS AZTECAS
H
ernán Cortés, rudo
conquistador extre-
meño, no podía ima-
ginarse el recibimien-
to que le esperaba en
Tenochtitlán, la capital azteca a
la que había llegado con un pu-
ñado de soldados. Para su sor-
presa, el emperador Moctezuma
lo acogió con amistad y extrema
reverencia, diciéndole: “Has
arribado a tu ciudad, aquí has
venido a sentarte en tu solio, en
tu trono. Oh, por tiempo breve
te lo reservaron, te lo cuidaron
los que ya se fueron, tus sustitu-
tos. Los señores reyes... Llega a
la tierra y descansa. Toma pose-
sión de tus casas reales, da refri-
gerio a tu cuerpo”.
CORBIS
AGE
Divinidad de la cultura
mesoamericana. Figura de
Quetzalcóatl en verde jade
con el simbólico collar del Sol.
DOSSIER
64 MUY
La historia de Quetzalcóatl nos
puede dar una idea humanitaria
de la mitología mesoamericana, pero
también tiene su contrapartida en-
carnizada, representada en Huitzlipo-
chtli, un dios sanguinario de la guerra
que se originó de forma autóctona
entre los aztecas, pueblo de emigran-
tes del norte que tomó el poder en el
centro de México a partir del siglo XII.
Así como Quetzalcóatl ya provenía
de una tradición anterior, el mito de
Huitzlipochtli no tiene precedentes en
otras civilizaciones mesoamericanas.
Era la principal divinidad azteca cuan-
do llegaron los conquistadores.
Este dios nace en unas circunstan-
cias de lo más singulares: su madre,
Coatlicue, la diosa de la Tierra, queda
embarazada de una bola de plumas
azules que cae del cielo. Los otros
vástagos de la diosa, al ver a su ma-
dre encinta sin saber cómo, quedan
abochornados por las circunstancias
e intentarán ejecutar al bebé al nacer.
Pero éste se salva y será él quien, en-
tre la espada y la pared, se dedicará a
matar a sus hermanos. Así pues, des-
de sus comienzos, es una divinidad
luchadora entregada a guerrear y
vencer. Esto debía ofrecer analo-
gías a los aztecas con su propia
trayectoria histórica.
Trayectoria solar. Identifica-
do con el Sol, Huitzlipochtli
es considerado como un
dios en lucha diaria por com-
pletar la trayectoria que reco-
rre el astro desde su nacimiento
hasta su ocaso. Para ayudarle en
esa cotidiana batalla, se le ofrecían
los famosos sacrificios humanos
que tanto han dado que hablar.
Los sacrificados eran habitual-
mente cautivos de otras tribus
capturados durante los enfren-
tamientos armados. En alguno de los
ceremoniales, el cautivo escogido
había sido previamente atendido con
todo tipo de lujos durante un año,
preparándolo para su sacrificio.
blación de Tula, la ciudad mítica
en la que se habrían originado los
toltecas, impresionada por su sa-
biduría, acudió a él para que fue-
se su gobernante. Ese reinado de
Quetzalcóatl sería evocado por
los posteriores mexicas como
una auténtica época dorada de
riqueza, prosperidad y felicidad.
Respuesta existencial. Lo que
les aportaba Quetzalcóatl era
una concepción del mundo, to-
da una cosmovisión, muy com-
pleta, fruto de sus reflexiones
a las que se entregaba siempre
sin desmayo, tanto que a veces
descuidaba lo que ocurría en el
mundo exterior. El mundo, se-
gún la venerada divinidad, era
una isla inmensa formada por
cuatro cuadrantes que conver-
gían en el ombligo de la Tierra
y que, por el exterior, estaban
rodeados de agua. Y la deidad
máxima, que lo había creado
todo, era un ser dual, que con-
tenía en él mismo los principios
masculino y femenino.
Sin embargo, el rey había ad-
vertido a su pueblo que el mun-
do estaba formado por diversas
etapas, cada una de las cuales se
correspondía con un Sol, y que
acababan en un ocaso de muer-
te y destrucción tras los cuales
el mundo volvía renacer. Se en-
contraban en la era del cuarto
Sol, según el sabio gobernante,
y la única forma de lograr la ple-
nitud era esforzarse en aumen-
tar la propia sabiduría mediante
rutinas vinculadas con la vida
sacerdotal para trascender el
mundo presente y alcanzar Tli-
llan-Tlapallan, un lugar mítico
más allá de las aguas que rodea-
ban el mundo en el que reinaba
el saber. A ese mágico espacio
también se lo conocía como “el
país del rojo y el negro”.
Quetzalcóatl tuvo un mal fi-
nal. Hostigado por los dioses
oscuros, que encarnaban las pa-
siones más mundanas, su forta-
lucero del alba, una estrella aso-
ciada a la mitología.
Los aztecas, al tomar el con-
trol sobre el territorio del centro
de México y convertirse, de esta
forma, en sucesores de los tolte-
cas, integraron muchas de sus
tradiciones religiosas y mitoló-
gicas. La creencia en el adveni-
miento de la era del Quinto Sol
sería una de ellas, allanando así
el camino, sin pretenderlo, para
la conquista española del país.
El interés por la figura de
Quetzalcóatl se extendió tam-
bién a otras civilizaciones próxi-
mas a los mexicas, en particular,
a los mayas. En el periodo clási-
co de esta apasionante cultura
(siglo X) encontramos múltiples
referencias a la serpiente em-
plumada, a la que los mayas lla-
maron Kukulcán; otras veces se
referían a esta divinidad como el
Quetzalcóatl mestizo. Los tem-
plos de la esplendorosa Chichén
Itzá se decoraron con escenas
que muestran las mandíbulas
abiertas y el cuerpo ondulante
de la deidad, dejando constan-
cia así del magnetismo que ejer-
ció para muchos pueblos.
leza empezó a flaquear. Una de
las formas en que las malvadas
divinidades lo debilitaron fue
ofreciéndole un espejo para que
se mirase. Ellos esperaban que
se convirtiese en un ser vani-
doso, pero la observación de su
propia imagen lo descorazonó.
Se sentía abrumado por lo que
percibía como la fealdad de su
ser. Ante esto, los otros dioses
le ofrecieron bebidas con las
que emborracharse y olvidar lo
que había visto. Quetzalcóatl
empezó a actuar de forma poco
honorable e incluso mantuvo
relaciones con su propia her-
mana. Cayó en desgracia y fue
expulsado del poder, poniendo
fin así a la época dorada de Tula.
Viaje al cielo. Tras un largo
periplo fuera de la ciudad, en
busca del país del rojo y el ne-
gro, Quetzalcóatl decidió inmo-
larse quemándose. Lo hizo sobre
una balsa que había construido
con serpientes y que lo llevó
mar adentro. Cuando estuvo to-
talmente incinerado, su corazón
se separó del cuerpo y ascendió
a los cielos, convirtiéndose en el
Huitzlipochtli, la cara terrible de las deidades mexicanas
DOSSIER 6: MITO MESOAMERICANO
Ilustración que representa a la
deidad llamada Huitzlipochtli, de
origen autóctono azteca, con un
carácter eminentemente guerrero.
Restos arqueológicos toltecas. En la ciudad precolombina de Tula, en el Es-
tado mexicano de Hidalgo, se asentaba el poder político tolteca en el s. X.
GETTY
MUY HISTORIA 65
VISNÚ, divinidad con avatares
C
on su cuerpo de X-
men mutante, Visnú,
el dios hindú de los
cuatro brazos, es un
personaje cuya cons-
titución mitológica salta a la
vista. Y no sólo por su cuarte-
to de poderosas extremidades,
sino también por su piel de un
singular color azul, con el que
tradicionalmente es represen-
tado en las imágenes.
Hoy Visnú es el dios más po-
pular de la India. A sus inter-
venciones pro-
videnciales en
los momentos
de crisis espiri-
tual del mundo,
cuando el equili-
brio amenazaba
con romperse,
se les atribuye
enorme impor-
tancia por parte de
todos los creyentes
en el hinduísmo. Y
sus hazañas son ob-
jeto de celebradas his-
torias recreadas a lo
largo de los siglos.
No siempre tuvo
tanta importancia
Visnú. En el más
antiguo texto in-
dio conservado,
los himnos reli-
giosos del Rig-
veda, compuestos
hacia 1500 a.C.,
era una deidad se-
cundaria frente al
protagonismo que
recaía en Indra, Soma o
Mitra y Varuna. Sin embar-
go, esta relación de fuerzas se
modificó con el paso del tiem-
po y la leyenda de Visnú se en-
grandeció, llegando a superar-
los. Esta transición es percepti-
ble en textos sagrados bastante
posteriores, como el Padma
Purana (siglos VIII-XII).
mas que utiliza contra los de-
monios: el sudarshana chakrá
–un disco acabado en puntas
con el que los degüella– y la
maza de oro para aplastar su
cráneo. El tercero es la caracola
o shankhá, con cuyo sonido se
anuncia la victoria después de
matar a un enemigo. Y el últi-
mo, que no tiene ninguna con-
notación guerrera, es el pad-
ma, la flor de loto, sobre la que
la deidad se suele sentar para
descansar. Simboliza la pureza,
al surgir esta bella flor por enci-
ma del agua enlodada en
la que crece su plan-
ta. El aroma de la
flor de loto es una
fuente de placer
para los devotos
de Visnú.
Las nueve in-
tervenciones del
dios en los acon-
tecimientos huma-
nos ante situaciones
excepcionales las rea-
lizó adoptando sucesivas
encarnaciones –o ava-
tares–, cada una de las
cuales daría lugar a una
épica historia.
En su primera en-
carnación, Visnú se
enfrentó a un gran di-
luvio universal, como
Noé. Convertido en
un pequeño pez, avi-
só a un hombre recto
y sabio, el legislador
Manu. Éste lo cuidó
hasta que se convirtió en
un pez gigante capaz de mante-
ner a flote el barco en el que se
refugió Manu, metiendo en su
interior la semilla de todas las
plantas y a una pareja de los ani-
males. El pez, llamado Matsya,
llevó el barco hasta la seguridad
de las altas montañas del norte,
presumiblemente la cordillera
del Himalaya. Tras el desastre,
Manu se convirtió en el patriar-
ca de toda la humanidad.
Más adelante, el se-
gundo avatar de Vis-
nú ayudó a los dioses
a obtener el agua de
la inmortalidad, adoptando la
forma de una tortuga sobre cu-
yo caparazón las divinidades
apoyaron un enorme batidor
del tamaño de una montaña.
Removieron con ese mezclador
el océano hasta transformar el
contenido en la preciada agua
que concedía la vida eterna a
todos aquellos mortales que lo-
graban llegar a probarla.
Visnú abandonó las aguas pa-
ra su tercera encarnación. En
esta ocasión, se convirtió en un
gran jabalí y utilizó su corna-
menta para excavar en el suelo
hasta el inframundo, donde un
demonio se había llevado a la
Madre Tierra. Logró encontrar-
la y salvarla, levantándola sobre
su enorme hocico.
Sucesivas transformaciones.
La siguiente aventura lo presentó
castigando a un rey llamado Hi-
ranakashyap, que quiso alcanzar
la inmortalidad para desafiar la
supremacía de los dioses. A base
de penitencias, el rey había lo-
grado que Shiva, así se conoció
a este avatar, le concediera no
tanto la inmortalidad pero sí al
menos la “no muerte”, que venía
a ser lo mismo. Astutamente, el
rey le había solicitado: “Que no
me muera ni de día ni de noche,
ni adentro ni afuera, ni en la tie-
rranienelaire,yquenomemate
ni un animal ni un ser humano”.
Atrapado por el juego de palabras
formulado por el monarca, el
dios le concedió lo solicitado.
Cuando hubo logrado su ob-
jetivo, el rey empezó a tiranizar
a sus súbditos y a exigirles ser
tratado como el todopoderoso.
La principal oposición a su des-
potismo la encontró en su pro-
pio hijo que, a pesar de ser toda-
vía un niño, se negó a adorarlo
y prefirió seguir reverenciando
a Visnú. El rey lo torturó, y su
hijo aguantó los padecimientos
Cada encarnación
adoptada por
Visnú darÍA
lugar a una
épica historia
Mítica devoción visnuista.
Estatua de Visnú que
reposa sobre una
flor de loto sagrado
de aroma cautivador.
La imagen característica de
Visnú nos habla de un dios pre-
parado para la lucha contra el
mal. De los cuatro elementos
característicos que sostiene en
sus brazos, dos de ellos son ar-
AGE
DOSSIER
66 MUY HISTO-
El joven y guapo flautista
Krishna, que tocaba ale-
gremente por los campos de
la India mientras pastoreaba a
sus vacas, fue uno de los hé-
roes preferidos de los indios,
y seguramente el personaje
más atractivo de toda su mito-
logía. Ese chico travieso y bu-
llicioso fue el octavo avatar del
dios Visnú, y el más querido
de todos. Se trata de la perso-
nificación del gozo y el amor,
un travieso seductor que pro-
tagonizó centenares de diver-
tidas historias que aún hoy se
siguen narrando a los niños y
niñas de la India.
La epopeya de su nacimien-
to tiene puntos de contacto
con la de Moisés o Jesucristo,
pues fue perseguido por su
tío, un rey al que se le anunció
que uno de los hijos de su her-
mana acabaría con él y, para
evitarlo, la encarceló junto a
su marido y asesinó, sucesiva-
mente, a todos los bebés que
nacieron en el cautiverio.
Travesuras infantiles. El pe-
queño Krishna logró sobre-
vivir al ser guarecido en una
barca y, después de trans-
portarlo por el río, se lo inter-
cambió por una niña recién
nacida y se le entregó a su
madre adoptiva. El pequeño
Krishna la volvió loca con sus
travesuras, entre las cuales la
más famosa fue la de robarle
la mantequilla para comérsela
a escondidas. Al convertirse
en un atractivo adolescente
dedicado a pastorear vacas,
Krishna se dedicó a jugar con
las muchachas del lugar, las
gopis o pastoras, a las que
atraía tanto por su simpatía
como por la irresistible música
de su flauta. Su carácter tra-
vieso siguió manifestándose
entonces, como en la conoci-
da historia en que robó la ro-
pa a unas jóvenes gopis que
estaban bañándose en el río y,
subido a un árbol con sus ves-
tidos, se negó a dárselos.
El héroe Krishna será, más
adelante, también un profun-
do filósofo y rey, cuyas ense-
ñanzas se insertan dentro del
Mahabharata, el poema épico
de cien mil versos que es uno
de los textos más importantes
de la tradición india.
hasta que el dios, encolerizado,
se presentó al atardecer, ni de
día ni de noche, con el aspecto
de un ser terrible, que no era
animal por completo, pero tam-
poco humano. De esta forma,
pudo matarlo sin contravenir lo
que Shiva le había concedido.
Todas las siguientes reencar-
naciones de Visnú fueron en
forma humana, pero algunos
esposa, ésta fue capturada por el
rey de los demonios, que habita-
ba en Sri Lanka. Rama, en com-
pañía de su hermano menor,
trabó contacto con la tribu de los
hombres-mono, que lo ayuda-
ron en su empeño por recuperar
a su esposa, para lo cual tuvieron
que invadir la isla al sur de la In-
dia. Tras multitud de aventuras,
Rama recuperó a su esposa y
también su trono. Como rey fue
el máximo ejemplo de virtuosis-
mo en el cometido de gobernar.
De hecho, la expresión “el reina-
do de Rama” es hoy un sinónimo
de la forma ideal de gobernar.
Legendariofinal.El octavo ava-
tar de Visnú, llamado Krishna, se
convirtió en todo un mito por sí
mismo (ver recuadro). El noveno
fue un poco más controvertido,
ya que se trataba del mismísimo
Buda, que rechazó el hinduísmo
y creó su propia religión, pero al
que los practicantes de aquella
fe vieron como una encarnación
del dios. Y, como en tantas otras
creencias, se esperó a que el mito
acabase su ciclo al final de nuestra
época, cuando hizo acto de pre-
sencia en su décima y definitiva
transfiguración, Kalki, montado
en un caballo blanco para acabar
con los demonios y el mal.
–la tortuga–, después animales
terrestres –el jabalí–, para luego
adoptar una forma semihuma-
na, mitad animal, mitad hom-
bre, en el último paso evolutivo
hasta llegar al homo sapiens. Sea
más o menos convincente esta
teoría, la realidad es que resulta
atractiva para la especulación.
Tras aparecer sucesivamente
como un enano y un guerrero,
ambos enfrentados también a
tiránicos reyes, se suceden las
dos reencarnaciones más po-
pulares e importantes del dios,
que han sido fijadas en algunos
de los textos literarios más in-
fluyentes de la India. Se trata de
dos avatares –las formas bajo
las cuales se presenta– que son
los más celebrados héroes de la
épica hindú: Rama y Krishna.
Avatares míticos. Rama era el
hijo de un rey con varias esposas
que fue desterrado por la ambi-
ción de una de sus madrastras,
que quería situar a su propio
descendiente como sucesor. En
su exilio en la selva junto a su
Krishna, el héroe romántico del hinduísmo
DOSSIER 7: MITO HINDÚ
Dios hindú Rama. Avatar de
Visnú, cuyo heroísmo se recoge
en textos literarios, es una de sus
transfiguraciones más célebres,
junto con la reencarnación Krishna.
Este avatar del dios hindú Visnú es la forma principal
de deidad y uno de los más adorados de la India.
aficionados a las teorías alterna-
tivas de la Historia han puesto
su foco sobre las personalida-
des adoptadas en las anteriores,
ya que, por su orden de apari-
ción, mostrarían una llamativa
coincidencia con el devenir de
la vida sobre la Tierra, según la
teoría de la evolución: primero
surgieron seres bajo el agua –el
pez–, luego se hicieron anfibios
AGE
AGE
MUY HISTORIA 67
VIRACOCHA, fundador
del Imperio Inca
L
os mitos de la creación
del hombre y los rela-
tos de los propios orí-
genes de los pueblos
incas se combinan en
las leyendas sobre este dios, del
que se dice que habría surgido
del gran lago Titicaca.
Viracocha fue, ante todo, el
dios creador. Su modus operandi
fue distinto al del dios cristiano.
Él talló en piedra las figuras de los
primeros hombres y mujeres, a
las que situó en los lugares donde
luego vivirían. Emprendió una
tarea metódica, en la que fue po-
blando con estas figuras, aún no
humanizadas, multitud de luga-
res y provincias, como si crease
el mundo en forma de una gran
maqueta. Finalmente, con la co-
laboración de dos servidores o
hijos, que creó antes que a los de-
más, empezó a animarlas y darles
vida. Todo esto lo hizo Viracocha
desde Tiahuanaco, una ciudad
contigua al lago Titicaca, que era
considerada por los antiguos in-
cas como el origen de su cultura.
Primer mundo sin luz. El
constructor Viracocha se tomó
su tiempo, ya que este mundo
primigenio quedó sumido en la
oscuridad hasta que se decidió a
crear el Sol y la Luna. Mientras
tanto, sólo estaba iluminado por
el resplandor del Titi, un puma
ardiente que vivió en la cima
del mundo y cuyo nombre en la
lengua aimara fue el que otorgó
su denominación al lago Titica-
ca, situado entre los territorios
de las actuales Bolivia y Perú.
La tarea de la creación llevó a
Viracocha y a sus dos servido-
res o hijos lejos de Tiahuanaco,
fundando el mundo conocido
para los pueblos andinos en lo
que posiblemente fue un viaje
que reflejó las más ancestrales
concepciones sobre sus oríge-
nes. Uno de los servidores tomó
el camino del Antisuyo, la zona
norte del imperio incaico, y el
otro el del Contisuyo, la región
occidental. El propio Viraco-
cha fue el que marchó hacia el
Cuzco, el lugar que más tarde
se convertiría en la capital inca.
En su camino tuvo que enfren-
tarse a algunas de sus propias
creaciones, por ejemplo cuando
un grupo de indios que no lo re-
conocieron pretendieron darle
muerte. Él lo evitó lanzándoles
el fuego de un inmenso volcán.
Viracocha prosiguió su viaje
hasta alcanzar la línea equinoc-
cial en el Ecuador. Quiso aban-
donar esta tierra y, antes de ha-
cerlo, avisó a sus gentes de que
con el tiempo llegaría quien se
identificaría como Viracocha y
que no debían creerle. Tras rea-
lizar este pronóstico, se reunió
con sus dos servidores o hijos
en la zona de la actual ciudad de
Portoviejo y los tres se metieron
caminando por las aguas y des-
aparecieron para siempre.
La profecía de Viracocha aca-
baría por tener una notable in-
fluencia histórica al ser tomada
literalmente por los incas cuan-
do vieron a los españoles, en
una nueva repetición de lo que
ya había sucedido en México
con Quetzalcóatl.
Antes de todo eso, sin em-
bargo, hay todavía una historia
importante para los incas, que
no es otra que la creación de su
propio pueblo. Porque Viraco-
cha era una deidad panandina
de una cultura anterior, por lo
que faltaba forjar la conexión
que lo insertase en la propia
tradición incaica.
Conexión necesaria. El engar-
ce entre ambos mitos sería Man-
co Cápac, personaje de tintes
legendarios a quien se atribuyó
haber sido el primer rey de los
incas. Se interpreta que él to-
mó el báculo sagrado que había
abandonado Viracocha al partir.
Luego emprendió un viaje de
aventuras que lo llevó junto a sus
tres hermanos y a sus respecti-
vas esposas hasta el Cuzco.
A Manco Cápac se le consideró
hijo del dios Sol y la diosa Luna,
quienes, condenados a vivir un
amor imposible, se habían en-
contrado en un momento úni-
co, previamente profetizado,
en el que la Tierra se oscureció
(se supone que a causa de un
eclipse). Tras unirse ambos, del
lago Titicaca surgieron un joven
apuesto, el propio Manco Cápac,
y una hermosa doncella, Mama
Ocllo, su esposa.
El dios Sol, su padre, le en-
tregó a Manco el báculo de Vi-
racocha, que les debía indicar el
DOSSIER
Viracocha fue el
dios creador que
talló en piedra
a los primeros
hombres y mujeres
El iniciador Viracocha en cerámica.
Esta pieza representa a la deidad
inca, venerada por toda una civilización.
GETTY
68 MUY HISTORIA
Los cronistas españoles de la con-
quista del Perú se entusiasmaron
al conocer la descripción física que
los incas daban de Viracocha: “Un
hombre blanco de crecido cuerpo”,
según Cieza de León; “Un hombre
alto de cuerpo y que tenía una ves-
tidura blanca que le daba hasta los
pies y que traía ceñida; y que traía
el cabello corto y una corona hecha
en la cabeza a manera de sacerdo-
te”, en palabras de Betanzos y Sar-
miento. La coincidencia física entre
los españoles y el fundamental dios
creador resultaba providencial para
justificar su presencia y sus ambicio-
nes de poder ante los indígenas.
Los cuzqueños quedaron muy im-
presionados no sólo por el hecho
de que los españoles fuesen blan-
cos sino, más aún, porque tuviesen
barba. Este era un atributo físico
rarísimo, del que únicamente se
conocía un caso destacado en la
civilización andina: el del Inca Vira-
cocha, rey que precisamente había
adoptado el nombre del dios.
Oportuna llegada. Además, no
había sido un soberano cualquie-
ra sino un importante gobernante
que, durante su reinado de 1400 a
1438, habría pronosticado una cri-
sis del Imperio antes de que suce-
diese, intuyendo su final, que daría
paso a una nueva fase política. Esas
pautas parecían volver a repetirse
con la llegada de los españoles,
que aparecieron en un momento de
zozobra y con el Imperio dividido
entre los candidatos contendien-
tes Huáscar y Atahualpa. De esta
forma, la llegada de los españoles
obedecía a una lógica impecable
en la que la Historia se repetía en
movimientos pendulares idénticos.
Encajaba con tanta perfección que
era tentador creer tal fantasía.
Divino español blanco y con barba
Grabado del lago Titicaca realizado
por el español Pedro Cieza de León,
autor de la obra Crónica de Perú.
DOSSIER 8: MITO INCA
camino a seguir en un peregri-
naje que los llevó a la búsqueda
de una tierra fértil donde esta-
blecerse. Allá donde el báculo
se enterrase, ese sería el lugar
señalado para su asentamiento.
Manco y su familia emprendie-
ron un viaje, muy al norte del
lago, que duró meses.
Claramente estamos ante la
explicación mítica de la propia
trayectoria de los incas. Según
el relato, cruzaron los países de
varias tribus –los urus, los collas
y los aimaras–, algunas de las
cuales no les recibieron de buen
grado. Por eso, en ocasiones tu-
vieron que seguir su éxodo a tra-
vés de cuevas. En todos esos te-
rritorios, Manco no dejó de pro-
bar si estaba cerca de su destino
y, para ello, dejaba caer el bácu-
lo, aunque el éxito no le acompa-
ñaba. No sería hasta alcanzar el
valle del Cuzco, un lugar donde
por entonces había una ciénaga,
cuando al fin el báculo se hundió
en el terreno hasta casi desapa-
recer. Habían hallado su tierra
prometida, tan fértil que podrían
labrar allí sus frutos. Al lugar le
dieron el nombre de Cuzco, que
en lengua inca significa “el om-
bligo del mundo”.
Esta narración mítica con-
densa, en clave legendaria, lo
que parece haber sido el exilio
forzado de los incas que habi-
taban la región del Tiahuanaco,
presionados por la expansio-
nista tribu de los aimaras –en
el actual Tucumán argentino–,
que fue ganando territorio a
costa de los pueblos colindan-
tes. En su periplo, los propios
incas acabarían por convertirse
ellos también en invasores, en
el caso del valle del Cuzco.
A pesar de los atributos mí-
ticos, es bastante posible que
Manco Cápac fuera un persona-
je histórico cuyas hazañas pos-
teriormente resultaron embe-
llecidas por sus sucesores. Di-
versos investigadores resaltan
algunos datos, como que la tra-
dición local de Cuzco siempre lo
consideró, de manera unánime,
el fundador de la ciudad y que,
por la misma razón, había una
costumbre establecida de vene-
rar aquellos lugares de la ciudad
donde había realizado acciones
destacadas, como la fundación
de templos, o donde se decía
que había dormido su bella es-
posa, Mama Ocllo.
Míticos soberanos. La mitifi-
cación de los reyes incas, con-
siderados hijos del Sol, fue una
característica singular de la mo-
narquía cuzqueña, llevada más
lejos que en casi cualquier otra
civilización de su entorno y sólo
comparable a lo que se daba en el
caso de los emperadores chinos.
Era tal esta divinización, que
quien portaba el título de inca
se convertía en un ser práctica-
mente inaccesible, apenas visi-
ble para su pueblo y que sacra-
lizaba todo aquello que entraba
en contacto con él. Se decía que
emanaba una energía tal del in-
ca, que debía ser siempre llevado
en volandas, ya que si entraba en
contacto con el suelo podía oca-
sionar catástrofes por esa fuer-
za innata que lo inundaba. Para
acercarse a él había que hacerlo
descalzo, con una carga en la es-
palda como signo de sumisión y
sin mirarlo de frente. Todos los
incas fueron transformados así
en mitos vivientes.
AGE
AGE
Puma Punku, legendarias
piedras megalíticas. Este montí-
culo de tierra dividido en terrazas
forma parte del complejo monu-
mental de Tiahuanaco (Bolivia).
MUY HISTORIA 69
L
os protagonistas de la
mitología china no son
los héroes pasionales ni
los dioses creadores que
dominan en las tradi-
ciones europeas y americanas.
El objetivo de los mitos chinos
no es desentrañar el origen del
mundo o de la vida, sino expli-
car los comienzos de la civiliza-
ción, con todos sus avances. Por
eso, sus principales personajes
legendarios son los emperado-
res que iniciaron el gran Estado
centralizado chino y lo dota-
ron de las técnicas productivas
que permitieron alimentar a la
sociedad y organizarla a gran
escala. En consecuencia, sus fi-
guras míticas no suelen ser gue-
rreros sino grandes sabios, en
una sociedad que tradicional-
mente ha admirado el conoci-
miento por encima de cualquier
otra cualidad humana.
Estos personajes fueron de-
nominados “los tres augustos y
los cinco emperadores”, ocho
reyes que pusieron las bases de
la arquitectura política y social
china. Todos se situaron como
precedentes inmediatos de la
dinastía Xia, la primera regis-
trada en las listas reales elabo-
radas desde la Antigüedad por
los historiadores. Los Xia reina-
ron a partir de 2100 a.C.
Figura destacada. De entre
estos personajes, el que siem-
pre ha concentrado una mayor
admiración y veneración ha si-
do el llamado Emperador Ama-
rillo, por el color de una de las
Cinco Fases en torno a las que
se organizó el mundo. El ama-
rillo era la tonalidad de la fase
terrestre, a la que se habría ads-
crito el reinado de este sobera-
no. Otras fases se correspon-
dieron con elementos como el
DOSSIER
agua, el metal y la madera. Este
relevante emperador también
fue conocido como Huangdi.
La opinión de que estamos
ante un personaje mitológico
es relativamente reciente y da-
ta de principios del siglo XX.
Hasta entonces siempre se le
había considerado un persona-
je histórico que reinó durante
cien años (2698-2598 a.C.). Se
le atribuía haber nacido en Shao
Qiu, un lugar que significa “co-
lina de la longevidad”, en las
afueras de la actual ciudad de
Qufu, en el suroeste de la pro-
vincia de Shandong. En Yanan,
su mausoleo, a unos doscientos
kilómetros al norte de Xi’an, ya
era visitado y fue objeto de ho-
menajes por sus sucesores des-
de épocas muy antiguas.
Liderazgo tribal. La crónica
tradicional relata que el Empe-
rador Amarillo era el líder de
una tribu, aliada o asociada de
alguna forma a la del emperador
Yan, otro de los cinco gobernan-
tes mitológicos. Ambas estaban
establecidas en el área del río
Amarillo, primer gran foco en
torno al cual se estructuró la vi-
da en el territorio chino.
Aunque lo que más se re-
cuerde del emperador sean sus
EL EMPERADOR AMARILLO,
jerarca sabio de la tribu
Fragmento de una edición con
anotaciones de la obra Canon
interno del Emperador Amarillo.
Rey en la fase terrestre. Huangdi,
conocido como el Emperador Amarillo,
se distinguió por su brillante intelecto.
AGE
ASC
70 MUY HISTORIA
DOSSIER 9: MITO CHINO
éxitos civilizadores, para asen-
tar su poder tuvo que combatir
primero. Su principal enemigo
fue Chiyou, líder de unas tri-
bus emparentadas con la actual
minoría étnica de los Miao. El
enfrentamiento entre ambos
marcó la lucha por la suprema-
cía de los chinos de la etnia Han,
la mayoritaria en la actualidad.
Dirigentes míticos. Chiyou
derrotó, en primer lugar, al em-
perador Yan, que tuvo que refu-
giarse en territorio del Empera-
dor Amarillo, al que pidió ayu-
da. Éste se dispuso con firmeza
a frenar a su poderoso enemigo,
que también era un personaje
de tintes mitológicos pues se
decía que su figura estaba cons-
tituida por una cabeza de bron-
ce con la frente metálica, cuatro
ojos y seis brazos.
La batalla entre ambos tuvo
lugar en Zhoulu, al noroeste de
China, y las cualidades del Em-
perador Amarillo como gran
sabio tuvieron mucho que ver
en el desenlace, ya que consi-
guió que el resultado se incli-
nase a favor de sus fuerzas al
introducir un arma innovadora
para enfrentarse a una dificul-
tad inesperada. El malvado Chi-
you había utilizado sus poderes
mágicos para lanzar sobre todo
el campo de batalla una espesa
niebla que impedía al ejército
orientarse. Para compensarlo, el
Emperador Amarillo introdujo
el llamado “carro que apunta al
sur”: se trataba de un tipo de ca-
rruaje que incorporaba sobre el
eje de sus ruedas un mecanismo
que automáticamente indicaba
siempre dónde se encontraba el
sur, y que en esencia no era más
que una brújula. Conectado al
eje por unas ruedas dentadas,
el aparato acababa en una esta-
tuilla con el brazo extendido, de
forma que el conductor identifi-
caba con facilidad dónde estaba
el sur y evitaba perderse.
Sabemos que el “carro que
apunta al sur” fue un efectivo
GPS para los antiguos chinos de
la época del Emperador Ama-
rillo. Lo utilizaban no sólo en
operaciones militares, sino pa-
ra orientarse en los viajes por el
desierto de Gobi. No es extraño,
por ello, que se le atribuyese al
propio Emperador la invención
de este artilugio. Lo mismo
ocurrió con muchas otras inno-
vaciones de esa época temprana
y que definen a la civilización
china, como su calendario y sus
observaciones astronómicas,
además de las matemáticas, el
cultivo de los cereales básicos
en la agricultura china y hasta el
cuju, un antiguo juego de pelota
que se considera el precedente
más antiguo del fútbol.
Sucreatividadnoconocíalími-
tes, y parece que era contagiosa,
pues a su esposa, la emperatriz
Leizu, se le atribuye la invención
del cultivo de la seda a partir de
una observación casual: mien-
tras tomaba el té en su jardín,
una pupa cayó en el recipiente y
el calor hizo que se desenrollase
y apareciera tal cantidad de seda
que cubrió todo el recinto.
Entre los sucesores del Empe-
rador Amarillo destacó la figura
del primer soberano de la dinas-
tía Xia, siempre controvertida en
su historicidad porque no exis-
ten registros escritos de su épo-
ca, sino sólo referencias en listas
posteriores. Este primer jerarca
Xia, recordado con el nombre de
Gran Yu, es celebrado por haber
sido quien empezó a utilizar ca-
Dentro de la glorificación que
acompaña la figura del Empera-
dor Amarillo, una anécdota curiosa
es que la primera gran recopilación
escrita de la medicina tradicional chi-
na lleve el título de El canon interno
del Emperador Amarillo y esté redac-
tada bajo la forma de una conversa-
ción entre el mítico personaje y seis
de sus ministros, en la que se van
formulando preguntas y respuestas
a cuestiones concretas, además de
explicar la teoría y práctica de la acu-
puntura, con ejemplos de tratamien-
to de enfermedades mediante esa
práctica. El texto está datado en un
milenio posterior a las fechas en que
habría nacido el soberano, por lo que
resulta un misterio el motivo por el
que se lo convierte en protagonista o
autor. Debieron creer que realmente
era una obra de su sabia majestad.
Parece que una de las posibles ra-
zones para atribuirle al Emperador
Amarillo este tratado médico habría
sido que los autores preferían ocultar
sus nombres. Se trataba de un libro
rupturista, porque rechazaba las ex-
plicaciones chamanísticas que acha-
caban las enfermedades a demonios
y pretendían curarlas con magia.
Texto canónico.El contenido se
aleja de conceptos religiosos y expli-
ca las dolencias como consecuencia
de la dieta, la edad, el medio ambien-
te o las emociones. En particular, los
factores ambientales como calor,
frío, etc., son explicados como parte
de los estados, fuerzas y fases del
mundo –leyes de la naturaleza–, que
influyen no sólo sobre la totalidad del
cosmos sino también sobre las par-
tes individuales de los hombres.
La autoría del libro de medicina china
nales de drenaje para controlar
las crecidas de los ríos y así apro-
vechar sus cauces minimizando
el riesgo de inundaciones.
La innovación del Gran Yu fue
una consecuencia de su propio
drama particular. Su padre,
Gun, fue condenado a morir
por los dioses ya que les robó
tierra para levantar diques, el
único sistema que se le ocurría
para detener las destructivas
inundaciones. Los dioses lo cas-
tigaron a yacer hasta la muerte
solo sobre una montaña y la tra-
dición china dice que el Gran Yu
nació directamente de su cuer-
po incorrupto, es decir, sin par-
ticipación femenina.
Ancestral intelectualidad. Yu
no sería únicamente un brillante
hidrólogo, sino también un ave-
zado organizador político que
dividió el territorio en nueve
regiones administrativas y creó,
para simbolizarlo, nueve vasijas
de bronce que encarnaban la le-
gitimidad de los emperadores y
que estos no debían permitir que
nunca se perdiesen.
A partir del Emperador Ama-
rillo y de Yu, todos los demás
gobernantes destacados de la
Historia china estarán adorna-
dos siempre con la misma cua-
lidad de brillantez intelectual.
El personaje que
concentró una
mayor admiración
fue el Emperador
Amarillo
El cuju, precedente
del fútbol. Este anti-
guo ejercicio de dis-
tracción con la pelota
se conserva como
una actividad tradicio-
nal en la China actual.
GETTY
MUY HISTORIA 71
H
ace más de 500 años,
el rey Arturo ya era
objeto de polémica:
“Diversos hombres
mantienen la opi-
nión de que no hubo tal Arturo,
y que todos esos libros que se
han hecho sobre él no eran sino
fingimiento y fábula, ya que al-
gunas crónicas no hacen ningu-
na mención de él ni lo recuerdan
para nada, ni a sus caballeros”.
Quien se hacía eco de la división
de opiniones era el impresor
Wiliam Caxton, en su prefacio
a la edición que publicó en 1485
de La muerte de Arturo, la obra
medieval de Sir Thomas Malory
que sería la más influyente y leí-
da de las recreaciones literarias
de la vida del rey de Camelot.
Escasa documentación. Ma-
lory se hacía eco, a lo largo de su
texto, de la falta de referencias
al personaje por parte de mu-
chos historiadores y cronistas
de entonces. Pero, a pesar de
constatarlo, prefería inclinarse
por las pruebas que demostra-
ban su existencia, entre ellas la
posibilidad de ver su tumba en
el monasterio de Glastonbury,
que había sido localizada por
los monjes aunque todo parece
indicar que no tenían ninguna
prueba de que en efecto lo fuera,
sino que la atribuyeron de forma
voluntarista para concordar con
la previa identificación hecha
por Godofredo de Monmouth,
quien había incluido a Arturo en
su famosa obra Historia de los
reyes de Bretaña.
El mito de Arturo ya había
prendido con indeleble fuer-
za en todo el mundo cristiano.
El propio Caxton explicaba el
porqué: era uno de los conside-
rados “nueve dignos y mejores
que ha habido nunca”. Es decir,
uno de los reyes o caudillos más
valientes y sabios de la Histo-
ria. Esta especie de ranking al
que ya se dedicaban nuestros
DOSSIER
ha encumbrado su nombre en la
memoria y el corazón de millo-
nes de seguidores de su historia.
Valiente guerrero. Comenzó
posiblemente con la atribu-
ción de la victoria en la batalla
del monte Badon, en la que los
romano-británicos detuvieron
una incursión invasora anglo-
sajona a finales del siglo V o
principios del VI. Pero tal victo-
ria era sólo el principio, ya que
lo importante fue que tras ella
Arturo inauguró una etapa de
gobierno recto y ejemplar, en
la que las decisiones se tomaban
por consenso de los pares, reu-
nidos para limar sus diferencias
alrededor de una mesa redonda
que se convirtió en un símbo-
lo del diálogo que, junto con el
acuerdo, constituyó una de las
dos formas superiores de go-
bernar un reino.
Ese periodo ideal marcaría un
fugaz momento de armonía en
un mundo que se derrumbaba,
el creado por el Imperio Roma-
no, ya cristianizado por enton-
ARTURO,
espejo de reyes
antepasados incluía a “tres pa-
ganos, tres judíos y tres cristia-
nos”. Los paganos eran héroes
griegos y romanos: Héctor de
Troya, Alejandro Magno y Julio
César. Los judíos eran persona-
jes bíblicos: Josué, el rey David
y Judas Macabeo. Y de los tres
cristianos, decía Caxton, el más
importante era Arturo, seguido
por Carlomagno y por el cruza-
do Godofredo de Bouillon.
La admiración por Arturo
no tiene un único motivo, sino
múltiples, y eso es tal vez lo que
Soberano legendario.
Arturo de Britania fue evoca-
do, desde el final de la Edad
Media, como un valeroso
caballero de gran sabiduría.
ALBUM
72 MUY HISTORIA
ces, que estaba desintegrándose
fruto de su propio agotamiento
y del empuje de los pueblos ger-
mánicos, como los sajones que
ya había detenido Arturo. De
esta forma, lo que logró el mo-
narca fue prorrogar un sueño en
un rincón de Europa, como era
entonces la isla de Britania.
A partir de estos méritos fun-
damentales, la posterior litera-
tura medieval –a partir del siglo
XII– convertiría a Arturo en el
centro de una pléyade de ima-
ginativos hechos que engran-
decerían su leyenda a través
de todo tipo de hazañas: épicas
unas, mágicas o piadosas otras,
e incluso un trágico triángulo
amoroso de imposible solución.
Poética artúrica. Sobre las es-
paldas de Arturo se edificó un
gran artefacto literario con los
temas más fascinantes de la li-
teratura occidental reunidos en
el pequeño mundo de una corte
medieval, inspirada en férreos
principios como la lucha contra
el mal y la búsqueda de la vir-
tud, que son los ejes centrales
de la ética de Arturo y por los
que se convirtió en espejo de
gobernantes. A su alrededor
surgen todas las flaquezas de la
condición humana, impidien-
do que tal ideal dure mucho.
El propio soberano es el pro-
ducto de la pasión desmedida
e ilegítima de su padre, el rey
Uther Pendragón, por la bella
noble Igraine, mujer del duque
de Cornualles, a la que única-
mente lograba poseer mediante
engaños propiciados por el ma-
go Merlín, quien a cambio de
sus servicios se convertirá en el
mentor del futuro monarca.
La fuerza del amor y cómo
éste se puede interponer en la
lealtad que un caballero debe
a su amigo el rey –drama su-
cedido al caballero Lancelot,
enamorado perdidamente de
la reina Ginebra, que le corres-
pondió– muestra otra faceta de
las eternas debilidades huma-
nas: la pesada carga de someter-
se al imperio de los sentimien-
tos, ya que quienes caen en sus
redes sufren por la fricción de
sus apetencias con la lealtad que
deben a otro (en este caso, a su
Finalmente, encontraron una
nueva misión en la persecución
del ideal cristiano, personificado
en la búsqueda del Santo Grial,
un mito absolutamente medie-
val que no aparece en la Biblia,
según el cual se narra que el cáliz
de la Última Cena fue entregado
por Cristo resucitado a José de
Arimatea, ordenándole que lo
llevase a la isla de Britania. Su lo-
calización justificará la grande-
za de la condición caballeresca,
invistiéndola de una misión tan
difícil como gloriosa.
Inspiración literaria. Este en-
grose literario del mito artúri-
co no lo llevó a cabo un único
autor, sino que fue el producto
de sucesivas aportaciones de
escritores ingleses como Tho-
mas Malory, autor de La muer-
te de Arturo, y autores france-
ses como Chrétien de Troyes,
que construyeron un mito no
sostenido únicamente sobre su
personaje principal, sino en-
grandecido por la compañía de
secundarios tanto o más atrac-
tivos, como los magos Merlín
y Morgana y otros personajes
sobrenaturales, como la Dama
del Lago, una conexión con el
mundo precristiano, el de los
mitos célticos.
esposo, rey y amigo). Una lealtad
que intentaron mantener sin ser
capaces de conseguirlo y que des-
embocó en una traición, provo-
cándole gran dolor al rey Arturo.
El drama familiar del soberano
no se limitó a su esposa, sino que
se prolongó con su hijo ilegíti-
mo no reconocido, el amargado
Mordred, un personaje que ya
fue mencionado en las primeras
apariciones del rey Arturo en los
anales del siglo VI. La imposible
comprensión entre ambos acabó
en el asesinato mutuo, al modo
de una tragedia griega.
Y desde un punto de vista más
colectivo, los escritores del ciclo
artúrico, con perspicacia psico-
lógica, no se limitaron a celebrar
el periodo de paz logrado por el
rey, sino que ahondaron en el he-
cho paradójico de que este apa-
rente edén trajo consigo el con-
tratiempo del hastío y de la apa-
tía de los aguerridos caballeros.
Eran hombres preparados para
la guerra y, sin contienda a la vis-
ta, se fueron acomodando en sus
asientos de la Mesa Redonda.
DOSSIER 10: MITO BRITÁNICO
Arturo inauguró una etapa de
gobierno recto y ejemplar, en el que
las decisiones se tomaban por consenso
Últimas noticias históricas sobre Arturo
Expertos en la lengua celta han in-
terpretado recientemente la pa-
labra Excalibur, nombre de la espada
del rey Arturo, como una contracción
de las palabras latinas ensis calibur-
nus, siendo caliburnus a su vez una
derivación del griego chalybeiosque
significa “acero”. Esto hace pensar a
algunos autores que la poderosa es-
pada sería de fabricación mediterrá-
nea, y su dueño también, previsible-
mente romano. Esta ha sido una de
las últimas aportaciones a la teoría
de que Arturo fue un líder militar del
Imperio, “el último de los romanos”,
identificado con Ambrosio Aurelia-
no, el general que, según la crónica
de San Gildas en el siglo VI, habría li-
derado la victoria frente a los sajones
en la batalla del monte Badon.
Valerio Manfredi, escritor y ar-
queólogo, adoptó esta tesis en su
novela La última legión: “Respon-
de a la verdad la tradición según la
cual los britano-romanos del siglo
V pidieron varias veces la ayuda del
emperador contra los invasores del
norte y del sur”. La investigación
artúrica se mueve en muchas
direcciones, algunas sorprenden-
tes. Uno de los empeños más cu-
riosos es el de localizar la Mesa Re-
donda. En 2011, arqueólogos de la
Universidad de Glasgow revelaron
que un montículo de forma circular
llamado King’s Knot (Nudo del rey),
en los jardines reales del castillo de
Stirling, en la ciudad escocesa del
mismo nombre, tiene una antigüe-
dad mayor de lo que hasta ahora se
pensaba (s. XIV), lo que ayudaría a
explicar por qué existen centena-
rias tradiciones locales que afirman
que allí estuvo la Mesa Redonda.
A la derecha,
panorámica del
castillo medieval
de Stirling
(Escocia).
Batalla del monte
Badon. La unión de ro-
manos, britanos y celtas
en la contienda contra
el enemigo anglosajón
frenó la invasión.
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MUY HISTORIA 73
PREGUNTAS & RESPUESTAS POR MARÍA FERNÁNDEZ REI
Los propios dioses
cumplían la función de
mensajería, que realizaban
portando el caduceo de oro,
símbolo del cargo de heral-
do entre las deidades
griegas. Se trataba de
una varita mágica con
serpientes enrolladas y alas
en la parte superior que portaban al-
gunos dioses dentro del Olimpo. En la
mitología griega, Apolo le había rega-
lado a Hermes el caduceo de oro.
En la morada olímpica, Hermes era la
persona de confianza del mítico Zeus.
Eso suponía que el mensajero del
Olimpo ejercía de sirviente, además de
ser el responsable de su correo, por
lo que llevaba sombrero y estaba
autorizado a usar sandalias
aladas. Por supuesto, nunca
abandonaba el caduceo de oro, símbolo
que casi siempre acompaña a las represen-
taciones de Hermes desde la Antigüedad.
El papel de heraldo de los dioses olímpicos
apareció recogido en relatos homéricos,
señalando a Hermes como el cartero prin-
cipal. Pero el dios mensajero no ejercía él
solo esta tarea, sino que le ayudaba la dio-
sa Iris. Ella era la personificación del arcoí-
ris y ocupaba también el cargo de cartera
entre las mansiones de cristal celestes.
Aunque próximo al Olimpo, pero fuera ya
de él, Tritón fue la deidad que se ocupaba
del correo marítimo y no porta el caduceo
sino una concha de mar retorcida.
Hoy el mítico bastón se emplea común-
mente como símbolo del comercio. A ve-
ces se confunde el caduceo con la vara o
báculo de Esculapio (para los romanos)
o Asclepio (para los griegos). En la ac-
tualidad, la vara de Asclepio se usa como
símbolo de la medicina. La copa de Higía
(diosa griega de la sanidad), uno de los
símbolos más conocidos de la profesión
farmacéutica, también guarda cierta simili-
tud con la mítica varita.
¿Quiénes eran los
carteros del Olimpo?
Los Hashashin, también conocidos co-
mo “nazaríes”, constituían una secta
con una carga mitológica creada desde su
propio nacimiento. El nombre se dice que
proviene de la palabra “hachís”, ya que al-
gunas fuentes afirman que lograban con-
trolar a sus adeptos tras haberlos conver-
tido en adictos a esta sustancia. También
se cree que cometían los asesinatos bajo
los efectos del hachís.
Por su carácter sanguinario, narra el mito
–que no la Historia– que nuestra palabra
“asesino” proviene de hashashin. Y el relato
legendario apunta que se ganaron con sus
actuaciones ese calificativo de “asesinos”.
Se cuenta que secuestraban al futuro acó-
lito y lo llevaban a la fortaleza de Alamut,
su sede central al sudeste del Caspio. Allí
vivían a cuerpo de rey durante una tempo-
rada: mujeres, hachís, sirvientes, etc. Des-
pués se le encargaba la misión correspon-
diente, prometiéndole que, ya sea por su
muerte como mártir o por su éxito, volvería
a ese paraíso. No hace falta decir que la ar-
timaña surtía efecto.
Esta leyenda fue protagonizada por Hasan
i-Sabbah, llamado el Viejo de la Montaña. Él
fue el fundador de la secta y se convirtió en
un auténtico personaje legendario.
Aunque ya los mencionara el mercader ve-
neciano Marco Polo en su libro de viajes, no
podemos dejar de mirarlos des-
de un prisma mitológico.
Su nombre es originalmen-
te Hotei, y fue un monje
budista que vivió hace más
de mil años, durante la dinas-
tía Liang de China. Según la
tradición budista se trataba
de un hombre cariñoso, de
buen carácter y naturaleza de
gran benevolencia.
Llegados de la India o de fac-
turación occidental, las esta-
tuas y los amuletos que repre-
sentan la figura de Hotei han
llegado a ser bien conocidos
en todo el globo y hasta se
puede afirmar que casi se ha
convertido en la única versión
de un monje budista que co-
nocemos. Esto ha provoca-
do la confusión al identificar
erróneamente a Hotei con el
verdadero Buda, fundador de
la religión budista. La difusión
de la figura de Hotei con una
prominente barriga y amplia
sonrisa acabó por caricaturi-
zarlo como el “Buda gordo”.
En la tradición oriental existe
la creencia de que si se frota
el vientre a una figura de Ho-
tei se obtienen riquezas, bue-
na suerte y prosperidad.
¿Cómo se llama el buda más
sonriente?
¿A qué mito dio nombre el hachís?
Escultura que representa al dios
griego Hermes portando un
caduceo de oro, símbolo de la
función de heraldo olímpico.
El hachís era la
sustancia que los
seguidores del
Viejo de la Mon-
taña utilizaban
para conseguir
adeptos.
La figura del monje Hotei, venerado en la fe budista, hindú
y sintoísta, es una deidad que favorece la felicidad.
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AGE
CORBIS
ASC
En la ciudad gallega de A Coruña, la Torre
de Hércules continúa alumbrando mitos.
Fue la primera mujer habitante de la ciudad
de A Coruña y de la que se enamoró perdi-
damente Hércules, considerado el fundador de
la urbe. Alfonso X el Sabio fue el que alimentó
la leyenda en su obra Estoria de Espanna. Allí
cuenta como el héroe griego llegó a la Penín-
sula en busca del gigante que reinaba sobre las
tierras comprendidas entre el Duero y el Tajo.
Lo encontró, se enfrentó a él y, cuando venció
al enemigo, le cortó la cabeza y la enterró junto
al mar, lugar en que construyó la Torre de Hér-
cules. Como homenaje a su amada, el mítico
griego otorgó a esa tierra el nombre de Crunia.
Sin embargo, el origen de la ciudad herculina
se debate entre dos relatos, uno protagonizado
por el héroe celta Breogán y el ahora expuesto,
representado por la figura de Hércules.
¿Quién era Crunia?
74 MUY HISTORIA
¿Dónde se sospecha que está
enterrado el rey Arturo de Britania?
¿Cuál es el origen
de la expresión “estar
como una sílfide”?
La controversia alrededor de dón-
de yace el rey Arturo no ha cesa-
do en siglos (sin olvidarnos de la que
rodea a su propia existencia). Hoy, la
leyenda lo ubica en una finca situada
al sur de Gales, en la villa de Caer-
leon. Se dice que en ese pueblo ga-
lés se guardan los restos del mítico
personaje y de sus caballeros. Este
nuevo supuesto lugar de descanso
eterno del monarca se hizo público
a partir de varios libros de investiga-
ción histórica. En ellos se determina-
ba que el mítico Arturo adoraba reti-
rarse a la villa galesa de Caerleon.
Al parecer, muchos de esos nuevos
estudios artúricos se basan en los
escritos de Geoffrey de Monmouth.
El clérigo dejó escrito en torno al
año 1133 que al monarca británico
y a sus caballeros les gustaba tanto
esta región que llegaron a trasladar a
sus verdes prados la Corte en varias
ocasiones. Además, el escritor galés
recoge en sus textos descripciones
exactas de Caerleon, una región a la
que se supone que estaba muy liga-
do, como se refleja en su obra Histo-
ria Regum Britanniae (Historia de los
reyes de Gran Bretaña).
Por otro lado, parece bastante opor-
tunista situarlo en una finca que
se encuentra en venta, y que repo-
se dentro de ella el legendario rey
aumenta evidentemente su valor.
Aunque siempre quedarán fuentes
tradicionales que sigan confiando
en Glastonbury (Somerset, Reino
Unido) como el epicentro del miste-
rio artúrico, el enclave que siguen vi-
sitando aquellos que anhelan rendir
homenaje a Arturo y a sus caballeros.
Cuando hoy escuchamos: “Estás co-
mo una sílfide”, entendemos que a
una mujer se le está diciendo que está
muy delgada. Pero para comprender de
dónde procede esta expresión acudire-
mos a la mitología, pues las sílfides eran
nereidas, seres femeninos que habitan
los aires nórdicos, controlando los vien-
tos. Los relatos nórdicos cuentan que
fueron ellas las encargadas por excelen-
cia de formar las nubes y las lluvias.
En definitiva, seres míticos de muy poco
peso. Se supone que la enjuta y alargada
figura de las sílfides les ayudaba en su
ágil vuelo y en su preciada capacidad in-
nata de levitar. Se suelen representar con
formas muy finas, cuerpos flacos que
tienden a ser semietéreos.
¿Qué era la isla de la Tortuga? Las mitologías de los pueblos iroqueses
y algonquinos del noroeste de Estados
Unidos comparten muchos relatos legenda-
rios. Sobre todos ellos destaca el mito de la
Creación de su universo, el que le dio a Nor-
teamérica el nombre por el que muchos nati-
vos americanos la conocen, la isla de la Tor-
tuga. Incluso se documentan testimonios en
referencia a esta creencia, como el de un na-
tivo de las naciones wyandot de Kansas: “Vi-
vimos sobre el caparazón de la Tortuga, que
cuando se mueve provoca un terremoto”.
El caparazón de la tortuga, asociado al
mito de la Creación, tiene un papel muy
destacado en los rituales de los pueblos
nativos americanos. Los iroqueses crearon
sonajeros con toda la coraza, en los que el
mango representaba la cabeza y el cuello
de la tortuga. Los curanderos los emplea-
ban para eliminar enfermedades. Y en los
pueblos de las Grandes Llanuras los usa-
ban para hacer los tambores que tocaban
en sus ceremoniosos ritos.
A la tortuga, símbolo mitológico de la creación de los pueblos na-
tivos americanos, se le otorgó el poder de sanar enfermedades.
Restos del anfiteatro romano situado en la villa galesa de Caerleon, una
tierra de enigmas, aún por descubrir, de la mítica materia de la Bretaña.
Los indígenas polinesios con los
que se topó el explorador inglés
James Cook, conocido como el ca-
pitán Cook, lo confundieron con Lo-
no, divinidad hawaiana de la lluvia, la
fertilidad, la música y la paz.
Cuenta la leyenda que a esta deidad
la persigue la desdicha por haberse
casado con una mujer mortal. Todo
habría comenzado cuando Lono se
deslizó desde el cielo a través de
un arcoíris y descendió a la Tierra.
A su llegada se casó con una mujer
mortal. Pero la fortuna no lo acom-
pañó por mucho tiempo, pues cayó
en desgracia al creer, erróneamente,
que su amada le estaba siendo infiel.
Decidió matarla y afligido huyó de la
isla, prometiendo que regresaría al-
gún día a habitar con su pueblo.
Este mito se celebra cada año en
Hawái, en conmemoración de su di-
vinidad Lono, y casualmente coinci-
dió ese día con la primera visita del
capitán Cook a la isla. Al poner los
pies en tierras de Hawái, el cartó-
grafo británico fue tratado como el
dios Lono, que había regresado. Tras
desvelarse el malentendido, el inglés
abandonó la isla. Tiempo después,
en una segunda visita a Hawái, que
coincidió con la festividad del dios
de la guerra Ku, el capitán Cook co-
rrió peor suerte. Fue recibido de for-
ma hostil y lo apuñalaron hasta cau-
sarle la muerte.
¿Con qué Dios confundieron al capitán Cook en Hawái? En sus viajes, el
capitán Cook de-
mostró una gran
habilidad para la
topografía y la
cartografía.
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ASC
DAMAS LEGENDARIAS
Judith
Según el libro bíblico que lleva su nombre, Judith
fue una viuda hebrea que, durante la guerra entre
Israel y Babilonia, consiguió liberar a su pueblo.
Hermosa y culta, el general babilónico Holofer-
nes se enamoró de ella durante el asedio a la ciu-
dad de Bethulia y al enterarse, dispuesta a salvar
a su patria, le hizo creer que accedía a su interés.
Una vez en su tienda de campaña, Judith lo em-
borrachó y, al caer rendido por la bebida, lo deca-
pitó. La muerte del general causó la desbandada
del ejército babilónico y dio la victoria a Israel. El
libro de Judith se escribió en tiempos de los Ma-
cabeos (mediados del siglo II a.C.) con el fin de
insuflar valor a los hebreos frente a los avances
del Imperio Romano. La figura de Judith ha sido
repetidamente utilizada en determinadas épocas
de la Historia como símbolo de la rebelión de los
oprimidos frente a la tiranía de los poderosos.
Tomoe Gozen
La guerrera samurái Tomoe Gozen (1157?–
1184?) vivió en el siglo XII y tiene un importante
lugar en la Historia de Japón. Ella fue una de las
pocas mujeres que formaron parte de la élite mi-
litar del país nipón. El cantar de Heike, un poema
épico clásico de la literatura japonesa, la descri-
be como “especialmente hermosa, de piel blan-
ca, pelo largo y bellas facciones. También era una
excelente arquera, y como espadachina era una
guerrera que valía por mil, siempre dispuesta a
enfrentarse a un demonio o a un dios”. Parece ser
que había nacido en una familia samurái en la que
aprendió el arte de manejar la naginata, un arma
de asta similar a la alabarda occidental formada
por una hoja curva en el extremo de un mango,
por si fuera preciso proteger su hogar. Luchó en
las Guerras Gempei (1180-1185), un enfrenta-
miento entre clanes durante el cual falleció su es-
poso. Una vez viuda, abandonó las armas y se re-
tiró a un monasterio. Si bien no existe constancia
documental de la existencia real de Tomoe Gozen,
lo cierto es que los hechos narrados en El cantar
de Heike se tienen por verídicos, si bien es muy
probable que algunos datos concernientes a las
hazañas de Tomoe Gozen se hallen magnificados.
Brunilda
El personaje de Brynhildr o Brunilda aparece re-
petidamente en la mitología nórdica, pero su en-
carnación más conocida es la de la valquiria ena-
morada de Sigfrido en la epopeya El Cantar de los
Nibelungos. Es muy probable que el mito de Brunil-
da se inspirara en la princesa visigótica y reina me-
rovingia Brunegilda de Austrasia (543-613), hija
de Atanagildo, el rey godo de Hispania, y esposa
de Sigiberto I de Austrasia. Brunegilda fue figura
clave en las disputas entre los reyes merovingios y
los francos. Como en su caso, la leyenda hace que
Brunilda medie entre dos reyes y, al apoyar al que el
dios Odín detesta, recibe el castigo de permanecer
cautiva y sumida en un profundo sueño hasta ser
rescatada. No fue salvada hasta que Sigfrido llegó
a su prisión, la despertó y le prometió matrimonio.
No obstante, vencido por un filtro de amor, Sigfrido
contrajo matrimonio con Gudrun y, mediante tretas,
casó a Brunilda con su cuñado Gunther. Cuando
ella se supo víctima del engaño, no dudó en traicio-
nar a su antiguo enamorado, que cayó a manos del
cruel Gutorm. Tras su muerte, Brunilda se suicidó
para ser sepultada junto a su amado.
HÉROES MÍTICOS
La Historia ha sido una gran generadora de personajes fa-
bulosos. La tradición oral y la literatura convirtieron a hom-
bres y mujeres más o menos reales en héroes y heroínas.
Por María Pilar Queralt del Hierro, historiadora y escritora
Entre la crónica
y el cuento
Judith engañó al general asirio Holofernes y lo
decapitó en sus aposentos (a la izquierda) para
salvar a Israel de los enemigos babilónicos.
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AHU
Ilustración de
Brunilda con la
indumentaria
propia de una
valquiria.
Aquiles
Uno de los principales protagonistas de la Ilíada
es Aquiles, hijo del mortal Peleo, rey de los mir-
midones, y de la diosa Tetis. Creció junto a su
amigo Patroclo bajo los cuidados del centauro
Quirón, quien los alimentó con entrañas de león
y médula de oso para aumentar su valentía y
les enseñó a disparar con arco, el arte de la elo-
cuencia y técnicas de sanación. En el poema
homérico aparece como un valiente guerrero
que, al mando de los mirmidones, colabora con
el ejército griego en la guerra de Troya. Tras la
muerte de su amigo Patroclo a manos de Héc-
tor, se enfrentó a éste y lo mató. Su ira, el afán
de venganza y el amor por su compañero hacen
de Aquiles el único mortal del poema con emo-
ciones similares a las de los dioses, aunque a lo
largo del relato el héroe va olvidando progresiva-
mente su condición de semidiós para humanizar-
se. En la Aquileida, un poema posterior a la Ilíada
escrito por Estacio en el siglo I, se dice que Tetis
quiso hacerlo inmortal y para ello lo sumergió en
la laguna Estigia sujetándolo por el talón, que
se convirtió así en la parte más vulnerable de su
cuerpo. Años más tarde, una flecha envenenada
lo hirió en este mismo punto del talón y le causó
la muerte inmediata.
Rómulo y Remo
Según la tradición, Ascanio, hijo de Eneas, fundó
la ciudad de Alba Longa, de la que fue su primer
rey. Cuatro siglos después, su descendiente Nu-
mitor fue destronado por su hermano Amulio, que
acabó con todos los hijos varones de Numitor y
convirtió en vestal a su única hija, Rea Silvia. Pero
Marte, dios de la guerra, la sedujo y de la unión
nacieron los gemelos Rómulo y Remo. Amulio or-
denó el asesinato de los niños pero, incapaz de
cometer el crimen, su presunto verdugo los aban-
donó en una cesta en el Tíber. Arrastrados por la
corriente, llegaron a un recodo del río entre las
colinas Palatino y Capitolio, donde fueron alimen-
tados por una loba llamada Luperca. Criados en
secreto por un pastor, una vez adultos y conoce-
dores de sus orígenes, ejecutaron a Amulio y re-
pusieron en el trono a su abuelo. Partieron enton-
ces de Alba Longa a fin de fundar una nueva ciu-
dad. Fue entonces cuando surgieron las primeras
disensiones entre los hermanos: Rómulo quería
construir Roma en el monte Palatino y Remo, Re-
moria en el Aventino. Para dirimir la cuestión se
decidió que triunfaría la opción de aquel que ob-
servara más buitres. Remo vio seis, pero Rómulo
dobló el número, por lo que fue el encargado de
trazar los límites de la nueva urbe. Durante la ce-
remonia de fundación, Rómulo ordenó que na-
die los traspasara, pero Remo le desafió y cayó
herido. Poco después murió y fue sepultado por
orden de su hermano en el lugar exacto donde
hubiera querido fundar Remoria.
Eneas
Punto de unión entre las leyendas griegas y las
romanas, Eneas aparece en la Ilíada como cau-
dillo del ejército troyano, mientras que la
Eneida, escrita por Virgilio, el poeta
favorito de Augusto, lo convirtió en
fundador de Roma. Hijo del prínci-
pe Anquises y de la diosa Afrodita,
Eneas huyó de Troya tras la caída
de la ciudad en manos griegas.
Lo hizo guiado por Afrodita y en
compañía de su esposa Creúsa y de su hijo Asca-
nio. Creúsa murió durante el viaje, pero antes pro-
fetizó que su esposo sería el padre de una gran
nación. Tras un conflictivo viaje, Eneas consiguió
llegar al Lacio, donde contrajo matrimonio con la
princesa Lavinia, hija del rey Latino, a la que los
augures habían prohibido contraer matrimonio
hasta que llegara un hombre extranjero que la ha-
ría madre de una noble estirpe. De la unión nació
un varón que llamó Silvio y a quien la Eneida con-
vierte en progenitor del pueblo romano.
Ulises
Arquetipo del navegante heroico, Odiseo, rey de
Ítaca, es también conocido como Ulises, el nombre
que recibió en las fuentes romanas. Participó en la
guerra de Troya y, tras vencer como aliado de las
fuerzas griegas, emprendió el regreso a su reino.
Protagonista de la Odisea, junto con la Ilíada las dos
grandes epopeyas homéricas, en el texto el regreso
a Ítaca se describe como un largo periplo en el que
su protagonista vivió innumerables aventuras: cegó
a Polifemo, conversó con el adivino Tiresias, llegó a
la isla donde reinaba la seductora ninfa Calipso, es-
quivó a las peligrosas sirenas que hacían naufragar
a los navegantes y, finalmente, llegado al país de los
Feacios consiguió, gracias a la princesa Nausícaa,
una nave para regresar a su hogar y reunirse con su
esposa Penélope y su hijo Telémaco.
A la izquierda, fragmento de una pintura mural en la que aparece Ulises, protagonista de La Odisea,
en posición de combate. A la derecha, una recia estatua del heróico Aquiles de La Ilíada situada en
el parque londinense de Hyde Park. Ambos héroes clásicos forman parte de la literatura homérica.
Pieza escultórica de la loba
Luperca amamantando a los
pequeños Rómulo y Remo.
HERENCIA DE LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA
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MUY HISTORIA 77
LOS PROTAGONISTAS DE GESTAS
DEFENDIENDO EL REINO
William Wallace “Braveheart”
Las hazañas del escocés William Wallace Brave-
heart (1270-1305) se popularizaron a través del
cine gracias a la película homónima que dirigió e
interpretó Mel Gibson en 1995. No se conserva
documentación del personaje, por lo que la mayor
parte de los datos proviene de la obra The Actes
and Deidis of the Illustre and Vallyeant Campioun
Schir William Wallace escrita por
Blind Harry dos siglos des-
pués del nacimiento de
Wallace. Perteneciente
a una familia de no-
bles terratenientes,
Braveheart, con
una formación
militar autodi-
dacta, defendió
en 1296 la inde-
pendencia de
Escocia frente
a Inglaterra al
mando de un
ejército que de-
rrotó a los ingle-
ses en la batalla
de Stirling. Sin em-
bargo, el 1 de abril de
1298 fue derrotado en
la batalla de Falkirk por
los arqueros de Gales.
Wallace fue ejecutado en
1305 y su cuerpo des-
membrado se colocó en
diferentes lugares para
escarmiento de los
enemigos de Inglaterra.
Don Pelayo
Don Pelayo (¿-737), un noble visigodo refugia-
do en Asturias, ha sido considerado el primer
gran héroe de la conquista cristiana de la penín-
sula Ibérica. Luchó junto con don Rodrigo en la
batalla de Guadalete (711) y, a la caída de la ca-
pital visigoda en poder de los árabes (714), hu-
yó a Asturias y se refugió en las montañas, desde
donde encabezó el levantamiento contra los mu-
sulmanes (718) que culminó en 722 con la bata-
lla de Covadonga. La tradición asegura que Pela-
yo, con sólo trescientos hombres a sus órdenes,
venció al ejército enemigo compuesto por cien-
to ochenta mil combatientes, una cifra que se ha
demostrado falsa. La victoria de Covadonga se
debió fundamentalmente a la estrategia emplea-
da por las tropas cristianas al atraer al enemigo
al angosto valle de Cangas, donde era imposible
cualquier tipo de maniobra. Considerado el
fundador del reino de Asturias, instaló su corte
en Cangas de Onís, donde falleció en 737.
El Cid Campeador
Rodrigo Díaz de Vivar (1048-1099), más cono-
cido como el Cid Campeador, fue un caballero
castellano que inspiró el más importante cantar
de gesta de la literatura española, el Cantar del
Mio Cid. Al frente de sus mesnadas mercenarias,
sirvió a las órdenes tanto de reyes cristianos co-
mo de caudillos musulmanes y logró conquistar
parte del Levante español para Castilla, estable-
ciendo un señorío independiente en Valencia que
pasó luego a manos de su esposa Jimena Díaz. La
leyenda asegura que hizo jurar a Alfonso VI que
no había participado en la muerte de su hermano
Sancho II de Castilla, asesinado a manos de Belli-
do Dolfos en Zamora. Sin embargo, este episodio,
conocido como la Jura de Santa Gadea, carece de
base histórica o documental. Por el contrario, en la
época en la que se ubica tal acción, las relaciones
entre el Cid y Alfonso VI eran excelentes. También
pertenece al ámbito de la leyenda la tradición de
que, una vez fallecido, se embalsamó su cadáver y
se subió a lomos de su caballo, Babieca (era tal su
prestigio que bastó su sola presencia para que
las tropas musulmanas huyeran en desbandada).
Fierabrás
La figura del batallador mítico Fierabrás aparece
documentada por primera vez en la Chanson de Fie-
rabrás, poema épico francés, un conocido cantar
de gesta anónimo de finales del siglo XII. Al prota-
gonista se le supone un ser gigante de procedencia
sarracena y de una inmensa fuerza física, que unía a
su gran corazón la virtud de la destreza en el manejo
de las armas, lo que lo convertía en un militar inven-
cible. Hijo del emir Balán, gobernador de Al Ánda-
lus, se enfrentó al legendario comandante del ejér-
cito carolingio Roland hasta que, tras ser derrotado,
se convirtió al cristianismo y acabó combatiendo en
las filas del ejército del rey Carlomagno.
Beowoulf
Anterior en el tiempo al Cantar del Mio Cid o a la
Chanson de Roland, el poema épico anglosajón
anónimo Beowulf, incluido en el Nowell Codex, se
conserva en la British Library de la capital británica.
Este histórico documento está datado en una fecha
indeterminada que oscila entre los siglos VIII y X.
Según el extenso poema de 3.182 versos, el perso-
naje legendario Beowulf era un joven guerrero, un
héroe godo que acudió en ayuda de los daneses
cuando estos sufrían terribles ataques de un ogro
gigantesco al que no lograban reducir. Beowulf, pro-
clamado rey de los gautas (Suecia meridional), lu-
chó hasta la muerte con un fiero dragón que aterro-
rizaba a la comarca. Algunos autores identifican el
mito de Beowulf con la historia bíblica de Judith,
pero su base real estriba en la colaboración entre
tropas británicas y danesas entre los siglos V y VII.
El protagonista del poema épico francés Fierabrás es
descrito como un aguerrido soldado que lucha en el
conflicto religioso entre cristianos y musulmanes.
Aunque se carece
de base documen-
tal, el intrépido esco-
cés William Wallace
tiene trazos legen-
darios en la historio-
grafía británica.
Estatua del conquistador don Pelayo, situada en
Cangas de Onís, villa asturiana donde el primer
monarca del reino de Asturias asentó su Corte.
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ALBUM
AGE
Gilles de Rais “Barba Azul”
Gilles de Montmorency-Laval, barón de Rais, más
conocido como Gilles de Rais (1405-1440), con-
siguió la gloria militar luchando junto a Juana de
Arco en la guerra de los Cien Años. No obstante,
su figura ha pasado a la Historia como la de un
psicópata con centenares de víctimas a sus espal-
das. Parece ser que, tras la
guerra de los Cien Años,
el noble bretón se re-
tiró a sus posesiones
de la región francesa de Vendée, donde cometió
horrendos crímenes. Allí, Gilles de Rais se inició
en el ocultismo y llegó a sacrificar a centenares
de niños, lo que se confirma con el dato de que,
entre 1432 y 1440, se llegaron a contabilizar en
Bretaña más de mil desapariciones de menores
de diez años. Descubiertas sus fechorías, fue
ajusticiado en la horca el 26 de octubre de 1440.
Vlad “el Empalador”
Vlad lll (1431- 1476), también conocido como
Vlad el Empalador o Vlad Drăculea (Vlad, hijo
del dragón), príncipe de Valaquia (Rumanía)
entre 1456 y 1462, sirvió de inspiración al es-
critor Bram Stoker para componer el personaje
de Drácula. Había nacido en Sighișoara (Tran-
silvania) y murió en el transcurso de una bata-
lla en las inmediaciones de Bucarest. Violento,
imprevisible y batallador, su crueldad queda de
manifiesto en el hecho de que durante los siete
años que duró su gobierno unas ochenta mil per-
sonas murieron empaladas. La leyenda de Vlad III
también cuenta que bebía sangre de sus víctimas
mientras éstas agonizaban, lo que le sirvió al
escritor irlandés Bram Stoker como base para
componer el célebre personaje de Drácula.
Robin Hood
La figura heroica de Robin Hood siempre se ha
asociado al folclore tradicional inglés de la Edad
Media. La leyenda lo quiere enfrentado al corrup-
to poder local y, entre tanto, vive escondido en el
bosque de Sherwood, robando a los poderosos
para favorecer a los humildes. Según la tesis de
Joseph Hunter (1883-1861), Robin Hood fue en
realidad un herrero que, en 1322, se alzó en ar-
mas contra Eduardo II de Inglaterra. Dado que la
insurrección fue aplastada, se supone que Hood
se refugió en las inmediaciones de No ingham,
viviendo del asalto a los viajeros e impartiendo
entre los más humildes su particular justicia.
Casanova
El mito literario de don Juan nace con Tirso de Mo-
lina y su Burlador de Sevilla. En siglos posteriores
lo retomaron entre otros Molière, Lord Byron, Es-
pronceda y Zorrilla, e inspiró la ópera de Mozart
Don Giovanni, pero si hubo un personaje que bien
podría identificarse con don Juan fue el veneciano
Giacomo Girolamo Casanova (1725-1798). Es-
critor y diplomático, Casanova aseguró en sus me-
morias haber conquistado a más de mil mujeres a
lo largo de su vida. En la autobiografía Histoire de
ma vie describe con detalle los múltiples encuen-
tros galantes vividos, que acabaron por hacer de su
apellido sinónimo del seductor impenitente.
Lancelot du Lac
El ciclo artúrico forma parte de la llamada Materia
de Bretaña, una historia legendaria de ámbito sajón
que recoge leyendas celtas y bretonas, escrita en el
siglo XII. Su contenido está plagado de héroes y per-
sonajes míticos entre los que tiene una significación
especial Lancelot du Lac, uno de los Caballeros de la
Mesa Redonda. Hijo del rey Ban de Benwick, Lanza-
rote (en español) fue raptado por la Dama del Lago,
que lo adiestró en el manejo de las armas y lo condu-
jo a la corte del rey Arturo, donde fue armado caba-
llero. El monarca le encomendó la misión de escoltar
hasta Camelot a su prometida, la reina Ginebra. Du-
rante el viaje, Lancelot se rindió a los encantos de Gi-
nebra pero, obligado en conciencia a guardar lealtad
a su rey una vez se celebraron las nupcias reales, par-
tió en busca del Grial. Cuando Arturo supo de la rela-
ción entre su caballero y su esposa, condenó a Gine-
bra a morir en la hoguera. Lancelot consiguió salvarla
y para ello no le importó tener que enfrentarse a
algunos de sus antiguos camaradas. Tras la muer-
te del rey Arturo, Ginebra se recluyó en un convento
mientras que Lancelot llevó una vida eremítica.
Roland
ElcondedelaMarcadeBretaña,Roland,erasobrino
deCarlomagnoymurióenlabatalladeRoncesva-
llesen778.Peseasusméritosmilitares,sufiguraha
pasadoalacervopopulargraciasalcantardegesta
francésChansondeRoland(sigloXI).Enesteperso-
najelegendarioseidealizaloquesólofueunaescara-
muzaentrevasconesycarolingios,transformándola
enunabatalladelastropascomandadasporRoland
contralosárabes,loqueleconcedetintesdeCruza-
da.Así,almenos,locorroboralaVitaCaroliMagnide
Eginhard,unacrónicaenlatíndelreinadodeCarlo-
magno.Laleyenda,pues,sehaimpuestoalaHisto-
riaydejadohuellaenlatoponimiadelazona:así,
frenteaHendayaseencuentranlas“Rocasde
Roldán”,unosfarallonesquesesuponen
rocasarrojadasporelhéroe,ola“Brecha
deRoldán”,undesfiladerorocosoenel
ParqueNacionaldeOrdesa(Aragón),
abiertoporRolandparadarpasoasu
ejércitohaciatierrasfrancesas.
El caballero Roland esculpido en una pieza
situada en la plaza del Mercado de la ciudad
alemana de Bremen (a la derecha).
ENTRE LA HISTORIA Y LA LITERATURA
Retrato de perfil de Giacomo Girolamo Casanova,
escritor veneciano, notable bohemio y famoso
por sus aventuras amorosas durante el siglo XVIII.
El escritor
francés Char-
les Perrault
recogió de
fuentes popu-
lares el relato
del barón De
Rais, que ins-
piró su cuento
Barba Azul.
ALBUM
PRISMA
AGE
MUY HISTORIA 79
¿HEROÍNAS O SUPERVIVIENTES?
Hua Mulan
La figura de la legendaria princesa china Hua Mu-
lan se popularizó gracias a la película Mulan, pro-
ducida por la factoría Disney en 1998. Su prota-
gonista revivía la peripecia de la mujer que, disfra-
zada de guerrero, consiguió comandar un ejército
exclusivamente masculino, y que fue relatada en
la Balada de Mulan, escrita en el siglo VI, de la que
sólo se conserva una versión posterior recogida
por Kuo Mao-ch’ien en el siglo XII. El relato sitúa a
Mulan en el periodo Wei (386-534) y, tras relatar
la gesta épica, concluye con el regreso de la jo-
ven a su aldea, donde la localiza el emperador y la
convierte en su concubina. Lo cierto es que aún
hoy se desconoce si el poema y, por tanto, la figura
de Mulan tiene una base documental. De hecho,
la historia de la joven guerrera es muy similar a la
hazaña de la emperatriz Fu Hao, esposa del empe-
rador Wu Ding de la dinastía Shang, que de simple
concubina llegó a ser general de los ejércitos chi-
nos y la líder militar más poderosa de su tiempo.
Pocahontas
Pocahontas (1595-1617), hija mayor de Powha-
tan, jefe de la confederación algonquina de Vir-
ginia, es sin duda la más conocida de las nativas
americanas en la época de la colonización británi-
ca. En realidad se llamaba Matoaka y Pocahontas
(“pequeña silenciosa”) era su mote. Poco o nada
se conoce de su infancia, sólo su pretendida de-
fensa en 1607 del colono británico John Smith
cuando estaba a punto de ser ejecutado. Fue el
propio Smith quien narró los hechos, si bien se
sospecha que fue una exageración del interesa-
do a la hora de exponer sus andanzas en territo-
rio norteamericano. Pero, no siendo cierto el
episodio, lo que es seguro es que la joven
algonquina desempeñó un importante
papel en las relaciones entre su tribu y
los colonizadores británicos. Captura-
da por los ingleses, conoció al britá-
nico John Rolfe, con quien con-
trajo matrimonio. En 1616,
viajó a Inglaterra y fue re-
cibida por el rey Jacobo I.
Meses después,
en marzo de
1617, Pocahontas
falleció víctima de la
tuberculosis.
María Pita
A caballo entre la Histo-
ria y la leyenda, el nom-
bre de María Mayor Fernández de Cámara y Pita
(1565-1643) perdura en la memoria colectiva. De
ella se dice que durante el sitio británico a A Coru-
ña de 1589 logró acabar con el abanderado inglés
que había coronado la muralla. La leyenda asegura
que lo hizo con la espada de su marido, caído en el
transcurso de ese mismo asedio. Es más, se afirma
que mientras avanzaba hacia el enemigo arengaba
a los soldados al grito de Quen teña honra, que me
siga (quien tenga honra, que me siga) y que provo-
có la retirada de la tropa británica compuesta por
doce mil efectivos. Lo cierto es que el papel de las
mujeres coruñesas en el enfrentamiento está rigu-
rosamente documentado, pero desempeñando
siempre funciones de intendencia o enfermería. Es
muy posible, pues, que este fuera el papel de Ma-
ría Pita y que, quizás, en un momento determinado
sufriera algún tipo de ataque del que tuvo que de-
fenderse. Lo hizo, sin duda, con enorme valor. De
lo contrario sería difícil de explicar que Felipe II le
concediera una pensión que equivalía al sueldo de
un alférez más cinco escudos mensuales y que lo
hiciera en virtud de sus méritos militares.
Agustina de Aragón
Sin duda, Agustina de Aragón es la heroína por
antonomasia de la Historia de España. Su ac-
tuación durante el primer Sitio de Zaragoza
se ha magnificado hasta el punto de con-
vertir en leyenda lo que simplemente fue
estar en el lugar adecuado en el mo-
mento más oportuno. Su auténtico
nombre era Agustina Saragossa
Doménech, había nacido en
Barcelona y llegó a la capital
aragonesa huyendo de la ocupación francesa de
Cataluña. Como voluntaria a las órdenes del Ge-
neral Palafox, contribuyó a la defensa de la ciudad
avituallando a las tropas hasta que, el 2 de julio de
1808, la casualidad la llevó hasta la puerta del Porti-
llo, donde arrancó el botafuego de manos de un ar-
tillero caído en la batalla y disparó el cañón a su car-
go. La inmediata retirada del destacamento atacan-
te le valió las insignias y el sueldo de artillera, pero
no le evitó que, durante el Segundo Sitio, cayera en
manos de los franceses y fuera hecha prisionera.
Logró escapar y, enrolada en el ejército, participó
en el Sitio de Tortosa y en la batalla de Vitoria e
incluso formó parte de la guerrilla.
Cuando, en 1813,
finalizó la
contienda
ya era un mito. Francisco
de Goya la hizo prota-
gonista de su grabado
¡Qué valor!; Wellington la
homenajeó en Sevilla e incluso
Lord Byron le dedicó unos versos
en su poema Las peregrinaciones
de Childe Harold. Desde ese mo-
mento hasta su muerte en Ceu-
ta en 1857, Agustina aceptó
honores y cargos y profesio-
nalizó su posición en el ejér-
cito. En 1908, con motivo del
I Centenario de los Sitios, sus
restos fueron depositados en
la iglesia del Portillo de Zarago-
za, el lugar donde se había con-
vertido en leyenda.
La princesa china Mulan
transgredió las normas
al hacerse pasar por un
hombre para poder batallar.
ALBUM
AGE
CORDON/ALAMY
Estatua de Matoaka (a la izquierda),
conocida como Pocahontas, nativa
americana algonquina nacida en 1595.
María Pita, personaje rodeado de
leyenda e Historia, tuvo el valor de
enfrentarse al invasor inglés.
80 MUY HISTORIA
Supermán
Supermán es el pionero del género de superhéroes
modernos de ficción. Nacido de la pluma del esta-
dounidense Jerry Siegel y del arte del canadiense
Joe Shuster en 1938, mantuvo desde entonces su
icónica apariencia: mallas azules, capa roja y, en el
pecho, un escudo triangular con una enorme “S”. En-
viado a la Tierra desde el planeta Krypton, es adop-
tado por unos granjeros; bajo el nombre de Clark
Kent trabaja como periodista para el Daily Planet
en una ficticia Metrópolis, fácilmente identificable
con Nueva York. Allí vivirá un eterno romance con-
su compañera Lois Lane, mientras trabaja secreta-
mente en la defensa de los débiles. Adaptado en
diversas ocasiones al cine y la televisión, ya en
los años sesenta del siglo XX el escritor Umber-
to Eco comparó al superhéroe de Krypton con las
grandes figuras mitológicas de la Antigüedad.
Spiderman
Spider-Man, el Hombre Araña, fue creado por
Stan Lee y Steve Ditko en 1962. Frente a la au-
todeterminación de otros superhéroes, Peter
Parker –su verdadero nombre– es un adoles-
cente tímido e inseguro, a quien la picadura de
una araña le confiere una serie de facultades que lo
convierten en un superhombre capaz de detectar el
peligro, dotado de una enorme flexibilidad y capaz
de lanzar unas particulares telarañas que le permiten
encaramarse a superficies verticales o atrapar a sus
enemigos.
Lara Croft
Toby Gard (1972) creó a Lara Cro , protagonista de
la saga de videojuegos Tomb Raider, como la alter-
nativa femenina de otro gran mito contemporáneo:
Indiana Jones. Como él, Lara Cro es arqueóloga
y tiene una compleja historia familiar. Se la supone
nacida en 1968 en el seno de una familia aristocrá-
tica de Gran Bretaña, superviviente a un accidente
de aviación en el Himalaya y huérfana adinerada
que consagra su vida a la aventura y a la arqueolo-
gía, lo que facilita la aparición en los diferentes
episodios de Tomb Raider de yacimientos arqueo-
lógicos u objetos míticos como la Lanza del Destino
o el amuleto de Horus.
El Capitán Trueno
En 1956, el guionista Víctor Mora y el dibujante
Miguel Ambrosio Zaragoza “Ambrós” crearon al
Capitán Trueno, un caballero que vive las más in-
sólitas aventuras en unión de un gigante llamado
Goliath y un joven escudero de nombre Crispín,
sirviendo los intereses de su dama, la bella Sigrid,
reina de Thule. Auténtico paladín de la justicia, su
personalidad corre paralela a las de los héroes
de los libros de caballerías y se desenvuelve
en una tópica Edad Media de la historiografía
romántica. Creado en pleno franquismo, la
censura de la época impuso, por ejemplo,
que en los guiones se defendieran siempre
los valores del catolicismo más ortodoxo o que
no se pudiera sugerir una relación íntima con Si-
grid. Por otra parte, el reino de Thule aparece co-
mo una monarquía autoritaria y paternalista donde
el poder se comparte con un consejo de ancianos.
Por el contrario, paradójicamente, Víctor Mora dio
un peculiar tratamiento a su heroína, ya que pre-
senta a la reina de Thule como una mujer autosufi-
ciente capaz de desempeñar su labor de gobierno
sin la tutela de una figura masculina.
Batman
Nacido a la sombra de Supermán, Batman fue
creado en 1939 por los estadounidenses Bob Ka-
ne y Bill Finger. El personaje no es más que la iden-
tidad secreta del millonario y filántropo Bruce Way-
ne, quien, después de presenciar siendo un niño el
asesinato de sus padres, decide consagrar su vida
a combatir la delincuencia. Para ello se somete a
un durísimo entrenamiento físico y mental y, tras
adoptar la figura de un murciélago, se refugia en el
sótano de la mansión Wayne (la “batcueva”) don-
de diseña sus máquinas y el resto de ingenios con
los que se enfrenta a sus enemigos. A diferencia
de otros superhéroes, Batman no se mueve en una
época concreta sino en el ámbito intemporal de la
misteriosa Gotham City. Además, carece de super-
poderes y únicamente se sirve de su inteligencia
y de los avances tecnológicos y científicos para
llevar a cabo sus hazañas. Al igual que Supermán,
nació como personaje de cómic pero se populari-
zó a través del cine y de la televisión.
Imagen del personaje de cómic Spiderman (a la izquierda), superhéroe con poderes de transforma-
ción que apareció en los años sesenta. En Metrópolis, la mítica estrella Supermán (a la derecha)
velaba por mantener la paz y defender esa ciudad ficticia de los malhechores que la atacaban.
AGE
AGE
AISA
MUY HISTORIA 81
LAS FÁBULAS MÁS DESCONOCIDAS
Relatos ocultos
en el mundo
Hay infinidad de pueblos que conservan mitos ancestrales como
parte de su acervo cultural. Algunos corresponden a rincones
tan recónditos del planeta que están aún por descubrir.
Por Janire Rámila, periodista y escritora. Ilustración: Rocío Espín
82 MUY HISTORIA
P
ara conocer la esencia de
los mitos, lo primero que
se ha de tener en cuenta es
que se trata de relatos do-
tados de una naturaleza única, con
su propia idiosincrasia. Sus pro-
tagonistas no son gente ordinaria,
sino personajes extraordinarios que
viven en un mundo repleto de ma-
gia, poblado a menudo de dioses,
donde los animales pueden hablar y
los parajes adquieren un significado
especial. Ya lo dijo Aristóteles: “Por
tanto, incluso el amante del mito es,
en cierto modo, filósofo, pues el mi-
to se compone de maravillas”.
Características que se cumplen al
revisar cualquier relato fantástico
de cualquier pueblo, incluyendo los
procedentes de las zonas más re-
cónditas del planeta, desde Finlan-
dia hasta África pasando por Ocea-
nía y su cultura maorí o la Australia
aborigen. Precisamente, los lugares
en los que nos centraremos para
adentrarnos en su mitología, tan
desconocida como apasionante.
Antiguo firmamento. En Austra-
lia, los aborígenes creen que du-
rante la etapa en la que el mundo
se creó, conocida por ellos como la
Época del Sueño, sus ancestros rea-
lizaron grandes gestas heroicas. Se
trataba de seres con rasgos huma-
nos pero sin serlo, con sus virtudes
y sus defectos, con la capacidad de
adoptar la forma de diversos anima-
les y, también, de morir como ellos.
Esos ancestros crearon el mundo,
establecieron las normas y los ritos
culturales que deberían seguir sus
descendientes y, lo más importante,
les sirvieron como ejemplo para en-
tender la propia naturaleza humana.
En este sentido, uno de sus mitos
más conocidos habla de dos espí-
ritus, Ngurdyawok y Nawalabik,
En las regiones del Ártico.
La cultura inuit atesora una rica materia
mitológica que ha permitido desentrañar
las incógnitas existenciales de estas tribus.
En la ilustración, un caribú (izda.), última
y fundamental especie animal surgida en
los mitos esquimales de la Creación.
MUY HISTORIA 83
cuyas vidas transcurrieron seme-
jantes a las de los humanos, con pla-
ceres y vicios idénticos a los nuestros.
Ngurdyawok sentía atracción por
las dos esposas de Nawalabik y, un
día, mientras ambos recogían colme-
nas, Nawalabik atacó a su compañero
decapitándolo con un hacha. De re-
greso al poblado, Nawalabik relató a
las dos mujeres que su amigo se había
ido a cazar en soledad y, dicho esto,
se marchó a recoger erizos de mar.
Desenlace narrativo. Sin embargo,
las mujeres conocieron la verdad por
boca de dos pájaros y reunieron a sus
familiares para atrapar a Nawalabik y
castigarlo. Durante tres días el asesi-
no logró esquivar a sus perseguidores,
hasta que una noche, estando dor-
mido en su propia cabaña, su suegro
lo mató con un garrote. El perro de
Nawalabik, tras presenciar la esce-
na, se embadurnó con la sangre de su
amo y huyó al poblado del hermano
de Nawalabik. Allí, los guerreros del
lugar, todos parientes de Nawalabik,
siguieron al perro hasta el lugar don-
de se encontraba su cuerpo y lo en-
terraron con gran solemnidad. Acto
seguido, marcharon hasta el poblado
de los parientes de Ngurdyawok, sor-
prendiéndolos mientras celebraban
una danza ceremonial. Agazapados
en las sombras, esperaron a que ter-
minase el baile y, cuando llegó el
momento, vengaron su muerte asesi-
nando a todos los pobladores.
Como en este relato, la segunda ca-
racterística de los mitos es que se si-
túan en un tiempo imposible de me-
dir con un reloj o con un calendario.
Porque la fábula mítica es anterior
al tiempo, tal y como lo conocemos,
y en ese espacio, el placer, el sufri-
miento, el odio y la venganza pueden
durar auténticas eternidades. Son
historias que no tienen por qué ter-
minar bien; de hecho, muchas son
tristes y tienen finales infelices.
En el pueblo komo de Sierra Leona
es célebre la fábula sobre la creación
de la noche. Cuenta como el Creador
proveía durante el día a los hombres
de la luz del Sol y durante la noche del
claro de Luna, para evitar que estu-
vieran a oscuras y pasaran frío.
Todos los días, el Creador pedía a
un murciélago que transportara un
cesto lleno de oscuridad del Sol a la
Luna, para que jamás tuviera un lu-
gar en el que asentarse. Pero en una
ocasión, el murciélago, extenuado de
cansancio, dejó la carga en el suelo,
momento que aprovecharon otros
animales para abrir el cesto, dejando
escapar a la oscuridad. Desde enton-
ces, el murciélago duerme durante el
día y se despierta durante la noche
para proseguir con su viaje eterno
en la búsqueda de aquella oscuridad
que se le escapó, en un intento vano
de cumplir con el cometido que le fue
encargado por el Creador.
Este relato cumple también con otra
característica de los mitos: explicar los
fenómenos que suceden en el mundo.
Es lo que se conoce como la finalidad
Viaje a las antí-
podas. La concep-
ción aborigen
australiana de la
naturaleza se basó
en la correspon-
dencia terrenal del
cielo. Abajo, la Vía
Láctea, considera-
da como una gran
canoa o un río.
PERSONAJE
Elias Lönnrot
(1802-1884).
Explorador, mé-
dico y lingüista
finlandés, reco-
nocido recopila-
dor de poesía
oral tradicional,
que trasladó a la
escritura finesa.
ZAJCSIK
El murciélago de Sierra
Leona. Responsable mítico
de proporcionar la noche al
pueblo africano de Komo.
A veces sucede que los mitos parecen raros
a nuestros ojos, pero son muy significativos
para la cultura a la que pertenecen
etiológica. ¿Por qué existe la luz? ¿Qué
provoca los eclipses? ¿Cómo surgieron
el ser humano o los animales? Los mi-
tos responden a estas cuestiones a tra-
vésdelaimaginación,nodelaCiencia.
Entre los inuit –nombre común
para los distintos pueblos esquima-
les que habitan las regiones árticas
de América y Groenlandia– se relata
cómo al comienzo de los tiempos sólo
existían un hombre y una mujer. Así
fue como la mujer pidió al dios del
cielo que les diese compañeros con los
que convivir en el planeta y este dios,
llamado Kaila, le dijo que abriera un
hueco en el hielo y que comenzara a
pescar. Cada vez que la mujer lanzaba
el anzuelo, extraía un animal diferen-
te. El último de todos fue un caribú,
animal sagrado para los inuit desde
entonces, porque fue un regalo de la
propia deidad Kaila para alimentar y
vestir a la población.
Cultura aborigen. En el otro extre-
mo del mundo, los aborígenes austra-
lianos creen que el cielo no es más que
una extensión del mundo terrenal.
Para ellos, las formaciones de mayor
tamaño, como la Vía Láctea, son ríos
celestiales o grandes canoas. Y esta
relación cielo-tierra es la que explica
algunos de los grandes misterios de la
naturaleza. En muchas culturas de es-
ta zona se creía que los espíritus de los
bebés caían del cielo y, si alguien mo-
ría, su alma realizaba el camino inver-
so regresando a ese cielo primigenio.
GETTY
A veces sucede que los mitos pa-
recen raros a nuestros ojos, como el
recién contado de los inuit, pero son
muy significativos para la cultura a la
que pertenecen. Su valor trasciende
el paso del tiempo y de las genera-
ciones. Toman prestados nuevos ele-
mentos y vuelven a contarse, rena-
ciendo en nuevas versiones.
Una de las áreas más cercanas a
nosotros, con gran riqueza mitoló-
gica, aunque bastante desconocida,
es Finlandia. Con una historia que
se remonta a 5000 a.C., los diversos
pueblos que componían el actual
país crearon sus propias versiones y
leyendas sobre el origen del mundo y
del ser humano.
Composición finesa. En 1835, el
filólogo y lexicólogo finlandés Elias
Lönnrot publicó una gran cantidad de
mitos, canciones y poemas, recogidos
durantesieteañosenunperiploquelo
llevó a viajar por todo el país. Lo hizo
en el libro titulado Kalevala. Lo que
Lönnrot logró no fue sólo rescatar del
olvido las leyendas autóctonas, sino
unificarlas añadiendo contribuciones
suyas. Lönnrot deseaba crear un poe-
ma heroico semejante a la Ilíada de
Homero que pudiera ser cantado por
las sucesivas generaciones de finlan-
deses, de tal modo que la tradición se
conjugara con sus aportaciones, dan-
do nueva vida a la mitología antigua.
Y lo logró a través del protagonista
del relato, Väinämöinen, el más gran-
de de los sabios y de los magos, y que
además de músico y guerrero tenía
una voz portentosa.
Compuesto por 23.000 versos, la
primera parte del Kalevala relata la
creación de la Tierra por Väinämöi-
nen a partir del caos primigenio y las
siguientes relatan las proezas de este
personaje, centrándose en la lucha
entre dos pueblos: los pohjola, del
norte de Finlandia, incluyendo Lapo-
nia, y los haleva del sur.
Pese a los nombres citados de Ho-
mero y Lönnrot, lo cierto es que la
mayor parte de los mitos carecen de
autor. El motivo es que son historias
LIBRO
Mitología. Todos
los mitos y leyen-
das del mundo,
VV.AA. RBA, 2005.
Excepcional guía
ilustrada que repasa
los mitos y leyendas
más importantes
del mundo, sin olvi-
darse de los proce-
dentes de África,
Oceanía y América.
Más allá de su función tradicional, los
mitos han servido como fuente de
inspiración para otros muchos autores
que dejaron tras de sí obras ya inmor-
tales. Seguramente el mejor ejemplo lo
encontremos en J.R.R. Tolkien (1892-
1973), el escritor y filólogo británico que
se sirvió de varios mitos procedentes de
Escandinavia y de la cultura celta para
escribir El Hobbit y la posterior trilogía
El señor de los anillos. Se cuenta que,
maravillado por el sonido del finés, ideó
la lengua élfica, tan importante en su
obra. Otro autor y amigo suyo, C.S. Lewis
(1898-1963), hizo lo propio con su saga
Las crónicas de Narnia. También los esta-
dounidenses Stan Lee (1922) y Jack Kirby
(1917-1994) se inspiraron en la mitología
nórdica para crear el cómic Thor, uno de
los grandes héroes de la editorial Marvel.
Pero la saga que mayor repercusión ha te-
nido en la actualidad ha sido, sin duda, la
artúrica, con cómics como Camelot 3000
o sus revisiones periódicas en el cine, que
han servido para dar a conocer su mitolo-
gía a las nuevas generaciones.
Leyendas en el cine. Entre las adaptacio-
nes más famosas, Merlín (Steve Barron,
1998), El primer caballero (Jerry Zucker,
1995) o Excalibur (John Boorman, 1981).
Sin olvidarnos de que toda la literatura gre-
corromana bebió de una gran fuente co-
mo la Ilíada, y que medio firmamento está
bautizado con nombres mitológicos, al
igual que los doce signos del horóscopo.
El eco de la mitología en la cultura
que se remontan a épocas en las que
la escritura aún no existía, haciendo
casi imposible rastrear su origen u
obtener su fuente original.
Esta es la razón por la que los de-
positarios de ese saber relataban
aquellas narraciones con las mismas
palabras oídas en su niñez, otorgan-
do al mito un carácter cuasi sagrado.
En ciertas culturas, incluso, se creó
la figura del contador de relatos mi-
tológicos, que se entrenaba en el arte
de la memorización literal.
Fotograma de la adaptación cinematográfica de El Hobbit: Un
viaje inesperado, dirigida por Peter Jackson y estrenada en 2012.
Väinämöinen,
gran guerrero.
Este sabio, héroe y
mago finés fue
protagonista del
relato mítico
titulado Kalevala.
ALBUM
ALBUM
MUY HISTORIA 85
Una tradición que tuvo gran
arraigo en África, donde las lenguas
escritas no aparecieron hasta los si-
glos VIII y IX gracias a la extensión
del Islam hacia el interior del con-
tinente. Ya lo dijo Plinio el Viejo:
“Siempre hay algo nuevo en África”.
Contadores de mitos. En el conti-
nente africano, los relatos fabulosos
recogidos se clasifican bajo una serie
de encabezamientos para otorgarles
coherencia. Sus mitos hablan, sobre
todo, de la Historia y origen de las
diversas etnias, donde se utilizaban
los ancestros como vehículo perfecto
para unir el pasado con el presente.
Los mayores eran los encargados de
transmitir oralmente tales historias,
ya fuese en el interior de las casas o
a toda la comunidad en alguna cele-
bración especial. Esta tarea les otor-
gaba un papel crucial en la formación
de los jóvenes, que se entretenían a
la vez que aprendían la Historia de su
pueblo, y comprendían cómo había
sucedido la creación del universo y
del mundo que les rodeaba.
Sobre este último aspecto, uno de
los relatos míticos africanos más co-
nocidos procede del pueblo abaluyia
de Kenia, para el que Wele es la dei-
dad suprema, creadora del universo
y también del día y de la noche. Se-
gún se relata, cuando Wele puso al
Sol y a la Luna en el cielo, observó
cómo el Sol empujaba a la Luna para
alejarla y, en respuesta, ésta le aba-
tía. Como la situación no tenía visos
de arreglarse, Wele decretó que el Sol
saldría de día y que la Luna lo haría
durante la noche, de tal modo que
ninguno de ambos astros coincidiera
en el mismo tiempo y espacio.
Esto no significa, por supuesto, que
los mitos no lograran escapar al con-
trol de la palabra. Así, no es dema-
siado difícil encontrar obras de arte
sagradas, o tallas en la roca, o danzas
y canciones relacionadas con ellos.
Y es que las palabras no tuvieron el
monopolio de este conocimiento.
A veces incluso sólo sirven para in-
sinuar la totalidad del mito que se
esconde tras sus sonidos, dejando el
resto a la danza y a la música, permi-
tiendo de ese modo que las personas
avanzaran en la experimentación de
sus creencias.
Canciones como las que acompa-
ñaban, en ceremonias tradicionales,
toda la vida de una mujer del pueblo
oromo –situado en el centro-sur de
Etiopía, norte de Kenia y partes de
Somalia–. Se cantan en el nacimien-
to, cuando abandonan el hogar fami-
liar para irse al del esposo o cuando
se convierten en madres, momento
en el que suenan melodías de loa y de
júbilo por la maternidad y de tristeza
por la mujer estéril.
Pero si hay un mito que resuena
con fuerza es aquel que ha sucedi-
do en un espacio real, aunque en un
tiempo indeterminado. Lo que se ha-
ce evidente en referencias narrativas
tales como: en ese riachuelo nació
una princesa, en aquel bosque murió
el mayor héroe de nuestro pueblo, en
esa gruta se oculta un gran tesoro y
en esta tierra que pisas aún pueden
verse las huellas de un gigante.
Enclavesconleyenda.Asíseobser-
va en Euskadi, donde el monte Am-
boto sigue albergando a la divinidad
Mari. O en los pueblos eslavos, donde
la tierra sigue siendo considerada el
hogar de Mati Syra Zemlia o Húmeda
Madre Tierra, diosa a la que siempre
se le rindió culto en su medio natural,
hasta tal punto que se consideraba
que la tierra estaba embarazada en
primavera y no se permitía horadarla
con una azada o con un arado hasta
El gran psiquiatra y psicólogo Carl
Gustav Jung (1875-1861) conside-
raba que los mitos eran necesarios para
la salud de la psique humana. Creía que
expresan las verdades almacenadas en
nuestro subconsciente y que sus pro-
tagonistas, ya fueran héroes, dioses o
animales, encarnaban aspectos tan hu-
manos como la creatividad, la inteligen-
cia, la alegría o el dolor. Por el contrario,
los monstruos no eran sino reflejo de los
miedos de la mente, sus fantasmas.
Finalidad del relato. Jung pensó que
la auténtica finalidad del mito era de-
mostrarnos que fuerzas ajenas a nuestro
control nos arremeten constantemente,
sin que podamos hacer nada para evi-
tarlo y dando igual si nuestras historias
acaban en tragedias o en triunfos. De
ahí los eternos temas del mito: el azar, el
destino, la tragedia, lo inevitable. Según
esta teoría, los hombres sólo pueden ca-
minar, pero no elegir el rumbo de sus pa-
sos, porque eso ya está escrito por una
mano oculta. Lo que sucede es que, con
la aparición de la imprenta en el siglo XV,
desapareció el arte de crear nuevos mi-
tos y de variar los ya existentes, abocan-
do a su extinción a todos aquellos que
no fueran impresos o que no pervivieran
en la memoria de los ancianos. Hasta
hoy, cuando las nuevas tecnologías han
permitido la difusión de nuevas versio-
nes, resucitando las teorías de Jung y su
conexión con la psique humana.
La concepción del mito por Carl Jung
Joven del
pueblo
oromo. El
grupo étni-
co de los
oromo, hoy,
es el de mayor
presencia en el
país africano
de Etiopía.
Además de por las teorías psicológicas
y las prácticas clínicas, Carl Jung (en el
retrato) se interesó por la mitología.
LIBRO
Mitología. Un viaje
a los mundos
imaginarios,
Cristopher Dell.
Lunwerg, 2012.
Obra que reúne al-
gunos de los mitos
más conocidos de
la humanidad, a
través de los cua-
les diferentes pue-
blos han intentado
explicar el mundo.
PRISMA
AGE
el equinoccio. Porque, si se la cuida-
ba, Mati Syra Zemlia respondería con
una primavera abundante y fértil.
Peticiones sagradas. Para no eno-
jarla, los eslavos pronunciaban ju-
ramentos sagrados mientras soste-
nían en las manos o en la boca una
porción de la Húmeda Madre Tierra.
También los votos matrimoniales se
tomaban con otra porción de esa tie-
rra sagrada puesta sobre la cabeza.
Otro de los poderes atribuidos a
Mati Syra Zemlia era el de la adivina-
ción, y aquellos campesinos que de-
seaban averiguar el futuro horada-
ban la tierra con cuidado. Luego
hablaban al agujero planteando
la pregunta que deseaban y de la que
esperaban la respuesta.
El apego por Mati Syra Zemlia no
desaparecía ni en la muerte, cuando
los moribundos le confesaban sus
pecados, si antes no habían encon-
trado a un sacerdote.
Otros mitos sirven para legiti-
mar a un pueblo en particular
o a una familia gobernante.
Es una imagen poderosa,
ya que si el poder de un
regente llega a través
de un deseo divi-
no y primigenio,
¿quién osaría
contradecir ese
derecho obtenido
en el pasado?
En el reino de Tonga, en Ocea-
nía, se recogía en su tradición a
Eitumatupua, un dios primige-
nio que solía descender a la Tierra
a través de una casuarina. En una
de sus visitas terrenales conoció
y fecundó a Ilaheva, hija de un
noble llamado Seketoa con una
elevada posición en el reino.
De la unión entre Eitumatu-
pua e Ilaheva nació Ahoeitu,
el primer Tui Tonga, here-
dero de la posición divina
del cielo y la secular de la
Tierra.
Los pueblos que adoptan
estas tradiciones suelen
compartir, además, otra
característica de los mitos:
proveer de motivos para
practicar rituales e imponer
conductas sociales con cas-
tigo divino para quienes no las cum-
plan o con recompensas para quienes
sigan las directrices fijadas por los
antepasados. Un perfecto modo para
introducir a las niñas y los niños en
la vida adulta, ya que pocos ámbitos
cotidianos se salvan de la influencia
del mito.
Imitación de la heroicidad. Y de
este modo, el mito logró perdurar
generación tras generación, esti-
mulando la imaginación de los jó-
venes, que deseaban emular a sus
héroes y enfrentarse a grandes e im-
ponentes enemigos. Héroes como
Maui, el hombre que trajo el fuego a
los pueblos de Oceanía gracias a un
carbón encendido que envolvió con
cuidado en una hoja tras robárselo
a un anciano. El mismo Maui que
se enfrentó al Sol, al que cazó gra-
cias a una red para anclarlo al sue-
lo y que dejara de girar tan rápido,
de tal modo que las cosechas fueran
controladas por el hombre y no por
los elementos. Y el Maui que enseñó
a sus compatriotas a pescar con un
anzuelo oxidado pero mágico, que
también utilizó para sacar del fondo
del mar las islas y los archipiélagos
polinesios de tonganos, fijianos y
samoanos.
Esa era la auténtica finalidad del
mito: proporcionar a los jóvenes y
a los ancianos, a las mujeres y a los
hombres una sabiduría difícil de en-
contrar por otros caminos, a la vez
que les enseñaban de dónde venían,
quiénes eran sus antepasados y cuál
era su lugar en el mundo.
La tribu abalu-
yia. Grupo étnico
de Kenia con un
curioso mito sobre
el Sol y la Luna.
Arriba, jóvenes
abaluyias en la
actualidad.
Aborigen
tongano.
Grabado de un
indígena del
archipiélago de
Tonga, situado
en la Polinesia
Occidental.
En África, las
lenguas escritas
no aparecieron
hasta los siglos
VIII y IX
ALBUM
EFE
VÍDEO
bit.ly/1AZlsIM.
Documental del
Centro Cultural de
Oahu (Hawái) que
recoge la repre-
sentación de dife-
rentes costumbres
tradicionales pro-
pias del mítico es-
píritu polinesio.
MUY HISTORIA 87
FUSIÓN DE MITOLOGÍA Y CINE
¡Silencio,
se rueda!A través de la literatura se han transmitido
los mitos que sirvieron y, todavía hoy sirven,
de valioso material para trasladar a la gran
pantalla. Dioses y héroes han aparecido ante
los espectadores como valientes paladines.
Por Vicente Fernández de Bobadilla, periodista y escritor
S
i no llega a ser por Perseo,
el Kraken devora a Andró-
meda y no deja piedra sobre
piedra de la ciudad de Argos.
Pero, gracias a que el semidiós llegó a
tiempo volando sobre Pegaso, el ca-
ballo alado, con la cabeza de la Me-
dusa en un saco, consiguió convertir
en piedra al monstruo y salvar a la
población. Y todo terminó bien. En la
pantalla, se entiende. En las historias
originales, Perseo y el Kraken difí-
cilmente podrían haberse conocido,
ya que uno es un semidiós de la mi-
tología griega y el otro, un animal de
las leyendas nórdicas –posiblemente
inspirado por los avistamientos de
calamares gigantes– que no recibió
su nombre hasta el siglo XVIII.
Pero esto es el cine, y si el Séptimo
Arte no ha mostrado nunca excesivo
respeto a la hora de recrear la Histo-
ria, menos aún lo ha tenido por las
fuentes clásicas de la mitología. Hé-
roes, dioses y semidioses han sido
despojados de los aspectos más os-
curos de su pasado y su personalidad
para aparecer ante los espectadores
como paladines sin mácula. Heracles
La furia se des-
ata. En 1981, el
director Desmond
Davis presentó su
adaptación del
mito de Perseo al
cine en la película
Furia de titanes.
Años más tarde,
en 2010, se revisi-
tó al semidiós de
la mano del actor
australiano Sam
Worthington (en la
imagen), protago-
nista del film ho-
mónimo del direc-
tor Louis Leterrier.
88 MUY HISTORIA
Orphée, el infra-
mundo mítico.
El cineasta francés
Jean Cocteau estre-
nó en las pantallas
de 1950 su interpre-
tación de la historia
del poeta griego
Orfeo, obsesionado
por la muerte.
no mató a su esposa y a sus hijos, y
Odin no es, a su manera, tan trapa-
cero como Loki (que, por cierto, no
es hermanastro de Thor). Las posibi-
lidades que ofrecen los efectos espe-
ciales son una tentación demasiado
fuerte a la hora de crear amenazas
mucho más terribles que las que se
encuentranenlascrónicas.Elenfren-
tamiento entre Perseo y el Kraken se
ha dado en las dos versiones de Furia
de titanes, realizadas en 1981 y 2010
respectivamente; y su aparición en la
primera se debió a la intención de los
productores de bucear en las fuentes
para introducir todos los monstruos
que permitiera el presupuesto.
Inspiración en la Antigüedad. En
cuanto a civilizaciones, el cine mi-
tológico está bastante restringido:
Grecia y el mito artúrico se llevan la
mayor parte del pastel. La primera
comenzó a asomarse a la pantalla ya
en los tiempos del cine mudo italia-
no, en cuyas producciones encon-
tramos los primeros Macistes, Hér-
cules, Troyas y Odiseas, pero alcanzó
su apogeo en los años 50 y 60 con
el auge del peplum, subgénero que
resume todas las producciones am-
bientadas en el mundo antiguo. A las
películas protagonizadas por César,
Espartaco y Cleopatra no tardaron
en unirse las que tomaban como per-
sonajes principales los
del mundo griego, pero
reemplazando a los hé-
roes de la Historia por
los de la mitología.
El principal respon-
sable fue Heracles, o
Hércules, como se le ha
conocido desde siempre
en las pantallas. En 1958,
la adaptación dirigida
por Pietro Francisci con
el culturista Steve Reeves
en el papel principal tuvo
un enorme éxito nacional
e internacional, promo-
viendo una continuación
y un sinfín de imitaciones
en los años siguientes, a
cual más absurda (en una película
aparecía en el mundo maya y en otra
se enfrentaba a Sansón, mezclando
sin demasiadas preguntas la mitolo-
gía griega con la bíblica), que dieron
trabajo como protagonistas a mu-
chos excampeones del músculo.
Antes de Heracles, los viajes mi-
tológicos habían llamado también
la atención del cine, empezando
con el que quizá sea el más conoci-
do de todos, la Odisea, rodada por
Mario Camerini en 1954 con el tí-
tulo de Ulises. La cinta ha resistido
muy bien el paso del tiempo gracias
a los escenarios naturales de los ma-
res griegos, donde fue rodada en
parte, y a su poderoso reparto con
Kirk Douglas, Silvana Mangano y
Anthony Quinn. El mito de Orfeo y
Eurídice conoció dos adaptaciones
de mucho interés: la primera fue
dirigida en 1950 por Jean Cocteau,
que trasladó la acción al París de la
época, manteniendo el espíritu de la
historia original y llenándolo con su
visión personal y su manera única
de filmar; y la segunda, Orfeo ne-
gro (1959), de Marcel Camus, llevó
la historia al Brasil contemporáneo,
obteniendo el Óscar a la mejor pe-
lícula extranjera y popularizando la
bossa nova en todo el mundo.
Cintas llenas de mitología. Pero en
1963seentróasacoenlafantasíapura
con Jasón y los Argonautas, dirigida
por Don Chaffey. El argumento se-
guía con relativa fidelidad Las Argo-
náuticas de Apolonio de Rodas, so-
bre la búsqueda del Vellocino de Oro,
aunque no fuera más que una excusa
para llenar la pantalla de las criaturas
animadas, fotograma a fotograma,
por el maestro Ray Harryhausen.
Curiosamente, esta cinta se recuer-
da por las secuencias que más libre-
mente se toman la mitología, como el
despertar del gigante de bronce Talos
–muy alejado de la figura mitológica
original– o el combate de espadas
contra los esqueletos nacidos de los
dientes de la Hidra. En 1981 llegó Fu-
ria de titanes, donde Harryhausen
animó a un nuevo desfile de
monstruos para recrear (más
o menos) el mito de Perseo y
Andrómeda. El remake de
la película realizado en 2010
incorporó a Hades como
el villano de la historia
ALBUM
ALBUM
ALBUM
ALBUM
MUY HISTORIA 89
y persistió en la idea del Kraken,
ahora recreado como un leviatán in-
abarcable, derrotado por Perseo en
una escenas realizadas con estética
de videojuego, donde tampoco falta-
ba un escuadrón de arpías para ani-
mar la función.
El otro mito favorito de los cineas-
tas, el del rey Arturo y los Caballeros
de la Mesa Redonda, se nos ha pre-
sentado en todos los formatos: desde
la película de aventuras clásica (Los
caballeros del Rey Arturo, Richard
Thorpe, 1953), al musical (Camelot,
Joshua Logan, 1967), pasando por la
adaptación disneyiana (Merlín el en-
cantador, 1963), hasta visiones más
personales que han producido, sin
duda,losresultadosmásinteresantes:
la descarnada Lancelot du Lac (1974),
de Robert Bresson, y la fascinante
combinación de misticismo y carna-
lidad lograda por John Boorman en
Excalibur (1981). Años más recientes
nos han traído la inevitable versión
posmoderna, como El Rey Arturo
(Antoine Fuqua, 2004), la cual parte
de los escasos referentes históricos
sobre su figura, que lo situarían como
un general bretón de los últimos años
del Imperio Romano. Un proceso de
desmitificación, por cierto, similar al
de la última cinta de Hércules (2014),
protagonizada por Dwayne Johnson.
Variaciones del mito. En no pocas
películas sobre Arturo está presen-
te el Santo Grial como el objeto de la
búsqueda definitiva de los caballeros;
pero el simbolismo de este objeto, en
sí mismo un mito perdido de la Cris-
tiandad, es demasiado fuerte para
limitarse a este marco. Por eso se ha
dejado ver en películas que, en prin-
cipio, estarían muy alejadas del gé-
nero, como Indiana Jones y la última
Cruzada (Steven Spielberg, 1989). El
código Da Vinci (Ron Howard, 2006)
refríe la otra variante del mito, la que
interpreta palabras como “sangre
real” referidas a una supuesta des-
cendencia de Jesucristo, que ha sido
tocada por estudiosos y novelistas
con más fortuna que en el best seller
de Dan Brown. Pero esta breve lista
no quedaría completa sin la perso-
nalísima visión que Terry Gilliam dio
sobre el Grial en uno de sus mayores
éxitos, El Rey Pescador (1991), lle-
vando su búsqueda al Nueva York de
los años noventa e invadiendo toda la
historia de un aire de locura que no le
resta un ápice de su magia.
En los últimos años,
el cine ha fijado su
atenciónenmásmitos,
atraído siempre por
sus posibilidades
La mitología no necesita a Hér-
cules ni a Zeus para estar pre-
sente en el cine moderno. En su
obra ya clásica El héroe de las mil
caras (1949), Joseph Campbell
estableció la fórmula de lo que lla-
mó “el viaje del héroe”, un esque-
ma básico de personajes y situa-
ciones que, con diversos matices,
puede encontrarse en toda saga
heroica desde la Antigüedad hasta
nuestros días. Protagonistas huér-
fanos, de padres desconocidos,
ignorantes de que guardan en su
interior un poder único que les
llevará a conseguir hazañas impo-
sibles. Contarán para ello con un
compañero o ayudante que estará
siempre a su lado, con un mentor,
sustitutivo de la figura paterna,
que les guiará con su sabiduría,
y con un interés romántico. Estos
elementos (y otros) están presen-
tes en sagas como la de Harry Pot-
ter, El Señor de los Anillos o Star
Wars; el propio George Lucas ha
reconocido en numerosas ocasio-
nes que Campbell fue una de sus
grandes influencias a la hora de
crear su universo galáctico.
Relevo de protagonismo. No es
extraño que Thor sea conocido
hoy en día por su versión de su-
perhéroe (Hércules también ha
sido reciclado como personaje
Marvel); estos personajes, con
Supermán al frente, han tomado
el relevo de los mitos de la Anti-
güedad. Godzilla y los dinosau-
rios de Parque Jurásico fueron el
reemplazo de los monstruos de
las leyendas. La última saga infan-
til, Percy Jackson, da un paso más
allá y sitúa a sus personajes como
una versión adolescente del siglo
XXI de los dioses griegos. Bien
sea como protagonistas, camu-
flados con otros nombres o como
artistas invitados, parece que la
gran pantalla nos seguirá dando
mitología para mucho tiempo.
Los herederos de los mitos
La saga de La Guerra de las
Galaxias se corresponde con
un modelo mítico de heroísmo.
Beowulf. A princi-
pios del siglo XXI,
entraron en la car-
telera dos versio-
nes del poema épi-
co anglosajón
anónimo Beowulf.
Abajo, fotograma
de la versión filma-
da en 2007 por
Robert Zemeckis.
ALBUM
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ALBUM
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90 MUY HISTORIA
Raíz en el relato fantástico.El Nueva
York moderno fue también el escena-
rio de La serpiente voladora (1982),
de Larry Cohen, una de las escasísimas
adaptaciones de la mitología azteca,
con Quetzalcoatl convertido en un
monstruo devorador que tiene su ni-
do en la cúpula del edificio Chrysler.
Y, como adaptación muy particular,
tampoco puede olvidarse la versión
de la Odisea realizada por los her-
manos Coen en O Brother! (2000),
convirtiendo el viaje de Ulises en un
periplo por la América rural de la
Gran Depresión.
En los últimos años, el cine ha fijado
su atención en más mitos, pero siem-
pre atraído por las posibilidades de
entretenimiento que pueden extraer-
se de los aspectos más básicos de his-
torias y personajes, complementadas
por recreaciones de mundos y esce-
narios conseguidas a golpe de ordena-
dor. Así, el nunca antes utilizado poe-
ma épico Beowulf ha conocido varias
adaptaciones a la pantalla en los últi-
mos quince años, siendo quizá la más
destacada aquella dirigida por Robert
Zemeckis en 2007. Cuatro años des-
pués pudimos ver por primera vez en
el cine al dios vikingo Thor, en una
película dirigida por Kenneth Brana-
gh; pero con frecuencia se olvida que
los personajes interpretados por Chris
Hemsworth (Thor) y Tom Hiddles-
ton (Loki) no se basan en las leyendas
nórdicas, sino en la adaptación que, a
su vez, realizó Marvel Comics en los
años 60 cuando los trasladó al mun-
do de las viñetas. El esquema básico
de su relación viene repitiéndose, con
todas las variaciones que se han per-
mitido los guionistas,
desde entonces: Thor y
Odin, padre e hijo, son
buenos y nobles, y Loki,
el hermanastro malvado
que quiere apoderarse
de Asgard. En las fuentes
originales, Odin puede
ser tan artero como Loki,
que por otra parte es bas-
tante menos sanguinario,
aunque sí tenga una ten-
dencia a meter, a él y a los
demás, en líos.
Cartelera en combate.
De la misma manera, es un
error pensar que 300 (Zack Snyder,
2006) pretende ser una recreación
de la mítica batalla de las Termópilas,
cuando su propio director ha decla-
rado abiertamente que lo que estaba
llevando a la pantalla era el cómic de
Frank Miller, que ya se tomaba abun-
dantes libertades sobre el relato ori-
ginal, convirtiendo a los espartanos
en una mezcla entre Supermán y una
compañía de marines. La representa-
ción de batallas míticas en el cine sue-
le estar sujeta a significativas meta-
morfosis; de hecho, Troya (Wolfgang
Petersen, 2004) prescinde de los dio-
ses que en la Ilíada de
Homero, en la que se
basa la cinta, juegan
un papel tan central
como los mortales. La
duración de la guerra
se acorta de años a
semanas; personajes
que mueren en el libro
sobreviven en la pelí-
cula y viceversa.
Parece que el ci-
ne siempre buscará,
cuando bucee en los
mitos, entretenimien-
to además de elemen-
tos con que hipnotizar
y cautivar a su público.
Tampoco es para escan-
dalizarse, si se considera que ese ha
sido uno de los principales papeles de
losmitosylasleyendasdurantesiglos.
Primero fue la palabra hablada, luego
el papel, ahora las salas y el DVD. Pe-
ro lo importante es que los mitos, con
todos sus cambios y alteraciones, si-
guen ahí, tan inmortales en la pantalla
como en la memoria colectiva.
300, ¡preparaos para la gloria! Basada en una novela gráfica
del cineasta y escritor estadounidense Frank Miller, esta película
(Zack Snyder, 2006) se inspira en la batalla de las Termópilas.
Indiana Jones y la úl-
tima cruzada. Steven
Spielberg se adentra en
el mundo mitológico con
esta película (1989), en la
que los protagonistas se
aventuran en busca del
legendario Grial.
FECHAS
1981
Llega a los espec-
tadores Excalibur,
película de materia
artúrica basada en
la obra La muerte
de Arturo, escrita
por Sir Thomas
Malory en 1485.
2004
Se presenta en la
gran pantalla la cin-
ta tituladaTroya, ba-
sada en la obra de
Homero. Se mues-
tran las vicisitudes
acaecidas a los
míticos guerreros
troyanos y helenos.
2014
Aparece Hércules,
film donde se revi-
sita al héroe, ni
dios ni mortal, de
una forma desmiti-
ficada. Se basa en
la novela gráfica de
Steve Moore.
ALBUM
ALBUM
ALBUM
MUY HISTORIA 91
GUÍA DE LUGARES POR MARÍA FERNÁNDEZ REI
Al suroeste de Carcasona, el
enigma persigue a la villa
francesa de Montségur, donde
se encuentra una fortaleza que
algunas fuentes consideran el
castillo del Grial. Para afirmarlo,
se basan en un relato que narra
cómo cuatro caballeros huyeron
de la fortaleza llevándose consi-
go el valioso Santo Grial. La ver-
dadera naturaleza de este tesoro
es un tema tan misterioso como
los propios orígenes de la leyen-
da. La versión más antigua cuen-
ta que el Grial fue un objeto dora-
do, una piedra mágica; en otras
posteriores, fue el Santo Cáliz uti-
lizado durante la Última Cena de
Jesús, o también el cáliz que usó
José de Arimatea para recoger su
sangre. Más adelante, los aspec-
tos caballerescos de la leyenda
entraron en el mítico ciclo medie-
val de Bretaña. Se cuenta que los
valerosos caballeros de la Mesa
Redonda, sin guerras a la vista,
emprendieron una nueva misión
para enorgullecer al rey Arturo: la
búsqueda del Grial.
Así, las ruinas del castillo de
Montségur pueden ser el punto
de partida ideal para aquellos
que se lancen a su particular
búsqueda del Grial.
A la hora de trazar un itinerario de viaje a un paraje natural,las posibilidades son muchas;pero si,al pisarlo,se desea captar la magia
ancestral,los lugares se reducen a aquellos donde la Historia aviva el mito.Aquí se muestran algunos espacios que irradian un encanto
legendario gracias a los relatos que esconden bajo cada piedra y que fueron transmitidos por sus pobladores de generación en generación.
RUTAS con ESENCIA míticA
La mitología eslovena na-
rra cómo los primeros hu-
manos fueron creados a par-
tir de una gota del sudor de
Dios. Vivían en un valle pa-
radisíaco donde todo crecía
sin tener que trabajar y, por
esta causa, se hicieron unos
perezosos. Allí donde habita-
ban había siete ríos regados
por un huevo que decidieron
romper, y salió toda el agua
que llenó su valle, hasta que
no quedó nada más que un
enorme lago.
Al noroeste de Eslovenia, a
cincuenta y cinco kilómetros
de la capital, Liubliana, encon-
tramos el bello y turístico lago
de Bled, que bien podría tra-
tarse del creado por ese míti-
co Diluvio Universal, aunque
la ciencia lo cataloga como
un lago glaciar nacido en los
Alpes Julianos. Hoy es muy
conocido por las buenas con-
diciones que presenta para
practicar deportes de remo.
LAGO DE BLED (ESLOVENIA)
El Diluvio Universal2
MONTSÉGUR (FRANCIA)
La búsqueda del Grial perdido1
Magnífico amane-
cer sobre el lago de
Bled, que rodea a
la única isla natural
de Eslovenia.
En lo alto de la colina del Pog,
el castillo de Montségur tiene una
privilegiada ubicación defensiva.
GETTY
GETTY
92 MUY HISTORIA
Desde Galway, si nos
dirigimos hacia el in-
terior de Irlanda, podemos
emprender una ruta que
cruza algunas de las zonas
más montañosas del país:
allí se guardan las leyendas
celtas. La reina mitológica
irlandesa, llamada Mórri-
gan, puede resultarnos una
buena guía en nuestro viaje
por la tierra del trébol. Ella
podría invitarnos a ver su
casa en la cueva de Crua-
chain, condado de Ros-
common. La podríamos
seguir hasta un montecillo
hecho de trozos de piedra
y carbonilla situado en Tip-
perary y conocido como “la
mina de cocinar de Mórri-
gan”. Incluso se refieren a
dos de las colinas cercanas
a las tumbas neolíticas de
Newgrange (Meath) como
“los pechos de Mórrigan”.
Al este de Dinamarca, en la isla de Selandia (a
unos 100 km de Copenhague), se halla un trelle-
borg (fortaleza vikinga circular) que data de finales
del siglo X. Se cree que pudo controlar el tráfico marí-
timo entre Selandia y la isla de Fionia. Ese hallazgo
arqueológico se bautizó como trelleborg por estar
emplazado en una población del mismo nombre,
próxima a la localidad danesa de Slagelse. El recinto
circular de Trelleborg recuerda al gran muro que ro-
deaba Asgard, importante lugar de la mitología nórdi-
ca por ser el hogar de la raza de los dioses llamados
Aesir y por hallarse en un nivel superior celeste.
TANUM (SUECIA)
Museo Vitlycke
de arte rupestre
Vitlycke se encuentra en el cen-
tro de una vasta zona de arte
rupestre cercana a la localidad de
Tanum, en el norte de la provincia
de Bohuslän, cuya principal loca-
lidad es Tanumshede, situada en
la costa occidental de Suecia.
Datados en la Edad de Bronce,
los grabados de Vitlycke fueron
estudiados por vez primera en el
s. XVII. Y en las más de 400 imáge-
nes que recorren siete frescos, las
interpretaciones contemporáneas
reconocen una dimensión mito-
lógica relacionada con las creen-
cias y los cultos de los pueblos
nórdicos que practicaban la agri-
cultura y la pesca.
No obstante, hay que destacar
que el museo Vitlycke no solamen-
te acoge pinturas rupestres, sino
que desarrolla una actividad cultu-
ral más amplia. Está concebido co-
mo un centro de información para
toda la comarca de Tanum, declara-
da Patrimonio de la Humanidad por
la UNESCO en 1994. Allí hay, entre
otras cosas, salas de exposiciones
con pantallas curvas que muestran
series de diapositivas, y dispone
de biblioteca, auditorio y cafetería.
En su entorno arquitectónico tam-
bién se ha reservado un espacio
para realizar talleres infantiles.
El Ayuntamiento de Tanum
construyó en 1997 el edificio para
albergar el museo y éste refleja la
conciencia medioambiental del lu-
gar a través del uso de materiales
naturales puros como el roble. El
resultado de todo ese especial cui-
dado es la sensación de estar den-
tro de un barco allí varado desde
hace ya 2.500 años.
PASEO POR IRLANDA
Un mito en cada montaña4 SELANDIA (DINAMARCA)
Asentamientos vikingos5
En el condado de Galway se en-
cuentra la mítica península de Con-
nemara, guardiana de mitos celtas.
Un ejemplo de hogar comunal vikingo de los que
pueden encontrarse en los trelleborgs daneses.
El entorno natu-
ral del Estado
norteamericano
de Alaska ofre-
ce espectacula-
res estampas
montañosas.
Navíos (arriba) representados
en los grabados de Tanum.
Si nos proponemos hacer un viaje
de descubrimiento y observación
de los secretos de la naturaleza, Alas-
ka entra sin duda en la lista de posi-
bles destinos. Trazar un periplo por
este Estado ártico de América se nos
presenta también como la ocasión de
realizar un recorrido lleno de revela-
ciones, no sólo en su paisaje sino en
su paisanaje: el pueblo inuit acompa-
ñado de toda su ancestral mitología.
Así, imitando a uno de sus héroes,
Qayaq, conocido como el Halcón
Errante, comenzaremos nuestra ru-
ta en el impresionante lago Selawik,
muy próximo al mar de Chukotka, en
el extremo norte de la península de
Alaska. Este legendario personaje
recorre los paisajes del tiempo de la
Creación y mientras lo hace se trans-
forma en todo tipo de animales.
Tras visitar Selawik, seguiremos
en kayak rumbo a Kobuk, población
hoy de apenas doscientos habitan-
tes. La siguiente parada es Noatak,
localidad centrada en la pesca fluvial
del río con el mismo nombre, donde
resulta muy apetecible dar un pa-
seo en canoa por el río. Llegando al
fin del viaje en kayak, la última visita
del recorrido nos lleva a la extensa
región del delta del Yukón. Allí se en-
cuentra Fort Yukón, donde, si lo de-
seas, puedes contratar una emocio-
nante excursión para ver y atravesar
el Círculo Polar Ártico.
NOROESTE DE ALASKA (EE UU)
Pisándole los talones a un héroe inuit3
CORBIS
AGE
GETTY
BJOERTVERT
MUY HISTORIA 93
PANORAMA POR ALFREDO SEPÚLVEDA
Con una propuesta original,esta muestra pone
de relieve como este tipo de pintura,espléndida
una página brillante de la Historia del Arte.
Hasta el próximo 17
de mayo, el Museo
ICO acoge la exposición
EXPORT. Arquitectura es-
pañola en el extranjero. Por
primera vez en nuestro país,
se ofrece un análisis global
del panorama arquitectóni-
co español actual fuera de
nuestras fronteras y se ha-
ce un repaso de la presen-
cia de España en grandes
construcciones, firmas y
concursos internacionales,
instituciones educativas y
publicaciones del sector.
Más de 300 arquitectos
están representados, ana-
lizándose la trayectoria de
cada uno de ellos y valorán-
dose el papel e importancia
que tienen a nivel interna-
cional. Se trata de una gran
oportunidad para abordar
de manera amplia el estado
actual de una disciplina ar-
tísticayprofesionaltaninflu-
yente como la arquitectura.
Dentro de la infancia del ge-
nio malagueño, los años
que pasó en la ciudad de A Co-
ruña entre 1891 y 1895 fueron
de una especial intensidad. Pi-
casso padeció la muerte de su
hermana, inició su formación
académica, recibió la influen-
cia de artistas gallegos y creó
sus primeras obras destacadas,
además de tener su primera
exposición. El Museo de Belas
Artes da Coruña quiere acer-
carnos a este período con la
muestra El primer Picasso.
A Coruña 2015. El re-
corrido por unos años
fundamentales en la
formación del artista se constru-
ye a través de más de doscien-
tas piezas, 81 de las cuales son
del propio Picasso. Además,
junto a las creadas en la ciudad
gallega, se exponen obras su-
yas posteriores pero que guar-
dan relación con esta etapa. Las
pinturas de contemporáneos
suyos que ejercieron influen-
cia sobre él en este momento
de formación son también par-
te fundamental de la muestra,
abierta hasta el 24 de mayo.
El academicismo fue una
corriente artística que se
desarrolló en el siglo XIX, fun-
damentalmente en Francia, y
que respondía a las instruc-
ciones y normas que dictaba
la Academia de Bellas Artes
de París como herencia del
Clasicismo y trataba los gran-
des géneros de la pintura
tradicional: la Historia, la mi-
tología, la religión o el retrato.
Los artistas académicos han
sido vistos tradicionalmen-
te como un contrapeso del
arte realista e impresionis-
ta. Actualmente, el enfoque
ha cambiado bastante y se
puede afirmar que pintores
como Cabanel, Bouguereau
o Gérôme trataron de moder-
nizar la tradición académica
desde dentro e hicieron evo-
lucionar el género. La Funda-
ción Mapfre nos propone un
viaje a este período artístico
con la exposición El canto
del cisne. Pinturas académi-
cas del Salón de París. Colec-
ciones Musée d’Orsay, que
reúne la mejor pintura acadé-
mica francesa de la segunda
mitad del siglo XIX. Está com-
puesta por más de 80 obras
procedentes de los salones
parisinos, en las que el ca-
mino hacia las vanguardias
comparte protagonismo con
los temas clásicos de la pin-
tura académica del XIX.
PINTURA
El canto del cisne
del academicismo
pesquera
Producida por el
Archivo Histórico de
Almería, la exposición
analiza los aspectos
sociales, económicos
y culturales vinculados
al mundo de la pesca.
juntadeandalucia.es
de Luis Siret
El Museo Arqueológi-
co Nacional muestra
en red más de 31.000
documentos del ar-
queólogo belga. Este
fondo es de gran im-
portancia para el estu-
dio de los yacimientos
prehistóricos del
sureste peninsular.
www.man.es
500 años sin
Aldo Manuzio
La Biblioteca Nacional
organiza una mues-
tra que conmemora
el medio milenio de la
muerte del famoso hu-
manista e impresor Al-
do Manuzio, en la que
pueden verse nueve
ejemplares salidos
de sus prensas.
www.bne.es
Visitas
teatralizadas
El Museo Nacional
de Cerámica y Artes
Suntuarias González
Martí ofrece visitas
teatralizadas al Pala-
cio del Marqués de
Dos Aguas.
mnceramica.mcu.es
AGENDA
CULTURAL
ACTUALIDAD
El nacimiento de Venus, William Bouguereau (1879). Artistas como
Courbet, Leroux, Belly, Tissot o Meissonier también están presentes.
Los años gallegos
fueron de gran tras-
cendencia en la for-
mación como artista
de Pablo Picasso.
ARQUITECTURA
EXPORT
ARTE
El joven Picasso
El enfoque de todo el material expuesto
es muy amplio y a la vez profundo.
AHU
MUSEOICO
SUCESSIÓN PABLO PICASSO VEGAP
94 MUY HISTORIA
Nacido en la década de los
ochenta como respuesta al
renovado espíritu neoliberal, el co-
lectivo feminista Guerrilla Girls, que
se ha mantenido en el anonimato
bajo sus máscaras de gorilas, lleva
30 años desarrollando sus reivin-
dicaciones a través de su particular
“conciencia del mundo del arte”.
La Nave 16 de Matadero Madrid
acoge la exposición Guerrilla Girls
1985-2015, 30 años de activismo
feminista. Se ha reunido la práctica
totalidad de su trabajo, sus míticos
carteles están organizados crono-
lógicamente y a la vez se muestra
una serie de documentos que infor-
man y contextualizan la historia de
los mismos y sus procesos de pro-
ducción. En palabras del comisario
de la muestra, Xabier Arakistain, “el
trabajo de Guerrilla Girls nos recuer-
da que los diferentes objetivos po-
líticos planteados por el feminismo
de los 60 y 70 no se han alcanzado
aún y por lo tanto nos invitan a con-
tinuar la lucha para conseguirlos”.
Considerado por muchos como
el gran maestro de la ilustración
española, Narciso Méndez Bringa
(Madrid, 1868-1933) es una figu-
ra clave en la historia del dibujo y la
ilustración en España. El Museo ABC
presenta la primera gran muestra so-
bre su trayectoria, con más de dos-
cientas obras que abarcan una temá-
tica muy diversa: Historia, actualidad
de la época o escenas típicas de la
Belle Époque, conformando una ga-
lería, casi fotográfica, de la Historia
de España entre los siglos XIX y XX.
La ciudad de Cuenca celebra la 54
edición de la Semana de Música
Religiosa. Este año cuenta con una
programación que cumplirá con las
expectativas de todos los amantes
de la música clásica con un amplio
repertorio de eventos. Las jornadas
se desarrollarán los días 28, 30 y 31
de marzo y el 1 de abril. Los puntos
fundamentales de la programación
giran en torno al homenaje a Santa
Teresa de Jesús por el V centenario
de su nacimiento, los cuatro siglos
de la edición de la segunda parte
del Quijote, la conmemoración de la
muerte del compositor y pianista ru-
so Alexander Scriabin (Moscú, 1872-
1915) y la importancia del Concilio
de Trento en el arte y la música.
Las armas del cas-
tillo de Montjüic
Un conjunto de 29 armas
ha regresado a su ubica-
ción original y se expone
en el Centro de Interpreta-
ción del castillo. Corres-
ponde a los siglos XVIII y
XIX y formaba parte del
Museo Militar.
Antiguo sargento
de las SS imputado
Acusado de complicidad en
el asesinato de 3.681 perso-
nas, este hombre de 94
años de edad, identificado
sólo como Hubert Z., forma-
ba parte de la unidad médi-
ca del campo de Auschwitz.
Destrucción del
legado histórico
ElEstadoIslámicohadi-
fundidounvídeoenelque
variosmilicianosgolpeany
destruyenobrasartísticas
delmuseodelaciudadira-
quídeMosul.Laspiezas
destruidascorrespondena
esculturaspertenecientesal
ImperioAsirio(sigloVIIa.C.).
Proyecto de micro-
mecenazgo musical
Quieren recuperar la obra
del compositor del siglo
XVIII Gaetano Brune i. Es-
te músico progresó en la
Corte española, llegando a
convertirse en uno de los
favoritos de Carlos III y del
futuro Carlos IV. El reto es
grabar sus 39 sinfonías, de
las que ya hay tres dispo-
nibles, la 9, la 21 y la 29.
BREVES
DIBUJO
España ilustrada
CONCIERTOS
Música religiosa
FEMINISMO
Guerrilla Girls
La labor artística de este colectivo supuso un punto de inflexión en el arte fe-
minista, estableciendo una relación entre éste y el activismo social y político.
TAPICES
Goya en Madrid
Cuando en el año 1775 Francisco de
Goya recibió el encargo de realizar
los cartones para tapices, estaba inician-
do una etapa que le llevaría a convertirse
en pintor real. El Museo del Prado pro-
pone un novedoso acercamiento a es-
te conjunto de obras con la exposición
Goya en Madrid. A diferencia de la pre-
sentación habitual, organizada según
los ámbitos para los que fueron destina-
das las pinturas, ahora se estructuran en
ocho secciones que revelan aspectos
técnicos de las pinturas, valorando los
cartones como uno de los trabajos más
decisivos en la evolución del arte de Go-
ya. Estos cartones se comparan entre sí
y con obras de autores contemporáneos
como Mengs o Tiépolo, y con artistas del
pasado como Tiziano, Rubens o Teniers.
La estancia en la
capital fue un pe-
riodo muy fructí-
fero en la carrera
del pintor.
Las obras contemporá-
neas también tendrán su
espacio en los recitales.
Su obra se caracteriza por un exqui-
sito detalle en todas las escenas.
MATADEROMADRIDCANOESTUDIO,MUSEOABC
GQESPAÑA
MUSEONACIONALDELPRADO
MUY HISTORIA 95
PANORAMA
La Real Academia de
Bellas Artes de San
Fernando presenta la ex-
posición El triunfo de la
imagen, en la que da a
conocer el trabajo de con-
servación y restauración
de numerosos bienes
culturales de naturaleza
eclesiástica realizado por
la Comunidad de Madrid.
Su título hace referencia
a la labor evangelizado-
ra desempeñada por la
imagen en la Historia del
catolicismo. Formada por
una amplia colección pro-
cedente del patrimonio
eclesiástico de bienes
muebles e inmuebles,
engloba un extenso pe-
ríodo que discurre entre
la Edad Media y el final
del siglo XVIII, centurias
que constituyen la etapa
de máxima actividad del
mecenazgo de la Iglesia.
Sesenta piezas compo-
nen la muestra, entre lien-
zos, esculturas, textiles y
orfebrería.
En febrero de 1914, el librero
Pedro Vindel Álvarez des-
cubría un manuscrito del siglo
XIII que servía de forro a un có-
dice del siglo XIV, el Cicerón de
Officiis. Este pergamino, firmado
por Martín Códax, contenía siete
canciones de amor acompaña-
das por notaciones musicales.
Actualmente, este manuscrito
se encuentra en la Pierpont Mor-
gan Library de Nueva York y, con
motivo del centenario de su des-
cubrimiento, dos descendientes
directos del librero, José Manuel
Fernández-Jardón Vindel y su
hijo Luis Alejandro Fernández-
Jardón García, han impulsado
una película basada en la vida y
en el descubrimiento de Pedro
Vindel. La ayuda de una ingente
documentación y de informa-
ción familiar ha posibilitado el
desarrollo del proyecto. En pa-
labras del bisnieto del famoso
librero, la película nos introduce
en la apasionante historia de
su vida: se escapó de su casa
a los diez años sin saber leer ni
escribir, pero los libros lo fueron
todo para él; empezó vendién-
dolos en el Rastro para acabar
regentando una de las librerías
más famosas de la capital, des-
de la que siempre fomentó su
amor por los libros y la lectura.
ACTUALIDAD
Cerca de la mitad de
las obras se muestra
por primera vez en
nuestro país.
CINE
Los secretos del Manuscrito Vindel
Gamelo presenta un nuevo jue-
go de estrategia free-to-play
para dispositivos móviles. En esta
ocasión tendremos que meternos
en la piel de un gobernante de la
polis griega de Esparta, gestionar
los recursos de la ciudad y hacer
frente a la invasión persa liderada
por Jerjes. Los jugadores tendre-
mos que hacer crecer la urbe, eli-
giendo qué edificios queremos
construir, las investigaciones a se-
guir, y qué tipo de tropas y aliados
vamos a tener. La mayor novedad
de este título es su sorprenden-
te sistema de combate, en el que
mientras ambos bandos van acer-
cándose tenemos que ir desple-
gando nuestros mejores ataques
y defensas. El toque histórico y
mitólogico está más que presente,
y los aspectos de la cultura heléni-
ca impregnan todos los rincones
del juego. Eso no quiere decir que
no cuente con elementos fantásti-
cos ya que, aparte de los hoplitas
y demás tropas griegas, podremos
contar con la ayuda de los propios
dioses del Olimpo y de seres mi-
tológicos tales como centauros,
cíclopes o medusas. Los gráficos
cumplen más que de sobra para un
título de estrategia, con un interfaz
bastante claro y entendible. Res-
pecto a la compatibilidad, funciona
sin problemas en dispositivos de
doble núcleo.
VIDEOJUEGO
Age of Sparta
El componente
fantástico y mito-
lógico se mezcla
con la Historia de
Grecia y Persia.
ARTE RELIGIOSO
La imagen de la
Iglesia católica
REALACADEMIABELLASARTESSANFERNANDO
CEDIDAPORJOSÉMANUELFERNÁNDEZ-JARDÓNVINDEL
GAMELOFT
Pedro Vindel fue un enamorado de la lectura; desde su librería organizó las primeras subastas de li-
bros en Madrid y encontró varias joyas literarias y musicales; también fue actor de teatro profesional.
96 MUY HISTORIA
¿Crees que los mitos y las leyendas
son valiosos para nuestra cultura?
SÍ, son una parte fundamental para enten-
der nuestro pasado.
NO, sólo son relatos y cuentos sin ningún
rigor científico ni histórico.
Resultados del número anterior
SÍ, 46 %
NO , 54 %
¿Fueron los templarios tan ejemplares como
exigía su norma?
Vuestros comentarios:
Seguro que empezaron siendo muy estric-
tos, pero con el paso de los siglos sus cos-
tumbres se relajaron hasta casi no parecerse
en nada a sus orígenes. (Antonio Guijosa)
La Historia a debate
Durante este
mes recordaremos en
nuestra web
(www.muyhistoria.es)
algunos hitos:
Síguenos en
@muyinteresante
Cada día, las últimas
noticias sobre descubri-
mientos arqueológicos,
aniversarios históricos
y recomendaciones de
exposiciones y libros de
Historia. ¡Ya hemos su-
perado los 5.229.800
seguidores en
@muyinteresante!
También
estamos
en:
2 de abril
2005Ya han pasado diez años
del fallecimiento del Papa
Juan Pablo II. Su pontifica-
do llegaba a su fin después
de 27 años, en los cuales
visitó más de 129 países,
consolidándose como uno
de los grandes líderes
mundiales del siglo XX.
18 de abril
1955Hace sesenta años que fa-
llecía Albert Einstein, con-
siderado el científico más
conocido y popular del
pasado siglo. Su teoría de
la relatividad general refor-
muló por completo el con-
cepto de la gravedad.
22 de abril
1500Pedro Álvares Cabral fue
un navegante y explora-
dor portugués de
los siglos XV y
XVI. En una ex-
pedición a la
India descu-
brió la costa
noreste de la
futura Brasil.
30 de abril
1945Se cumplen setenta años
del día en que Adolf Hitler
y su esposa Eva Braun se
suicidaron en su búnker
de Berlín. La inminente
llegada de las tropas so-
viéticas precipitó este pe-
noso final para uno de los
gobernantes más nefas-
tos de la Historia de la hu-
manidad.
EFEMÉRIDESLECTORES
INTERACTIVOS
PARTICIPA EN LA
COMUNIDAD MUY*
Contáctanos en la dirección
muyhistoriaweb@gyj.es o a
través de nuestras redes sociales.
(*) El autor garantiza que el material
enviado es de su propiedad. MUY
HISTORIA declina cualquier
responsabilidad derivada del
uso del material
recibido.
El tema de los templarios
y su Historia nunca me ha
llamado mucho la aten-
ción, siempre lo he visto
como una mezcolanza
entre leyendas, tradicio-
nes y muy poco rigor his-
tórico. El último número
de vuestra publicación
me ha servido para cam-
biar esa percepción, ya
que la forma de abordar
un tema tan manido me
ha resultado muy atra-
yente y esclarecedora.
Habéis tocado todos los
puntos de interés sobre
los templarios: su origen,
su papel en las Cruza-
das, su vida cotidiana,
su periplo en tierras de la
península Ibérica, su trá-
gico final y también sus
aspectos míticos. Vues-
tro enfoque tan amplio y
variado ha hecho que me
interese por esta Orden
tan especial.
(Pedro Quesada, Elche)
Cartas de los lectores
En el pasado núme-
ro de Muy Historia
La epopeya de los
templarios, concre-
tamente en la pági-
na 53 del dossier
“La Cristiandad se
levanta en armas”,
hacemos referencia
al libro La estirpe de
Leonor de Aquitania,
de Ana Rodríguez.
Pero la imagen mos-
trada es del ejemplar
Los monjes gue-
rreros en los reinos
hispánicos, que a su
vez aparece citado
en la página 71 de la
revista. Sólo nos que-
da hacer mención del
error y pedir discul-
pas por la equivoca-
ción entre las porta-
das de ambos libros.
A la derecha se pue-
de ver el ejemplar
que corresponde al
volumen aludido.
Fe de erratas
Fanáticos de la Historia
¿Todavía no te has unido a la comunidad
de MUY HISTORIA en Facebook? Ya
contamos con más de 12.100 fans que
siguen a diario todas las novedades y
curiosidades publicadas. ¡Agréganos!
Ya somos más de
12.000 fans
MUY HISTORIA 97
A la venta el 29 de ABRIL de 2015PRÓXIMO NÚMERO
EL SAQUEO DEL
MUNDOANTIGUO
A partir de la moda del co-
leccionismo, las potencias
europeas se pusieron a
hacer acopio de objetos
clásicos que, por supues-
to, arrebataban a sus paí-
ses de origen.
DOSSIER:HISTORIA
DE LAARQUEOLOGÍA
Desde el descubrimiento de
restos de homínidos hasta
la identificación del Señor
de Sipán, el Dossier enume-
ra los hallazgos arqueológi-
cos más relevantes.
EN EL FONDO DEL MAR
La arqueología subacuáti-
ca ha localizado barcos
hundidos de las épocas
más diversas y en los
puntos más recónditos de
los océanos.
MUY IMPACTANTES
Todos los descubrimientos
arqueológicos han contri-
buido a conocer nuestro
pasado, pero algunos son
tan espectaculares que
han incrementado por
ellos mismos el auge del
interés por la Historia.
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Palma Lagunilla (plagunilla@gyj.es)
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y Adjunto a la Dirección
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elteléfono914369770;oporcorreoelectrónicoaladirección:defensor_
del_lector@gyj.es
Los mayores descubrimientos
arqueológicos
Gigantes contra dioses. El Altar de Pérgamo, de época he-
lenística griega (s. II a.C.) y descubierto por el germano Carl
Humann en 1871, con sus frisos representando la Gigantoma-
quia, fue reconstruido y transportado al Museo de Pérgamo
(en la Isla de los Museos de Berlín, Alemania) en 1886 .
Escalofriante sueño
eterno. Traslaerup-
cióndelVesubio(año
79),laciudadromana
dePompeyaysushabi-
tantesquedaronsepul-
tadosbajotoneladasde
lavayceniza.Alrellenar
conyesoloshuecos
quedejaronloscadáve-
res,hoyconocemosla
posturaqueteníanenel
momentodelamuerte.
Tesoro submarino. En el interior
del pecio de la fragata María de las
Mercedes, hundida por la Armada
británica en 1804, se hallaron 500.000
monedas de oro y plata (arriba).
3.400 años nos contemplan. Pero, si
atendemos a la vigencia del modelo estéti-
co, la reina egipcia Nefertiti, esposa de
Akhenatón y descubierta por Borchardt en
1912, podría ser un icono actual de belleza.
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EFE
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98 MUY HISTORIA
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Cuaderno de notas
de J.F. Champollion
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donde recopiló textos en escritura jeroglífica, que fueron la base para publicar
su Gramática egipcia. La edición facsímil consta de dos libros, facsímil y libro
con estudios, en una tirada única de 995 ejemplares.
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Mitos

  • 1. www.muyhistoria.es Mitos y leyendas de todos los tiempos Más allá de lo real Por Carlos García Gual ¡Por los dioses del Olimpo! Esos mitos tan españoles... Los lugares más enigmáticos Fábulas con nombre de mujer Criaturas fantásticas Héroes: entre la realidad y la imaginación Leyendas muy remotas De la tradición al cine Javier Negrete: “Los mitos nos devuelven nuestra imagen aumentada” DOSSIER 10 FIGURAS DE LEYENDA Gilgamesh, Osiris, Baal, Odín, Quetzalcóatl, Visnú, el rey Arturo... 62 Abril 2015 (Spain only)
  • 2. S O L O E N compraonline
  • 3. SUMARIO EDITORIAL Somos nuestros mitos Los mitos son humanos. Han surgido de nuestra esencia. Pueden representar tanto un modelo a seguir, como el lado más oscuro de nuestra persona- lidad, porque en su mayoría se fundamentan en la dualidad del espíritu del ser humano. Según lo expresó el psicólogo suizo Carl Gustav Jung: “Los mitos son nece- sarios para la salud de la psique humana. Expresan las verdades almacenadas en nuestro subcons- ciente; y sus protagonistas, ya sean héroes, dioses o animales, encarnan aspectos tan humanos como la creatividad, la inteligencia, la alegría o el dolor. Los monstruos no son sino el reflejo de los mie- dos de la mente, sus fantasmas.” La continuidad de los mitos a lo largo de los siglos –ya que, ade- más de formar parte de nuestra cultura cotidiana, siguen siendo una fuente de inspiración en la literatura moderna– debería hacer- nos reflexionar sobre el secreto de su vigencia. Desde los divinos y caprichosos habitantes del Olimpo, movidos por el sexo, las pasiones y el poder, pasando por los héroes y personajes míticos de todas las culturas (Gilgamesh, Isis, Odín...), hasta nuestro ima- ginario de criaturas fantásticas, como las sirenas o el Minotauro, la auténtica finalidad del mito es demostrarnos que los seres humanos estamos sometidos a los designios del destino. ABRIL 2015 EN ESTE NÚMERO: Presentación: Más allá de lo real 4 Visual:La morada donde habitan los dioses 12 Divinidades griegas 20 La Iberia eterna y ancestral 26 Lugares míticos 32 Mitos con nombre de mujer 40 Bestiario de criaturas fantásticas 46 Héroes: entre la realidad y el relato 76 Leyendas ocultas en el mundo 82 Fusión de mito y cine 88 Entrevista: Javier Negrete 8 Curiosidades 38 P & R 74 Guía de Lugares 92 Panorama 94 Próximo número 98 SECCIONES 10 PERSONAJES MITOLÓGICOS Gilgamesh,Viracocha, Odín, Isis y Osiris, el rey Arturo... 53 DOSSIER 76Heroicidad mítica. Muchos personajes fabu- losos ocupan el papel protagonista en leyendas donde las hazañas encumbran a los héroes. NINESMÍNGUEZ 20 La familia de dioses olímpicos. La deidades del Olimpo fueron el modelo a seguir para la civiliza- ción griega, caracterizada por el respeto y el amor al ser humano. Los griegos imaginaron divinidades que no eran sobrenaturales. Han colaborado en este número: Laura Manzanera Periodista especiali- zada en medios de divulgación cultural y escritora todoterreno. Javier Negrete Especialista en mi- tología clásica y autor galardonado con numerosos premios literarios. Bernardo Souvirón Profesor de lenguas clásicas y escritor de obras literarias y ensayos centrados en la cultura clásica. PORTADA: CENTAURO, POR JOSÉ ANTONIO PEÑAS ALBUM 53 El acervo cultural de cada pueblo está cargado de héroes, deidades, reyes ejemplares, etc. Todos ellos proceden de relatos fantásticos que generación tras generación se han transmitido de manera oral. AGE 40 Muchas figuras míti- cas adoptaron forma de mujer; entre ellas, encontramos a la subversiva Lilith, la ingenua Melusina, la vengativa Loreley, la protectora Pacha- mama, etc. GETTY GETTY Palma Lagunilla Directora (plagunilla@gyj.es) En Twitter: @_plagunilla MUY HISTORIA 3
  • 5. RELATOS INICIÁTICOS Las narraciones de hechos extraordina- rios con seres y luga- res legendarios han acompañado a todas las culturas, confi- gurando un fabulo- so imaginario que pervive en el tiempo. Transmitidos gene- ración tras genera- ción durante cientos de años, los mitos se conservaron gracias a la tradición oral y, después, a través de los textos escritos. MAS ALLA deloREAL ´´ Jardín del Edén. A lo largo de los siglos, las civilizaciones encontraron cobijo a su desasosiego existencial en míticas fábu- las que describen lugares paradisiacos. Por Carlos García Gual, escritor y filólogo MUY HISTORIA 5
  • 6. C omo la palabra mito se utiliza con muy varia- dos sentidos –relato sagrado, cuento, ficción o, incluso, personaje estelar–, conviene precisar su definición. Se emplea en el sentido clásico del término como una narración tradicional y memorable que habla de la actuación de seres extraordinarios (dioses y héroes) en un tiempo prestigioso y lejano. Los mitos son relatos fabulosos que perviven transmiti- dos desde lejos en el imaginario colectivo. Son algo así co- mo las historias sagradas de la tribu; vienen de muy atrás, nacieron mucho antes que la escritura, y viajan durante siglos de generación en generación. Según el antropólogo belga Marcel Detienne: “Los mitos viven en el país de la Memoria”. Dan respuestas a los enigmas de la existencia humana evocando figuras y hechos prodigiosos que ex- ceden la realidad cotidiana, gestas de larga huella que marcaron para siempre el destino del mundo, en un tiempo primordial más allá del devenir his- tórico; relatos asombrosos y actuaciones so- brenaturales que exigen creencia y prome- ten consuelo y felicidad. El conjunto de mitos de una cultura con- figura su mitología tradicional. En todas las civilizaciones, en su etapa arcaica, existe una propia y vivaz mitología. “Un pueblo sin mitos se moriría de frío”, escribió G. Dumézil (1898-1986). Ese entramado narrativo responde a la inquietud natural de los seres hu- manos, y su conglomerado de relatos ofrece una iluminación fantástica del mundo y habla de sus raíces ocultas; es decir, de los seres divinos y las acciones que los fundamentan. Como si el ser humano ne- cesitara dar sentido a su existencia con histo- rias que hablan de un trasfondo sagrado, de presencias divinas más allá del presente efí- mero y de su condición mortal. En fin, a eso apuntan los grandes mitos, relatos mágicos y fundamentales de la cultura. Junto a los mayores hay otros que explican misterios concretos: por ejemplo, có- mo surgió el fuego, cómo apareció la primera mujer, có- mo fueron y desaparecieron los monstruos primigenios, cómo surgió un determinado rito, quién inventó a los re- yes, etc. Las mitologías son muy variadas y dan una idea de la capacidad fantástica de la imaginación arcaica para forjar dioses y monstruos con las más abigarradas figuras. Como han subrayado algunos antropólogos, los mitos fundamentan los usos y normas de una colectividad en su etapa primitiva, y no sólo en esa época. En la mayoría de culturas los mitos están ligados a la religión y las creencias religiosas. Forman la narrativa esencial de las religiones y se conjugan con los ritos y ceremonias que con frecuen- cia evocan y representan los momentos estelares de los mitos. Pero incluso más allá de su vigencia religiosa los mitos perduran, aun cuando se eclipsan o desaparecen las creencias que los sustentaban. Desarraigados de la inge- nua fe primitiva, los relatos y las figuras míticas pueden perdurar en la literatura y en el imaginario colectivo. Eso es lo que sucede, en la cultura occidental, con la que lla- mamos mitología clásica, es decir, el repertorio de mitos heredados de griegos y romanos. La religión pagana fue abolida por el cristianismo, pero sus relatos de dioses y héroes han pervivido durante siglos manteniendo su ex- traño encanto y su fascinación en la literatura y la poesía. Narraciones maravillosas. Leyenda es una palabra que viene del latín y no del griego. En cambio, el término mito viene de la forma griega mythos, que en latín se tradujo por fabula. En su forma latina, legenda significa en senti- do literal “lo que ha de leerse”, y suele aplicarse a relatos no tan arcaicos ni grandiosos como los auténticos mitos, sino a otros posteriores a la escritura, atestiguados en la tradición popular y en latín tardío o en algunas crónicas medievales. También las leyendas perviven en la tradición y tienen un halo fantástico o maravilloso. Sus personajes protagonistassuelenserhéroes(nodioses)históricosoca- si históricos y evocan un espacio y tiempo concreto, al que la narración reviste de legendario prestigio. Valgan como ejemplo los relatos de la hagiografía cristiana, esas curiosas historias de santos, que fueron muy populares, aunque estén ahora en declive, más olvidadas que las figuras paganas de la antigua mitología grecolatina. Por otra parte, en algunos casos el término le- yenda se usa casi como un auténtico si- nónimo de mito, por ejemplo, al citar la leyenda de Alejandro o el mito de Alejandro. La mitología está unida a la re- ligión en muchas culturas. Los mitos se presentan como la mani- festación del mundo sobrenatural, proclamada como santa y verda- dera revelación por profetas privi- legiados o vehículos del mensaje Alejandro Magno. El rey macedo- nio se convirtió en leyenda al iniciar- se con su reinado una gran época de intercambio cultural, que lo ensalzó como un icono de la Antigüedad. La venganza de Medea. En esta pintura del s. XVIII se representa a la mítica sacerdotisa dando muerte a sus hijos, en ven- ganza por el aban- dono sufrido por parte de su esposo Jasón. PERSONAJE George Dumézil (1898-1986). Fue un filólogo e historiador fran- cés, estudioso de los pueblos indoeuropeos; sobre todo de sus religiones y mitos escritos. ALBUM AGE 6 MUY HISTORIA
  • 7. divino. En los mitos se anuncia y desvela la verdad in- visible a quienes confían en la sagrada palabra proféti- ca. Para fijarla para siempre, esas revelaciones míticas pueden codificarse en sagradas escrituras (uno o varios libros, como los de la Biblia). Así lo hacen las llamadas “Religiones del Libro”, dando a sus mitos sólida cerrazón y austero dogmatismo. Literatura no religiosa. En muchas culturas los guardia- nes de la tradición de los mitos, quienes los cuentan y co- mentan,sonlossacerdotes.Peroenlagriega,consureligión politeísta, los encargados de la difusión de los relatos fueron los aedos (cantores de poemas épicos de la antigua Grecia) y lospoetas.Esevidentequeunareligióncondiversosdiosesy muchos héroes, sin iglesia dogmática ni libro sagrado, como era la griega, tiene una mitología más rica que una mono- teísta. Y el legado mítico helénico revive de modo claro gra- cias a esa libertad narrativa que le da la transmisión poética. En una tradición así, los personajes de estos relatos fantásticos logran nuevos perfiles y rasgos, y los héroes y dioses se humanizan y dramatizan (como ocurre con figuras como Prometeo o Dioniso, por ejemplo). Ya en Grecia, los mitos fueron temas de la literatura, y como literarios perduran en nuestra tradición humanista. Hasta qué punto la gente creía o cree en los mitos es muy difícil precisarlo. En una sociedad primitiva o salvaje estos relatos fabulosos ofrecen una visión ingenua del mundo, que podemos su- poner aceptable para una comunidad arcaica. Pero en una sociedad más desarrollada y moderna, la cosmovisión obje- tiva se funda en la ciencia y la lógica. No obstante, la visión científica y la tecnología no dan respuesta a los enigmas vi- tales, a las últimas preguntas sobre el sentido de la existen- cia. De ahí que siempre quedan las creencias de la religión y los mitos –en su inmensa variedad– como promesa de sen- tido final, “una arriesgada apuesta”, según Platón. Por su función social, los mitos se han usado también, sobre todo en el mundo moderno, como arma política. Proporcionan imágenes y figuras emotivas que pueden servir a la propaganda ideológica en una sociedad de ma- sas. Que el fascismo manipuló el mito de la raza aria para sus propios fines es un ejemplo bien conocido; cabe du- dar si conviene hablar de mitos políticos o, más bien, de utilización política de esquemas míticos. A veces no es la historia legendaria entera, sino alguna secuencia o algu- na imagen lo que se emplea para impresionar a un nuevo público. Como sabemos, las estampas heroicas o los cli- chés míticos llaman la atención y sirven de reclamo. La propaganda comercial actual, más sutil e inocua, recurre a estampas míticas para promocionar algún producto. Viaje en el tiempo. En cuanto a los mitos clásicos –de griegos y romanos– ya sólo como trasuntos literarios, es decir, despojados de la creencia religiosa, perduran con renovado fervor: en incontables textos poéticos, en teatros, en el cine y hasta en las novelas nos topamos con los viejos y frívolos dioses y los admirables héroes (Ulises, Aquiles, Medea, Helena, etc.). A veces mo- dernizados o tratados con ironía, los personajes de héroes y dioses de la Antigüedad se resisten a desapa- recer. Pues, desde luego, allí donde las figuras de la mitología clásica han perdurado con más fuerza y han renovado su encanto si- glo tras siglo desde el Renacimiento es en las artes plás- ticas. Basta darse un paseo por cualquier gran museo e imaginar qué empobrecido resultaría el arte occidental sin esas ágiles y ubicuas figuras nacidas de mitos. La mitología enriquece nuestro imaginario con un fan- tástico tropel de imágenes festivas y multiformes. Estas fá- bulas nos llevan sobre una alfombra mágica a paisajes y en- cuentros de extraordinario hechizo, que resultan un buen ejercicio intelectual, además de un viaje incomparable. Los mitos son relatos fabulosos que perviven transmitidos desde lejos en el imaginario Legendario rapto. En la mitología grie- ga, el secuestro de Helena de Esparta por el príncipe troya- no Paris desencade- na la guerra de Troya, contienda trasladada a la literatura en la Ilíada de Homero. AISA LIBRO Diccionario de mitos, Carlos Gar- cía Gual. Editorial Siglo XXI, 2012. Es- ta obra reúne una serie de ensayos sobre las más fa- mosas figuras de la mitología antigua. MUY HISTORIA 7
  • 8. ENTREVISTA CON ¿Cómo definiría usted el concepto de mito? Si nos atenemos al sentido que aplica- mos a los mitos griegos, romanos, nórdicos o egipcios, la definición que más me con- vence es la de mi antiguo profesor Carlos García Gual: “Un mito es un relato tradicional que refiere la actuación memorable y ejem- plar de unos personajes extraordinarios en un tiempo lejano y fabuloso”. Analizando elemento por elemento, se ve que es una definición bastante completa. Un mito es, en efecto, un relato, una narración con per- sonajes, un conflicto y un argumento que, por breve que sea, normalmente se divide en presentación, nudo y desenlace. Ese ar- gumento refleja una acción digna de recuer- do, y es por eso por lo que se transmite de boca en boca y se convierte en tradicional. El tiempo en que se desarrollan los mitos es un pasado remoto, casi un tiempo fuera del tiempo. En esto último el mito se parece al “érase una vez” de los cuentos populares; pero, mientras que los personajes de los cuentos son menos grandiosos, más de an- dar por casa, los protagonistas de los mitos son dioses y héroes sobrehumanos. ¿Cree que la función de los mitos es respon- der a las preguntas fundamentales que nos hacemos sobre los misterios de la vida? Esa era una de sus funciones, sin duda, pero podían tener muchas más, pues había muchos tipos de mitos. El de Gilgamesh, por ejemplo,querecorreelmundoenteroenbus- ca de la inmortalidad, plasma a la perfección el miedo que sentimos ante la muerte, y tam- bién ante la vejez y el paso del tiempo en ge- neral. Pero hay otros que explican cosas más cotidianas,comoelorigendeleco,elnombre de un lugar o diversas costumbres rituales. ¿Diría entonces que los mitos son una forma de explicar el mundo? No todos, pero muchos sí. Son una es- JAVIER NEGRETE “Los argumentos de los mitos son muy ricos y creativos, y siguen avivando nuestra imaginación” Prolífico escritor de narrativa fantástica y épica, además de un gran conocedor de la mitología clásica, desvela en esta entrevista una interesante visión del binomio formado por literatura y mito. Por Fernando Cohnen, periodista pecie de ciencia natural muy primitiva, que en lugar de utilizar el razonamiento recurre a la analogía y la metáfora. Tomemos como ejemplo la historia de Ullikummi, el gigante de la mitología hitita. Era un ser de basalto que surgió del mar y creció tanto que su ca- beza amenazaba con romper los cimientos del palacio celestial de los dioses. Teshub, el señor de la tempestad, luchó contra él, pero sus rayos no consiguieron nada, como tam- pocolologróelstripteasedeladiosaIshtaral sondelapandereta.Finalmente,fueelastuto diosEaquienrebanólostobillosdeUlikummi conlahoz,quealprincipiodelostiemposha- bíaservidoparasepararlatierrayelcielo,yel gigantesedesplomósobreelmar.Esterelato muestra la riqueza de interpretaciones que admite el mito. Pero si vamos un poco más lejos podemos preguntarnos: ¿y si la historia de Ullikummi es algo más que un símbolo de un pasado cosmogónico y remoto? ¿Y si lo que narra ocurrió de verdad? Un gigante de basaltoquesurgedelmarpodríaserotrafor- madedescribirelnacimientodeunaislavol- cánica.Ullikummilevantándosehaciaelcielo noseríaotracosaquelainmensacolumnade rocasypolvoquesealzahastalaestratosfera en una gran erupción. ¿Se dio alguna erupción cercana en el es- pacio y el tiempo que pudiera dar origen a la canción de Ullikummi? Pues sí, la de la isla de Tera, en el archipié- lago de Santorini, que debió producirse en torno al año 1600 a.C. y está considerada la mayor erupción de tiempos históricos. La columna eruptiva pudo alcanzar una altura de cuarenta o cincuenta kilómetros, lo que significa que se habría podido ver a más de ochocientos kilométros, una distancia sufi- ciente como para dejar huella en la memoria colectiva de muchos pueblos de la zona. De modo que aquí tendríamos un mito que no sólo habla de un fenómeno natural abstrac- to, sino de un hecho histórico concreto. En- tre otras interpretaciones del mito, me intere- samuchoaquellaquerastreaparabuscaren el pasado el origen real de algunos relatos mitológicos.Enesesentido,recomendaríala lectura de El invierno cósmico, de los astró- nomos Napier y Clube, que relaciona ciertos mitosconlaposibilidaddequelaTierrahaya sufrido impactos de fragmentos de cometas antes del primer milenio a.C., y When They Severed Earth From Sky, de Elizabeth y Paul Barber, que, entre otras historias, relaciona también las de Prometeo y Loki con erupcio- nes volcánicas del pasado. ¿El mito aporta la esperanza y el consuelo que anhela el ser humano? Supongo que sí, y que por eso mucha gente prefiere abrazar explicaciones míticas del mundo antes que científicas, ya que la ciencia parece más fría y no nos muestra el mundo como querríamos que fuese, sino tal como es, o al menos más parecido a como es. Ahora bien, en ese sentido el mito tam- bién puede ser cruel. Me viene a la cabeza el mito de las edades, narrado por Hesíodo en Trabajos y días. Es terriblemente pesimista, ya que nos asegura que cualquier tiempo pasado fue mejor: empezamos dichosos en la Edad de Oro para descender a la de Plata y la de Bronce, y ahora vivimos en la de Hierro, en la que padres e hijos se pelean, el hermano engaña al hermano, la violencia se ha enseñoreado del mundo y todo va a peor. No es un relato muy esperanzador, ¿verdad? ¿Cómo es posible que esas narraciones tan arcaicas hayan llegado hasta el siglo XXI? Ensumomento,cuandolosmitoseranuna PERFIL PROFESIONAL Javier Negrete nació en Madrid en 1964, estudió Filología Clásica y, en la actuali- dad, es conside- rado uno de los autores de géne- ro fantástico e histórico más importantes de nuestro país. Este profesor de griego en un insti- tuto de Plasencia escribió su prime- ra novela de ro- manos cuando te- nía sólo diez años. A la fascinación que tiene por la literatura se suma la que siente des- de pequeño por la Grecia Clásica. Uno de sus re- cuerdos más anti- guos es el de leer la Odisea en un pequeño libro, de hojas muy finas. Luego, coqueteó con la idea de es- cribir otra novela sobre Alcibíades y en su adoles- cencia acabó el primer borrador de La espada de fuego, una de sus novelas más conocidas, cuya versión definitiva apareció en 2003. Personaje literario como mito. Creado por Melville para su Moby Dick, el capitán Ahab es un personaje con cariz legendario. ASC 8 MUY HISTORIA
  • 9. especiedeenciclopediadondeencontraban conocimientodelmundo,normasdeconduc- ta,explicacióndecostumbreseinclusodiver- sión, era lógico que se transmitieran de boca en boca al calor de la hoguera. Además, no había competencia, ni siquiera por parte de loslibros.¿Quéibanahacernuestrosantepa- sados en las largas noches de invierno sino contar mitos? ¿Jugar con el móvil o mandar whatsapps? De no ser por la escritura y las artes plásticas, los mitos griegos se habrían perdido en el tiempo. Ahora bien, ¿qué ha hecho que se sigan copiando durante siglos hastallegarhastanuestrosdías,yquetodavía despierten nuestro interés? Dejando aparte otras interpretaciones psicológicas, pienso, como escritor que soy, que la razón es que sus argumentos son muy ricos y creativos, y siguen avivando nuestra imaginación. En mi caso, cuando era niño uno de mis libros favoritos era un tomo infantil titulado Mitos y leyendas, en el que devoré una y otra vez las historias de Hércules, Pandora o Teseo. Aunque nosotros ya no creemos en los dio- ses griegos, ni les rendimos culto, ¿cree que seguimos viéndolos como figuras míticas? Evidentemente. Son arquetipos, persona- jes primigenios más grandes que la vida, de pasionestandesmesuradascomosuspode- res. Sus virtudes y, sobre todo, sus defectos sonhumanosyalmismotiemposobrehuma- nos.Sonserestanhiperbólicosquepodemos mirarnos en ellos como espejos en los que nos vemos aumentados: la ambición de Cro- nos, la lujuria de Zeus, la vanidad de Afrodita, la crueldad de Ares, etc. Pero también la inte- ligenciadeAtenea,labondaddeHefestooel humor de Hermes. ¡En el panteón griego hay una galería de personajes tan amplia como para crear diez series de televisión! Como profesor de griego y escritor de novela fantástica e histórica, ¿qué tipo de mitos clá- sicos le atraen más? Aquellos mitos donde haya conflictos in- tensos, ya sean generacionales (como el que enfrentó a Zeus contra su padre Cro- nos), matrimoniales (las broncas de Hera y Zeus eran épicas) o por el poder contra elementos extraños (la lucha del dios de la tormenta contra el dragón). Me han inspira- do buenos argumentos, o directamente los he utilizado, como en Señores del Olimpo. ¿Qué requisito necesita un personaje literario para convertirse en un mito? Lospersonajesquelleganamíticossuelen estar tallados a cincel; son tipos intensos y obsesionados como el Ahab de Moby Dick, o tienen rasgos sobrehumanos que los iden- tifican con los antiguos dioses, como Super- mán.Mearriesgaríaadecirqueunpersonaje míticodebesersimple,deunapieza,eidenti- ficarseconalgunacualidadotalentoespecial. ¿Cuáles son sus mitos literarios preferidos? Algunos de los relatos del Silmarillion de Tolkien, como el de Túrin Turambar, des- prenden un aliento épico tan poderoso co- mo las viejas sagas. También pienso en los personajes de Roger Zelazny, como el Con- rad de Tú, el inmortal o la saga de Los nueve príncipes de Ámbar. Y, aunque se trate de otro tipo de mitos, no puedo dejar de pensar en Cthulhu y toda la legión de seres de pe- sadilla imaginados por Lovecra . Este autor estadounidense fue el tipo más descreído del mundo y, sin embargo, poseía un talento increíble para soñar mitos. ¿Qué le llevó a escribir novelas del género histórico y fantástico? Tres pasiones bastante precoces: los te- beos de superhéroes, las novelas de ciencia ficción y las películas y novelas de romanos. Cuandodigoprecocesnoexagero.Teníasie- te años cuando dibujé mi primer cómic de Supermán y diez años cuando, cansado de lo lento que avanzaba narrando relatos con viñetas, empecé a escribir mi primera novela. Era de romanos, y calculo que impresa ha- Vocación lectora desde la infan- cia. Negrete devo- raba literatura his- tórica y fantástica desde niño. Una de sus pasiones era, y todavía es, la His- toria de la Antigüe- dad Clásica. NINESMÍNGUEZ MUY HISTORIA 9
  • 10. ENTREVISTA CON Hoy día, las estrellas del espectáculo son consideradas como mitos por sus fans y a los grandes futbolistas se les percibe como seres fabulosos. ¿Qué opinión le merece este fenómeno? DeportistascomoRonaldo,Messi,Michael Jordan en su momento y muchos otros son como los antiguos dioses. El dinero y la fama les otorgan poder, muchos de ellos son tan belloscomoApolo(engreídoscomoNarciso, habríaqueañadir),yesohacequeseconvier- tan en símbolos para sus seguidores. Pero, obviamente, les falta algo que poseían los diosesgriegos:lainmortalidad.Enestemun- doenquetodovacadavezmásrápido,laca- rrera de un deportista es de las más fugaces. En cierto modo son como Aquiles, que eligió elcegadordestellodeunavidabreveyheroi- caenlugardeotralargayoscura.Peroluego, ya en el Hades, se arrepintió, lo que me hace pensar en el particular infierno que sufren algunas grandes estrellas (no todas, obvia- mente) por no saber sobrellevar el olvido en que caen poco a poco después de retirarse. ¿Cuál es el verdadero héroe actualmente? Por arrimar el ascua a mi sardina, diré que los escritores que nos encerramos durante horas, días y años en la soledad de nuestras cuevas para brindar a los lectores nuevos mitos con los que sobrevivir a las largas no- ches de invierno. En 1992 publicó su primera novela, La luna quieta. Además de sus incur- siones en el género fantástico e históri- co, con títulos como Salamina y Alejan- dro Magno y las águilas de Roma, Javier Negrete es autor de obras de ciencia fic- ción como La mirada de las furias (pre- mio Ignotus a la mejor novela, 1998). Ha cultivado también la literatura juvenil con Memoria de dragón y Los héroes de Ka- lanum. Con Buscador de sombras ganó el Premio UPC de novela. En Minotauro publicó La espada de fuego y El espíritu del mago, con una gran acogida de crí- tica y público. En 2006 ganó el Premio Minotauro con la novela Señores del Olimpo. El corazón de Tramórea, La hija del Nilo y El sueño de los dioses son tres de sus últimas obras. “Un personaje mítico debe ser simple, de una pieza, e identificarse con un talento” JAVIER NEGRETE bría abultado más de trescientas páginas. Empezaba como novela histórica, en tiem- pos de Augusto, pero como mi única biblio- grafía consistía en unas treinta páginas de una enciclopedia de Historia Universal, no tardó en convertirse en un relato de fantasía de un grupo de rebeldes hispanos que crea un imperio para luchar contra el de Roma. ¡Sinsaberlo,estabaescribiendounaucronía! La serie de Tramórea, que comenzó con su li- bro“Laespadadefuego”,esunadesusobras más conocidas. ¿Cree que la fantasía épica está experimentando un nuevo florecimiento? Creo que ahora hay tanta gente escribien- do y creando historias que nos encontramos con mucho más material de todos los géne- ros: fantasía, novela negra, histórica, román- tica… En el terreno de la fantasía épica, entre miles de sagas se pueden encontrar algunas de gran calidad, como la de Martin (aunque enmiopiniónsehaatrancadobastanteenlos dos últimos libros que ha publicado) o la de Ruthfuss, que ya veremos si sigue por buen camino. De todos modos, me interesa más la ciencia ficción, porque no sólo apela a la emoción, sino también a la razón y a la curio- sidadintelectual.Dehecho,lasagadeTramó- rea es una mezcla de épica y ciencia ficción. ¿Cuál es la adaptación cinematográfica de un mito que más le ha gustado? Pensando en los mitos griegos, me gusta bastante Troya. Con sus defectos y licencias, me parece que refleja muy bien el personaje desaforado de Aquiles, y el más humano y cercano de Héctor. Por otra parte, me llama mucho la atención el Edipo de Pasolini. Lo vi otra vez hace poco, en clase, y me dio la im- presióndequeesaextrañavisióndePasolini con una estética tan descarnada y un tanto primitiva debía de parecerse mucho más al espíritu griego original que otras versiones más racionalizadas. Esas multitudes apreta- das, esas emociones que se manifiestan de formatanprimaria,esostiposdesdentados… Alverlapenséqueestabaviajandorealmente eneltiempo.Otrapelículaqueaparentemen- te no trata de mitos, El padrino, me ha recor- dado siempre a las luchas por el poder en- tre las primeras generaciones de dioses. De hecho, El padrino fue una de mis influencias cuando escribí Señores del Olimpo. ¿Qué opina de la saga cinematográfica El Señor de los anillos de Tolkien? Vi cada una de las tres películas el día del estreno. El empeño de Peter Jackson me parece una proeza casi tan épica como la del mismo Tolkien. Con sus defectos, cla- ro está: la tercera película me resultó algo deslavazada, seguramente por las prisas y la fatiga. Ahora bien, las quejas de muchos frikis tolkienianos por las licencias que se to- mó el director me resultan absurdas. Cine y novela son géneros narrativos distintos que precisan de recursos diferentes. ¿Cree que la leyenda del rey Arturo tiene vi- gencia en la actualidad? Sigue siendo popular, aunque tal como están los tiempos creo que no vendría mal una revisitación cinematográfica de calidad, como en su momento lo fue Excalibur. Por- que desde entonces las películas que han tratado el tema de Arturo han sido bastante deficientes. Después de ver Excalibur a uno le daban ganas de leer La muerte de Arturo. Después de ver El rey Arturo, y pese al gran CliveOwen,sólodanganasdebeberseunas cuantas jarras de cerveza para olvidar los nueve euros que te has gastado en el cine. ¿Cuál es el héroe griego más moderno? Porsusensibilidad,señalaríaaHéctor:ma- rido,hermano,padre,protectordesupatria… Por su atrevimiento a la hora de conocer, de enfrentarse a los otros dioses y de portar la llama del conocimiento, Prometeo, un dios que sufrió el destino trágico de los héroes. Placer por la ciencia ficción. El autor se confie- sa un gran aficio- nado al género na- rrativo de ciencia ficción, del que opina que no sólo recurre al plano emocional del lec- tor, sino también a la razón y a la curio- sidad intelectual. Obras completas... NINESMÍNGUEZ Negrete ha recibido numerosos premios nacionales de literatura con sus novelas histórico-fantásticas. 10 MUY HISTORIA
  • 11. El 25 de marzo en tu quiosco OBJETIVO: FRENAR LAS ALERGIAS
  • 12. OLIMPO, FUJI, KAILASH Y PENGLAI La morada donde habitan los diosesDe Grecia a Japón, pasando por la India y China, estos cuatro montes se levantan orgullosos de acoger el hogar de dioses procedentes de culturas muy diferentes. La cercanía de la tierra con el cielo se hace patente en estos impresionantes macizos, inspiradores para artistas de toda época y disciplina. GETTY Por Iria Pena Presas, historiadora 12 MUY HISTORIA
  • 13. LA RESIDENCIA DE ZEUS Y LOS SUYOS El monte Olimpo, el más alto de Grecia, situado entre las regiones de Tesalia y Macedonia, fue el lugar elegido por los antiguos helenos para que en él residiesen todos los dioses que formaban parte de su riquísima mitología. Pero estos no vivían de cualquier manera, sino en mansiones de cristal que ha- bían construido en la cima. Según la tradición, sólo doce formaban el Concilio de los Dioses, entre los que se podrían haber encontrado (ya que no hay acuerdo al respecto) Zeus, Deméter, Artemisa, Poseidón, Hermes, Afrodita, Ares, He- festo, Apolo, Hestia, Perséfone, Hera, Atenea y Dioniso. Para dar vida a estos seres supremos y a su casa, numerosísimos pintores retrataron este espacio con sus míticos habitantes, como en este fresco de Luigi Sabatelli (abajo), situado en el techo de una de las estancias del Palacio Pitti de Florencia. ALBUM MUY HISTORIA 13
  • 14. SÍMBOLO RELIGIOSO Y CULTURAL NIPÓN El monte Fuji (foto), el más alto de Japón y situado al oeste de Tokio, se ha con- vertido con el paso de los años en un auténtico símbolo del país nipón. Este volcán se conside- ra sagrado desde el siglo VII, y son di- versas las religiones que le han otorgado carácter religioso, entre ellas, el budis- mo o el sintoísmo. Hasta finales del s. XIX, las mujeres tenían prohibi- do acceder a esta montaña sagrada. Pero no sólo la re- ligión se ha hecho eco de la belleza de este lugar; también lo hizo la cultura popular, que le dio la importancia que merecía retratándolo en numerosas oca- siones, como en la fa- mosísima Gran ola de Kanagawa, que forma parte de la colección de grabados Treinta y seis vistas del monte Fuji que realizó en el S. XIX el artista Katsushika Hokusai. GETTY 14 MUY HISTORIA
  • 16. LA CIMA SAGRA- DA DE BUDISTAS E HINDUISTAS El monte Kailash se encuentra en el Tíbet, y en él nacen algu- nos de los ríos más importantes de Asia, como el Indo. Este cerro es considerado sagrado por dos de las religiones más im- portantes del mundo, el budismo y el hin- duismo. La rama tán- trica de los primeros cree que en este lugar habita el buda Dem- chok. Por el contra- rio, para la mitología hindú, Shiva (abajo), dios de la destruc- ción, reside en la cumbre y la montaña representa su falo. En otros credos del hinduismo, este es- pectacular paisaje es visto como el paraíso. Todos los años miles de personas de dife- rentes religiones pe- regrinan a este lugar, realizando una ruta a pie alrededor de la montaña para atraer la buena fortuna. Por su carácter sa- grado, la cima jamás ha sido pisada por ningún ser humano. Los budistas, ade- más, celebran aquí el festival Saga Dawa, en el que un asta de bandera (tarboche) recoge pequeñas en- señas de colores con variadas oraciones. AGE 16 MUY HISTORIA
  • 19. UN ENCLAVE MÍTICO MUY INSPIRADOR Los ocho inmortales, uno de los grupos mitológicos más im- portantes de China, tienen como lugar de residencia el monte Penglai. Este empla- zamiento y los perso- najes que residían en él han sido durante siglos inspiración para artistas de nu- merosas disciplinas, como para el pintor nanga Tomioka Tes- sai, que realizó esta acuarela del monte de los inmortales. A pesar de la fama que tiene este encla- ve, lo cierto es que nadie ha sabido loca- lizar el lugar exacto de esta morada de dioses. La ciudad portuaria de Penglai (foto), situada en la provincia china de Shandong, reclama su protagonismo en este relato mítico, afirmando que fue aquí donde los ocho inmortales flotaron sobre el mar desde los acantilados rojos. Este hecho provocó que varios emperado- res buscasen en esta metrópoli la receta de la inmortalidad. MUY HISTORIA 19
  • 20. ALBUM
  • 21. ¡Por los dioses del Olimpo! LAS DIVINIDADES DE LA ANTIGUA GRECIA La mitología griega ocupa un lugar privilegiado en la cultura occidental, a la que supo imprimir una huella imborrable, y para entenderla hay que conocer a sus veneradas deidades y los cultos que las rodean. Por Bernardo Souvirón, escritor y profesor T odas las manifestaciones de la cultura clásica griega, tanto las materiales como las que podríamos llamar espirituales o anímicas, están determinadas por la pre- sencia exhaustiva de sus adorados dioses. La An- tigüedad grecolatina es profundamente religiosa. Sus dioses aparecen casi en cada verso, en cada estatua, en cada vaso de cerámica, en cada rincón de las ciudades y los caminos. Cualquier inten- to de acercamiento o de explicación del universo mitológico de la antigua Grecia resultará estéril si no parte del estudio de sus dioses. Y este análisis, aunque a todas luces determinante, no resulta sen- cillo, pues en Grecia nunca hubo un libro sagrado ni un clero que guiara los pasos de la gente por la senda pretendidamente correcta. Sin embargo, esta característica no es la única, es un primer tra- zo que distingue de raíz a la fe griega de la mayoría de las religiones existentes, antiguas o modernas. Y no sólo eso, también es un rasgo que convirtió la experiencia religiosa en algo directo, personal, en un diálogo abierto entre el dios y el mortal. Los olímpicos primigenios. Los dioses griegos llegaron a ser el reflejo más humano (y más exac- to) de la psicología de quienes los crearon y, desde el primer momento, fueron el ejemplo de la pri- mera civilización caracterizada por su atención, respeto y amor por el ser humano. Los griegos imaginaron dioses que nunca son sobrenaturales, pues, como veremos, son hijos de la misma madre que los hombres. Son sobrehumanos, pues son más fuertes que nosotros, y viven eternamente sin envejecer. Pero no son más que nosotros y, a veces, incluso su inmortalidad es una carga. Caída de los Gigantes. Fresco manierista italiano del s. XVI, en el que los dioses griegos se representan expulsando de la morada olímpica a sus grotescos enemigos. MUY HISTORIA 21
  • 22. Las deidades griegas, en definiti- va, no son opresoras ni exigen a los mortales un comportamiento impe- riosamente correcto; no hablan a los hombres a través de las páginas de una Biblia o un Corán, ni se sirven de un clero encargado de velar por una ortodoxia más o menos intransigen- te. No son abstracciones implacables ni quimeras con rasgos imposibles. Divinos aedos. Los dioses griegos tienen rostro y viven en los versos de los poetas. Fue Hesíodo, el poeta beocio, allá por el siglo VII a.C., el que estableció en una de sus obras, la Teogonía, el árbol genealógico de los dioses griegos. Y lo hizo partiendo de un umbral muy expresivo: “En el principio era el Caos”. La evolución de toda la religión griega consistió precisamente en ordenar ese caos primigenio hasta convertirlo en un kósmos (universo). Según Hesío- do, tras Caos existieron Gea (Tierra) y Eros (Amor), el más hermoso de todos los dioses, quizá la fuerza que habría de cohesionar los demás ele- mentos para empezar a entretejer el cosmos, el orden del universo. El poeta nos dice también que del Caos surgieron espontáneamente, sin in- tervención de nadie, dos criaturas tenebrosas: Nýx (Noche) y Érebo (las tinieblas subterráneas), dos hermanos sombríos cargados de misterios. Érebo vive debajo de Gea, en cada grieta, en cada caverna; Nýx vive en el extremo occidente, más allá de la tierra de Atlas, donde los rayos del Sol perecen cada día. De estos seres primigenios, amena- zantesabstraccionestodavía,comen- zó a surgir una primera generación de dioses que la mitología conoce como hijos de la diosa de la noche. En efec- to, Nýx alumbró, después de quedar fecundada por su hermano Érebo, a dos hermosas criaturas, Día y Éter, en todo distintas a sus padres. La ge- mela, Día, es la personificación de la luz, una divinidad femenina nacida para repartirse el tiempo con su ma- dre y procurarle, así, descanso. Pero esta característica es también una maldición para madre e hija, ambas están condenadas a no encontrarse más que en el fugaz instante del ama- necer y del ocaso, el único momento en que el día y la noche se encuentran en los confines del mundo. Posada celestial. Éter, divinidad masculina y hermano gemelo de Día, es el cielo superior, el lugar en que la luz se genera, pura, infinita e inmen- sa. Un lugar que los mortales, des- lumbrados, apenas pueden percibir. Nýx tuvo otros hijos que también jugaron un papel importante en es- tos inicios de la cosmogonía griega. Hipno (sueño) y su hermano Tánato (muerte) que, comprensiblemente, aparece sólo de puntillas en los mi- PERSONAJE Hesíodo (s. VIII-VII a.C). Autor griego que estableció un orden en la sucesión de dioses venera- dos en la Anti- güedad griega. La madre Tierra. En este relieve alegórico (abajo) se personifica a la diosa Gea con sus hijos, Crono y Rea. Eros, el dios del amor. Nacido del Caos primitivo, asegura la conti- nuidad de la especie y vive en perpetua inquietud e insatisfacción. Nýx, la diosa de la noche. Este ser mitó- logico (arriba), surgido espontáneamente, habita en el extremo occidental del mundo. ASC AISA PRISMA tos. Tánato representa, en general, la muerte tranquila, no violenta, casi una plácida prolongación de su som- noliento hermano Hipno. También son hijas de Nýx tres lóbre- gas mujeres, apegadas a la Luna, vesti- das con níveas túnicas. Son las moiras, y su tarea es hilar la vida de cada uno de los mortales, desde su nacimiento hasta la muerte. La primera de ella es Átropo (inconmovible) y sus dos her- manas se llaman Cloto (hilandera) y Láquesis (suerte). En su telar se urde el hilo que representa la vida de ca- da uno de nosotros. Átropo lo trama, Cloto comienza a hilarlo y Láquesis prepara la tijera que habrá de cortar- lo cuando llegue la hora de la muerte. Otras criaturas nacidas de Nýx fue- ron arrinconadas con el tiempo por la fuerza emergente de otros dioses, más jóvenes, hijos de un mundo nuevo que necesitaba nuevas divinidades.
  • 23. Las deidades griegas no son opresoras ni exigen a los mortales una imperiosa actitud correcta Nýx no fue, sin embargo, el factor fundamental en esta generación de dioses griegos, sino Gea, la Tierra. En efecto, Hesíodo nos la presenta como el elemento primordial del que ha- brían de nacer todos los linajes de los dioses. Se considera que los hijos de Gea constituyen la primera generación de deidades griegas. El poeta definió a la diosa de la tierra en su Teogonía: “La de amplio pecho, sede siempre segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo”. Pues bien, sin intervención de ele- mento masculino alguno Gea parió a Urano (cielo), a Ponto (mar) y a las montañas, con lo que el mundo, tal como lo conocemos hoy, estaba ya formado. De estos hijos, el más im- portante, con diferencia, fue Urano. Nuevos nacimientos. La personifi- cación del cielo, Urano, es el amante fecundo de la tierra, Gea. Desde siem- pre la bóveda celeste es concebida por todas las religiones mediterráneas como el elemento fecundador por naturaleza, pues en su seno se gene- ra la lluvia, esa especie de semen que fecunda la tierra y hace posible la vida en ella. Así pues, es completamente lógico que de la unión de estos dos elementos naciera la primera gene- ración de dioses propiamente dichos, especialmente los titanes y las titáni- des, como Crono y Rea, que habrían de jugar un papel decisivo en la histo- ria de la religión griega. En realidad, la aparición de Crono supone la ins- tauración en el mundo de los dioses de una de las características que me- jor definen a la sociedad patriarcal: la violencia. Su unión con Rea significa efectivamente el comienzo de la reli- gión griega propiamente dicha. Todo comenzó cuando Urano, con- sumido por los celos y por el temor de que alguno de sus hijos llegara a ser más poderoso que él, los man- tuvo ocultos en el seno de su madre sin dejarles ver la luz. Gea, agobiada por el peso de sus hijos, a punto de reventar, decidió enfrentarse con aquel dios cruel, engendrado por ella misma. Llena de determinación, forjó un metal brillante y sólido con el que fabricó una hoz. Entonces habló con sus hijos y les propuso un plan para vengarse, mas todos se llenaron de temor y sus ánimos se encogieron. Entonces el más joven de sus hijos varones, Crono, aceptó el reto y se propuso llevar adelante el plan de su madre, pues no sentía en su pecho la más mínima piedad por su abomina- ble padre. Y así, al caer el Sol, apare- ció Urano y abrazó violentamente a Gea. Tembló la Tierra, pávida entre los poderosos brazos del dios; Crono LIBRO La mitología grie- ga: lenguaje de dioses y hombres, Antonio López Eire, Mª Henar Velasco López. Arco Libros, 2012. Esta obra muestra el rastro de los mitos griegos en la literatura y en el arte, además de aportar informa- ción sobre la civili- zación griega. ALBUM Hipno, el dios del sueño. En esta escultura de bronce se representa a la di- vinidad que aletarga a los demás seres del mundo con la somnolencia. Representación de la danzarina Euríno- me enroscada por la serpiente con la que engendra el huevo creador del universo. En los mitos primigenios, cuan- do la sombra de la llegada de los belicosos pueblos indoeuro- peos todavía no planeaba sobre el Mediterráneo, el inicio del mundo se debió a la danza de una mujer llamada Eurínome que, en su mo- vimiento, hizo que el agua, el cielo y la tierra se fragmentaran. El Caos originario fue tomando forma y el mundo comenzó a definirse al rit- mo del baile de Eurínome. Alrede- dor de esa mujer nacieron las co- rrientes y a través de ellas el viento del norte, el Bóreas, esparcía las semillas de todas las cosas. Sin embargo, el Bóreas fue enfrian- do el cuerpo de Eurínome que, aterida, abandonó su danza por un instante. Entonces, tomó en sus manos aquel viento helado y lo fro- tó sin cesar hasta que consiguió que su fría alma fuera templándo- se, condensándose a la vez, y que el calor producido por el frotamien- to de sus manos diera forma a un ser de aspecto casi líquido, como un río. Ese ser extraordinario recién nacido se llamó Ofión y su figura de gran serpiente se convirtió en un símbolo religioso antiquísimo. Asombrosa criatura. Ofión rodeó con sus anillos el cuerpo de Eurínome y copularon fundidos en el calor de sus cuerpos. Ella quedó preñada con la semilla de la serpiente y, pasado un tiempo, las convulsiones del primer parto de- positaron en el balbuciente mun- do, apenas iniciado, un huevo. Así nacieron el Sol, la Luna, los ríos y los árboles, y de la tierra emergie- ron las montañas. tensó sus músculos y salió de la grieta que había utilizado para esconderse. Blandió en su mano la enorme y per- fecta hoz de oro y asió con fuerza uno de los brazos de su padre. Violenta fuerza. Aturdido por el deseo de poseer una vez más a Gea, el enorme dios no acertó a comprender lo que sucedía. De repente sintió un pinchazo, un dolor agudo en el mo- mento en que la hoz de oro blandida por su hijo segó sus órganos genita- les limpiamente. Un grito espanto- so hizo temblar al mundo mientras los genitales de Urano caían al mar como un trozo de carne. Entonces comenzaron un viaje a merced del viento y las corrientes. Cuando lle- garon a la costa de Chipre, en el otro confín del mar, hervían a borboto- nes. De la blanca espuma que los ro- deaba nació una hermosa doncella que, con el tiempo, habría de convertirse en la más hermo- sa de las diosas. Su nombre era Afrodita. Mitodecreación:elhuevouniversal MUY HISTORIA 23
  • 24. Tras este suceso, Urano desapa- reció del mundo. Por orden de su hijo Crono permaneció en- cerrado en el Tártaro, un lugar más profundo que el inframundo Hades. Su leyenda dejó de estar pre- sente en las narraciones de los aedos y en los versos de los poetas. Su hijo, hen- chido de orgullo, ocupó el lugar de su padre; así la segunda generación está compuesta por los hijos de Crono. Heren- cia de su progenitor, la naturaleza colérica de Cronos se desató sin freno. Liberó a sus her- manos, titanes y titáni- des, pero dejó en el Tártaro a los cíclopes y a los heca- tonquires, que pronto darían rienda suelta a sus ansias de venganza. De esta manera, la religión griega deste- rraba del mundo a seres monstruosos, muy lejos de la concepción antropo- mórfica. Las antiguas e innumera- bles abstracciones asombrosas, sólo personificadas de forma parcial, iban desapareciendo poco a poco de los mitos, poblados ya por esta primera generación de dioses. Parricidio mítico. El Caos primige- nio fue reducido a un mundo de una simplicidad sorprendente: titanes y titánides bajo el poder de Crono. Le- jos de ese mundo, prisioneros en el profundo Tártaro, quedaron los hijos monstruosos del mutilado Urano. En esa conyuntura, el dios Crono, deci- dido a llenar la Tierra con sus hijos, tomó a su hermana Rea como espo- sa. Pero su afán reproductor se enfrió cuando Gea, su madre, le anunció que uno de sus hijos le arrebataría el poder, lo destronaría y ocuparía su lugar para siempre. Crono tembló de furia y pensó en arrojar a sus hijos al Tártaro, pero no lo hizo, convencido, quizá, de que con la ayuda de sus po- derosos tíos la profecía se cumpliría inexorablemente. Entonces decidió devorarlos uno a uno, según fueran naciendo. Eso hizo con sus tres hi- jas, Hestia, Deméter y Hera, y con sus dos primeros hijos, Hades y Po- seidón. Pero al avecinarse el parto del más joven, de nombre Zeus, Rea pidió ayuda a su madre, Gea, que le proporcionó un abrigo seguro en un lugar de la remota y salvaje Arcadia. Allí nació el pequeño Zeus, lejos de todo; lejos también del conocimiento de Crono. Con su hijo oculto y seguro, Rea se aprestó al lance decisivo. Con la ayuda de su madre pulió con pri- mor una roca, la envolvió entre paña- les y, amparada por la noche, la en- tregó a Urano que, al ver a su esposa con el vientre deshinchado, reclamó inmediatamente el cuerpo de su hijo para devorarlo tal como había hecho con los anteriores descendientes. Madre protectora. Mientras, el ni- ño Zeus crecía en Creta, lejos de to- dos. Y gracias a la ayuda de sus no- drizas, su madre y su abuela, cuando el tiempo hubo cumplido su ciclo, el joven dios estaba preparado para en- frentarse a su temido padre. Apenas nacida, la Historia comenzaba ya a repetirse. Una noche sin Luna, tras los placeres del amor, Rea adminis- tró a Crono una droga purgante que le hizo agitarse en medio de frías convulsiones y vomitar el conte- nido de su estómago, hasta que los dos hermanos y las tres hermanas de Zeus volvieron a nacer. El joven dios, con sus hermanos liberados y agra- decidos, inició el combate contra su aterrador progenitor. Durante diez años, como en Tro- ya, la guerra entre dioses y titanes, conocida por la tradición como tita- nomaquia, tuvo un resultado inde- ciso. Los titanes se hicieron fuertes en el monte Otris; los dioses, en otra montaña que habría de ser su mora- da para siempre: el Olimpo. La Tie- rra sufría espantosamente. Entonces Gea decidió dar a su nieto el consejo definitivo: liberar a los resentidos hermanos de su padre, los cíclopes y los hecatonquires, encerrados en el Tártaro desde hacía largo tiempo. Liberados, sus tíos saludaron a Zeus como el verdadero soberano y se Afrodita, diosa del amor. Surgida de las olas del mar, tuvo varios amo- ríos, aunque se hizo más famosa por sus maldicio- nes. Arriba, escul- tura en mármol de Afrodita sorprendi- da en el baño. Cronos, devorador de sus vástagos. Este óleo de Goya representa al dios padre de la primera generación de titanes engullendo a uno de sus hijos. ALBUM PRISMA LIBRO Tras los pasos de los dioses griegos, Pierre Le- veque. Akal, 2006. Esta obra invita a un realizar un viaje histórico y geográ- fico por el mítico imaginario heleno. 24 MUY HISTORIA
  • 25. lanzaron furiosos a la lucha. El poe- ta griego Hesíodo nos describe vívi- damente el fragor de este combate formidable: “Terriblemente resonó el inmenso Ponto y la Tierra retum- bó con gran estruendo. El vasto cielo gimió estremecido y desde su raíz vi- bró el elevado Olimpo por el ímpetu de los inmortales. La violenta sacu- dida de las pisadas llegó al tenebroso Tártaro […] Hervía la Tierra toda y las corrientes del Océano”. Los agradecidos cíclopes dieron el paso crucial. Forjaron para Zeus el rayo y el relámpago; hicieron para Hades un yelmo mágico que lo haría invisible –hermosa alegoría de lo que habría de ser el mundo de Hades, la muerte– y moldearon para Poseidón el tridente con el que el dios agitaría los mares y haría moverse la tierra. Con estas armas, los tres hermanos inclinaron a su favor la balanza de una guerra que ganaron definiti- vamente con la intervención de los hecatonquires, sus monstruosos tíos que, utilizando la multitud de sus brazos, lanzaron una incesante lluvia de piedras que enterró a los titanes. Entonces Zeus se comportó como lo había hecho su padre: encerró en el Tártaro a los titanes, con Crono a la cabeza, y puso de carceleros a los tres hecatonquires, cuyo odio garantizaba el fracaso de todo intento de fuga. La religión griega acabó con el Caos originario. Los nuevos dioses vencedores se propusieron poblar con sus hijos el mundo al que aca- baban de llegar. En esta tarea fun- damental, Zeus volvió a brillar por encima de sus hermanos. El dios, en efecto, utilizó su promiscuidad como una verdadera arma demográfica y llevó a algunos de sus descendientes a la cumbre del Olimpo, hogar de las nuevas divinidades para siempre. Comunidad adorada. El número de dioses que la tradición reconoce como olímpicos varía según las épocas y los autores, aunque parece haber cierto acuerdo en que fueron doce deidades las que conformaban el Olimpo. Así pues, los dioses olímpicos son, en pri- mer lugar, los seis hermanos hijos de Crono: Zeus, Hades, Poseidón, Hestia, Hera y Deméter. De ellos, las fuentes no siempre consideran olímpicos a Deméter, Hestia y Hades. A estos dio- seshayqueañadirloshijosdeZeuscon diferentesmujeres(diosasymortales): Apolo, Artemisa, Atenea, Hermes, Ares, Hefesto y Afrodita. Sobre esta última existe cierta controversia, ya que en la tradición homérica esta dio- sa es considerada hija de Zeus y Dione, una deidad prácticamente descono- cida, de identidad difícil de precisar. Finalmente, algunos autores conside- ran olímpico a Dioniso, también hijo de Zeus. Tras este relato mitológico se oculta, como siempre, una realidad nada mítica. La religión olímpica no es más que el reflejo celeste de la nueva sociedad que se estaba forjando en la Tierra. Igual que los ideales patriarca- les de la civilización micénica, magis- tralmente transmitidos en las obras de Homero, fueron desplazando todo lo femenino hacia una posición de clara servidumbre en relación con lo mas- culino. Así los mitos explicaron, de un lado, la irrupción de los dioses mas- culinos indoeuropeos –especialmente Zeus– y, de otro, el destierro de las divinidades femeninas primigenias, especialmente de la gran madre Tierra. Hoy, miles de años después, la so- ciedad patriarcal surgida en parte del mito, en parte de la Historia, sigue plenamente vigente. La caída de los titanes. Esta pintura escenifica cómo los derrotados, Crono y sus hermanos, son arrojados al Tártaro por los vencedores dioses olímpicos y Zeus. Al lado de los cultos olímpicos, que fueron transformados políticamente en lo que podríamos definir como cultos oficiales, en la antigua Grecia se desa- rrollaron otros rituales menos conocidos pero más cercanos a la gente común. Estos ritos son conocidos por la literatu- ra científica como “cultos mistéricos”. Ritos de iniciación. “Mistérico” tiene un sentido en nuestra lengua que no tenía en la Antigüedad, de manera que sería conveniente denominar a esos ritos po- pulares como “de iniciación”, tal como los llamaban los romanos, que traducían el término griego por initiatio. En Grecia fueron dos los dioses que propiciaron los misterios: Deméter y Dioniso, a los que no todas las fuentes consideran olímpicos. Los misterios eran una forma de religión personal y votiva, que favorecía una experiencia de lo sagrado diferente a la propuesta de la fe olímpica oficial. Tras ellos se ocultaba un deseo de curación y un anhelo de felicidad tras la muerte. Este afán de bienaventuranza de cara al futuro es lo que favorecía Deméter en su santuario de Eleusis, una localidad si- tuada muy cerca de Atenas. La religión de Dioniso, vinculada con el vino y con los elementos irracionales del comportamiento humano, perseguía, en el fondo, una especie de camino hacia la felicidad eterna. A diferencia de Deméter, Dioniso no posee un santuario concreto. Sus ritos se celebran al aire libre, en pleno contacto con la naturaleza. Dioses y misterios El número de dioses reconocidos como olímpicos por la tradición varía según la época y los autores PERSONAJE Hestia. Diosa griega del fuego que da calor y vi- da a los hogares, fue hija primo- génita de Cro- nos y Rea. De actitud pacífica, apenas salía del Olimpo ni susci- taba disputas. ALBUM AGE Relieve que muestra un sacrificio en honor a Deméter, deidad griega de la agricultura, protagonista de los misterios eleusinos. MUY HISTORIA 25
  • 26. TARTESSOS Y OTROS ENIGMAS HISPÁNICOS La Iberia eterna y ancestral
  • 27. Como en el resto de Europa, las culturas primitivas de la Pe- nínsula sucumbieron al empuje sucesivo de Roma y del cristia- nismo, pero muchas de sus huellas pervi- vieron como mitos. E n cierto modo, la actua- ción del Imperio Romano en Europa durante la Edad Antigua puede asimilarse a la actuación del imperio español en América durante la Edad Moder- na. De la misma forma que los con- quistadores se llevaron por delante a las culturas indígenas, las legiones de Roma terminaron laminando las culturas autóctonas de los pueblos europeos. Desde luego, el proceso no fue idéntico, pero el resultado sí que fue muy similar: centenares de tribus europeas tuvieron que acep- tar la ley, las costumbres y el idioma de los invasores, arrumbando sus hábitos y creencias ancestrales. Fue una devastadora pérdida de diver- sidad cultural y espiritual que hoy lamentamos vivamente, pues aquel terremoto que supuso la dominación romana nos dejó con muy pocos da- tos ciertos sobre las sociedades que nuestros antepasados habían puesto en marcha hasta aquel momento. Respecto a la religión, Roma era mu- cho más permisiva, pero la llegada del cristianismo supuso el golpe de gracia tanto para los dioses romanos como para los restos del mundo es- piritual bárbaro que habían sobrevi- vido a Júpiter y Marte. Tradiciones latentes. Y sin embar- go, aquellos restos no desaparecie- ron del todo. Las viejas creencias se enquistaron en los medios rurales, lejos de los grandes centros de po- der, y allí permanecieron latentes. En España, la presencia del mundo romano se prolongó cerca de siete siglos, entre el II a.C. y el siglo V, que fue cuando asomaron los visigodos por los Pirineos. Es un lapso de Por Alberto Porlan, escritor y filólogo. Ilustración, Arturo Asensio Diosas, sacerdotisas y brujas. La mitología hispánica está llena de figuras femeninas (algo propio de las sociedades matriarcales) como la Mari vas- ca, y se cree que las bailarinas gaditanas pudieron haber sido en su origen sacerdotisas iberas. MUY HISTORIA 27
  • 28. tiempo enorme, más de 24 genera- ciones, de forma que el primer espa- ñol romano fue el sexto tatarabuelo del último. Incluso así, todavía que- daron restos de las viejas creencias. Los primeros concilios cristianos es- pañoles, que arrancaron a comienzos del siglo IV, prevenían sobre algunos ritos y hábitos condenables que sin duda formaban parte de las tradicio- nes autóctonas precristianas, como la adoración de ciertas piedras, las suertes adivinatorias o las fogatas en las encrucijadas de caminos. Iberia viene del vasco. Lo que sa- bemos de nosotros antes de Roma es lo que contaron los griegos. Para ellos, esta parte del mundo se llamaba Ibe- ria, si bien la primera fuente que la menciona la denomina Hiberia, con esa h inicial que nadie ha sabido expli- car. Se trata de un nombre autóctono que tendría que ver con el río Iberus (el Ebro), el cual, a su vez, estaría em- parentado con el término vasco ibar, quesignificarío.Perolosgriegosjamás pisaron Euskadi, de manera que si el nombre del Ebro –que ellos conocie- ron por su desembocadura en Tarra- gona– era vasco, no se explica cómo lo recogieron en boca de los pueblos mediterráneos de su desembocadura. A menos que, como parece más vero- símil cada día, el vasco sea un residuo fósil de la lengua que, con sus varian- tes dialectales, se habló en la Península en los tiempos anteriores a Roma. Hay dos clases de mitos sobre la vieja Iberia. Están, por un lado, los que podríamos llamar exteriores –o sea, los que forjaron los pue- blos mediterráneos sobre noso- tros–, y por otro los interiores, los mitos propios de los pue- blos ibéricos. Desde fuera, las culturas pujantes del otro lado del mar nos veían como las tierras del fin del mundo, lindantes con el océano. El hecho de que el Sol se oculte por Occidente situaba aquí la noche y el otro mundo. Los egipcios llamaban a sus difuntos “los occidentales”, y los enterraban en la orilla oeste del Nilo. Por su parte, los etruscos ponían a sus dioses del Más Allá en Occidente. Una tierra paradisíaca. En es- ta región misteriosa y remotísima ubicaban también aquellas culturas sus lugares paradisíacos. Los grie- gos, los Campos Elíseos y las Islas de los Bienaventurados; los semitas, de acuerdo con el Libro de los Jubileos esenio, el Jardín del Edén. Ámbitos maravillosos y ubérrimos, como el Jardín de las Hespérides, cuyos árbo- les producían frutos de oro, las islas Cassitérides, con sus inagotables mi- nas de estaño, o el reino de Tartessos y su soberano Argantonio, el rey de la plata. Y también el río del Olvido y el país de los Sueños, así como la míti- ca batalla entre dioses y titanes y los tres últimos trabajos de Hércules. Los fenicios, por su parte, coincidían con los griegos en la noción de la riqueza inconcebible de esta tierra, pues aquí situaron su Tarschisch, equivalente al Tartessos de los griegos, de la que afirmaban que los pastores daban de comer a las bestias en pesebres de plata maciza y que sus naves carga- ban de allí tanta plata, que incluso sustituían sus anclas por otras hechas de plata para aprovechar el peso. Y también situaron en el remoto Occi- dente las hazañas de su héroe análo- go a Hércules: Melkart. Se hablaba de antiguas expedicio- nes de pueblos ibéricos que habrían ocupado y colonizado Córcega, Cer- deña y Sicilia. De acuerdo con la tradición, Sicilia fue poblada por la nación de los sicanos, llamados así porque procedían de un río ibérico con ese nombre, que se ha supues- to el Júcar (Sicoris). Y estos sicanos ibéricos quedaron incardinados en los propios mitos griegos, pues entre ellos aterrizó Dédalo con sus alas de cera después de huir de Creta, don- de había construido el laberinto para Minos. El rey ibero-sicano, llamado Cocalos, acogió al ingenioso Dédalo Los guanches veían al Sol y a la Luna como al padre y a la madre del Tiempo. Y con razón, pues por el prime- ro medían los días y los años y por la segunda los meses. Parece que también tenían un dios universal y eterno al que llamaban Achuguayo, Ser Supremo. Su sistema teo- lógico era muy complicado y exigía de todo un cuerpo de sacerdotes con diferentes funciones. Una de estas atri- buciones era la de expulsar al demonio o íncubo llamado xaxo que se introducía en el cuerpo de hombres y muje- res aprovechando la menor herida, incluso las rozadu- ras en la piel. El fuego era sagrado, como para los ma- zdeístas, y, lo mismo que los celtas, los guanches rendían culto a determinados árbo- les, en su caso el Drago San- to. Realizaban ceremonias con animales, sobre todo con ovejas, en lugares sagrados a los que llamaban bailaderos. Uno de los mitos canarios más curiosos es el que men- ciona Pomponio Mela sobre las islas Afortunadas, en las que dice que se encontraban dos fuentes maravillosas. Al beber de una de ellas, sus aguas producían una risa incontenible que terminaba matando al sujeto; sólo al beber de la otra se curaba el condenado a morir de risa. Los originales mitos de los guanches El drago era un árbol sagrado para los guanches. En la foto, el llamado Drago Milenario de Icod de los Vinos (Tenerife), declara- do Monumento Nacional en 1917. VÍDEO bit.ly/1DKMJP9 Documental de Na- tional Geographic En busca de la At- lántida, en el que se relaciona este míti- co continente con lasruinasdeCancho Roano (Badajoz). GETTY 28 MUY HISTORIA
  • 29. y lo empleó, encargándole obras que embellecieron su reino. Hasta que Minos se enteró y se dirigió a Sicilia para recuperar a su ingeniero. Coca- los le dio la bienvenida respetuosa- mente y, con el pretexto de ofrecerle un baño caliente, sus hijas lo asesi- naron por el procedimiento de escal- darlo vivo en agua hirviendo. Otra asimilación entre los mitos griegos y la remota Iberia es la que se refiere a la llegada a estas costas de algunos héroes de la guerra de Troya que fundaron ciudades en muy dis- tintas partes de la Península. Ulises, Menesteo, Teukros y el propio Me- nelao terminaron en Iberia sus aven- turas, de acuerdo a la tradición mí- tica. Esta parte del mundo, fabulosa y desconocida, era un buen refugio para aquellos a quienes había que dar un destino después de la famosa con- tienda homérica. Cerveza y matriarcado. Cosa dis- tinta es llegar a saber cómo eran las creencias en el interior de aquellas colectividades. Las dudas se extien- den a todas las facetas de la vida, y lo que se sabe de cierto procede de las viejas fuentes y de los estudios de los modernos eruditos y especialistas. Los hallazgos arqueológicos a veces iluminan ciertos aspectos y otras los oscurecen todavía más. Hay dema- siados monumentos misteriosos en la Península, de los que se han ofreci- do interpretaciones dispares. Ponga- mos por caso la extraña construcción de Cancho Roano, en Badajoz, una estructura que apareció colmatada de cenizas entre las que se han resca- tado restos de todas clases. Algunos analistas consideran que fue un pala- cio, otros que un templo y otros más que fue una fortificación. Tampoco sabemos gran cosa sobre su estructura social, pero nos cons- ta por los autores romanos que los iberos nos parecíamos a los germa- nos en dos cosas: ambos bebíamos cerveza y (lo que era mucho más in- sólito entonces) tanto en Germania como en Hispania las mujeres eran escuchadas en las asambleas políti- cas, donde se les concedía el uso de la palabra. En realidad, aquellos ante- pasados debieron vivir en un medio fuertemente matriarcal, como ma- triarcales han sido en gran medida las sociedades que las han sucedido más tarde. Sobre todo, en la cordille- ra cantábrica. Fue allí donde la conquista de Ro- ma encontró las mayores dificultades. Las condiciones del terreno y el esca- so provecho material que aportaba el dominio sobre aquellas tribus monta- ñesas rebajaron los ímpetus conquis- tadores de Roma, como luego ocurrió con los musulmanes. De manera que en aquellas tierras permanecieron durante mucho más tiempo los fun- damentos de las creencias antiguas, algunas de las cuales han llegado in- cluso hasta nosotros. Muchas tribus muy parecidas. Es- trabón afirma que, en su tiempo, se sucedían los nombres de tribus desde Galicia hasta los Pirineos (de los ka- llaikoi, ástoures y kantabroi hasta los ouaskones y el Pyrene), pero que esas diferencias de nombre no eran importantes, ya que todas aquellas gentes vivían de la misma manera. Dice también que los kallaikoi eran ateos y que el resto de las tribus ve- neraban a un dios sin nombre en cu- yo honor bailaban a las puertas de sus casas en las noches de plenilunio. No cabe duda de que la música y el canto fueron extremadamente im- portantes para nuestros antepasados prerromanos. Los autores antiguos son unánimes a este respecto, ya Desde fuera, Iberia era vista, por un lado, como la tierra del fin del mundo y, por otro, como el Paraíso El Jardín de las Hespéri- des. Este mítico Edén fue ubicado en Iberia o África por los griegos y pintado así en 1892 por el inglés Frederic Leighton. El río Iberus. Es decir, el Ebro, aquí fotografiado a su paso bajo el puente romano de Frías (Burgos). Dio nom- bre a Iberia y a su vez se cree que el suyo procede del término vasco ibar, que significa río. LIBROS Breve historia de Tartessos, Raquel Carrillo. Nowtilus, 2011. Muy completo, uti- liza las fuentes tan- to arqueológicas como literarias y mitológicas. Geografía de Iberia, Estrabón. Alianza, 2007. La mejor versión en nuestro idioma de este clásico, esencial para en- tender la península Ibérica ancestral. ALBUM GETTY MUY HISTORIA 29
  • 30. hablen de las tribus norteñas, de las andaluzas o de las mediterráneas. Los restos arqueológicos muestran, en los relieves y en las cerámicas pin- tadas, una multitud de instrumentos musicales diferentes. Es posible que concibieran la música como algo in- cardinado en la masa misma de sus mitos, como algo de carácter celes- tial. Las bailarinas gaditanas, que te- nían fama en el mundo entero, pu- dieron haber sido sacerdotisas. Hasta hace bien poco, cuando los campesinos hablaban de las cons- trucciones megalíticas de su tierra se las achacaban a los moros. Hay dólmenes que se llaman Mezquita de los Moros, u Horno de Moros. En Galicia, donde apenas pusieron el pie los musulmanes, se les atribuye a los mouros, y en Euskadi, a los mai- rus. Estos nombres proceden de un tiempo en que el término equivalía a gentil, no cristiano, y se acuñaron en las primeras fases de la cristiani- zación, cuando aún quedaban focos de resistencia autóctona a los nuevos tiempos y creencias. De esos focos habrían salido después las brujas, las meigas, las lamias y los diversos elementos que se consideraron pu- ramente satánicos y purgaron su su- puesta culpa entre las llamas de las hogueras medievales. Entre brujas y otras criaturas. Pero ¿por qué predominaron de tal modo las brujas sobre los brujos? Una posibi- lidad apunta precisamente a la condi- ción matriarcal de las sociedades anti- guas, que a su vez habría enlazado con la condición femenina de la Gran Dio- sa, arraigada desde el comienzo de la civilización. Aquella antiquísima Diosa Madre, de la que hay muestras eviden- tes en los primeros grupos de cultura occidentales, se habría convertido, por ejemplo, en la Mari de la mitología vasca, cuyas sacerdotisas serían a su vez las sorginak, las brujas. Mari es- tá asociada a los dólmenes, de los que hay que salir andando hacia atrás para no disgustarla, y a aquella época me- galítica se asocian asimismo toda clase de leyendas arcaicas en la Península. Los megalitos vascos tienen nombres como Mairubaratza o Jentilbaratza, Huerta de los Mairus o de los Gentiles, aunque ocupan terrenos que nunca pudieron haber sido huertas. Parecen creencias traídas de épocas muy an- tiguas, conservadas reverencialmente en el seno de sociedades muy endogá- micas y resistentes al cambio. Por otra parte, muchos de los mi- tos y creencias del norte eran com- partidos por varios pueblos hispanos y se explican a partir de la mitología celta, como los duendes de todas cla- ses con las formas más curiosas, las ninfas acuáticas (lamias, xanas, etc.) o los hombres salvajes de la monta- ña (el basajaun u ojancu vasco y el ojancanu cántabro). Tampoco faltan los cíclopes en esa nómina, como el vasco Tartalo, un ser enorme y cruel con un solo ojo en medio de la frente. Como ejemplo de leyenda estra- falaria, ofrecemos al lector la que redactó Trebius Niger, un autor roma- no del círculo de Lucius Lucullus, que fue procónsul de la Bética: “Se dice que en las fábricas de salazón de Car- teia vivía un pulpo enorme que había aprendido a salir de la mar y meterse en los depósitos. Los guardianes es- taban muy irritados por sus continuos robos. Protegieron el recinto con altas cercas, pero el pulpo las superaba tre- pando por el tronco de un árbol y de- jándose caer del otro lado. Por fin, una noche lo detectaron los perros cuan- do retornaba al mar, y los guardianes quedaron atónitos ante el espectácu- lo. Antes que nada por el tamaño del pulpo, que era colosal, y luego porque su expedición a los depósitos lo había cubierto de salmuera, que despedía un hedor inaguantable. El pulpo puso en fuga a los perros azotándolos con sus tentáculos. Sólo tras muchos golpes de tridente consiguieron matarlo los guardianes. Sus tentáculos eran tan gruesos que no se abarcaban con los brazos y medían 30 pies (10 metros) de largo. La bestia pesaba 700 libras (230 kilos) y sus ventosas tenían el ta- maño de lebrillos”. Una especie de kraken gaditano Debajo, los restos arqueológicos de la entrada al foro romano de Carteia (San Roque, Cá- diz), donde situó Trebius Niger a su pulpo legendario. Columnas de Hércules. La tradi- ción las localiza en el Estrecho de Gi- braltar (estatua de- dicada al mito en el puerto de Ceuta). WEB www.juliocaroba roja.org Página de- dicada al gran an- tropólogo, historia- dor, lingüista y ensayista vasco Julio Caro Baroja (1914-1995), experto en mitos ibéricos. AGE ALBUMALAMY 30 MUY HISTORIA
  • 31. Parece que hubo cultos locales re- lativos a determinados territorios. Se han encontrado numerosos altares dedicados a deidades cuyo nombre coincide en muchos casos con el de los lugares junto a los que han aparecido. Debieron de ser entidades y creencias de índole animista por las que se reco- nocía una condición sagrada a algunos espacios en concreto, genios locales a los que se atribuían ciertos beneficios o dádivas y cuya protección se reque- ría erigiendo esos altares. Los mitos andaluces. En el sur, en el Estrecho de Gibraltar o Columnas de Hércules,que fuela primeratierraibé- rica que conocieron los griegos, flore- cieron otros mitos que la presencia ro- mana y después la mahometana –que duró tanto como la romana– contri- buyeron a eliminar. Los últimos restos de las creencias nativas serían barridos finalmente por la repoblación cristia- na. De los viejos mitos andaluces sólo tenemos noticia a través de los histo- riadores griegos y romanos, que trans- miten informes curiosos como por ejemplo que, según Plinio, los anda- luces (los túrdulos) tenían más dientes en la boca que el resto de los mortales. De esta extravagante información no se conoce el origen ni el fundamento, de manera que se ha llegado a inter- pretar como una metáfora. Otros informes griegos aseguran que el Sol parece cuatro veces mayor al ponerse en Cádiz que en cualquier otra parte del mundo. Esta noción pudo haber estado ligada al hecho de que no se conocían tierras más allá del océano y a que el astro, en su caí- da por Occidente, se aproximaba más a la Tierra y por lo tanto se veía ma- yor. También se decía que desde las Columnas de Hércules podían verse con toda claridad las montañas de la Luna, y probablemente por la misma razón. Como la Iberia era el confín del mundo (el confín del Mediterráneo), tenía sentido que estuviera más cerca de los astros en su declinar diario. Fascinante Tartessos. La leyenda ibérica más completa que los siglos nos han transmitido llega de la pluma de un escritor galorromano del siglo I a.C. llamado Pompeyo Trogo. Aun- que su obra se perdió, quedaron lar- gos fragmentos recogidos en el siglo III por el historiador romano Justino, en los que cuenta la historia de los primitivos reyes de Tartessos, los fa- mosos Gárgoris y Habis. De acuerdo a esta leyenda, la hija del rey Gárgoris, que había enseñado a sus semejantes la recolección y el uso de la miel, tu- vo un hijo ilegítimo que el soberano repudió. Ordenó abandonar al niño en el monte, pero las fieras salvajes lo amamantaron y el niño siguió vivo. Luego ordenó sucesivamente deposi- tarlo en un paso de ganado para que los animales lo pisotearan, arrojarlo a los perros hambrientos y tirarlo al mar. Ninguno de esos métodos termi- nó con él, y vivió entre los animales hasta que cayó en la trampa de un ca- zador y fue conducido ante Gárgoris, el cual, maravillado por lo ocurrido, lo nombró su heredero. Y con gran acierto, porque Habis se mostró como un excelente gobernante. Estructuró la sociedad en siete grupos o castas, promulgó leyes adecuadas para la convivencia y desarrolló la agricul- tura y enseñó a su pueblo a labrar la tierra con animales de tiro. Mucho se ha especulado sobre el sentido de esta leyenda, que parece aludir a épocas remotísimas en las que se dio el paso desde la ganadería hasta la agricultura; o sea, al Neolí- tico. Sus analistas, en particular Ju- lio Caro Baroja, lo interpretan como un mito fundacional semejante al que desempeñaron Rómulo y Remo, también protegidos y salvados por una bestia salvaje, en su caso la loba capitolina. Pero además recuerda a la historia de Moisés, abandonado en las aguas del Nilo al poco de nacer. El he- cho de que esta leyenda se relacione con los descendientes de los tartesios parece vincularlo con otra noticia que proporciona Estrabón: que los anda- luces (turdetanos o túrdulos) eran los más cultos de todos los pueblos ibéri- cos y que disponían de crónicas histó- ricas y leyes versificadas con una an- tigüedad increíble, que ellos mismos fechaban en seis mil años. Si algún día se lograran encontrar y descifrar esos escritos constituirían el mayor tesoro cultural que pueda soñarse, pues nos aproximarían a la infancia olvidada de nuestra civilización, ampliando el co- nocimiento que tenemos de nosotros mismos. Para eso sirve la Historia. Muchos mitos y creencias hispanos se explican a partir de la mitología celta: duendes, ninfas... Habis, como Moisés. El mito fundacional tartesio está emparentado con el de Rómulo y Remo y con la historia de Moisés salvado de las aguas (izquierda, cuadro de Poussin). Esas puestas de Sol... Historiadores griegos y romanos, como Plinio, afirma- ban que el Sol era cuatro veces mayor al ponerse en Cádiz que en cualquier otra parte del mundo. Esa impresión sigue dan- do a quienes lo con- templan hoy (izda., playa de la Caleta). PERSONAJE Estrabón (64 a.C.-24). Geó- grafo, historia- dor y viajero griego conoci- do sobre todo por su obra Geografía, cuyo tercer volumen dedica a Iberia. GETTY MUY HISTORIA 31
  • 32. LUGARES ENIGMÁTICOS En busca del paraíso perdido Muchas localizaciones legendarias son un enigma del que nacieron fascinantes elucubraciones a lo largo de siglos de Historia. La mitología se nutre de reinos de leyenda buscados con ahínco por temerarios aventureros que recorrían la geografía conocida y desconocida: ellos fueron el motor de muchos de los gran- des descubrimientos del Nuevo Mundo. E l Jardín de las Delicias en la tradición judeocristiana, el monte Meru en el budismo y el hinduísmo, las monta- ñas del Kunlun para los taoístas… En el paraíso terrenal no hay lugar para el dolor o el hambre, ni para la vejez o la muerte, porque habitar en él otorga la juventud eterna. El mun- do es un lugar inhóspito, hostil, de sufrimiento perpetuo, y no hay cultura que no haya desa- rrollado mitos acerca de un edén donde una vez vivieron los hombres y al que en algún mo- mento quizá puedan regresar. Pero eran leyen- das muy tangibles. Para los cristianos, el Paraí- so no era simplemente una fantasía para aliviar las penas del mundo real; era también una tie- rra con coordenadas geográficas concretas, si bien desconocidas, ubicado en algún indeter- minado lugar de Oriente. Griegos y romanos fabularon con una Edad de Oro, un pasado mítico en el que los hombres vivían ociosos, ajenos a cualquier preocupación, disfrutando de los efectos del elixir de la juventud eterna. Los Campos Elí- seos o las Islas Afortunadas fueron la versión grecolatina de ese edén inalcanzable, pero no por ello inexistente. Tal es así que los mapas medievales ubicaban ese Paraíso en una India casi tan mítica y enigmática por aquel enton- ces como el mismo Edén. Y en efecto, el Paraí- so, como idea y mito, ha asumido formas ex- traordinariamente variadas. Los aztecas recor- daban con nostalgia la tierra de sus ancestros, Aztlán, que las tribus nahuatlacas abando- naron en el siglo XIII para fundar la majestuo- sa Tenochtitlán. Fue durante el período de la conquista española cuando la leyenda de Azt- lán cuajó en el imaginario colectivo indígena ¿DÓNDE ESTUVO EL EDÉN? Por Roberto Piorno, periodista LA BÚSQUEDA DEL ELÍSEO El Jardín de las Delicias. El artista neerlandés El Bosco pintó esta obra tríptica donde representa su particular visión del Géne- sis, el Paraíso y el Infierno (de izquierda a derecha). AGE 32 MUY HISTORIA
  • 33. y de los recién llegados. Fray Diego Durán, entre otros cronistas, perpetuó el recuerdo de una Azt- lán paradisíaca, cuyos habitantes gozaban de la vida eterna. Así se fundió la tradición autóctona de los mexicas con el mito del Paraíso terrenal que los españoles llevaron al Nuevo Mundo en busca de todas las quimeras bíblicas, fusionan- do dos maneras complementarias de recrear las leyendas de la Edad de Oro. Y aunque el Edén era algo muy real para los aventureros europeos del siglo XVI, no dejaba de ser una entelequia mística reservada a los elegidos, a los más vir- tuosos. De algún modo, el Edén era el paraíso de los ricos; todo lo contrario que Jauja, la réplica del vulgo a las leyendas paradisíacas de la élite. Citado por vez primera en un poema del siglo X, el país de Jauja era un paraíso al alcance de los menos piadosos, un edén de placeres sin límite, de manjares infinitos, mundano y desprovisto de las connotaciones místicas del Paraíso bíblico, tan poco atractivas para el pueblo llano. El mito de Jauja, a diferencia de los mitos pa- radisíacos tradicionales, nace y cuaja entre las masas de gente corriente y entre los desfavore- cidos. Su ubicación geográfica es muy impre- cisa, pero es un rincón de libertad sin límites, el mundo al revés donde el pez pesca al pescador o los hombres arrastran arados tirados por bue- yes. Jauja es casi una parodia del Edén bíblico, una gráfica evidencia de cómo la cultura popular puede redefinir los mitos dándoles vida nueva. Una reinterpretación, por otro lado, de la que no escapa el mundo contemporáneo, que ha forjado sus propios edenes a través de la literatura. Hoy en día podemos añorar el paraíso o soñar con una vida de paz interior perpetua en Shangri-La, ese edén tibetano en las cumbres del Himalaya que nació en 1933 de la imaginación de James Hilton, que creó así un nuevo icono paradisíaco en su novela Horizontes perdidos, poniendo en evidencia cómo la literatura puede participar en la forja y reescritura de mitos ancestrales. Shan- gri-La, todo un paraíso new age de rasgos orien- tales, es ya sinónimo de edén en la cultura popu- lar. La prueba, en definitiva, de que el mito del Paraíso terrenal sigue extraordinariamente vivo. RELATO MÁGICO Y POPULAR MUY HISTORIA 33
  • 34. E l sueño del Paraíso remoto tiene múlti- ples ramificaciones geográficas. Pero esa atávica fascinación por la tierra in- cógnita, que permitía llenar los agujeros negros de la cartografía primitiva con vergeles de ensueño en parajes inexplorados, encuentra uno de sus campos más fértiles en ultramar. Una isla imaginaria es un espacio con irresistibles impli- caciones metafóricas, una alegoría del retiro per- fecto, un espacio simbólico de distensión entre el individuo y la sociedad, un rincón idóneo para proyectar los utópicos ideales filosóficos irreali- zables en el mundo real. En consecuencia, la isla ha sido tierra abonada para el mito. Hesíodo y Píndaro, en la Grecia arcaica y clásica, moldearon la leyenda de las Islas Afortunadas. Esas islas, paraíso de los justos, habían supe- rado hasta tres reencarnaciones. Allí las almas encontraban el soñado descanso en un remoto e indeterminado lugar del Atlántico según las fuentes griegas y más allá de las Columnas de Hércules (el estrecho de Gibraltar) en las roma- nas. Es usual que el mito encuentre acomodo en un punto geográfico preciso y, con el tiempo, el archipiélago de las Afortunadas y de las Canarias fueronunosolo.Incontablessontambiénlosin- tentosdelocalizar,másalládelasnieblasdelmito, lalegendariaisladeThule.Porvezprimera,porel marinohelenoPiteas(sigloIVa.C.),perocuajóco- moquimeradelargaduraciónenlossiglospos- terioresgraciasalaplumadeEratóstenesoEstra- bón.Ubicada,segúnlaleyenda,enalgúnrincón remotodelAtlánticoNorte,Thuleeraunaisla dehieloyfuegodondejamásseponíaelSol. En ocasiones, las leyendas tienden a fusionar- se, y el mito de Thule, con frecuencia, se asimila al de la Atlántida y, sobre todo, al de la paradisíaca Hiperbórea, reino de los dioses, cuna de la civili- zación y patria, por extensión, de la raza y la len- gua más primitivas. En el medievo se ubicó esta isla en el entorno de la península escandinava. Al- gunos la relacionaron con Islandia y las Feroe, en una zona donde proliferan incontables mitos isle- ños sobre otras ínsulas imaginarias del norte co- mo Frislandia o Eastlandia. Incluso los nazis bus- caron el rastro de una presunta Thule histórica, en pos de las raíces del mito ario. La quimera des- bordó las fronteras de la imaginación en el Índi- co, donde presuntamente se situaría Taprobana, mencionada por vez primera por Megástenes en el siglo III a.C., donde habitaban individuos con un solo pie gigante que empleaban para protegerse del Sol. En Taprobana habitaban, dice la leyenda, hormigas grandes como perros, sus habitantes no dormían jamás y las leyes eran innecesarias porque reinaba la felicidad y no se cometía delito alguno. Se decía que era una isla sin firmamento, y en el medievo y la Edad Moderna quisieron ubi- carla en Sri Lanka o en Sumatra. Pero Taprobana era una utopía con nombre de isla, como la Isla Perdida de San Brandán descubierta en el siglo VI por un monje irlandés. Se trataba de una isla que desaparecía bajo las aguas porque era, en reali- dad, el lomo de un pez gigantesco. Paraísos en medio del océano, fábulas con forma de isla cual la Barataria del Quijote, en la que Sancho fue el hombre que pudo reinar. ÍNSULAS IMAGINADAS THULE Y ATLÁNTIDA LAS ISLAS AFORTUNADAS A lomos de un gigantesco pez. La mítica isla de San Brandán se ilustra con una carga simbólica cristiana inspirada en su monje descubridor. En un norte lejano. Mapa de la isla de Thule en la ubicación figurada por el geógrafo egipcio Claudio Ptolomeo en el siglo II. AGE AHU/JOSÉANTONIOPEÑAS 34 MUY HISTORIA
  • 35. L as tierras ignotas con las que soñaba Colón eran una proyección geográfica de ese añorado Paraíso terrenal. En un tiempo, el siglo XV, en el que aún se pro- cedía a una lectura literal de las Sagradas Escri- turas, las Indias eran un desafío a la imaginación. En cierto sentido, lo que buscaba el navegante genovés era, en palabras de Umberto Eco, un edén laico. El Nuevo Mundo debía ser la puer- ta de entrada a ese viejo sueño imposible. Y la imaginación desbordante de los primeros con- quistadores no tardó en verse refrendada por el prometedor relato de los indígenas, que habla- ban de lugares lejanos donde el oro abundaba en cantidades inconmensurables. En buena medida, la conquista de América fue la crónica de una fiebre del oro alimentada por fabulacio- nes de toda clase. Una vez que Cortés y Pizarro exprimieron el filón de los imperios mexica e in- ca respectivamente, proliferaron leyendas que hablaban de paraísos de oro en la impenetrable espesura de la selva. Pero no había metal para tanto aventurero hambriento de riquezas. En ausencia de botín tangible, los conquis- tadores se aferraron al mito de las opulentas ciudades del oro, al consuelo de la entelequia. El Paraíso terrenal era pródigo en riquezas de toda índole y dentro de sus idílicas fronteras sus habitantes gozaban de la vida eterna. La raíz de esa mímesis entre el Paraíso y el Nuevo Mundo se encuentra en esos pioneros de América que se afanaron en la localización de rincones tan idílicos como la Fuente de la Eterna Juventud. Ponce de León arribó a las costas de América en 1512 y desde entonces navegó incansable en busca de una isla de cuyas fuentes manaba el agua que daba la juventud perpetua. Murió atra- vesado por la flecha de un indígena, después de haber explorado cada palmo del Caribe, de la costa septentrional de Sudamérica y de Florida, que él mismo descubrió, en busca del elixir de la vida eterna. Naturalmente, no tuvo éxito en su empresa. Al fin y al cabo, la grandeza y miseria de los conquistadores estriba en la obstinación de estrellarse contra sus propios sueños. Laavidezdelosespañolesporconseguirel orodelNuevoMundoprovocóquelosindígenas alimentasensuobsesióndandocuentadeleja- nasciudadesesculpidasenoro,enlaesperanza dealejarlosdesusterritoriosylibrarsedelsaqueo desuspropiosdominios.Ahísefundenlosmitos bíblicos,laleyendadelparaísoterrenalylosmi- tosalimentadosporlospropiosindios:uncóctel explosivocuyofrutofuelaquimeradeElDorado. Entornoa1530cuajóenelimaginariocolectivo delosconquistadoreselmitodeElDorado,una ciudaddeoroubicadaenmediodelajungla,en lazonacentraldeNuevaGranada(actualCo- lombia).Unmitotejidoalrededordelperiplode GonzaloJiménezdeQuesadaylascostumbres delosindiosmuiscas,quealelegirunnuevoca- ciquecubríansucuerpoconpolvodeoropara despuésofrendarobjetosvariosforjadosenel preciadometal,arrojándolosalalagunaGuatavi- ta.Laleyendatendióadesfigurarse,inflamando laimaginacióndeexploradorescomoLopede Aguirre,OrellanaoSirWalterRaleigh,quebusca- ronelrastrodelaciudadperdida.Coneltiempo laquimeradeElDoradoseamplificó,diluyéndo- seconotrasleyendasdeciudadesperdidasenel NuevoMundo,comoPaititi,urbeincaicamencio- nadaenlascrónicasdeVacadeCastro,enlaque, presuntamente,seescondieronlostesorosde Cuzcoponiéndolosasalvodelosespañoles;ola CiudaddelosCésares,ubicadaenalgúnvallede laPatagoniaydotadadegrandesriquezas. FABULACIONES DEL NUEVO MUNDO SUEÑOS ÁUREOS EXPLORADORES AMBICIOSOS Símbolo de inmortalidad. Esta obra pictórica representa la legendaria fuente de agua mágica que otorga la juventud perdida a quien la prueba. AGE El cacique Guatavita. Reproducción esculpida en oro del mandatario del pueblo precolombino de los muiscas, vincula- do al mito de El Dorado. AGE
  • 36. E l mito es, además, un instrumento idóneo para moldear el espejis- mo del buen gobierno. Ensoña- ciones de una sociedad demasia- do imperfecta que fabula con rei- nos remotos en los que los gobernantes son sabios, la riqueza, deslumbrante, y la convi- vencia, un modelo de virtud y equilibrio. Si no puede existir la sociedad perfecta en el mundo real, ¿por qué no rebuscarla entre los pliegues de la leyenda? Desde el mito platónico de la Atlántida, cuyos reinos formaban una confederación some- tida al imperio de la ley, la utopía de una realeza justa, sabia y eficiente administradora de la opulencia ha sido el motor de algunos de los mi- tos geográficos más recurrentes desde la Antigüedad clásica. No se puede asegurar con toda certeza que la Atlántida fuese simple fruto de la imaginación de Platón, y me- nos aún, por ejemplo, que el relato bíblico relativo a las imponentes ri- quezas del reino de Saba sea pura fabulación. En 2008, un equipo de arqueólogos alemanes localizó las ruinas de un imponente palacio en la localidad etíope de Axum, que no tardaron en identificar co- mo la morada real del hijo de la mismísima reina de Saba. Cada vez más la leyenda bíbli- ca de Makeda, la reina africana que enamoró a Salomón, deja de ser leyenda. Saba sigue siendo un reino fabuloso y modélico, un ico- no de prosperidad, un país con suntuosos jardines, incienso, especias y metales pre- ciosos en abundancia. Durante siglos se cre- yó que no era más que una hermosa leyenda. Hoy en día, historiadores y arqueólogos apuntan a Yemen y Etiopía como localización histórica probable de un mito que con los si- glos demostró no serlo. De extraordinaria lon- gevidad fueron también los ecos del fabuloso reino del Preste Juan. Nuevamente, un país remoto gobernado por un monarca sabio y piadoso, el Preste Juan de las Fuentes, cuyos dominios se extendían más allá del mundo islá- mico, en el lejano Oriente, en una tierra habita- da por seres monstruosos y jalonada por sun- tuosos palacios. Un reino cristiano en los con- fines del mundo, citado por vez primera en una carta, presuntamente escrita por el mismísimo Preste al emperador de Bizancio en el siglo XII. La leyenda del reino del Preste Juan adquirió connotaciones políticas sustanciales con el tiempo. Llegó incluso a cuajar un ideal de reu- nificación entre la Iglesia de Occidente y la del remoto Oriente del Preste Juan, y la localización de aquel exótico reino cristiano dio un impulso considerable a la exploración hacia el este. La fábula, que siguió muy viva hasta el siglo XVI, pudo tener inspiración histórica en las comuni- dades nestorianas de Asia. Nada que ver con Agartha, cuyo mito nace de la necesidad de se- guir imaginando lo increíble en un tiempo (el si- glo XIX) en el que las exploraciones y los mapas habían desacreditado las leyendas de paradi- síacos reinos remotos. Fue entonces cuando el mito comenzó a penetrar en las profundidades de la Tierra hueca. Allí, en algún lugar de Asia (quizá bajo la cordillera del Himalaya), existía y prosperaba Agartha, un país de ciudades sub- terráneas interconectadas, gobernado por el rey del Mundo y custodio de sabidurías mile- narias. Fue un novelista decimonónico, Louis Jacolliot, un referente para las corrientes esoté- ricas de la época, el primero en hacerse eco de la existencia de esta civilización subterránea, presuntamente mencionada en antiquísimos textos sánscritos que nadie que no fuera Jaco- lliot vio jamás. Un mito extraordinariamente su- gestivo y, afortunadamente para la buena salud de la leyenda, irrefutable, a diferencia de otros, por parte de los escépticos. Y es que, al fin y al cabo, ¿quién ha explorado el centro de la Tierra, aparte de Julio Verne? ÉRASE UNA VEZ UN IDÍLICO REINO LOS CONFINES DE LA TIERRA La conquista de una mujer legendaria. La monarca del reino africano de Saba, Makeda, se presenta ante el último soberano de Israel, Salomón, con oro y piedras preciosas. Ambos personajes de los textos bíblicos se convirtieron en figuras míticas. Etiopía, tierra mágica. Conocido como la estela del rey Ezana (izquier- da), este obelisco del siglo IV está situado en la ciudad etíope de Axum. AGE AGE
  • 37. N o todos los paisajes de leyenda se erigen sobre la imaginación; algu- nos cobraron forma física o, mejor aún, anidaron en un espacio geo- gráfico concreto. Ruinas o parajes en los que la Historia y el mito se han dado la ma- no, creando un híbrido fascinante entre realidad y fantasía, entre ecos históricos muy palpables y la necesidad de adornarlos con apasionan- tes especulaciones legendarias. Es el caso de la roca de Alamut, en el sudeste del Caspio, una imponente e inexpugnable fortaleza medieval de la que actualmente sólo queda un puñado de ruinas. Una escarpada cresta de más de cua- trocientos metros de altura era la imponente defensa natural de una guarida de leyenda, que sólo podía alcanzarse cabalgando sobre águilas. Fue entre sus muros donde se gestó el mito de la secta de los Asesinos, elaborado por cronis- tas que viajaron a Tierra Santa de la mano de los cruzados, que dotaron de una dimensión mística y mítica a Hasan-i Sabbah, que lideraba la secta con mano de hierro y adiestraba desde la más tierna infancia a sus acólitos, que constituían una cantera inagotable de asesinos políticos. Hasan era un referente espiritual, pero también un hábil político y estratega, maestro de la maquinación y el asesinato político. Cuenta la leyenda que los seguidores de la secta eran conducidos a la ci- ma de la fortaleza, un paraíso de idílicos jardines donde se daban a una vida de irresistibles place- res, aturdidos por el efecto del hachís, y después despertaban del letargo para enfrentarse a una vida de penurias. El regreso al paraíso tenía un precio: ejercer de letales asesinos en un ejercicio de devoción ciega al líder de la secta. Las ruinas de Alamut son la punta del ice- berg de un legado con base histórica, pero muy embellecido por el mito, al igual que otros dos rincones íntimamente ligados a la mitología del Grial. A diferencia de Alamut, aquí el mito se su- perpone sobre lugares preexistentes con sus- trato histórico muy endeble. Es el caso de Glas- tonbury, para muchos la Avalon de la leyenda artúrica, cuya abadía, probablemente fundada en el siglo VII, se ha convertido en un faro para los cazadores de mitos, una parada obligada para los rastreadores del Grial. Una tradición de historicidad muy dudosa señala a José de Arimatea (que sostenía el cáliz en el que Cristo vertió su sangre) como fundador de la abadía, que cerró definitivamente sus puertas en 1539. Siete monjes de la orden se refugiaron en un monasterio galés llevando consigo una valiosa reliquia: a saber, un humilde cáliz de madera que no sería sino el Santo Grial, cuyo rastro se pierde definitivamente en el siglo XIX. Una leyenda con frágil base histórica viva durante muchos siglos. Nada que ver con la de Rennes-le-Château, quintaesencia de mito forjado alrededor de fal- sificaciones de toda índole, fruto de la especu- lación acerca del origen del dinero con el que el abad Bérenguer Saunière restauró la iglesia local y construyó una imponente torre a imagen y semejanza de la de David en Jesusalén. La leyenda, engordada a base de mentiras y manipulaciones por Pierre Plantard, un ambi- guo personaje procedente de los círculos de extrema derecha que se decía miembro de una sociedad secreta, el Priorato de Sión, con más de dos milenios de vida, apuntaba a que Sau- nière se hizo rico extorsionando al Vaticano a cambio de no revelar el hallazgo de los docu- mentos que probaban que Jesús había tenido descendencia fruto de su unión con María Mag- dalena, que no era sino el origen de la dinastía Merovingia, que pervivía hasta nuestros días a través del Priorato. Un delirio que cobró una nueva dimensión gracias a Dan Brown y El có- digo Da Vinci. A pesar de la probada falsedad del testimonio de Plantard, Rennes-le-Château sigue siendo destino de peregrinaje de incon- tables seguidores del best seller de Brown y las indefendibles tesis en las que se sustenta. LA HISTORIA ALIMENTA LA LEYENDA EL REFUGIO DEL REY ARTURO ENIGMAS Y FALSEDADES La roca de Alamut, guarida montañosa. Al norte del actual Irán se encuentra esta escarpada y mítica cordillera que habitó, según la leyenda, la secta de los Asesinos durante el medievo. Torre Magdala. Situada en Rennes-le-Château, un pueblo occitano lleno de leyenda por el que pasa el Camino de Santiago. GETTY AGE
  • 38. Un dios tatuado Los tatuajes,con detractores y amantes en Occidente,han para los hombres que querían conquistar a una mujer en las islas de los Mares del Sur. MICRONESIA En Ifaluk, un atolón que forma parte de las Islas Carolinas, en el Pací- fico Norte, los nativos se tatúan tra- dicionalmente todo el cuerpo. La raíz de este ritual, que se da sólo entre los hombres, se encuentra en la historia del dios Wolfat, que al bajar a la Tierra y ver a Iloumuligeriou, una bella mujer, decidió visitarla en su casa. La dama, al despertar y ver a un desconocido en su hogar, encendió un fuego pa- ra ver de quién se trataba. Al ver los tatuajes negros sobre el cuerpo del dios, se sintió atraída por él. Al día siguiente el dios volvió junto a la mu- jer, pero sin dibujos en la piel, por lo que fue rechazado. Wolfat, que había aprendido la lección, volvió a tatuarse y la dama lo recibió nuevamente en su cama. Después de esta experien- cia, el dios decidió enseñar a todos los hombres a tatuarse con una aguja fabricada con un ala de pájaro y con hollín para resultar atractivos siempre. De hecho, hay numerosos poemas en los que las mujeres ifaluk admiran los tatuajes de sus amantes. CURIOSIDADES POR IRIA PENA PRESAS Los lugareños de Micronesia se tatúan el cuerpo con dibujos simbó- licos siguiendo con la tradición. El arroz sigue siendo uno de los alimentos básicos en la dieta de cualquier japonés, por lo que resulta fundamental tener un dios que proteja este preciado producto. Según la tradición, Inari, que así se lla- ma el dios, realiza el mismo re- corrido que el agua que nutre los arrozales, bajando desde las montañas en primavera y volviendo allí en otoño. Se lo representa como un hombre barbudo, una mujer o un zorro y, como el arroz es símbolo de riqueza, se lo considera tam- bién el dios de la fertilidad y de los comerciantes. En numerosas ocasiones se asocia a Inari con una mujer re- presentada en forma de zorro, relacionado con un relato tra- dicional en el que un granjero que se casa con una mujer de otro distrito acaba descubrien- do que ésta tenía cola de zorro. A pesar de lo extraño del asun- to, el granjero continúa con su esposa por amor y ésta le ayu- da en numerosas ocasiones, como cuando le enseña a ha- cer que el arroz crezca al revés para engañar al recaudador de impuestos y despistar a los curiosos. Así, esta represen- tación de Inari con forma de zorro aparece en numerosos lugares sagrados de Japón. Los esclavos africanos que entre los siglos XVI y XIX fueron obligados a es- tablecerse en Norteamérica o el Caribe llevaron junto a ellos sus rituales y mitos, que al fusionarse con otros generaron nuevas religio- nes. En el caso del vudú, los iwa (cada uno de los dio- ses) se identificaron con un santo católico (Ezili, iwa del amor, se relacionó con la Virgen María) para que los amos no acabasen con sus creencias. Pese a que el vu- dú tiene a ojos de Occiden- te connotaciones negativas, relacionándose con la ma- gia negra o los maleficios, en Haití los iwa están estre- chamente vinculados con la política y la cultura. De hecho, el 14 de agosto de 1791 una ceremonia vudú liderada por Du y Boukman marcó el comienzo de la pri- mera revuelta de esclavos de la Historia que tuvo éxito, y no sólo eso: el inicio de la primera revolución de una colonia contra su metrópoli, proclamándose la Repúbli- ca de Haití en 1804. Entre las diosas más temidas de la India se en- cuentra Kali, representada como una mujer desnuda y feroz que siempre saca la lengua. El poder y fuerza de ésta encandiló en los años 70 al vocalista de los Rolling Stones, Mick Jagger, cuando buscaba un logo que representase a la mítica banda. John Pasche, el encargado de di- señarlo, decidió utilizar los labios y la lengua de esta deidad hindú, creando el famosísimo Ton- gue and Lips, todo un símbo- lo de rebeldía. La célebre boca saldría a la luz en el disco Sticky Fingers de 1971, cuya portada realizó el artista Andy Warhol. HAITÍ LA INDIA Creencias revolucionarias Kali y los Rolling Stones Proteger las cosechas JAPÓN GETTY AHU CORBIS GETTY Una mujer duran- te una ceremonia vudú en honor a la diosa Erzulie en Puerto Príncipe, capital de Haití. El dios Inari representado como un zorro. La diosa Kali con la lengua fuera. 38 MUY HISTORIA
  • 39. El que no se consuela es porque no quiere,y cuando las cosas se tuercen y no salen según lo planeado siempre podremos culpar al dios africano Eshu. Dionisio, el dios griego de la vid y el vino, tiene en Es- lovenia un gran competidor: los placeres desatados, las fiestas y las cogorzas se le dedican en este país al dios Kurent. Este Baco a la eslovena, según el folclore del país, solía recorrer los pueblos para dar la bienvenida a la prima- vera. A él se dedica el Kurentovanje, una fiesta de carnaval que se celebra durante diez días en la ciudad de Ptuj. En ésta, diversos grupos de hombres (tradicionalmente solte- ros), ataviados con un traje de piel de oveja (sujeto por un cordel del que cuelgan enormes cencerros) y con másca- ras que representan al dios, van de casa en casa ahuyen- tando a los espíritus malignos. Todo ello con el objetivo de atraer a la buena suerte y a las buenas cosechas, siguien- do un antiguo rito eslavo pagano por el que la gente rom- pe vasijas de barro al paso de los Kurent. Eshu es un dios mediador entre los dioses y los humanos. Los yoruba, uno de los grupos étnicos más impor- tantes del oeste africano, dicen de él que puede transformar lo bueno en malo y lo malo en bueno. Según la tradición, Eshu podía adoptar más de 200 formas dife- rentes; de hecho, se le representa gene- ralmente con dos caras, una que mira ha- cia los espíritus y otra hacia los hombres. Como dios del destino, muchas personas a las que los planes no les salen bien lo culpan a él de ser el gafe que les pone trabas en el camino; por ello, al inicio de cual- quier ceremo- nia se le hacen ofrendas para mantenerlo contento. Sedna es una de las diosas más impor- tantes para los inuit. Según el mito, ésta era una joven que vivía con su viudo padre, al que decide abandonar un buen día por un apuesto marinero. La joven se arrepen- tirá pronto de haber dejado su casa, ya que descubre que el marinero con el que había huido era en realidad un chamán. Su padre sale a buscarla en su barca pero, mientras regresan, el chamán (con poderes sobre- naturales) despierta una tormenta y el pa- dre arroja a Sedna desde el kayak. A pesar de que la muchacha se agarra con fuerza a éste, su padre le acaba cortando los dedos para que se suelte. Cuando los dedos tocan el mar, se van convirtiendo en mamíferos marinos de todo tipo. Así, la fortuna en la ca- za se le atribuye a ella, ya que como señora de los mares es la encargada de ofrecerle al pueblo inuit las ballenas y morsas. Sedna es el espíritu superior desde Groenlandia has- ta el Ártico canadiense. GETTY Benditas fiestas ESLOVENIA Deidad gafe NIGERIA Controlar la caza NORTEAMÉRICA ANDREJJ Maximón ataviado con corbatas y pañuelos de seda en Santiago Atitlán. Un inuit prepa- rado para cazar animales salva- jes en el Ártico canadiense. Un grupo de hombres disfrazados de Kurent recorren las calles de Ptuj. Una de las figuras más interesantes de Guatemala es Maximón, una divini- dad pagana a la que se le reza en la zona del lago Atitlán. Este personaje es muy controvertido, ya que algunos creen que soluciona problemas de desamores o in- fidelidades, mientras que para otros es la personificación del mal. Este San Simón del pueblo se representa con una talla de madera de un hombre sentado. Dos co- frades cuidan a Maximón, dándole de be- ber, de fumar, e incluso lo llevan a dormir. Las ofrendas a éste no salen baratas, ya que le gustan especialmente los pañue- los y corbatas de seda o el alcohol caro. GUATEMALA Un dios humano GETTY Representa- ción del dios nigeriano Eshu en madera. ASC MUY HISTORIA 39
  • 40. SERES FEMENINOS DEL MUNDO MITOLÓGICO Fábulas con nombre de mujerEncantadora como la sirena o temida como la arpía; protectora como la Pachama- ma o subversiva como Lilith; vengativa como Loreley o ingenua como Melusina... En tierra, mar y aire, son muchas las figuras míticas que adoptan formas de mujer. Por Laura Manzanera, periodista y escritora E l agua cubre el 75% de nuestro planeta, es fuente de vida y ele- mento femenino: por todo ello, parece lógico que sean tantos y tan variados los seres con forma de mujer ligados a ella. Las hay dóciles como una fuente o salvajes como una cascada; ge- nerosas como la lluvia o siniestras como un temporal; accesibles como una charca o inabarcables como el océano; combati- vas como las amazonas o inofensivas co- mo las focas… Las reinas del océano son sin duda las sirenas. Pocos mitos han cautivado tan- to desde la noche de los tiempos. Ya en el siglo VIII a.C. circulaban relatos de seres cuyo hipnótico canto atraía a los marine- ros. En las antípodas de las edulcoradas sirenas de cuento, los griegos las imagi- naban como repulsivas mujeres-pájaro que no tenían reparo en lanzarse en pi- cado contra los marineros. Como prue- ban algunas cerámicas, exhibían busto de mujer con generosos pechos y enormes garras. De su naturaleza aérea provienen, probablemente, sus dotes musicales y su atrayente melodía. A pesar de su aspecto, no hay que con- fundirlas con las arpías, también griegas y también aves. Las arpías están vinculadas al aire, son de inequívoca naturaleza malé- fica y personifican la fuerza de los elemen- tos. Entre chillido y chillido espantoso, devoran cuanto encuentran a su paso. Aun así, las sirenas no son tan pacíficas como suele creerse y pueden actuar como peligrosas hadas de la fatalidad. Encarnan la tentación, en tanto que criaturas per- versas que usan su mejor arma, el canto libidinoso, para reducir a los hombres. Las versiones más malintencionadas las describen como antropófagas, mantis religiosas que, tras hechizar a su víctima, terminan por engullirla. Sin alas en el mar. En el siglo IV, las si- renas cambiaron sus alas por una cola de pez. Fue uno de los mitos paganos que la Iglesia católica adaptó, tal vez para repa- rar la incoherencia de un ser marino ala- do. O quizá para evitar que pareciesen ángeles. Figuraban en manuscritos, es- cudos y vitrales como mujeres impuras, con un apéndice caudal doble, dos pier- nas separadas que exhibían sin pudor. En cambio, los celtas, que las llamaban mermaids (“vírgenes marinas”), no las consideraban símbolos de perdición. Durante el Renacimiento, la imagen de las mujeres-pez se dulcificó; pasaron de ser las causantes de los naufragios a las guardianas del mar y se reproducían de azul y oro, los colores de la Virgen. Pero no fue hasta el Romanticismo, cuando las pasiones dejaron de verse tan nega- tivamente, que se libraron de su mala imagen. Asociadas al amor, ya no eran monstruos, sino criaturas bondadosas y protectoras. Tanto es así, que su nombre se asocia a cualquier sonido que alerte de un peligro. Podían incluso enamorarse de huma- nos y, si estos les correspondían, obte- nían un alma inmortal. Es este un tema recurrente en leyendas y cuentos. El más conocido, el que firmó Hans Chris- tian Andersen en 1836 y que recuerda una estatua en Copenhague. Su sacri- ficada sirenita cambia la cola por pier- nas para conquistar a su príncipe, pero él se casa con otra. Tras la tragedia, se lanza al mar, su amor la salva y se con- vierte en sílfide, un espíritu del aire. De buen corazón eran también las sire- nas del Mediterráneo, las nereidas, hijas de las oceánidas y nietas del dios Océano. Velaban por el bienestar de los marineros y cada una representaba un estado de la mar: Talía, la verde, Glaucea, la azul, y Cimodocea, la ondulante. Sirenas y
  • 41. Bajo el mar. Se fabula sobre la vida de las sirenas, presentadas como mujeres bellas y seductoras, que engañan para hacer el mal. GETTY MUY HISTORIA 41
  • 42. ondinas son las ninfas griegas más conocidas. El término sirena proce- de del latín siren o el griego seiren, y significa “atar una cuerda”. Homero recoge en la Odisea cómo inmovili- zaron con una cuerda a Ulises para que pudiese disfrutar de su melodía sin sentir la imperiosa necesidad de unirse a ellas. Prevenido por Circe, el héroe puso cera en los oídos de sus compañeros y se hizo atar al mástil. Las sirenas, desconsoladas tras su fracaso, se precipitaron al mar, pe- reciendo en las mismas rocas contra las que tantos barcos se habían hecho añicos por sus embaucadores cantos. Viaje a Ítaca. Ulises sabía que era imposible resistirse al placer de aquel canto, al que seguía, inevitablemen- te, la muerte. Gracias a su ardid fue el único griego que salió airoso de tan dura prueba. O casi, pues tam- bién se salvaron de su encantador canto Jasón y los argonautas. En su caso, gracias a que lucharon con la misma arma que las sirenas: la voz y la lira de Orfeo contrarrestaron el poder de éstas, evitando que el resto de navegantes sintiese el impulso de escucharlas. Las ondinas –de “onda”– prefie- ren el agua dulce y tienen apariencia humana; ni escamas ni cola. Igual que las mari-morgans de Bretaña, que seducen a jóvenes pescadores y los llevan a sus palacios submarinos para casarse con ellos. Y que las mal- vadas nixes que deambulan por las aguas estancadas germánicas y nór- dicas: su provocativa danza atrae a los mortales hasta el fondo del agua, de un mortecino verde turbio como los ojos de sus captoras. Inofensivas enamoradas o crueles femmes fatales, vírgenes sumisas o agresivas ninfómanas, las reinas del océano pueden ser compasivas o ate- rradoras. Más atractivas y voluptuo- sas que las mujeres terrestres, son a su vez más posesivas que éstas, y si les son infieles son capaces de todo, incluso de asesinar. Bastante más pacíficas parecen las mujeres-foca de las islas escocesas: conocidas como selkies (o roanes), se revisten con una piel de foca para sumergirse en el mar. Aquí la histo- ria es a la inversa: un pescador des- cubre a una selkie y roba su piel; ella debe quedarse en tierra, acceder a casarse y ejercer de esposa hasta que encuentra su piel y vuelve al agua. Melusina y Loreley, protagonistas de dos tristes historias, anhelaban estar desposadas por maridos huma- nos. Una leyenda alemana habla de una muchacha de piel blanquecina y dorada cabellera que vivía junto al Rhin: Loreley. Traicionada por el hombre al que amaba, adoptó forma de sirena. Desde entonces, alimenta- da por el rencor, se dedicó a condu- cir a los navegantes a la muerte. La sirena del Rhin ha sido una fructífe- ra fuente de inspiración; entre otros para Heinrich Heine, que le dedicó románticos versos. Si Loreley pertenece a la mitología germánica, Melusina es de origen galo. La versión más conocida de su historia nació en 1393, en un relato de Jean d’Arras: Melusina o la noble historia de Lusignan. Narra la vida de un hada que se convierte en mu- jer por amor y, al ser víctima de una promesa incumplida, es condenada a transformarse en serpiente de cintu- ra para abajo cada sábado, hasta que un hombre quiera casarse con ella y acepte no verla ese día de la semana. Tríada maligna. Amalgama de tres seres malditos para la Iglesia (mujer, serpiente y hada), Melusina está falta de redención; sólo un marido huma- no puede liberarla de su malforma- ción, de su existencia sin alma. Pero éste acaba faltando a su palabra y, al verse descubierta, se transforma en una serpiente alada y se va volando. Leyendas de todo el mundo repro- ducen el mito de Melusina, aunque ésta adquiere otras formas híbridas: Entrañable sirenita. En el siglo XIX, el cuento infantil La sirenita del danés H. Ch. Andersen actualiza el mito de las ondinas. PERSONAJE Rusalka. Es una sirena originaria de la mitología eslava. Esta fi- gura femenina, asociada a la muerte, vive en un canal y tiene connotaciones demoníacas. Las reinas del océano son más atractivas, más voluptuosas y más posesivas que las mujeres terrestres AISA Fémina maligna. Se represen- ta a los seres mitológicos hem- bra denominados arpías como figuras monstruosas y feroces. ALBUM
  • 43. pájaro, ciervo, mono, bisonte, etc. Y sigue presente en el siglo XXI, tam- bién en el logotipo de las cafeterías Starbucks, de origen estadounidense. Sirenas, nixes y ondinas no se limi- tan a las aguas occidentales. En Hai- tí, la diosa del mar Sirène se fusionó con santa Filomena, ejemplo de la amalgama de elementos paganos y cristianos del vudú. Las apsaras son ninfas acuáticas que animan el cielo hindú con canciones y danzas, y los antiguos habitantes de China y Japón creían que reinas dragonas habita- ban en las profundidades marinas. Nereidas nórdicas. Entre las ninfas más exóticas se cuentan la noruega Fossegrim, de cabellos de oro y voz angelical, y Sacien, de rostro pálido, pelo negro y habitante de la Laponia rusa. En la mitología eslava, la Ru- salka combina una mano humana y una aleta de pez. Hay seres femeninos incluso en prados y bosques, donde los suelos son húmedos y los arroyos abun- dantes; y en las montañas corona- das por nubes que anuncian lluvia. Pero también habitan en los árboles –éstas se conocen con el nombre de dríades– y en el aire, en forma de sílfides. De estas últimas, la más en- trañable es la pizpireta Campanilla de Peter Pan, la más famosa de las hadas de Disney, pura magia. Las sibilas eran adivinas, realizaban funciones de mé- diums o hechiceras rodeadas de magia, pero de la buena. Bendecidas con el don de la profecía, eran inter- mediarias entre dioses y hombres. De las romanas, despunta la de Cumas. PidióaApolounalargavida,peronola virtud de conservarse joven, y enveje- ció con suma rapidez hasta alcanzar el tamaño de una cigarra. Acabó sus días en una jaula. Asimismo, a Apolo esta- ba dedicado el principal centro profé- tico griego: Delfos, donde los sueños de la médium (la Pitia) se hacían rea- lidad. La sacerdotisa entraba en trance mientras respondía a las preguntas en un lenguaje confuso. Algunos autores apuntan a la emanación de algún gas como causa de las alucinaciones. Una sibila en Troya. También Ca- sandra recibió su capacidad adivi- natoria de Apolo. Entre sus logros, revelar, inútilmente, a los troyanos la estratagema griega del caballo de madera. Terminó como esclava y amante de Agamenón, rey de Mice- nas, y ejerció su labor hasta el final: predijo su propia muerte a manos de Clitemnestra, esposa de Agamenón. Otras forjadoras del destino son un trío de diosas que en Grecia se llaman moiras, en Roma, par- cas, y en los países nórdicos, nor- nas. Tejen y mueven a su anto- jo los hilos de los títeres mortales. Enorme poder ostentan igualmente las dos discípulas de Merlín, nacidas en las leyendas artúricas y habitan- tes de Bretaña. Enamorado del hada Viviana, el brujo le enseña su magia y le construye en el fondo de un lago un palacio de cristal. Aquí Viviana Aunque parezca cosa de risa, han si- do muchos los que han confirmado la existencia real de sirenas. Entre ellos, San Brandán, monje irlandés del siglo VI. Una crónica islandesa del XIII habla de un monstruo marino cuya descrip- ción encaja, mientras que unas mujeres holandesas encontraron en 1430 a una “muchacha del mar” hundida en el barro, que llegó a vivir como humana durante diecisiete años. Viajes de ultramar. Con el auge de las exploraciones marítimas aumentaron los testimonios. El diario de Colón reco- ge la contemplación de tres sirenas que no eran “tan bellas como los retratos que se hacen de ellas generalmente”. Quizás el jesuita Charlevois acertase y se tratase de manatíes, de rostro huma- noide y cuya hembra posee dos visibles senos femeninos. En 1748, Benoït de Maillet de Lorraine rizó el rizo al proclamar que las sirenas eran supervivientes de una raza primiti- va, mitad monos, mitad peces. En esta línea, para el gallego fray Benito Jeróni- mo Feijóo eran fruto de coitos perversos entre especies. Por eso, marinos y pes- cadores españoles debían jurar que no tendrían relaciones sexuales con ellas. Durante los siglos XVIII y XIX proliferaron las capturas de supuestas sirenas que terminaban en gabinetes de curiosidades o ferias. Incluso se les atribuyeron propie- dades medicinales, y todo ello despertó la imaginación de muchos oportunistas. La sirena que circulaba por el Londres de 1832 resultó ser un mono injertado en una cola de tiburón. Tal fue la fe en ellas que, hasta el siglo XX, una ley reclamaba para la Corona británica “todas las sirenas halladas en aguas inglesas”. Lapescadelasirena Ninfa ingenua. Sobre el hada Me- lusina recayó un hechizo que cada sábado le conver- tía la mitad del cuerpo en serpien- te (arriba). La em- presa americana Starbucks Coffee adoptó esta mítica figura en su logo (a la derecha). El cónsul francés de Egipto y Toscana, Benoït de Maillet de Lorraine, fue un estu- dioso de la Historia Natural en el s. XVIII. 50 tumbas de mujeres se descubrieron en la localidad de Pokrovka (Kirgui- zistán) en 1994. Cada uno de los es- queletos femeninos estaba acompaña- do de sus armas. AGEAHU PURPLISHBLACK MUY HISTORIA 43
  • 44. proporciona al rey Arturo la es- pada Excalibur y educa a Lancelot, mientras Morgana, gran sacerdotisa de la isla de Avalon, le pone los obs- táculos que le permitirán convertirse en el mejor caballero del mundo. Las amazonas y las valquirias fue- ron los seres míticos femeninos más guerreros, siempre armados. Las amazonas iban pertrechadas para luchar en combate como Lance- lot; en ellas, la parte de historia y la de leyenda se confunden. En 1994 salieron a la luz en Pokrovka (Kir- guizistán) cincuenta tumbas con esqueletos de mujeres, enterradas con espadas, dagas y flechas. Puede que no pertenezcan a las legendarias amazonas, pues no estaban donde las situó Heródoto en el siglo V a.C., en la desembocadura del actual río Don, cerca de la frontera con Kazajstán. Aun así, el hallazgo demostró que existieron mujeres guerreras más allá de la imaginación de los griegos. Para el mundo clásico, amazonas y valquirias vivieron en Asia Menor, en la región del Ponto Euxino (mar Negro), en los confines del mundo que ellos conocían. A la Grecia Clásica, poder y mujer les parecían términos incompatibles, y por eso llamaron tanto su atención aquellas féminas libres, símbolo del conflicto entre las colonias del Egeo y los jinetes de la estepa, entre civili- zación y barbarie. Apunta Heródoto que eran capaces de disparar con arco en pleno galope. Una de las teorías sobre el término amazona apuesta por la unión de a (“sin”) y mazós (“pecho”), en alu- sión a su costumbre de amputarse el seno derecho para manejar mejor el arco. El historiador habla también de androktones, “asesinas de varones”. Estos tenían prohibido el acceso a su territorio, y una vez al año ellas visi- taban a la tribu de los gargarios con el fin de procrear: si nacía un niño, era sacrificado; si nacía una niña, la adiestraban para el combate. Imitación de las amazonas. Aqui- les dio muerte a la reina de las ama- zonas, Pentesilea, cuyas súbditas es- caparon y se emparejaron con escitas para fundar la tribu de los sármatas. En este punto se funden ficción y realidad. De hecho, las guerreras de las estepas han tenido imitadoras de carne y hueso. Marco Polo vio en Oriente una isla de féminas belico- sas, y los hombres de Francisco de Orellana lucharon contra mujeres mientras navegaban por el río Ama- zonas, así bautizado en su honor. De todos modos, las amazonas no tienen la exclusividad de la fuerza y la habilidad en combate. Sirva de ejem- plo la diosa hindú Devi, capaz de usar cualquier arma y transformarse en un ejército gracias a sus mil brazos. También presentan un aspecto combativo las valquirias nórdicas, Las hadas españolas son muy her- mosas, de voz melodiosa y cabelle- ra rubia. Visten túnicas blancas, portan guirnaldas de flores y custodian tesoros, además de dedicarse a quehaceres tales como hilar y lavar y de disfrutar con el bai- le. De naturaleza bondadosa, sólo ayudan a los que se lo merecen y castigan a quie- nes actúan por puro interés. Aun así, también hay hadas maléficas, muy poco agraciadas. Las lamias, con pies de pato o pezuñas de cabra, pululan por Ara- gón (lainas), Navarra y País Vasco, donde poseen un camino propio: el Sendero de las Lamias, en Mundaka. Y las lavanderas son ancianas que actúan con nocturnidad y alevosía. Si alguien las ve mientras lavan la ropa, lo pagará con su vida. La mayoría de hadas viven en palacios en cuevas, como las dones d’aigua catala- nas. Otras se instalan en castillos, como las moiras, o habitan en el bosque, como las anjanas cántabras. Sin ser habitual, hay hadas con descendencia. Entre ellas, las xanas asturianas. Sus vástagos se distinguen de los humanos en que están recubiertos de pelusa. Ciertas leyendas atribuyen el nacimiento de un linaje a la unión de un hada y un humano. Náyades fuera del mar. Las sirenas re- corren todo el litoral peninsular y ambos archipiélagos. Incluso las hay tierra aden- tro. En Extremadura, sin ir más lejos, las llaman serenas. Y es famosa la extremeña ogresa, la Serrana de la Vega, que dio título a una comedia de Lope de Vega. Y no podía faltar la principal deidad vasca: Mari. Considerada hacedora de tormentas, los campesinos la invocan a fin de salvaguardar sus cosechas. Variedad de ninfas hispanas En el carnaval de la población vasca de Mundaka se man- tiene la tradición de disfrazarse de lamias (abajo). GETTY AGE Baile de los espí- ritus celestiales. En Camboya se practica una danza milenaria llamada apsara en honor de los seres sobre- naturales del mis- mo nombre, que poseían gran be- lleza y dotes para el baile (arriba).
  • 45. que seleccionaban a los guerreros que merecían entrar en el Valhalla, la morada de los dioses. Estas doncellas escuderas fueron musas de Wagner y aparecen en su tetralogía operística El anillo del Nibelungo. Sentimiento maternal. Puede du- darse del poder de las guerreras, pe- ro resulta más difícil poner en tela de juicio el de las madres protectoras. Símbolos de la fertilidad, las hay des- de el Paleolítico: las orondas Venus. De estas figurillas halladas por toda Europa –la de Willendorf (Austria) es la más conocida– dependía la super- vivencia de las primeras comunida- des agrícolas. Muchos pueblos tienen como ser supremo originario a una figura fe- menina encargada de crear la Tierra. Grecia cuenta con Gea, que dio a luz a la primera raza de seres vivos, los titanes; y Cibeles, la Gran Madre. En Roma, compiten Juno, diosa del par- to, y la Bona Dea, rodeada de miste- rio. Las Matres celtas suelen mostrar un pecho o llevar algún bebé, mien- tras que la primera diosa finlandesa es Luonnotar. Un ave puso huevos en sus rodillas; de las cáscaras surgieron cielo y tierra; de las yemas, el Sol; y de las claras, la Luna. Luego concibió océanos y continentes. En los Andes, aún se garantizan las cosechas venerando a la Pachama- ma, de origen inca. Para los nativos del sudoeste de Estados Unidos la creadora es la Mujer Araña, con va- riantes. La de los navajos, por ejem- plo, tejió la escalera por la que las personas subieron al mundo, y la de los keres, los hilos del universo. En cambio, los séneca, habitantes de la actual Nueva York, llaman Eagentci (“anciana”) a su Primera Madre. Su esposo, el Portador de la Tierra, la ti- ró por un agujero, y mientras caía iba recogiendo semillas que soltó sobre un caparazón de tortuga. Por eso, las tribus americanas de iroqueses y al- gonquinos se referían a Norteaméri- ca como la “isla de la Tortuga”. Mujeres insumisas. Hay otros mi- tos primigenios mucho más rebeldes. Basta echar un vistazo a las biografías de las tres primeras mujeres, todas transgresoras, que según cánones occidentales pisaron el Planeta. La primera compañera de Adán, el hada Lilith, resultó ser una proto- feminista. Se rebeló contra el rol se- cundario que le había tocado en vir- tud de su sexo y osó abandonar a su hombre para seguir su camino sin él. Por eso se la retrata como un demonio comeniños, maligna y oscura (lilith, en hebreo, significa “nocturna”). Pandora y Eva completan la tríada de chicas malas. Eva osó atreverse a probar el fruto prohibido y trajo el pecado al mundo. Pandora, la pri- mera fémina para los griegos, abrió el ánfora prohibida y llenó el planeta de guerra y dolor. A ambas las pierde la curiosidad, que nunca se interpre- ta como ansia de conocimiento, sino como debilidad. Así, aparte de cul- pabilizarlas de los males del mundo, pueden ser tratadas como moralmen- te inferiores a los varones y se justifica así la necesidad de controlarlas y, de paso, al resto de su género. Los seres míticos femeninos ofre- cen mil y un rostros: independien- tes o sumisos, lujuriosos o castos. Nos acompañan desde el origen de los tiempos pero, lejos de vivir en el pasado, están anclados al presente. Son eternos. Nos permiten seguir so- ñando, y mientras soñemos estamos vivas y vivos. La primera feminista. Lilith, infeliz en el Paraíso, abandonó a Adán y se mitificó como un hada mala y rebelde (a la derecha). Muchos pueblos tienen como ser supremo originario a una figura femenina creadora de la Tierra PERSONAJE Pandora. Es una figura de la míti- logía griega que representa la justificación teológica de la presencia de fuerzas oscuras en el mundo de los humanos. LIBRO Sirenas. Seduccio- nes y metamorfo- sis, Carlos García Gual. Turner, 2014. Esta obra nos ofre- ce un análisis del mito que recurre a la poesía, la pintura, la música y los cuen- tos infantiles para resolver el misterio de las nereidas. ALBUMAISA Aguerrido carácter. La deidad hindú Devi muestra sus capacida- des en combate, gra- cias a sus múltiples fa- langes armadas. MUY HISTORIA 45
  • 46. ANIMALES Y SERES FANTÁSTICOS Bestiario de criaturas singulares El héroe vence al gigante. Esta ilustra- ción escenifica el encuentro del heroico Ulises con Polifemo, un amenazador cíclo- pe, tal como nos relata la Odisea de Homero.
  • 47. A principios del siglo XX, se llevaron a cabo hallazgos arqueológicos que nos aportaron nume- rosas pistas sobre fieras antediluvianas de extrañas formas que se interpretaron como monstruos en la centuria anterior. E n 1902, el arqueólogo ale- mán Robert Koldewey lo- calizó la puerta de Ishtar, en el yacimiento de la mi- lenaria ciudad de Babilonia. Se tra- taba de un arco semicircular flan- queado por muros gigantescos y que se abría hacia una vía de considera- ble longitud, flanqueada a su vez por paredes recubiertas de ladrillos esmaltados en azul. Las paredes de la puerta estaban cubiertas de arriba abajo con filas alternadas de imáge- nes de un toro fiero y de un enigmá- tico animal con aspecto de dragón al que Koldewey denominó sirrush. Fiera esculpida. Los bajorrelieves del sirrush muestran el cuerpo de un animal cubierto de escamas, con una larga cola y un cuello delgado que sostiene una cabeza de serpien- te adornada con un cuerno. De su boca sale una lengua bífida que re- cuerda a la del dragón de Komodo, un lagarto de enorme tamaño que habita en algunas islas de Indonesia central. Pero la característica más singular del sirrush babilónico son sus pies. Las patas anteriores son las de un felino y las posteriores las de un pájaro, con cuatro dedos cubier- tos de extrañas y gruesas escamas. Si la puerta de Ishtar hubiera sido descubierta un siglo antes, este ex- traño animal habría sido considera- do uno más del catálogo de bestias fantásticas del arte mesopotámico, que incluye toros alados y otros ani- males gigantescos con cabezas hu- manas. Pero su hallazgo se produjo a principios del siglo XX, cuando Por Fernando Cohnen, periodista. Ilustración: José Daniel Cabrera MUY HISTORIA 47
  • 48. el erudito paleontólogo estadouni- dense Othniel Charles Marsh ya era considerado el “padre de los dino- saurios” y el mundo académico co- nocía los fósiles de algunas criaturas antediluvianas. ¿Era el sirrush la representación de un animal real que todavía vivía en época babilónica o se trataba de un simple ejercicio de fantasía de ar- tistas mesopotámicos? Koldewey es- cribió en 1913 que el dragón de Ishtar se correspondía en muchos rasgos con los saurios que se habían extin- guido en el Jurásico. Sin embargo, lo más probable es que el sirrush fuera simplemente una criatura fantástica cuyo significado simbólico se nos es- capa hoy día. De hecho, los restos ar- queológicos de Mesopotamia aportan evidencias de otros seres híbridos y criaturas fantásticas, como los mara- villosos unicornios y los toros alados. Seres de ficción. Todos los anima- les imaginarios que nos han llegado de la Antigüedad tenían un valor simbólico para las culturas que los crearon. Desde los orígenes de la humanidad, los mitos han influido en el desarrollo de los pueblos, dan- do respuesta a muchas preguntas, describiendo el bien y el mal y ofre- ciendo una interpretación alegórica del mundo. “Un país sin leyendas se moriría de frío. Un pueblo sin mitos estaría muerto”, afirmaba el filólogo e historiador francés Georges Dumézil. Las historias sobre héroes y criatu- ras fantásticas nacieron como relatos populares y pasaron oralmente de generación en generación hasta que fueron escritas por alguien, tal y co- mo ocurrió con la Ilíada y la Odisea de Homero, en cuyas páginas aparece un buen número de ellas. Como el cíclope Polife- mo, que lucía un único y gran ojo redondo en la frente. El cíclope caníbal. Tras co- merse a varios cautivos, Poli- femo fue invitado por Ulises a beber vino hasta que el gigante se embo- rrachó y cayó dormido. Llegado ese momento, Ulises y sus compañeros calentaron un palo largo al fuego con el que pincharon el ojo del monstruo. Una vez se desembarazaron de él, los cautivos escaparon en su barco, de- jando atrás la tierra de los cíclopes. Siglos después, Virgilio (70 a.C.-19 a.C.) afirmó que la figura mítica de Polifemo era en realidad una personi- ficación del volcán Etna (Sicilia). Se- gún apuntó el poeta romano, el gran ojo no era otra cosa que el cráter y el terrible alarido del gigante era el ru- gido del propio volcán en erupción. En el siglo XIV, Giovanni Boccaccio echó a pique la perspicaz hipótesis de Virgilio al afirmar que los restos de Polifemo habían sido hallados en una caverna siciliana. Entusiasma- do por el descubrimiento, Boccaccio aseguró que los huesos encontrados en la cueva desvelaban que el gigante debía medir unos cien metros de es- tatura, lo bastante grande como para devorar a un hombre de una tacada. A principios del siglo XX, el pa- leontólogo austriaco Othenio Abel (1875-1946) explicó que los huesos correspondían al cráneo de un ele- fante, un animal desconocido para los griegos de los tiempos homé- ricos y al parecer también para el Todos los animales fantásticos que nos han llegado de la Antigüedad tenían un valor simbólico LIBRO Criptozoología: cazadores de monstruos, Rafael Alemañ Berenguer. Melusina, 2010. Mantícoras, basi- liscos, grifos, fau- nos, ogros, etc., pueblan las pági- nas de este riguro- so ensayo. Fósil equivocado. Por vicisitudes de la Historia se llegó a pensar que este cráneo de paqui- dermo (abajo) correspondía al cíclope Polifemo. AGE AGE AISA Dragón indonesio. Este lagarto de grandes dimen- siones, con lengua bífida como se supone que tenían algunos seres mitológicos, habita en la isla de Komodo. 48 MUY HISTORIA
  • 49. genial Boccaccio. De hecho, si se mira de frente, el cráneo del pa- quidermo muestra un cierto pare- cido con el de un humano, aunque de tamaño exagerado. En su parte frontal, la calavera exhibe dos gran- des huecos que parecen una enorme cuenca ocular en medio de la fren- te, aunque en realidad es la abertura nasal del elefante. Algo parecido ocurrió en Mile- to, donde el historiador y geógrafo griego Pausanias (siglo II) dejó cons- tancia del descubrimiento de un es- queleto de diez codos de altura. Dada su fantástica morfología, Pausanias concluyó que el esqueleto sólo podía ser el del héroe homérico Ajax. Los huesos fosilizados de animales ante- diluvianos, los restos de un mamut y los monumentos megalíticos fue- ron vistos en la Antigüedad como los vestigios de extraordinarias civiliza- ciones anteriores al diluvio. Tumbas descubiertas. Muchos mi- tos hunden sus raíces en fenómenos singulares de la naturaleza y, tam- bién, en seres humanos reales que vi- vieron en pueblos desaparecidos. El historiador griego Heródoto afirmó en el siglo V a.C. que en las regiones remotas del norte de Turquía vivían las amazonas, una nación de mujeres muy belicosas que fueron absorbidas por los escitas entre los siglos VII y V a.C. Desde Homero hasta el final del mundo antiguo persistió la creencia en ellas. Según Heródoto, las ama- zonas cabalgaban con gran soltura y manejaban con destreza la lanza y el arco. En la mitología griega, el com- bate contra las mujeres guerreras simbolizaba la lucha de los griegos contra la barbarie. En 1993, la arqueóloga rusa Nata- lia Polosmak halló los restos momi- ficados de una mujer con múltiples tatuajes en la piel de la antiquísima tribu Pazvryk, un pueblo nómada que vivió en las actuales regiones fronterizas de China, Kazajastán y Mongolia. Sus restos habían sido en- terrados junto a seis caballos sacrifi- cados. Su tumba y otra hallada en la misma zona han llevado a pensar a algunos arqueólogos que ambas mu- jeres pudieron ser combatientes de la tribu Pazvryk y que debieron vivir hace unos veinticinco siglos, la misma época en que el historia- dor griego describió a las legen- darias amazonas. Más allá de lo real. A lo largo de la Historia, la humanidad ha ido crean- do un largo catálogo de seres mito- lógicos a los que se les han atribuido una serie de cualidades mágicas o sobrenaturales. Esas criaturas fabu- losas han invitado a los humanos a ir más allá de lo real y objetivo. El re- pertorio de animales fantásticos ha servido para afirmarnos como seres humanos y para alertarnos de los pe- ligros y tentaciones que acechan a lo largo de la vida. Los romanos no tuvieron ningún reparo en adaptar los mitos y leyen- das de otras culturas, una práctica que queda patente en la obra magna de Ovidio, las Metamorfosis, una jo- ya de la literatura en la que aparecen dioses y seres fantásticos romanos junto a otros cogidos de diversos pueblos; entre ellos, los gigantes, Zeus (Júpiter), Medea, Hermafrodi- to o los centauros. Lo mismo ocurre con la Historia Natural del escritor y científico Plinio el Viejo, que dio pá- bulo a la supuesta existencia de ani- males increíbles, como el unicornio. El historiador romano escribió que un pueblo indio cazaba una bes- tia extraordinariamente salvaje lla- mada monoceros, que tenía cabeza de ciervo, pies de elefante y cola de cerdo. Plinio el Viejo afirmaba que el resto de su cuerpo era como el de un caballo y que del centro de su frente emergía un cuerno negro de dos co- dos de largo. “Dicen que este animal no puede ser apresado vivo”, subra- yaba el historiador. Hoy día, si comparamos esta re- presentación del unicornio con una fotografía del rinoceronte indio, ve- remos que Plinio no andaba muy Las criaturas fantásticas y diabólicas del medievo, que mostraban al cre- yente las perversiones del pecado y lo alertaban de las tentaciones que ace- chan en la vida, no sólo tenían presencia en los manuscritos y en los pórticos de las iglesias. Los geógrafos de la Edad Media eran conscientes del desorden del mundo y lo plasmaron en los mapas, otorgando una posición determinada a las diferentes criaturas que lo poblaban. En un mapa inglés pintado hacia 1260, las figuras que lo ilustran se vuelven de- formes cuanto más se alejan de la Ciudad Santa de Jerusalén, el centro neurálgico del planisferio terrestre. Las formas ex- trañas se agudizan según se van aproxi- mando a los límites del mundo conocido. En la zona alta del mapa aparece la repre- sentación de Dios y, en la zona baja, la de dos dragones infernales. Era habitual que los dragones estuvieran acompañados por algunas de las criaturas fantásticas descritas por Plinio el Viejo, como gigan- tes, unicornios, pigmeos y hombres con los ojos en el pecho. Seres fabulosos en los mapas medievales PERSONAJE Plinio el Viejo (23-79). Natura- lista y militar ro- mano al servicio del emperador Vespasiano. Su obra Naturalis Historia está re- cogida en trein- ta y un libros. Sirrush, deidad babilónica. Detalle en cerámica esmaltada de la divinidad repre- sentada con cabeza de serpiente y patas de león y águila en la puerta de Ishtar. Carta marina del Mar del Norte datada en el siglo XVIII, que sitúa Islandia y las su- puestas islas mitoló- gicas colindantes con monstruos marinos. ALBUM MUY HISTORIA 49
  • 50. descaminado. El historiador es- taba describiendo la apariencia de un animal que nunca había llegado a contemplar con sus ojos, pero del que tenía conocimiento por los testimo- nios de algunos viajeros que lo vieron en los campos salvajes de Oriente. Lo que sí parece seguro es que Pli- nio no se basó en las fuentes judías, en las que se decía que el tamaño del unicornio era tan increíble que Noé no pudo encontrarle acomodo en el Arca. Siglos después, los árabes con- taban que el unicornio atacaba a los elefantes con su gigantesco cuerno. Unicornio idealizado. Los griegos y romanos que se toparon con los ri- nocerontes indios se debieron llevar una gran desilusión al comprobar su aspecto brutal, tan alejado de la figura idealizada y maravillosa del unicornio descrito en algunos textos antiguos. El viajero veneciano Mar- co Polo lo describió como un animal más pequeño que los elefantes, cuyo pelo era como el de un búfalo y cuyos pies eran como los de un paquider- mo. Poco después, la mitología cris- tiana volvió a convertir al unicornio en una criatura poderosa y atractiva que simbolizaba la fuerza viril. El fa- buloso animal sólo perdía su poder cuando colocaba su cuerno en el re- gazo de una joven virgen. Su cuerno -el alicornio- pasó a tener propiedades milagrosas para combatir la impotencia sexual y fue utilizado como antídoto contra todo tipo de venenos, lo que incrementó la demanda y disparó su precio en los mercados. La pócima sobrevivió muchos años. Los cuer- nos de mamut, los de rinoceronte lanudo de la Edad del Hielo y los de grandes cetáceos fueron atribuidos a los unicornios. Druidas, boticarios y curanderos los trituraban hasta ha- cerlos polvo. Las últimas remesas de medicamentos que contenían alicor- nio desaparecieron de las farmacias londinenses a finales del siglo XVIII. El valor del alicornio. Pero el co- mercio ilegal sigue vivo hoy en día. Algunos asiáticos llegan a pagar cua- renta mil euros por el kilo de cuer- no de rinoceronte. Una sola pieza puede venderse por más de medio millón de euros en el lejano Oriente. Tras ser triturado, su polvo se mez- cla con vino u otros productos para seguir utilizándolo como afrodisíaco o como tratamiento para combatir el cáncer, tal y como está ocurriendo en Vietnam en los últimos años. En época medieval se confec- cionaron numerosos bestiarios de animales fantásticos y monstruo- sos, cuyas anomalías fueron uti- lizadas por la Iglesia para instruir moral y religiosamente a sus fe- ligreses. En esas compilaciones aparece todo tipo de criaturas exóticas, como el basilisco, el grifo, el catoblas, la sirena o el ave fénix. El monstruo se interpretó alegóricamente como pe- cado, aunque a veces también como virtud. Ese es el caso de los grifos, que eran aves fabulosas con pico de águila y cuerpo de león que vigilaban el oro de Apolo y el vino de Dionisos. Siglos más tarde, los grifos fue- ron vistos como depredadores que atacaban a los buscadores de oro en los desiertos del norte de la India y de Etiopía. Otros autores asegura- ron que estos animales fantásticos eran buscadores del preciado metal. En heráldica, el grifo representa la majestad y la nobleza, dado que su cuerpo es la combinación de las dos criaturas más nobles de la Tierra: el águila y el león. Otra figura medieval fue el basilis- co, un animal dotado de una cabeza monstruosa con cresta de gallo que va unida a un cuerpo de dos patas con cola de serpiente. Los basiliscos mataban con su gélida mirada y su fétido aliento. Eran los encargados de transportar las almas de los peca- dores al infierno, por lo que simbo- lizaban la muerte. En los bestiarios Animal fantásti- co. Un ser bípedo y alado con rostro alargado y que desprende boca- nadas de fuego: así se representa, habitualmente, a un mítico dragón. 40.000 euros es el precio aproxi- mado que se paga actualmente por un kilo de cuerno de ri- noceronte en el mercado asiático. Y una pieza puede lle- gar a alcanzar el me- dio millón de euros. Esta bestia marina aparece en el Anti- guo Testamento como la reencarna- ción de la serpiente de Adán y Eva, y en antiguos libros de rezos judíos como un pez monstruoso que nace en el quinto día de la Creación. Su historia también se relaciona con el Talmud, donde se dice que el Leviatán será destruido y su carne será servida como banquete. Su origen podría ser una antigua leyenda de Canaán que cuenta la derrota de un monstruo de siete cabezas a manos de Baal, el dios supremo y padre de todas las deidades. La leyenda también tiene una cierta semejanza con la épica de la creación babilónica en la que el dios Marduk asesina a su madre Tiamat, que es un monstruo marino y diosa del caos. Si en el cristianismo el Leviatán pasó a representar la figura del diablo, en la reli- gión satanista es uno de los cuatro prín- cipes del infierno, junto a Satán, Lucifer y Belial. Con el paso del tiempo, el Leviatán se ha convertido en el símbo- lo de los seres marinos fantásticos que creen haber visto muchos marinos, como la criatura mítica conocida como Kraken en las leyendas escandinavas. Este monstruo marino fenicio coincide en su descripción con el Tiamat babilónico, el Ráhab bíblico y la serpiente de Gilgamesh. PRISMA ALBUM El Leviatán, criatura del océano
  • 51. medievales también tenían cabida las criaturas femeninas, como las arpías, a las que se representaba con cuerpo de ave similar al del buitre, cabeza de mujer y afiladas garras. Portadoras de almas. Las arpías no eran bondadosas ni malvadas. Se limitaban a transportar las almas de los humanos al otro mundo para que cada una recibiera el trato que mere- cía. En español, el término “arpía” se asocia con una mujer aviesa o con una persona codiciosa que con arte o maña obtiene todo lo que puede. Con frecuencia, las arpías fueron confun- didas con las sirenas, que también tenían una actitud ambigua, entre seductora y criminal. Esa segunda característica era la que primaba en las sirenas que tentaron al heroico Ulises con sus cantos para atraerlo a sus dominios y asesinarlo. De entre todos los animales del bestiario medieval, hay uno que bri- lla con fuerza propia: es el dragón, que en la Edad Media era la viva ima- gen de Satanás. El combate que sos- tienen el caballero y el dragón tiene un sentido alegórico. Es una lucha a vida o muerte entre la virtud y el dia- blo. En las sagas germánicas, Sirgud, con su gran espada Gram, mata de una estocada al dragón. En la épica anglosajona, el héroe Beowulf com- bate contra dos temibles dragones, a los que derrota a pesar de las graves heridas que sufre en la refriega. En el medievo, el bosque fue el lu- gar de encuentro entre el mundo na- tural y el sobrenatural. En ese ámbito mágico vivían las criaturas legenda- rias de la mitología nórdica, como los elfos y las hadas, y también los mitos celtas de la mitología anglosajona, como los personajes de la corte del rey Arturo, entre los que destaca el mago Merlín, otra de las grandes le- yendas que han llegado vivas a nues- tros días pasando por el cine. Leyendas oscuras. En una versión del mito, se aseguraba que Merlín había sido engendrado por un demo- nio para atraer a los seres humanos al lado oscuro que guardan en su in- terior. Sin embargo, con el paso del tiempo, el mago se convirtió en guía espiritual de diferentes reyes, como Uther Pendragon y el famoso Artu- ro de Camelot. Se decía que Merlín tenía contactos con los gnomos, las hadas y los dragones que habitaban en los bosques. Otra versión del mito desvela que el mago Merlín acabó sus días recluido en una jaula de cristal por su joven y bella compañera Ni- mue, la Dama del Lago. En el siglo XVII, el enciclopedismo y el escepticismo racionalista die- ron la puntilla final a la creencia en los seres fantásticos. Sin embargo, en aquellos “años de las luces”, el subgénero literario de criaturas ima- ginarias comenzó una nueva anda- dura. Los escritores utilizaron a seres fantásticos para burlarse de la socie- dad, como hizo Jonathan Swift en Los viajes de Gulliver, o para simbo- lizar los peligros que conllevaban los avances científicos, como hizo Mary W. Shelley con Frankenstein. El afán del protagonista de esta novela por fabricar un ser humano con retales de cadáveres convierte a este mito moderno en una nueva versión de Prometeo, según la interpretación griega que veía a esta figura como el creador de los hombres. Desde en- tonces, el catálogo de seres míticos y legendarios no ha hecho más que crecer. Los monstruos y seres prodi- giosos nos advierten del lado oscuro de nuestra existencia. Nos muestran la imagen del otro, la imagen del ex- traño. Entre los monstruos moder- nos cabe citar El Golem, de Gustav Meyrink, y el célebre Drácula, de Bram Stoker. Otros autores también han contri- buido a renovar la galería de criatu- ras fantásticas, como J.R.R. Tolkien, autor de El Señor de los anillos, Mi- chael Ende con La historia intermi- nable, C.S. Lewis, padre del país de Narnia, o J.K. Rowling, creadora del imaginario mundo de Harry Potter. En sus obras vuelven a la vida los dragones, unicornios, grifos, elfos, magos y otras criaturas fantásticas, que devuelven a nuestros días los viejos mitos de la Antigüedad clásica y de la Edad Media. En el medievo, el bosque fue el lugar de encuentro entre el mundo natural y el sobrenatural Ave Fénix, símbolo de la muerte. Criatu- ra originaria de un mito griego, en el que un pá- jaro es capaz de renacer de sus propias cenizas. PERSONAJE Gustav Meyrink (1868-1932). Escritor austria- co cuya primera novela, El Go- lem, publicada en 1915, se con- virtió en un refe- rente de la lite- ratura fantástica del siglo XX. Personaje monstruoso. Retrato del actor Boris Karloff, pro- tagonista de la pe- lícula Frankenstein, dirigida por James Whale en 1931. GETTY GETTY MUY HISTORIA 51
  • 52. SuscríbeteELIGE UNA DE ESTAS DOS OPCIONES: Opción 1: Opción 2: ¡Suscríbete fácilmente! h p://gyj.suscripcionesrevistas.es/divulgacion/muy_historia Llamando al 902 054 246 de lunes a viernes de 9 a 18 h. suscripciones@gpssoluciones.es Quedanexcluidoslosobjetospromocionalesdeportada.OfertasoloválidaparaEspañahastael27deabrilde2015,soloparaformasdepagotarjetadecréditoydomiciliaciónbancaria. Precio Europa: 12 núm. Muy Historia con un 20% dto. y sin regalo: 63,60 €. Precio resto del mundo: 12 núm. Muy Historia con un 20% dto. y sin regalo: 75, 60 €. Sus datos personales van a ser incorporados a un fichero del que es responsable GyJ España Ediciones, S.L. S. en C., entidad con domicilio en la c/ Áncora, 40, 28045 Madrid con la finalidad de gestionar esta suscripción, y para que GyJ España Ediciones, S.L. S. en C. u otras compañías del Grupo GyJ (cuya información aparece en el Registro Mercantil y en la web www.gyj.es “política de privacidad”) le envíen información publicitaria sobre productos editoriales de las mismas, o sobre productos de terceros relativos a Telecomunicaciones, Financiero, Seguros, Ocio, Belleza, Moda y Accesorios, Gran Consumo, Distribución, Deportes, Formación y Cultura, Automoción, Energía y agua, ONG, Juguetería, Viajes, Salud, Servicios Públicos y Privados y Juegos de azar, todo ello en formato convencional, o electrónico, incluidos los SMS. Consulte nuestra política de privacidad para obtener mayor información. Si no desea recibir información publicitaria en cualquier formato ni ceder sus datos a las compañías del Grupo G+J, puede ejercitar los derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición mediante escrito dirigido en todo momento a Gestión de Publicaciones y Publicidad, S.L. a la dirección postal anteriormente indicada o a la dirección electrónica protecciondatos@gpssoluciones.es. En el caso de los SMS, respondiendo con la palabra BAJA a cualquiera de los que reciba. 1,91 € al mes (pago único 22,95 €) 12números de Muy Historia por solo
  • 53. 10figuras legendarias GILGAMESH Pág. 54 ISIS Y OSIRIS Pág. 56 ISHTAR Pág. 58 ODÍN Pág. 60 LUG Pág. 62 QUETZALCÓATL Pág. 64 VISNÚ Pág. 66 VIRACOCHA Pág. 68 EL EMPERADOR AMARILLO Pág. 70 EL REY ARTURO Pág. 72 SUMARIO DOSSIERRUBÉNCALVO El rey Arturo Viracocha Gilgamesh Lug Quetzalcóatl Osiris El Emperador Amarillo Visnú Odín Ishtar Isis Cada uno de estos personajes mitológicos pertenece a una civilización, que lo creó como modelo a seguir por su pueblo. Por José Ángel Martos, periodista y escritor MUY HISTORIA 53
  • 54. GILGAMESH, el primero de todos los héroes M enos recordado en la actualidad de lo que se de- biera, Gilgamesh es el padre de to- dos los héroes mitológicos que han venido luego. De hecho, se trata del primer mito del que te- nemos constancia histórica; no en vano proviene de Sumeria, la cuna de la civilización en las tie- rras de Mesopotamia. El Poema de Gilgamesh fue escrito muy probablemente hacia la prime- ra mitad del segundo milenio antes de Cristo, pero su historia ya circulaba mucho antes en las leyendas orales mesopotámicas, haciendo referencia a un mítico rey que habría vivido hacia el 2500 a.C. Por esta difusión tan temprana, los estudiosos han visto su influencia tanto sobre episodios de la mismísima Biblia como sobre la Odisea de Home- ro. Estamos, por tanto, ante un mito de una gran trascendencia para nuestra cultura. La historia de Gilgamesh es la de un viaje iniciático plagado de aventuras fenomenales, durante elcualunrudomonarcasumerio intentará alcanzar la inmortali- dad. Por el camino descubrirá el sentido de la vida, la amistad y muchas otras enseñanzas que lo transformarán profundamente. Soberano sumerio. Gilgamesh reinaba sobre Uruk, una impor- tante ciudad de la Antigüedad mesopotámica. No era un ser totalmente humano, pero tam- poco completamente divino: en dos terceras partes se trataba de un dios, pero su otra tercera par- te era mortal. Capaz de grandes y gloriosas hazañas, resultaba, sin embargo, un señor bastante antipático para sus súbditos, no sólo porque se envanecía de sus éxitos sino porque reclamaba el temible derecho de pernada, que le permitía yacer con las es- posas de los sumerios en la pri- mera noche tras el matrimonio. Los ecos de los abusos de Gil- gamesh llegaron hasta los dio- ses, que decidieron castigarlo. La diosa madre Ninhursag creó con arcilla un ser semisalvaje, llamado Enkidu, que empezó a atemorizar a la población de los campos y bosques cercanos a Uruk. Las tropelías de Enkidu llegaron a oídos del rey, quien concibió una curiosa estratage- ma para amansar a este ser que consistía en domar sus impulsos enviándole a una prostituta sa- grada, Shamhat, a cuyo atracti- vo no pudo resistirse. Tras varias noches juntos, Enkidu se civili- zó e incluso abandonó los cam- pos para casarse con ella. Pero entonces Gilgamesh reclamó su derecho y Enkidu, enfurecido de nuevo, le plantó cara y man- tuvieron un terrible combate. Hazañas entre amigos. Al fi- nal de la pelea, ambos conten- dientes de formidable fuerza acabaron por hacerse amigos. Gilgamesh, que soñaba a toda costa con la gloria, le propuso entonces a Enkidu una aventu- ra: ir al Bosque de los Vivos a ta- lar los grandes cedros que allí se hallaban. Se trataba de un lugar similar al Paraíso del Antiguo Testamento y en el que, según la mitología sumeria, tuvo lu- gar la Creación. A su llegada al mágico bosque, se encontraron con el mayor enemigo que po- dían encontrar: el monstruo gi- gante Humbaba, feroz guardián de los árboles con cara de león y dientes de dragón, al que se en- frentaron fieramente. Es interesante comprobar có- mo Gilgamesh estaba dispuesto a afrontar incluso el riesgo de morir con tal de lograr el reco- nocimiento de su heroísmo. Sus En la epopeya de Gilgamesh se cuenta un viaje iniciático y heroico plagado de aventuras y hazañas fenomenales Señor de los animales. Gilga- mesh se repre- senta en esta es- cultura asiria con símbolos del po- der real: en una mano un arma y dominando a un león con la otra. GETTYDOSSIER 54 MUY HISTORIA
  • 55. En el curso bajo del Éufrates, la ciudad de Uruk fue una de las primeras urbes avanza- das del mundo mesopotámi- co e incluso dio nombre a una época histórica: el Período de Uruk (4000-3100 a.C.). Todo lo que conocemos sobre ella indi- ca que fue la capital más pobla- da del mundo en ese período, con un número de residentes estimado entre cincuenta y ochenta mil personas, una cifra muy elevada. Uruk debió ser una urbe grandiosa para esos tiempos, ya que sabemos que ocupaba un área de seis ki- lómetros cuadrados y estaba amurallada. En ella se empe- zaban a encontrar los rasgos determinantes de las ciudades avanzadas, con la presencia de nuevos grupos sociales como militares o funcionarios. Monarquía sumeria. Gilga- mesh aparece mencionado en la lista de reyes sumerios como integrante de la primera dinastía de Uruk, ocupando el quinto puesto. Sin embargo, su historicidad y la de sus prede- cesores no se ha confirmado con pruebas arqueológicas. En general, se duda de que si- quiera llegara a existir, aunque también llama la atención que en el Poema de Gilgamesh se mencione a dos reyes –cuya existencia sí está atestiguada– gobernantes de otra importan- te ciudad sumeria, Kish. Esto hace concebir esperanzas a los más entusiastas. palabras son: “Si caigo, habré conquistado la fama. La gente dirá: ¡Gilgamesh cayó luchan- do contra el fiero Humbaba! Estoy decidido a penetrar en el bosque de los cedros. Hasta ahora es feliz mi corazón: oigo este canto, veo una flor y quiero fundar toda mi gloria”. Los dos amigos consiguieron derrotar a Humbaba y lo mata- ron. Lo mismo hicieron con un toro del cielo, enviado por la dio- sa Ishtar, muy enojada porque se había insinuado al atractivo Gilgamesh y éste la había recha- zado. A los dioses no les gustó en absoluto que Gilgamesh y Enkidu fueran matando a los seres que habían creado y decidieron que alguno tenía que pagar por ello. El elegido fue Enkidu, a quien hi- cieron enfermar hasta la muerte. Este acontecimiento modifi- có totalmente la personalidad de Gilgamesh, quien, asustado ante la posibilidad de morir él también, decidió dedicarse por completo a la búsqueda de la fuente de la inmortalidad. Para ello acudió a Ziusudra, su ante- pasado y el único humano que junto con su esposa había so- brevivido al diluvio acaecido al del entusiasmo de la juventud, quedará atemperada desde el momento en que vea de cerca la muerte, al fallecer su amigo Enkidu. Eso da paso a una nueva obsesión, la de la inmortalidad, que se revelará también como imposible. La conclusión del poema en este aspecto es que el hombre sufre una enfermedad desde el momento de su crea- ción por los dioses, y esta enfer- medad no es otra que la muerte. Moraleja legendaria. Hay más lecciones: el salvaje Enkidu se civiliza y se hace plenamen- te humano a través del amor y el sexo con la mujer Shamhat. Mostrar esta evolución se nos aparece hoy como una consta- tación de gran profundidad fi- losófica y los investigadores han relacionado este aspecto de la epopeya con el despertar de la conciencia del ser humano, en una época en que apenas había superado la Prehistoria. Otros aspectos presentes en la narra- ción del mito son prácticamente sociopolíticos, como la rivalidad entre agricultores y ganaderos, uno de los grandes conflictos sociales de la Historia. Así pues, el primero de los grandes mitos universales reve- la una cultura madura, preocu- pada por los temas fundamenta- les de la existencia humana, algo que hoy, cinco mil años des- pués, no deja de sorprender. principio de los tiempos, y que era inmortal. Éste intentó per- suadirle de la inutilidad de su búsqueda, pues la inmortalidad era un regalo que había recibido, único e irrepetible. Así, el héroe fue dándose cuenta de los límites de la condición humana. Argumento poético. La es- posa de Ziusudra persuadió a su marido para que revelara a Gilgamesh el emplazamiento de una planta que otorgaba no la inmortalidad, pero sí al menos la juventud. Crecía en el fondo del mar y hasta allá fue Gilga- mesh a por ella. La consiguió pero, en su camino de vuelta a Uruk, se detuvo a tomar un baño y entonces una serpiente, que buscaba también la plan- ta para mantenerse joven, se la robó. Al final del poema, el héroe, que no logra su objeti- vo de la inmortalidad, se reune en el inframundo con su amigo Enkidu, parece que por volun- tad propia, lo que indicaría un suicidio, aunque este aspecto parece que se fue modificando con el tiempo, quizás porque no gustaba demasiado a quienes oían la fenomenal epopeya. La historia de Gilgamesh es- tá plagada de lecciones sobre la condición humana y sobre el despertar de la civilización, que hoy no pueden sino im- presionarnos. La obsesión de Gilgamesh por la gloria, propia Uruk, la próspera patria del primer héroe Las ruinas mesopotámicas de Uruk (abajo) fueron descubier- tas en 1844 por un equipo de arqueó- logos ingleses. Monstruoso rostro de Humbaba. Gilgamesh y Enkidu, fieles compañeros de lucha, se enfrentaron juntos al gigante demonio con cara de león (arriba). DOSSIER 1: MITO MESOPOTÁMICO ALBUM GETTY MUY HISTORIA 55
  • 56. La pasión por Isis no se limitó a Egipto. La adoración por la gran maga y su culto se fueron extendien- do al otro lado del Mediterráneo en el momento en que Alejandro Magno conquistó el país de los faraones y empezó a practicar la política integra- dora del helenismo hacia otras religio- nes, para asimilarlas e integrarlas en el acervo cultural propio, de forma que la dominación de pueblos diversos re- sultase más fácil. En el caso de Roma, los primeros sa- cerdotes isíacos, llamados pastófo- ros, aparecieron en el siglo II a.C. en el contexto de la crisis provocada por las derrotas ante Aníbal, que hicieron des- confiar a muchos romanos del poder de sus dioses y empezar a buscar con- ISIS y OSIRIS, un amor más allá de la muerte junto de la Tierra. Y para ello emprendió un largo viaje que lo alejó de Egipto. En su ausencia, dejó a cargo de los asuntos del país a su esposa Isis, lo que no hizo sino aumen- tar las envidias de Seth, que as- piraba a ocupar su puesto. A su vuelta, le preparó una embosca- da: fabricó un sarcófago riquí- simo y convenció a Osiris para que se metiera dentro. Cuando lo consiguió, Seth, junto con sus secuaces, lo cerró con clavos y lo lanzó al río Nilo, de donde aca- baría llegando al mar. Isis, des- esperada, lo buscó durante mu- cho tiempo y lo halló en la lejana ciudad de Biblos, que más tarde se convertiría en la capital de los fenicios. Isis recuperó a Osiris y lo llevó de vuelta a Egipto, pero Seth se enteró y quiso deshacer- se de él para siempre. Para ello lo despedazó en catorce trozos que dispersó por todos lados. Seth fue especialmente perverso en el destino que dio al miembro viril de Osiris, pues para que no pudiese tener descendencia lo tiró al Nilo y los peces se lo co- mieron. La fuerza del amor. Aun así, toda la maldad de Seth no pu- do con el amor de Isis, quien, ayudada por el guardián Anubis –fruto del desliz carnal de Osi- ris con la diosa Neftis–, rescató todos los trozos y recompuso el cuerpo de su amado. Para sus- tituir el pene del dios fabricó una imitación. Con su poderosa magia, Isis devolvió a la vida a Osiris, aunque ya como dios de los muertos, y le otorgó el vi- Una diosa de moda entre los nobles romanos L a pareja formada por Isis y Osiris es prota- gonista de una historia de amor más allá de la muerte que haría las delicias de cualquier guionis- ta de Hollywood que la leyera atentamente. Es verdad que tiene algunos aspectos política- mente incorrectos para nues- tros días, como por ejemplo el hecho de que, además de ma- rido y mujer, Isis y Osiris eran hermanos. Pero las uniones incestuosas formaban parte de las creencias del Antiguo Egip- to, sobre todo en el caso de la realeza, ya que se requería que la madre del futuro faraón tu- viese sangre real. Así pues no es extraño que estas tradiciones encontrasen un eco y una justi- ficación en la propia mitología. Deidades egipcias. Osiris, el hombre de la pareja, era el hijo mayor del dios de la tierra, Geb, y de la diosa del cielo, Nut. Aun- que ambas dimensiones están separadas de la misma forma que las vemos hoy, durante la Creación, otro dios, Thot, consi- guió ganar para ellos –mediante un juego– un tiempo precioso: cinco días que la pareja empleó a fondo y durante los que engen- draron cuatro hijos. Isis, la futu- ra esposa de Osiris, fue la terce- ra. El otro vértice del triángulo, y causante de todos los proble- mas, fue el hijo que estaba en medio, Seth, un dios irascible e irracional, incapaz de controlar sus sentimientos y pasiones. En los textos egipcios, a Osi- ris se le atribuye un papel fun- damental en lo que hoy deno- minaríamos la evolución, pues se preocupó de apartar a los egipcios de la vida salvaje, ha- ciéndoles conocer los frutos de la tierra, dándoles leyes y ense- ñándoles a respetar a los dioses. Este mismo esfuerzo civilizador lo extendería después al con- GETTY PRISMA Osiris, deidad egipcia. Dios de la re- surrección, de la vegetación y de la agri- cultura. Estatua de una sacer- dotisa de la diosa Isis, divinidad de culto egipcio adorada en Roma. DOSSIER 56 MUY HISTORIA
  • 57. suelo espiritual en otros ajenos. Luego, la popularidad de Cleopatra por su re- lación con Julio César y Marco Antonio favoreció también la adoración a Isis, ya que las reinas de la dinastía ptole- maica –de la que Cleopatra fue la máxi- ma exponente– se autodefinían como “la nueva Isis” o “la joven Isis”. Octavio Augusto, que derrotó a la última reina egipcia en la batalla de Actium, frenó estas prácticas al tacharlas de externa superstitio (superstición extranjera), pero no las atajó para siempre. Fe egipcia en Roma. La aristocra- cia romana acabó por acoger con los brazos abiertos una religión como la egipcia, que se caracterizaba por unos ritos de iniciación mistéricos reserva- dos a unos pocos, algo que les encan- taba, ya que otorgaba al culto una páti- na de exclusividad que convertía a los patricios romanos en una fraternidad también más allá de la muerte. gor sexual para poder concebir juntos un hijo. Ambos yacieron y de esta unión nació Horus, que se enfrentó en dos mortales combates a Seth. Tras el último de ellos, disputado en barca so- bre el Nilo, Horus acabaría por ser reconocido como legítimo rey de Egipto por los otros dio- ses, aunque ellos mismos le im- pidieron que matase a Seth. Para muchos historiadores, este relato parece tener claves políticas respecto a la funda- ción del reino, que unificó el Alto Egipto (la zona sur, hacia el centro de África) y el Bajo Egipto (el área del Delta del Nilo cercana al mar). Hacia el 3000 a.C., en la etapa inicial de la His- toria egipcia, ambas regiones se mantuvieron en guerra. El mi- to de Osiris puede relacionarse con una lucha por el poder entre hermanos, o referirse también a la rivalidad territorial que se dio entre esas dos grandes regiones, no lo sabemos con exactitud. Pero no todo era política, por supuesto. Un aspecto que llama particularmente la atención es el inmenso encanto y fascina- ción que alcanzó la diosa Isis entre los egipcios. Hechicera ingeniosa. La po- pularidad de Isis se amparaba en sus poderes sobrenaturales. Se la conocía como “la gran maga” y era muy conocida la historia mitológica que expli- caba cómo había obtenido esos conocimientos de la hechice- ría. Isis lo había logrado, según la célebre narración llamada La astucia de Isis, gracias a un ingenioso ardid. Para acrecen- tar sus capacidades, la diosa necesitaba acceder a conocer el nombre secreto del creador del mundo, Ra, el dios Sol, el más importante de todos los inmor- tales del panteón egipcio. Pero no iba a ser fácil, porque Ra no estaba dispuesto a revelárselo a nadie, ya que este nombre se- creto lo hacía invencible. El truco utilizado por Isis para obtenerlo fue fabricar una ser- piente con barro y saliva, fluido este último procedente del pro- pio Ra, que por entonces era ya tan anciano que babeaba por las noches. Colocó a la serpiente en el camino que el dios solar re- corría cada día y el ofidio le mordió. Ra, terriblemente dolorido, acudió a Isis, co- nocida por su capacidad de sanar enfermedades. Ésta lo examinó y le dijo que sólo podría curarlo si le decía su nombre, porque “un hom- bre vive cuando alguien re- cita su nombre”. Ra, incapaz de soportar el dolor, le dijo todos sus nombres –tenía uno para cada hora del día–, inclui- do el más secreto de todos. Isis utilizó esos nombres para crear un conjuro secreto mezclán- dolos. Para disgusto de todos, especialmente del afectado, el conjuro no hizo efecto. Encantamiento fallido. El celo- so Ra no quería revelar su nom- bre secreto y le había dicho a Isis un apelativo falso, con la espe- ranza de que sirviera igualmente. Isis, que se temía alguna añagaza de este tipo, le insistió en que si no le revelaba su nombre oculto el dolor no se marcharía. Entre susurros, Ra se lo reveló final- mente y el conjuro funcionó. Así se curó el dios, pero a cambio Isis, cuyo corazón se decía que era más astuto que el de millones de hombres, había logrado co- nocer el secreto más escondido, con el que logró un poder singu- lar entre todos los dioses. Para nuestra mentalidad actual esta historia puede causar cierta extrañeza, pero tenía su funda- mento en una importante creen- cia mitológica del mundo egip- cio: el nombre de una persona contiene su esencia y es lo que le confiere identidad. Así, el todo- poderoso Ra tenía como uno de los atributos de su poder el uso de multitud de nombres distintos. DOSSIER 2: MITO EGIPCIO Guardia divina. Pintura con la representación del dios Anubis, hijo de las divinidades Ne is y Osiris, embalsamando a la momia del leal Sennedjen. El mito de Osiris se relaciona con una lucha por el poder entre hermanos GETTY PRISMA Divina Isis de Egipto. Fue venerada como la esposa y la madre ar- quetípica, y su culto se exten- dió por todo el mundo clásico. MUY HISTORIA 57
  • 58. ISHTAR, hermosa y terrible diosa A ntes de Afrodita y Ve- nus fue Ishtar. La dio- sa del amor que tanto protagonismo ostenta en las mitologías grie- ga y romana no era una creación original, sino que ya anteriores civilizaciones tuvieron su equi- valente desde casi los principios de la Historia. Estaban antes la Ishtar mesopotámica, cuyo culto se extendería por todo el Próximo Oriente, y, más atrás aún, la Innana de los sumerios, su antecedente más ignoto. Aunque ellas tuviesen como principal atributo ser patronas del amor y la pasión, las “abue- las” de Venus ofrecían un perfil mucho menos dulce que la bella doncella que nace de la espuma delmarenelcuadrodeBotticelli. Porque tanto Innana como Ishtar eran al mismo tiempo diosas de la sexualidad y de la guerra. Diosa guerrera. En las tablillas babilónicas del rey Asurbani- pal se habla de Ishtar como “la irresistible en los combates” o “la indomable en la guerra”, y en multitud de composiciones literarias aparece participando en episodios bélicos dotada de una imagen hombruna, como si tuviera un aspecto dual: unas veces más femenino y otras más masculino. Esto ha llevado a la mayoría de los investigadores a conjeturar que, en su etapa primitiva, Ishtar fue una deidad masculina que fue evolucionan- do hasta llegar a convertirse en una diosa femenina hacia la Edad del Bronce. En cualquier caso, en su face- ta bélica resultaba ser una gue- rrera temible y sin piedad. Un texto referido a Anat, antigua diosa semita trasunta de Ishtar, nos la presenta en plena bata- lla, y realmente produce temor. Así de feroz resultaba: “Enton- ces Anat se peleó en el valle, se batió entre las dos ciudades. Aplastó al pueblo de la orilla del mar, destruyó a la gente del sol naciente. A sus pies co- mo bolas rodaban las cabezas; por encima, como langostas volaban las manos; como sal- tamontes en enjambre, las pal- mas de los guerreros. Se ató cabezas al dorso, se ciñó palmas a la cintura; las rodillas hundió en la sangre de los guerreros; y los miembros, en el mondon- go de los combatientes. Con su fusta desalojó a los ancianos, con el nervio de su arco a la po- blación (...).” Además de guerrera, la primi- tiva Ishtar tenía entre sus más poderosos rasgos fundacionales el de ser una diosa astral, vin- culada lógicamente al planeta Venus. La devoción popular por este cuerpo celeste es antiquísi- ma y la detectamos tanto en Me- sopotamia como, por ejemplo, en las civilizaciones del desierto árabe, donde desde tiempo in- memorial se le rindió culto, jun- to a la Luna y al Sol, formando la tríada celeste. Estos pueblos se referían a ella como Ashtar y le daban una personalidad distinta cuando aparecía por la mañana o al hacerlo por la tarde. Al des- puntar el día era una estrella fla- meante y por tanto feroz, mien- tras que por la tarde su fulgor era más suave e indulgente. Pero, sin duda, el aspecto de Ishtar que ha hecho correr más ríos de tinta es su condición de diosa de la sexualidad, la máxi- ma expresión del placer y de la Deidad del amor. En la cul- tura de Babilonia se personificó a Ishtar con un bello rostro (derecha). ALBUM DOSSIER 58 MUY HISTORIA
  • 59. Uno de los muchos maridos que, con el paso del tiempo y las culturas, se asignó a la dio- sa del amor fue el también divino Baal. En concreto, se lo asocia habitualmente con Astarté, epíte- to de Ishtar en el mundo fenicio, y con Tanit, el nombre para la misma diosa utilizado por los fenicios car- tagineses –a él lo llamaban Baal Hammón–. Su culto, como el de su esposa, alcanzó todos los puntos de la geografía mediterránea, di- seminado por las naves de los em- prendedores comerciantes semi- tas. Lo convirtieron en su principal deidad con el nombre de Melkart, al que se consagró un importante templo en Cádiz, más allá de las Columnas de Hércules. Si indagamos en los rasgos defini- torios de Baal, resulta ser un perso- naje mucho menos recomendable que su esposa, un dios irritable y de carácter cambiante, personaje oscuro y nada fiable, que puede resultar todo un peligro. El culto a Baal tuvo su primer gran foco en la Antigüedad entre los habitantes de Canaán, que antes habían tenido como divinidad principal a su pa- dre El, al que desplazaron progre- sivamente por su hijo. Cuando los judíos volvieron de la esclavitud en Egipto encontraron en Baal un im- portante enemigo para implantar la fe de Yahvé. El becerro de oro que construye Aarón durante el Éxodo, para gran disgusto de Dios, podría simbolizar a Baal, habitualmente re- presentado como un toro joven. Veneración depravada. Varios libros de la Biblia (Jueces, Jere- mías…) se refieren a la adoración de Baal como una práctica depravada que incluía la prostitución e, incluso, el sacrificio de los hijos. Recorde- mos que en la mitología romana Ba- al se convirtió en el terrible Saturno, el que devoró a sus hijos. Para los profetas del Antiguo Testamento, la extinción del culto a Baal sería uno de sus grandes objetivos. voluptuosidad. En Mesopotamia se le atribuían amoríos con varios dioses. El primero de todos ellos fue Anu, dios del cielo, de quien primero fue sierva y amante, pa- ra luego convertirse en esposa. También de Dumuzi, dios pastor de los sumerios. Su matrimonio resultó trágico, pues ella había bajado al inframundo para en- frentarse con su hermana y rival Ereshkigal, en una lucha terri- ble en la que murió la diosa del amor. Su fallecimiento trajo un importante daño colateral, pues en la Tierra hombres y animales perdieron el interés por aparear- se ante la desaparición de aquella que les provocaba el deseo se- xual. Ante tamaño desastre para la perpetuación de la humani- dad, el dios creador Enki decidió resucitar a Ishtar, pero a cambio ella debería mandar a alguien al inframundo para que la sustitu- yera, ingrato papel que recayó en su marido Dumuzi. Epílogos trágicos. Su marido no fue el único de sus parientes que tuvo un final ingrato. A al- gunos de sus amantes los trans- formó cruelmente; por ejemplo, a un pastor lo convirtió en un pájaro con el ala rota y a quienes rehúsaban serlo les envíaba te- rribles castigos: al jardinero de su padre, que la rechazó, lo con- virtió en una rana. Mientras que al propio Gilgamesh, de quien quedó prendada y al que pidió que plantara su semilla en su cuerpo (pero él no quiso arries- Ishtar, que se extendieron por todo el Mediterráneo a medi- da que los navegantes fenicios iban fundando asentamientos. En la península Ibérica se edifi- caron varios templos a la diosa en Andalucía, principal zona de influencia fenicia. En ellos había una actividad muy variada, que incluía desde barberos hasta es- cribas, pero la que más llamaba la atención era la de las sacer- dotisas que celebraban “el mis- terio del amor carnal”, mujeres que con el tiempo pasarían a la Historia con la denominación de “prostitutas sagradas”. Tam- bién allí se producía la entrega voluntaria a un extranjero de las muchachas que habían alcanza- do la pubertad, tocadas con una corona de laurel, a cambio de la ofrenda de una moneda a Ishtar. Todas estas prácticas encen- dieron las fantasías lujuriosas occidentales, desde Heródoto a Flaubert, y han mantenido en la posteridad el mito de la terrible y deseada Ishtar. garse a un final como el de los anteriores), le envió un toro del cielo para que acabara con él. Rituales sexuales. Los me- sopotámicos celebraban ritos orgiásticos de fertilidad bajo la advocación de Ishtar. El más im- portante de todos era la hieroga- mia, que tenía lugar durante la fiesta de Año Nuevo y represen- taba la unión entre un dios y una mujer humana. Esta boda sagra- da se representaba en un espacio destacado de los zigurat y los oficiantes eran un sacerdote y una sacerdotisa. Esta escenifica- ción, que quizás no iba más allá de eso y no llegaba a consumar- se realmente, daba inicio a una fiesta orgiástica anual destinada a celebrar la fertilidad. Estas prácticas escandalizaron a las civilizaciones occidentales a medida que entraron en contac- toconelmundooriental,aunque quizás la que más se perpetuó en la memoria fue la de la prosti- tución ritual en los templos de Baal, el demonio asiático DOSSIER 3: MITO BABILÓNICO Relieve que representa al dios Baal, uno de los esposos atri- buidos a la divina Ishtar. Los seres humanos, con la muerte de Ishtar, pierden interés por aparearse Venus, el planeta estrella. La diosa astral del amor y la guerra, Ishtar, es- tá vinculada a este cuerpo celeste, venerado en la antigua Mesopotamia. GETTY AISA MUY HISTORIA 59
  • 60. ODÍN, líder del panteón nórdico E l mayor mérito que po- día exhibir un godo –y luego un vikingo– era la valentía. Relataba el historiador romano Tácito que a los pueblos germá- nicos les parecía una deshonra e incluso una holgazanería y flojedad “adquirir con sudor lo que se puede lograr a costa de la sangre”. Así que no resultará extraño que la cúspide del pan- teón mitológico nórdico esté ocupada por un ser muy belico- so, Odín, la divinidad de la gue- rra y de la muerte. Para los antiguos nórdicos, Odín fue uno de los tres pro- tagonistas de la creación del mundo en el que habitan los hombres. Para ello él y sus dos hermanos, Vili y Ve, habían combatido previamente contra Ymir, que era el fundador de la raza de los gigantes. La tríada de hermanos consiguió derrotarlo y matarlo. Tomando las distin- tas partes de su cuerpo fueron al abismo y sobre él crearon los diferentes elementos que con- forman nuestro mundo: con la carne del gigante se hizo la tierra; con su sangre, los mares y los lagos; con sus huesos se erigieron las montañas; con sus dientes y fragmentos de huesos se crearon las piedras; de su pe- lo crecieron árboles, mientras que, finalmente, los gusanos de su carne crearon la raza de los enanos. Odín y sus hermanos no desaprovecharon ninguna parte del cuerpo del vencido Ymir. Necesitados de crear un espacio por encima de las cabe- zas de los hombres, decidieron utilizar para ello la bóveda cra- neana del gigante y encargaron a cuatro enanos su sujeción, cada uno de los cuales simboli- zaría los puntos cardinales. Por cierto, que al levantar el cráneo de Ymir inevitablemente sus sesos se esparcieron por el aire, dando lugar a las nubes. El mundo así creado tomó el nombre de Midgard, que signi- ficaba “asentamiento medio” o, dicho de una manera más sen- cilla, la Tierra Media, que J.R.R. Tolkien popularizó en El señor de los anillos. El escritor britá- nico, gran estudioso de la mito- logía nórdica, tomó muchos de sus elementos, como el citado, y los reelaboró en sus magistra- les sagas literarias fantásticas. Mundo inicial. La Creación, en manos de los nórdicos, adquiere el dinamismo de una impetuosa aventura plagada de azares. Así, para crear el Sol y la Luna, Odín y los otros dioses decidieron par- tir hacia el lugar más elevado de todos, más que la Tierra Media por supuesto. Se llamaba Muspe- lheim, el reino del fuego, y estaba habitado por gigantes. Al líder de estos, Surt, le robaron las cente- llas de su espada. Con ellas crea- ron los astros del firmamento. El Sol y la Luna los colocaron sobre dos carros que giraban sin cesar sobre la Tierra Media, turnándo- se en el firmamento. Para que se movieran continuamente, hicie- ron que fueran perseguidos por dos lobos, que nunca los llegaban a atrapar excepto en muy escasas ocasiones, cuando un astro que- da oculto por el otro, lo que hoy conocemos como el fenómeno de los eclipses. Aun siendo Odín un dios gue- rrero, también era sabio. Se di- ce que para lograr su sabiduría acudió al manantial custodiado por Mimir, su tío materno. La fabulosa fuente estaba situada en las raíces del árbol Yggdrasill, ser místico de la naturaleza boreal El patrón de los dioses escandinavos. Odín, conoci- do también como el Altísi- mo, está vinculado a la sabiduría, a la ma- gia, a la poesía y a la caza. AGE GETTY DOSSIER 60 MUY HISTORIA
  • 61. Parece ser que Odín sólo consu- mía hidromiel, delicioso néctar que había robado a un gigante. Fue ésta una bebida muy apreciada en muchas culturas de la Antigüedad. Se obtiene a partir de la fermenta- ción de una mezcla de agua con miel y es sabido que, por ejemplo, el emperador romano Julio César la tenía por su bebida favorita. Hidromiel era también la bebida que repartían las valquirias a los guerreros que lograban entrar en el Valhalla, lugar que reunía todo tipo de exquisiteces como premio para aquellos que habían muerto luchando valientemente. El hidro- miel que se bebía en el Valhalla era el más delicioso de todos y salía de las ubres de la cabra mitológica Heidrún, que habitaba en el tejado del palacio, donde se alimentaba de las hojas de un árbol mágico. Construcción esplendorosa. El gran salón del Valhalla es siempre descrito como dotado de una es- pectacular arquitectura y una mag- nificencia majestuosa. Con 540 puertas de las que podían salir 800 hombres a la vez, sus vigas estaban hechas con lanzas y el techo se ha- llaba cubierto de escudos. Dentro se encontraba también el palacio Bilskirnir del dios nórdico Thor. Los guerreros disfrutaban del re- poso del Valhalla, pero no por ello habían abandonado del todo la ba- talla, porque allí aguardaban a que llegara el Ragnarök, la contienda fi- nal –con connotaciones de Apoca- lipsis– que enfrentaría a los dioses Aesir contra los gigantes. El mo- mento culminante del Ragnarök se- rá el enfrentamiento de Odín contra un lobo de terrible ferocidad, Fenrir, destinado a comerse al dios. que era considerado el centro del universo, alrededor del cual exis- tían todos los mundos según la mitología nórdica. En un primer momento, Mimir se negó a dejar- le beber de esta agua que le otor- garía el conocimiento, pero Odín insistió. Finalmente Mimir le di- jo que accedería, pero que Odín tendría que hacer un sacrificio: perder uno de sus ojos. Accedió a tentar matarla en dos ocasiones más, Gullveig siempre resurgía. A partir de este desencadenante se inició una prolongada guerra, en la que los Vanir pidieron tener los mismos poderes que los Aesir. La querella quedó superada final- mente con una gran conferencia depaz,enlaquesecelebraronca- samientos entre ambas familias. Ciertos estudiosos han querido ver una alegoría de la llegada de nuevos dioses indoeuropeos que habrían sido adoptados por las divinidades escandinavas. Odín tuvo tres esposas, la primera de las cuales, Jörd, le dio a su hijo mayor, el famoso Thor, cuya representación con su martillo de guerra fabrica- do por los enanos lo ha hecho popular hasta nuestros días de la mano de cómics y películas. Thor resultó ser tan belicoso co- mo su padre y en la mayor parte de poemas épicos, tanto no- ruegos como islandeses, en los que aparece le vemos luchando contra los gigantes, los enemi- gos tradicionales de los dioses nórdicos, a los que siempre dará muerte con su tremendo marti- llo, que incluso tenía nombre propio, Mjölnir. Se decía que el trueno y el rayo eran producto del golpe del martillo, por lo que el dios Thor es asociado a estos fenómenos atmosféricos. Decisióndemujeres.También las valquirias están muy relacio- nadas con Odín. Seres femeni- nos de gran belleza y naturaleza mágica, una de sus funciones primordiales era seleccionar a la mitad de los muertos en una ba- talla para que fuesen llevados al Valhalla, el salón de los muertos, en Asgard, el mundo superior donde moraban los dioses de la familia Aesir. Allí esos guerreros que habían luchado valiente- mente gozaban de la presencia y la belleza de estas valquirias. Ellas aparecen en multitud de relatos nórdicos, decidiendo el destino de los batalladores que deben morir, y en muchos casos son representadas cabalgando a lomos de caballos blancos tan bellos como ellas mismas o aso- ciadas a animales de exquisita presencia, como los cisnes. esa renuncia y en el mismo ma- nantial abandonó uno de ellos como tributo. La condición de dios sabio ha llevado a los estudiosos de la fi- gura de Odín a considerar que, en los tiempos más antiguos de las civilizaciones nórdicas, fue más bien un dios chamánico, un gran mago capaz de prever los acontecimientos futuros. Su figura habría evolucionado con posterioridad hacia el prototipo de dios guerrero, algo que podría tener relación con los propios acontecimientos de la Historia de estos pueblos y su contacto con otras civilizaciones, en par- ticular las indoeuropeas y asiá- ticas que llegaron por el Este. El encuentro con otros pueblos podría haber quedado reflejado en clave mitológica en una épica batalla familiar: la guerra de los Aesir, la tribu de dioses a la que pertenecía Odín, contra los Va- nir, el otro gran clan de inmor- tales. Trifulca en el norte. La guerra se habría desencadenado cuan- do la diosa Gullveig, de los Vanir, visitó a los Aesir y estos, incapa- ces de soportarla, la arrojaron a la hoguera y la atravesaron con lanzas. Ella, sin embargo, resu- citó y, aunque volvieron a in- BorracherasdehidromielenelValhalla DOSSIER 4: MITO NÓRDICO Hoy en día se comercializa esta bebida alcohólica creada a partir de la fermentación de agua y miel. El dios odín es uno de los tres protagonistas de la creación del mundo nórdico Mitología nórdica en el cine. Fotograma del film Thor, estrenado en las pantallas en 2011 y dirigido por Kenneth Branagh, donde aparece Anthony Hopkins en el papel de Odín y Thor es interpretado por Chris Hemsworth. AGE MUY HISTORIA 61
  • 62. LUG, el dios celta polivalente múltiples habilidades le habían servido para tomar el poder en el mundo, según su biogra- fía mitológica. Cuenta ésta que Lug se presentó en la residen- cia del rey Nuada, soberano de uno de los clanes divinos, pero le fue negada la entrada. Lejos de enfadarse, como otras divi- nidades más arrogantes, arguyó que podía ser útil en la corte del monarca y, a pesar de que ini- cialmente no le hicieron mucho caso, sirvió allí en diferentes oficios, por modestos que pare- ciesen. Primero fue carpintero, luego herrero, después espada- chín, arpista, guerrero, poeta y, finalmente, mago. Sin em- bargo, todo esto no resultaba suficiente para impresionar ni siquiera al guardián de la puer- ta, que siempre le decía que había otro en la Corte que tam- bién poseía cualquiera de esas habilidades que el aspirante iba demostrando. Hasta que Lug le preguntó si había alguno de ellos que, además de brillar con fuerza en una de ellas, pudiese reunirlas todas al mismo tiem- po y en una misma persona. Entrada en la Corte. De esta forma, Lug fue admitido en el séquito de Nuada. Entretenía a todos sus miembros con la mú- DOSSIER L a gran urbe francesa de Lyon en Francia, la ho- landesa de Leiden y la pequeña localidad de Lugones en Asturias, a pesar de encontrarse tan aleja- das entre sí, tienen en común que las tres estuvieron habita- das en la Antigüedad por pue- blos celtas. Ellos dejaron en sus topónimos la huella de su ve- neración por Lug, el que quizá sea el más internacional de los dioses célticos. Uno de los rasgos fundamen- tales de la cultura celta es que creó una unidad lingüística muy dilatada en la geografía, pero ésta no se proyectó en otros planos de la civilización, pues se deduce una ausente organización política entre los pueblos célticos. En el primer milenio antes de Cristo ocu- paron buena parte de Europa, especialmente su vertiente más occidental, y esto provocó, co- mo consecuencia lógica, una dispersión de sus creencias y mitologías, que irían evolucio- nando de una manera diversa, influidas por tradiciones loca- les. El ramillete de personajes fantásticos que podemos en- contrar entre los celtas galos – quizá los más conocidos por la benéfica influencia de Astérix y la omnipresencia en sus histo- rias de las advocaciones al dios Tutatis– no siempre encuentra correspondencia directa en los demás asentamientos celtas. El venerado celta. Por eso re- sulta especialmente interesante el caso de Lug, ya que es la única deidad celta de la que tenemos constancia de que fue objeto de adoración a lo largo y ancho de la geografía céltica, como de- muestra el origen toponímico de muchas localidades euro- peas que han pisado. ¿Y quién era Lug? Llamado por algunos el artesano poliva- lente, incluso el “politécnico”, era un dios que dominaba to- das las ciencias, oficios y mo- dalidades de la artesanía. Estas Hnefatafl, entre- tenimiento celta. Este juego de mesa forma parte de la familia de los juegos tafl germánicos. JOSÉANTONIOPEÑAS Lug, polifacético artesano de la mitología celta. La lanza que acompaña a esta deidad, un símbo- lo fálico y de gran poder, es flamíge- ra y sólo pierde su fuego si se moja en sangre humana. 62 MUY HISTORIA
  • 63. La pagana isla irlandesa de Lug, con unas tradiciones muy singulares y los clanes de dioses, pasó a convertirse en la muy católica Irlanda. La explicación a esto podemos encontrarla en los monjes y en la propia jerarquía ecle- siástica, que con una actitud muy pragmática optaron por revestir la historia de muchos de los principales mitos au- tóctonos con hazañas cristia- nas y ensalzarlos como pre- cursores. En el caso de Lug, parece que las celebraciones que instituyó con ocasión de la cosecha fueron transfor- madas en las fiestas de San Lorenzo. Por ejemplo, en Lyon (Francia), las fiestas en su ho- nor, llamadas Lughnasa y que duraban tres noches, se reci- claron en las de Saint Laurent. Figura legendaria. Otro personaje céltico oportuna- mente teñido de cristiandad fue Brigid, esposa de Bres, el líder de los fomorianos que sobrevive enseñando las téc- nicas del campo a los irlande- ses. Brigid era una diosa muy venerada por los druidas, al atesorar poderes ocultos como su capacidad de sana- ción gracias a su conocimien- to de las hierbas curativas. Entre los celtas continentales era conocida como Brigantia, un nombre que también ha dejado su huella en la toponi- mia del noroeste de España. La historia de Brigid fue in- corporada o asimilada a la de Santa Brígida, pionera de la iglesia en Irlanda. El de- bate sobre la historicidad de Santa Brígida empezó a avi- varse durante el s. XX y aún no se ha resuelto. sica de su arpa e incluso se atre- vía a disputar con el rey parti- das de un popular juego de mesa germánico, el hnefatafl, que te- nía algunos puntos de contacto con el ajedrez, aunque en aquél las piezas parten del centro del tablero y, además, las blancas, para ganar la partida, tienen un objetivo distinto que las ne- gras. Saber jugar a este tipo de entretenimientos era conside- rado entre los pueblos celtas, germánicos e incluso vikingos como un signo de nobleza, pues requerían de comprensión es- tratégica, un atributo regio muy valioso para vencer en la guerra que se avecinaba. Las múltiples habilidades y la juventud de Lug admiraron al rey Nuada, quien decidió con- vertirlo en el comandante en jefe de sus ejércitos para dirigir la gran batalla que su clan, los tuatha dé Danann, una de las sociedades divinas primigenias de la Historia mitológica de Ir- landa, quería librar contra los fomorianos, otro clan de dioses que por entonces los oprimían y al que pertenecía la propia fa- milia materna de Lug. Estalla la guerra. El episo- dio más relevante de esta con- tienda sería la batalla de Magh Tuireadh. Allí Lug iba a encon- trarse con un viejo conocido, su abuelo Balor, líder del clan ma- terno, quien, lejos de guardar sentimientos fraternales hacia su nieto, había intentado acabar con él en su niñez. Balor había recibido una profecía según la cual sería asesinado por uno de sus nietos e intentó adelantarse al oráculo siendo él quien mata- se primero al pequeño Lug, uti- lizando para ello su ojo diabóli- a implorar por su vida y ofreció como recompensa si le perdo- naban realizar un conjuro para que las vacas de Irlanda siempre dieran leche. A los tuatha no les pareció suficiente y dijeron a Lug que lo matase igualmente, pero entonces Bres propuso otro conjuro para que los campos diesen cuatro cosechas al año. Los orgullosos tuatha contesta- ron que con una tenían más que suficiente. Lug resultó ser más previsor y menos vengativo que sus súbditos y perdonó la vida a Bres a cambio de un servicio al- go distinto: que enseñara a los irlandeses a arar, sembrar y co- sechar. Ya coronado rey, el fantástico rey Lug impulsó iniciativas muy singulares a su reino, incluida una que, en cierta medida, aca- baría por tener una influencia en la vida social de los celtas: los Juegos de Tailteann, una compe- tición deportiva que guardaba similitudes con los Juegos Olím- picos griegos. Se disputaban en la segunda quincena del mes de julio y duraban hasta el inicio de la cosecha del trigo en el mes de agosto, época de apenas traba- jo en el campo. Algunas de las pruebas que se disputaban eran el boxeo, las carreras, los saltos, el tiro con arco y la esgrima. Pe- ro no sólo se competía en depor- tes físicos, sino también en jue- gos de estrategia e incluso en el recitado de relatos y poemas. co, capaz de asesinar a alguien simplemente con mirarlo. Pero Lug había sobrevivido mila- grosamente a la tentativa y fue criado secretamente por el rey del mar, Manannán Mac Lir. En la batalla, Balor se mostra- ba como invencible. Su primera gran víctima fue el mismísimo rey Nuada, al que derrotó con su temible ojo. Luego se dispuso a hacer lo mismo con su joven descendiente Lug, pero éste, que ya había pensado una es- trategia, llevaba preparada una honda con la que le lanzó un proyectil de piedra que le entró a Balor por el ojo y le salió por la espalda. De esta forma, el ojo proyectó su mirada hacia quie- nes tenía detrás, que no eran otros que los integrantes de su propio ejército, que fueron eli- minados de manera fulminante. Conjuro pacificador. De entre los caudillos enemigos presentes en la batalla tan sólo le resta- ba a Lug enfrentarse con Bres, un anterior rey de los tuatha dé Danann que había sido expulsa- do del trono por favorecer a los fomorianos (dioses de la muerte, el mal y la noche). Cuando ya lo tenía a su merced, Bres empezó De Brigid a Santa Brígida La institución eclesiástica de Irlanda fundó un convento en el condado de Kildare, a mediados del primer milenio. En la imagen, la catedral de Santa Brígida. Un rasgo fundamental de la cultura celta es la unidad lingüística, muy dilatada en la geografía DOSSIER 5: MITO CELTA AGE GETTY MUY HISTORIA 63
  • 64. QUETZALCÓATL, el retorno de la serpiente emplumada El ingenuo Moctezuma es- taba convencido de que quien se presentaba ante él era na- da menos que el mismísimo dios Quetzalcóatl, quien según una ancestral profecía se había marchado por Oriente hosti- gado por los dioses oscuros y harto de que los aztecas no obe- deciesen sus enseñanzas y sus reglas morales. Pero antes de partir, había prometido volver acompañado por sus hijos pa- ra dominar a ese desobedien- te pueblo. El punto clave de la profecía es que el dios aparece- ría con el aspecto de un hom- bre blanco y con barba. Cortés cumplía todos los requisitos. Acontecimiento anhelado. En aquella época, la sociedad azteca esperaba ansiosamen- te un hito sobrenatural, para el que sus magos ya habían adver- tido presagios premonitorios. Quetzalcóatl, que no era su dios principal, era en cambio el más sabio y bondadoso de ellos, por lo que se lo consideraba el redentor más adecua- do. Así que esta azarosa coincidencia de aconte- cimientos inconexos acabó por cobrar un sentido inespera- do y engrandecer el mito de un dios que tenía una larga historia detrás. Quetzalcóatl –y sus formas precur- soras– ya era una divinidad adorada hacía más de un mi- lenio por los pueblos predecesores de los aztecas en el terri- torio mesoamerica- no y su devoción se puede rastrear hasta en las cuevas rupes- tres de la región. Los olmecas expresaron gráficamente un ser mágico con aspecto de serpien- te y plumas verdes, tal y como aparece en las grutas de Juxt- lahuaca, en el Estado de Gue- rrero, que datan de 1200 a.C. Más adelante abundarían las pinturas del llamado “dragón olmeca”, también con aspecto de serpiente y plumaje de pája- ro, que condensa los dos pode- res fundamentales del mundo natural: las fuerzas germinales de la tierra, simbolizadas en la serpiente, y el poder fecun- dador del cielo, el pájaro que aporta la lluvia como elemento imprescindible para los ciclos agrícolas. De hecho, esta deidad se vinculó en sus inicios al maíz, el cultivo básico practicado por la civilización olmeca. Joven soberano. Los toltecas, la siguiente gran civilización instalada en suelo mexicano, engrandecería el culto a Quet- zalcóatl al presentarlo como un personaje histórico, rey funda- dor de la dinastía de la que ellos eran los continuadores. Según la tradición, Quetzalcóatl había sido un príncipe que en su ju- ventud se había retirado a vivir en soledad para consagrarse al estudio y la meditación. La po- QUETZALCÓATL YA ERA UN DIOS ADORADO POR LOS PREDECESORES DE LOS AZTECAS H ernán Cortés, rudo conquistador extre- meño, no podía ima- ginarse el recibimien- to que le esperaba en Tenochtitlán, la capital azteca a la que había llegado con un pu- ñado de soldados. Para su sor- presa, el emperador Moctezuma lo acogió con amistad y extrema reverencia, diciéndole: “Has arribado a tu ciudad, aquí has venido a sentarte en tu solio, en tu trono. Oh, por tiempo breve te lo reservaron, te lo cuidaron los que ya se fueron, tus sustitu- tos. Los señores reyes... Llega a la tierra y descansa. Toma pose- sión de tus casas reales, da refri- gerio a tu cuerpo”. CORBIS AGE Divinidad de la cultura mesoamericana. Figura de Quetzalcóatl en verde jade con el simbólico collar del Sol. DOSSIER 64 MUY
  • 65. La historia de Quetzalcóatl nos puede dar una idea humanitaria de la mitología mesoamericana, pero también tiene su contrapartida en- carnizada, representada en Huitzlipo- chtli, un dios sanguinario de la guerra que se originó de forma autóctona entre los aztecas, pueblo de emigran- tes del norte que tomó el poder en el centro de México a partir del siglo XII. Así como Quetzalcóatl ya provenía de una tradición anterior, el mito de Huitzlipochtli no tiene precedentes en otras civilizaciones mesoamericanas. Era la principal divinidad azteca cuan- do llegaron los conquistadores. Este dios nace en unas circunstan- cias de lo más singulares: su madre, Coatlicue, la diosa de la Tierra, queda embarazada de una bola de plumas azules que cae del cielo. Los otros vástagos de la diosa, al ver a su ma- dre encinta sin saber cómo, quedan abochornados por las circunstancias e intentarán ejecutar al bebé al nacer. Pero éste se salva y será él quien, en- tre la espada y la pared, se dedicará a matar a sus hermanos. Así pues, des- de sus comienzos, es una divinidad luchadora entregada a guerrear y vencer. Esto debía ofrecer analo- gías a los aztecas con su propia trayectoria histórica. Trayectoria solar. Identifica- do con el Sol, Huitzlipochtli es considerado como un dios en lucha diaria por com- pletar la trayectoria que reco- rre el astro desde su nacimiento hasta su ocaso. Para ayudarle en esa cotidiana batalla, se le ofrecían los famosos sacrificios humanos que tanto han dado que hablar. Los sacrificados eran habitual- mente cautivos de otras tribus capturados durante los enfren- tamientos armados. En alguno de los ceremoniales, el cautivo escogido había sido previamente atendido con todo tipo de lujos durante un año, preparándolo para su sacrificio. blación de Tula, la ciudad mítica en la que se habrían originado los toltecas, impresionada por su sa- biduría, acudió a él para que fue- se su gobernante. Ese reinado de Quetzalcóatl sería evocado por los posteriores mexicas como una auténtica época dorada de riqueza, prosperidad y felicidad. Respuesta existencial. Lo que les aportaba Quetzalcóatl era una concepción del mundo, to- da una cosmovisión, muy com- pleta, fruto de sus reflexiones a las que se entregaba siempre sin desmayo, tanto que a veces descuidaba lo que ocurría en el mundo exterior. El mundo, se- gún la venerada divinidad, era una isla inmensa formada por cuatro cuadrantes que conver- gían en el ombligo de la Tierra y que, por el exterior, estaban rodeados de agua. Y la deidad máxima, que lo había creado todo, era un ser dual, que con- tenía en él mismo los principios masculino y femenino. Sin embargo, el rey había ad- vertido a su pueblo que el mun- do estaba formado por diversas etapas, cada una de las cuales se correspondía con un Sol, y que acababan en un ocaso de muer- te y destrucción tras los cuales el mundo volvía renacer. Se en- contraban en la era del cuarto Sol, según el sabio gobernante, y la única forma de lograr la ple- nitud era esforzarse en aumen- tar la propia sabiduría mediante rutinas vinculadas con la vida sacerdotal para trascender el mundo presente y alcanzar Tli- llan-Tlapallan, un lugar mítico más allá de las aguas que rodea- ban el mundo en el que reinaba el saber. A ese mágico espacio también se lo conocía como “el país del rojo y el negro”. Quetzalcóatl tuvo un mal fi- nal. Hostigado por los dioses oscuros, que encarnaban las pa- siones más mundanas, su forta- lucero del alba, una estrella aso- ciada a la mitología. Los aztecas, al tomar el con- trol sobre el territorio del centro de México y convertirse, de esta forma, en sucesores de los tolte- cas, integraron muchas de sus tradiciones religiosas y mitoló- gicas. La creencia en el adveni- miento de la era del Quinto Sol sería una de ellas, allanando así el camino, sin pretenderlo, para la conquista española del país. El interés por la figura de Quetzalcóatl se extendió tam- bién a otras civilizaciones próxi- mas a los mexicas, en particular, a los mayas. En el periodo clási- co de esta apasionante cultura (siglo X) encontramos múltiples referencias a la serpiente em- plumada, a la que los mayas lla- maron Kukulcán; otras veces se referían a esta divinidad como el Quetzalcóatl mestizo. Los tem- plos de la esplendorosa Chichén Itzá se decoraron con escenas que muestran las mandíbulas abiertas y el cuerpo ondulante de la deidad, dejando constan- cia así del magnetismo que ejer- ció para muchos pueblos. leza empezó a flaquear. Una de las formas en que las malvadas divinidades lo debilitaron fue ofreciéndole un espejo para que se mirase. Ellos esperaban que se convirtiese en un ser vani- doso, pero la observación de su propia imagen lo descorazonó. Se sentía abrumado por lo que percibía como la fealdad de su ser. Ante esto, los otros dioses le ofrecieron bebidas con las que emborracharse y olvidar lo que había visto. Quetzalcóatl empezó a actuar de forma poco honorable e incluso mantuvo relaciones con su propia her- mana. Cayó en desgracia y fue expulsado del poder, poniendo fin así a la época dorada de Tula. Viaje al cielo. Tras un largo periplo fuera de la ciudad, en busca del país del rojo y el ne- gro, Quetzalcóatl decidió inmo- larse quemándose. Lo hizo sobre una balsa que había construido con serpientes y que lo llevó mar adentro. Cuando estuvo to- talmente incinerado, su corazón se separó del cuerpo y ascendió a los cielos, convirtiéndose en el Huitzlipochtli, la cara terrible de las deidades mexicanas DOSSIER 6: MITO MESOAMERICANO Ilustración que representa a la deidad llamada Huitzlipochtli, de origen autóctono azteca, con un carácter eminentemente guerrero. Restos arqueológicos toltecas. En la ciudad precolombina de Tula, en el Es- tado mexicano de Hidalgo, se asentaba el poder político tolteca en el s. X. GETTY MUY HISTORIA 65
  • 66. VISNÚ, divinidad con avatares C on su cuerpo de X- men mutante, Visnú, el dios hindú de los cuatro brazos, es un personaje cuya cons- titución mitológica salta a la vista. Y no sólo por su cuarte- to de poderosas extremidades, sino también por su piel de un singular color azul, con el que tradicionalmente es represen- tado en las imágenes. Hoy Visnú es el dios más po- pular de la India. A sus inter- venciones pro- videnciales en los momentos de crisis espiri- tual del mundo, cuando el equili- brio amenazaba con romperse, se les atribuye enorme impor- tancia por parte de todos los creyentes en el hinduísmo. Y sus hazañas son ob- jeto de celebradas his- torias recreadas a lo largo de los siglos. No siempre tuvo tanta importancia Visnú. En el más antiguo texto in- dio conservado, los himnos reli- giosos del Rig- veda, compuestos hacia 1500 a.C., era una deidad se- cundaria frente al protagonismo que recaía en Indra, Soma o Mitra y Varuna. Sin embar- go, esta relación de fuerzas se modificó con el paso del tiem- po y la leyenda de Visnú se en- grandeció, llegando a superar- los. Esta transición es percepti- ble en textos sagrados bastante posteriores, como el Padma Purana (siglos VIII-XII). mas que utiliza contra los de- monios: el sudarshana chakrá –un disco acabado en puntas con el que los degüella– y la maza de oro para aplastar su cráneo. El tercero es la caracola o shankhá, con cuyo sonido se anuncia la victoria después de matar a un enemigo. Y el últi- mo, que no tiene ninguna con- notación guerrera, es el pad- ma, la flor de loto, sobre la que la deidad se suele sentar para descansar. Simboliza la pureza, al surgir esta bella flor por enci- ma del agua enlodada en la que crece su plan- ta. El aroma de la flor de loto es una fuente de placer para los devotos de Visnú. Las nueve in- tervenciones del dios en los acon- tecimientos huma- nos ante situaciones excepcionales las rea- lizó adoptando sucesivas encarnaciones –o ava- tares–, cada una de las cuales daría lugar a una épica historia. En su primera en- carnación, Visnú se enfrentó a un gran di- luvio universal, como Noé. Convertido en un pequeño pez, avi- só a un hombre recto y sabio, el legislador Manu. Éste lo cuidó hasta que se convirtió en un pez gigante capaz de mante- ner a flote el barco en el que se refugió Manu, metiendo en su interior la semilla de todas las plantas y a una pareja de los ani- males. El pez, llamado Matsya, llevó el barco hasta la seguridad de las altas montañas del norte, presumiblemente la cordillera del Himalaya. Tras el desastre, Manu se convirtió en el patriar- ca de toda la humanidad. Más adelante, el se- gundo avatar de Vis- nú ayudó a los dioses a obtener el agua de la inmortalidad, adoptando la forma de una tortuga sobre cu- yo caparazón las divinidades apoyaron un enorme batidor del tamaño de una montaña. Removieron con ese mezclador el océano hasta transformar el contenido en la preciada agua que concedía la vida eterna a todos aquellos mortales que lo- graban llegar a probarla. Visnú abandonó las aguas pa- ra su tercera encarnación. En esta ocasión, se convirtió en un gran jabalí y utilizó su corna- menta para excavar en el suelo hasta el inframundo, donde un demonio se había llevado a la Madre Tierra. Logró encontrar- la y salvarla, levantándola sobre su enorme hocico. Sucesivas transformaciones. La siguiente aventura lo presentó castigando a un rey llamado Hi- ranakashyap, que quiso alcanzar la inmortalidad para desafiar la supremacía de los dioses. A base de penitencias, el rey había lo- grado que Shiva, así se conoció a este avatar, le concediera no tanto la inmortalidad pero sí al menos la “no muerte”, que venía a ser lo mismo. Astutamente, el rey le había solicitado: “Que no me muera ni de día ni de noche, ni adentro ni afuera, ni en la tie- rranienelaire,yquenomemate ni un animal ni un ser humano”. Atrapado por el juego de palabras formulado por el monarca, el dios le concedió lo solicitado. Cuando hubo logrado su ob- jetivo, el rey empezó a tiranizar a sus súbditos y a exigirles ser tratado como el todopoderoso. La principal oposición a su des- potismo la encontró en su pro- pio hijo que, a pesar de ser toda- vía un niño, se negó a adorarlo y prefirió seguir reverenciando a Visnú. El rey lo torturó, y su hijo aguantó los padecimientos Cada encarnación adoptada por Visnú darÍA lugar a una épica historia Mítica devoción visnuista. Estatua de Visnú que reposa sobre una flor de loto sagrado de aroma cautivador. La imagen característica de Visnú nos habla de un dios pre- parado para la lucha contra el mal. De los cuatro elementos característicos que sostiene en sus brazos, dos de ellos son ar- AGE DOSSIER 66 MUY HISTO-
  • 67. El joven y guapo flautista Krishna, que tocaba ale- gremente por los campos de la India mientras pastoreaba a sus vacas, fue uno de los hé- roes preferidos de los indios, y seguramente el personaje más atractivo de toda su mito- logía. Ese chico travieso y bu- llicioso fue el octavo avatar del dios Visnú, y el más querido de todos. Se trata de la perso- nificación del gozo y el amor, un travieso seductor que pro- tagonizó centenares de diver- tidas historias que aún hoy se siguen narrando a los niños y niñas de la India. La epopeya de su nacimien- to tiene puntos de contacto con la de Moisés o Jesucristo, pues fue perseguido por su tío, un rey al que se le anunció que uno de los hijos de su her- mana acabaría con él y, para evitarlo, la encarceló junto a su marido y asesinó, sucesiva- mente, a todos los bebés que nacieron en el cautiverio. Travesuras infantiles. El pe- queño Krishna logró sobre- vivir al ser guarecido en una barca y, después de trans- portarlo por el río, se lo inter- cambió por una niña recién nacida y se le entregó a su madre adoptiva. El pequeño Krishna la volvió loca con sus travesuras, entre las cuales la más famosa fue la de robarle la mantequilla para comérsela a escondidas. Al convertirse en un atractivo adolescente dedicado a pastorear vacas, Krishna se dedicó a jugar con las muchachas del lugar, las gopis o pastoras, a las que atraía tanto por su simpatía como por la irresistible música de su flauta. Su carácter tra- vieso siguió manifestándose entonces, como en la conoci- da historia en que robó la ro- pa a unas jóvenes gopis que estaban bañándose en el río y, subido a un árbol con sus ves- tidos, se negó a dárselos. El héroe Krishna será, más adelante, también un profun- do filósofo y rey, cuyas ense- ñanzas se insertan dentro del Mahabharata, el poema épico de cien mil versos que es uno de los textos más importantes de la tradición india. hasta que el dios, encolerizado, se presentó al atardecer, ni de día ni de noche, con el aspecto de un ser terrible, que no era animal por completo, pero tam- poco humano. De esta forma, pudo matarlo sin contravenir lo que Shiva le había concedido. Todas las siguientes reencar- naciones de Visnú fueron en forma humana, pero algunos esposa, ésta fue capturada por el rey de los demonios, que habita- ba en Sri Lanka. Rama, en com- pañía de su hermano menor, trabó contacto con la tribu de los hombres-mono, que lo ayuda- ron en su empeño por recuperar a su esposa, para lo cual tuvieron que invadir la isla al sur de la In- dia. Tras multitud de aventuras, Rama recuperó a su esposa y también su trono. Como rey fue el máximo ejemplo de virtuosis- mo en el cometido de gobernar. De hecho, la expresión “el reina- do de Rama” es hoy un sinónimo de la forma ideal de gobernar. Legendariofinal.El octavo ava- tar de Visnú, llamado Krishna, se convirtió en todo un mito por sí mismo (ver recuadro). El noveno fue un poco más controvertido, ya que se trataba del mismísimo Buda, que rechazó el hinduísmo y creó su propia religión, pero al que los practicantes de aquella fe vieron como una encarnación del dios. Y, como en tantas otras creencias, se esperó a que el mito acabase su ciclo al final de nuestra época, cuando hizo acto de pre- sencia en su décima y definitiva transfiguración, Kalki, montado en un caballo blanco para acabar con los demonios y el mal. –la tortuga–, después animales terrestres –el jabalí–, para luego adoptar una forma semihuma- na, mitad animal, mitad hom- bre, en el último paso evolutivo hasta llegar al homo sapiens. Sea más o menos convincente esta teoría, la realidad es que resulta atractiva para la especulación. Tras aparecer sucesivamente como un enano y un guerrero, ambos enfrentados también a tiránicos reyes, se suceden las dos reencarnaciones más po- pulares e importantes del dios, que han sido fijadas en algunos de los textos literarios más in- fluyentes de la India. Se trata de dos avatares –las formas bajo las cuales se presenta– que son los más celebrados héroes de la épica hindú: Rama y Krishna. Avatares míticos. Rama era el hijo de un rey con varias esposas que fue desterrado por la ambi- ción de una de sus madrastras, que quería situar a su propio descendiente como sucesor. En su exilio en la selva junto a su Krishna, el héroe romántico del hinduísmo DOSSIER 7: MITO HINDÚ Dios hindú Rama. Avatar de Visnú, cuyo heroísmo se recoge en textos literarios, es una de sus transfiguraciones más célebres, junto con la reencarnación Krishna. Este avatar del dios hindú Visnú es la forma principal de deidad y uno de los más adorados de la India. aficionados a las teorías alterna- tivas de la Historia han puesto su foco sobre las personalida- des adoptadas en las anteriores, ya que, por su orden de apari- ción, mostrarían una llamativa coincidencia con el devenir de la vida sobre la Tierra, según la teoría de la evolución: primero surgieron seres bajo el agua –el pez–, luego se hicieron anfibios AGE AGE MUY HISTORIA 67
  • 68. VIRACOCHA, fundador del Imperio Inca L os mitos de la creación del hombre y los rela- tos de los propios orí- genes de los pueblos incas se combinan en las leyendas sobre este dios, del que se dice que habría surgido del gran lago Titicaca. Viracocha fue, ante todo, el dios creador. Su modus operandi fue distinto al del dios cristiano. Él talló en piedra las figuras de los primeros hombres y mujeres, a las que situó en los lugares donde luego vivirían. Emprendió una tarea metódica, en la que fue po- blando con estas figuras, aún no humanizadas, multitud de luga- res y provincias, como si crease el mundo en forma de una gran maqueta. Finalmente, con la co- laboración de dos servidores o hijos, que creó antes que a los de- más, empezó a animarlas y darles vida. Todo esto lo hizo Viracocha desde Tiahuanaco, una ciudad contigua al lago Titicaca, que era considerada por los antiguos in- cas como el origen de su cultura. Primer mundo sin luz. El constructor Viracocha se tomó su tiempo, ya que este mundo primigenio quedó sumido en la oscuridad hasta que se decidió a crear el Sol y la Luna. Mientras tanto, sólo estaba iluminado por el resplandor del Titi, un puma ardiente que vivió en la cima del mundo y cuyo nombre en la lengua aimara fue el que otorgó su denominación al lago Titica- ca, situado entre los territorios de las actuales Bolivia y Perú. La tarea de la creación llevó a Viracocha y a sus dos servido- res o hijos lejos de Tiahuanaco, fundando el mundo conocido para los pueblos andinos en lo que posiblemente fue un viaje que reflejó las más ancestrales concepciones sobre sus oríge- nes. Uno de los servidores tomó el camino del Antisuyo, la zona norte del imperio incaico, y el otro el del Contisuyo, la región occidental. El propio Viraco- cha fue el que marchó hacia el Cuzco, el lugar que más tarde se convertiría en la capital inca. En su camino tuvo que enfren- tarse a algunas de sus propias creaciones, por ejemplo cuando un grupo de indios que no lo re- conocieron pretendieron darle muerte. Él lo evitó lanzándoles el fuego de un inmenso volcán. Viracocha prosiguió su viaje hasta alcanzar la línea equinoc- cial en el Ecuador. Quiso aban- donar esta tierra y, antes de ha- cerlo, avisó a sus gentes de que con el tiempo llegaría quien se identificaría como Viracocha y que no debían creerle. Tras rea- lizar este pronóstico, se reunió con sus dos servidores o hijos en la zona de la actual ciudad de Portoviejo y los tres se metieron caminando por las aguas y des- aparecieron para siempre. La profecía de Viracocha aca- baría por tener una notable in- fluencia histórica al ser tomada literalmente por los incas cuan- do vieron a los españoles, en una nueva repetición de lo que ya había sucedido en México con Quetzalcóatl. Antes de todo eso, sin em- bargo, hay todavía una historia importante para los incas, que no es otra que la creación de su propio pueblo. Porque Viraco- cha era una deidad panandina de una cultura anterior, por lo que faltaba forjar la conexión que lo insertase en la propia tradición incaica. Conexión necesaria. El engar- ce entre ambos mitos sería Man- co Cápac, personaje de tintes legendarios a quien se atribuyó haber sido el primer rey de los incas. Se interpreta que él to- mó el báculo sagrado que había abandonado Viracocha al partir. Luego emprendió un viaje de aventuras que lo llevó junto a sus tres hermanos y a sus respecti- vas esposas hasta el Cuzco. A Manco Cápac se le consideró hijo del dios Sol y la diosa Luna, quienes, condenados a vivir un amor imposible, se habían en- contrado en un momento úni- co, previamente profetizado, en el que la Tierra se oscureció (se supone que a causa de un eclipse). Tras unirse ambos, del lago Titicaca surgieron un joven apuesto, el propio Manco Cápac, y una hermosa doncella, Mama Ocllo, su esposa. El dios Sol, su padre, le en- tregó a Manco el báculo de Vi- racocha, que les debía indicar el DOSSIER Viracocha fue el dios creador que talló en piedra a los primeros hombres y mujeres El iniciador Viracocha en cerámica. Esta pieza representa a la deidad inca, venerada por toda una civilización. GETTY 68 MUY HISTORIA
  • 69. Los cronistas españoles de la con- quista del Perú se entusiasmaron al conocer la descripción física que los incas daban de Viracocha: “Un hombre blanco de crecido cuerpo”, según Cieza de León; “Un hombre alto de cuerpo y que tenía una ves- tidura blanca que le daba hasta los pies y que traía ceñida; y que traía el cabello corto y una corona hecha en la cabeza a manera de sacerdo- te”, en palabras de Betanzos y Sar- miento. La coincidencia física entre los españoles y el fundamental dios creador resultaba providencial para justificar su presencia y sus ambicio- nes de poder ante los indígenas. Los cuzqueños quedaron muy im- presionados no sólo por el hecho de que los españoles fuesen blan- cos sino, más aún, porque tuviesen barba. Este era un atributo físico rarísimo, del que únicamente se conocía un caso destacado en la civilización andina: el del Inca Vira- cocha, rey que precisamente había adoptado el nombre del dios. Oportuna llegada. Además, no había sido un soberano cualquie- ra sino un importante gobernante que, durante su reinado de 1400 a 1438, habría pronosticado una cri- sis del Imperio antes de que suce- diese, intuyendo su final, que daría paso a una nueva fase política. Esas pautas parecían volver a repetirse con la llegada de los españoles, que aparecieron en un momento de zozobra y con el Imperio dividido entre los candidatos contendien- tes Huáscar y Atahualpa. De esta forma, la llegada de los españoles obedecía a una lógica impecable en la que la Historia se repetía en movimientos pendulares idénticos. Encajaba con tanta perfección que era tentador creer tal fantasía. Divino español blanco y con barba Grabado del lago Titicaca realizado por el español Pedro Cieza de León, autor de la obra Crónica de Perú. DOSSIER 8: MITO INCA camino a seguir en un peregri- naje que los llevó a la búsqueda de una tierra fértil donde esta- blecerse. Allá donde el báculo se enterrase, ese sería el lugar señalado para su asentamiento. Manco y su familia emprendie- ron un viaje, muy al norte del lago, que duró meses. Claramente estamos ante la explicación mítica de la propia trayectoria de los incas. Según el relato, cruzaron los países de varias tribus –los urus, los collas y los aimaras–, algunas de las cuales no les recibieron de buen grado. Por eso, en ocasiones tu- vieron que seguir su éxodo a tra- vés de cuevas. En todos esos te- rritorios, Manco no dejó de pro- bar si estaba cerca de su destino y, para ello, dejaba caer el bácu- lo, aunque el éxito no le acompa- ñaba. No sería hasta alcanzar el valle del Cuzco, un lugar donde por entonces había una ciénaga, cuando al fin el báculo se hundió en el terreno hasta casi desapa- recer. Habían hallado su tierra prometida, tan fértil que podrían labrar allí sus frutos. Al lugar le dieron el nombre de Cuzco, que en lengua inca significa “el om- bligo del mundo”. Esta narración mítica con- densa, en clave legendaria, lo que parece haber sido el exilio forzado de los incas que habi- taban la región del Tiahuanaco, presionados por la expansio- nista tribu de los aimaras –en el actual Tucumán argentino–, que fue ganando territorio a costa de los pueblos colindan- tes. En su periplo, los propios incas acabarían por convertirse ellos también en invasores, en el caso del valle del Cuzco. A pesar de los atributos mí- ticos, es bastante posible que Manco Cápac fuera un persona- je histórico cuyas hazañas pos- teriormente resultaron embe- llecidas por sus sucesores. Di- versos investigadores resaltan algunos datos, como que la tra- dición local de Cuzco siempre lo consideró, de manera unánime, el fundador de la ciudad y que, por la misma razón, había una costumbre establecida de vene- rar aquellos lugares de la ciudad donde había realizado acciones destacadas, como la fundación de templos, o donde se decía que había dormido su bella es- posa, Mama Ocllo. Míticos soberanos. La mitifi- cación de los reyes incas, con- siderados hijos del Sol, fue una característica singular de la mo- narquía cuzqueña, llevada más lejos que en casi cualquier otra civilización de su entorno y sólo comparable a lo que se daba en el caso de los emperadores chinos. Era tal esta divinización, que quien portaba el título de inca se convertía en un ser práctica- mente inaccesible, apenas visi- ble para su pueblo y que sacra- lizaba todo aquello que entraba en contacto con él. Se decía que emanaba una energía tal del in- ca, que debía ser siempre llevado en volandas, ya que si entraba en contacto con el suelo podía oca- sionar catástrofes por esa fuer- za innata que lo inundaba. Para acercarse a él había que hacerlo descalzo, con una carga en la es- palda como signo de sumisión y sin mirarlo de frente. Todos los incas fueron transformados así en mitos vivientes. AGE AGE Puma Punku, legendarias piedras megalíticas. Este montí- culo de tierra dividido en terrazas forma parte del complejo monu- mental de Tiahuanaco (Bolivia). MUY HISTORIA 69
  • 70. L os protagonistas de la mitología china no son los héroes pasionales ni los dioses creadores que dominan en las tradi- ciones europeas y americanas. El objetivo de los mitos chinos no es desentrañar el origen del mundo o de la vida, sino expli- car los comienzos de la civiliza- ción, con todos sus avances. Por eso, sus principales personajes legendarios son los emperado- res que iniciaron el gran Estado centralizado chino y lo dota- ron de las técnicas productivas que permitieron alimentar a la sociedad y organizarla a gran escala. En consecuencia, sus fi- guras míticas no suelen ser gue- rreros sino grandes sabios, en una sociedad que tradicional- mente ha admirado el conoci- miento por encima de cualquier otra cualidad humana. Estos personajes fueron de- nominados “los tres augustos y los cinco emperadores”, ocho reyes que pusieron las bases de la arquitectura política y social china. Todos se situaron como precedentes inmediatos de la dinastía Xia, la primera regis- trada en las listas reales elabo- radas desde la Antigüedad por los historiadores. Los Xia reina- ron a partir de 2100 a.C. Figura destacada. De entre estos personajes, el que siem- pre ha concentrado una mayor admiración y veneración ha si- do el llamado Emperador Ama- rillo, por el color de una de las Cinco Fases en torno a las que se organizó el mundo. El ama- rillo era la tonalidad de la fase terrestre, a la que se habría ads- crito el reinado de este sobera- no. Otras fases se correspon- dieron con elementos como el DOSSIER agua, el metal y la madera. Este relevante emperador también fue conocido como Huangdi. La opinión de que estamos ante un personaje mitológico es relativamente reciente y da- ta de principios del siglo XX. Hasta entonces siempre se le había considerado un persona- je histórico que reinó durante cien años (2698-2598 a.C.). Se le atribuía haber nacido en Shao Qiu, un lugar que significa “co- lina de la longevidad”, en las afueras de la actual ciudad de Qufu, en el suroeste de la pro- vincia de Shandong. En Yanan, su mausoleo, a unos doscientos kilómetros al norte de Xi’an, ya era visitado y fue objeto de ho- menajes por sus sucesores des- de épocas muy antiguas. Liderazgo tribal. La crónica tradicional relata que el Empe- rador Amarillo era el líder de una tribu, aliada o asociada de alguna forma a la del emperador Yan, otro de los cinco gobernan- tes mitológicos. Ambas estaban establecidas en el área del río Amarillo, primer gran foco en torno al cual se estructuró la vi- da en el territorio chino. Aunque lo que más se re- cuerde del emperador sean sus EL EMPERADOR AMARILLO, jerarca sabio de la tribu Fragmento de una edición con anotaciones de la obra Canon interno del Emperador Amarillo. Rey en la fase terrestre. Huangdi, conocido como el Emperador Amarillo, se distinguió por su brillante intelecto. AGE ASC 70 MUY HISTORIA
  • 71. DOSSIER 9: MITO CHINO éxitos civilizadores, para asen- tar su poder tuvo que combatir primero. Su principal enemigo fue Chiyou, líder de unas tri- bus emparentadas con la actual minoría étnica de los Miao. El enfrentamiento entre ambos marcó la lucha por la suprema- cía de los chinos de la etnia Han, la mayoritaria en la actualidad. Dirigentes míticos. Chiyou derrotó, en primer lugar, al em- perador Yan, que tuvo que refu- giarse en territorio del Empera- dor Amarillo, al que pidió ayu- da. Éste se dispuso con firmeza a frenar a su poderoso enemigo, que también era un personaje de tintes mitológicos pues se decía que su figura estaba cons- tituida por una cabeza de bron- ce con la frente metálica, cuatro ojos y seis brazos. La batalla entre ambos tuvo lugar en Zhoulu, al noroeste de China, y las cualidades del Em- perador Amarillo como gran sabio tuvieron mucho que ver en el desenlace, ya que consi- guió que el resultado se incli- nase a favor de sus fuerzas al introducir un arma innovadora para enfrentarse a una dificul- tad inesperada. El malvado Chi- you había utilizado sus poderes mágicos para lanzar sobre todo el campo de batalla una espesa niebla que impedía al ejército orientarse. Para compensarlo, el Emperador Amarillo introdujo el llamado “carro que apunta al sur”: se trataba de un tipo de ca- rruaje que incorporaba sobre el eje de sus ruedas un mecanismo que automáticamente indicaba siempre dónde se encontraba el sur, y que en esencia no era más que una brújula. Conectado al eje por unas ruedas dentadas, el aparato acababa en una esta- tuilla con el brazo extendido, de forma que el conductor identifi- caba con facilidad dónde estaba el sur y evitaba perderse. Sabemos que el “carro que apunta al sur” fue un efectivo GPS para los antiguos chinos de la época del Emperador Ama- rillo. Lo utilizaban no sólo en operaciones militares, sino pa- ra orientarse en los viajes por el desierto de Gobi. No es extraño, por ello, que se le atribuyese al propio Emperador la invención de este artilugio. Lo mismo ocurrió con muchas otras inno- vaciones de esa época temprana y que definen a la civilización china, como su calendario y sus observaciones astronómicas, además de las matemáticas, el cultivo de los cereales básicos en la agricultura china y hasta el cuju, un antiguo juego de pelota que se considera el precedente más antiguo del fútbol. Sucreatividadnoconocíalími- tes, y parece que era contagiosa, pues a su esposa, la emperatriz Leizu, se le atribuye la invención del cultivo de la seda a partir de una observación casual: mien- tras tomaba el té en su jardín, una pupa cayó en el recipiente y el calor hizo que se desenrollase y apareciera tal cantidad de seda que cubrió todo el recinto. Entre los sucesores del Empe- rador Amarillo destacó la figura del primer soberano de la dinas- tía Xia, siempre controvertida en su historicidad porque no exis- ten registros escritos de su épo- ca, sino sólo referencias en listas posteriores. Este primer jerarca Xia, recordado con el nombre de Gran Yu, es celebrado por haber sido quien empezó a utilizar ca- Dentro de la glorificación que acompaña la figura del Empera- dor Amarillo, una anécdota curiosa es que la primera gran recopilación escrita de la medicina tradicional chi- na lleve el título de El canon interno del Emperador Amarillo y esté redac- tada bajo la forma de una conversa- ción entre el mítico personaje y seis de sus ministros, en la que se van formulando preguntas y respuestas a cuestiones concretas, además de explicar la teoría y práctica de la acu- puntura, con ejemplos de tratamien- to de enfermedades mediante esa práctica. El texto está datado en un milenio posterior a las fechas en que habría nacido el soberano, por lo que resulta un misterio el motivo por el que se lo convierte en protagonista o autor. Debieron creer que realmente era una obra de su sabia majestad. Parece que una de las posibles ra- zones para atribuirle al Emperador Amarillo este tratado médico habría sido que los autores preferían ocultar sus nombres. Se trataba de un libro rupturista, porque rechazaba las ex- plicaciones chamanísticas que acha- caban las enfermedades a demonios y pretendían curarlas con magia. Texto canónico.El contenido se aleja de conceptos religiosos y expli- ca las dolencias como consecuencia de la dieta, la edad, el medio ambien- te o las emociones. En particular, los factores ambientales como calor, frío, etc., son explicados como parte de los estados, fuerzas y fases del mundo –leyes de la naturaleza–, que influyen no sólo sobre la totalidad del cosmos sino también sobre las par- tes individuales de los hombres. La autoría del libro de medicina china nales de drenaje para controlar las crecidas de los ríos y así apro- vechar sus cauces minimizando el riesgo de inundaciones. La innovación del Gran Yu fue una consecuencia de su propio drama particular. Su padre, Gun, fue condenado a morir por los dioses ya que les robó tierra para levantar diques, el único sistema que se le ocurría para detener las destructivas inundaciones. Los dioses lo cas- tigaron a yacer hasta la muerte solo sobre una montaña y la tra- dición china dice que el Gran Yu nació directamente de su cuer- po incorrupto, es decir, sin par- ticipación femenina. Ancestral intelectualidad. Yu no sería únicamente un brillante hidrólogo, sino también un ave- zado organizador político que dividió el territorio en nueve regiones administrativas y creó, para simbolizarlo, nueve vasijas de bronce que encarnaban la le- gitimidad de los emperadores y que estos no debían permitir que nunca se perdiesen. A partir del Emperador Ama- rillo y de Yu, todos los demás gobernantes destacados de la Historia china estarán adorna- dos siempre con la misma cua- lidad de brillantez intelectual. El personaje que concentró una mayor admiración fue el Emperador Amarillo El cuju, precedente del fútbol. Este anti- guo ejercicio de dis- tracción con la pelota se conserva como una actividad tradicio- nal en la China actual. GETTY MUY HISTORIA 71
  • 72. H ace más de 500 años, el rey Arturo ya era objeto de polémica: “Diversos hombres mantienen la opi- nión de que no hubo tal Arturo, y que todos esos libros que se han hecho sobre él no eran sino fingimiento y fábula, ya que al- gunas crónicas no hacen ningu- na mención de él ni lo recuerdan para nada, ni a sus caballeros”. Quien se hacía eco de la división de opiniones era el impresor Wiliam Caxton, en su prefacio a la edición que publicó en 1485 de La muerte de Arturo, la obra medieval de Sir Thomas Malory que sería la más influyente y leí- da de las recreaciones literarias de la vida del rey de Camelot. Escasa documentación. Ma- lory se hacía eco, a lo largo de su texto, de la falta de referencias al personaje por parte de mu- chos historiadores y cronistas de entonces. Pero, a pesar de constatarlo, prefería inclinarse por las pruebas que demostra- ban su existencia, entre ellas la posibilidad de ver su tumba en el monasterio de Glastonbury, que había sido localizada por los monjes aunque todo parece indicar que no tenían ninguna prueba de que en efecto lo fuera, sino que la atribuyeron de forma voluntarista para concordar con la previa identificación hecha por Godofredo de Monmouth, quien había incluido a Arturo en su famosa obra Historia de los reyes de Bretaña. El mito de Arturo ya había prendido con indeleble fuer- za en todo el mundo cristiano. El propio Caxton explicaba el porqué: era uno de los conside- rados “nueve dignos y mejores que ha habido nunca”. Es decir, uno de los reyes o caudillos más valientes y sabios de la Histo- ria. Esta especie de ranking al que ya se dedicaban nuestros DOSSIER ha encumbrado su nombre en la memoria y el corazón de millo- nes de seguidores de su historia. Valiente guerrero. Comenzó posiblemente con la atribu- ción de la victoria en la batalla del monte Badon, en la que los romano-británicos detuvieron una incursión invasora anglo- sajona a finales del siglo V o principios del VI. Pero tal victo- ria era sólo el principio, ya que lo importante fue que tras ella Arturo inauguró una etapa de gobierno recto y ejemplar, en la que las decisiones se tomaban por consenso de los pares, reu- nidos para limar sus diferencias alrededor de una mesa redonda que se convirtió en un símbo- lo del diálogo que, junto con el acuerdo, constituyó una de las dos formas superiores de go- bernar un reino. Ese periodo ideal marcaría un fugaz momento de armonía en un mundo que se derrumbaba, el creado por el Imperio Roma- no, ya cristianizado por enton- ARTURO, espejo de reyes antepasados incluía a “tres pa- ganos, tres judíos y tres cristia- nos”. Los paganos eran héroes griegos y romanos: Héctor de Troya, Alejandro Magno y Julio César. Los judíos eran persona- jes bíblicos: Josué, el rey David y Judas Macabeo. Y de los tres cristianos, decía Caxton, el más importante era Arturo, seguido por Carlomagno y por el cruza- do Godofredo de Bouillon. La admiración por Arturo no tiene un único motivo, sino múltiples, y eso es tal vez lo que Soberano legendario. Arturo de Britania fue evoca- do, desde el final de la Edad Media, como un valeroso caballero de gran sabiduría. ALBUM 72 MUY HISTORIA
  • 73. ces, que estaba desintegrándose fruto de su propio agotamiento y del empuje de los pueblos ger- mánicos, como los sajones que ya había detenido Arturo. De esta forma, lo que logró el mo- narca fue prorrogar un sueño en un rincón de Europa, como era entonces la isla de Britania. A partir de estos méritos fun- damentales, la posterior litera- tura medieval –a partir del siglo XII– convertiría a Arturo en el centro de una pléyade de ima- ginativos hechos que engran- decerían su leyenda a través de todo tipo de hazañas: épicas unas, mágicas o piadosas otras, e incluso un trágico triángulo amoroso de imposible solución. Poética artúrica. Sobre las es- paldas de Arturo se edificó un gran artefacto literario con los temas más fascinantes de la li- teratura occidental reunidos en el pequeño mundo de una corte medieval, inspirada en férreos principios como la lucha contra el mal y la búsqueda de la vir- tud, que son los ejes centrales de la ética de Arturo y por los que se convirtió en espejo de gobernantes. A su alrededor surgen todas las flaquezas de la condición humana, impidien- do que tal ideal dure mucho. El propio soberano es el pro- ducto de la pasión desmedida e ilegítima de su padre, el rey Uther Pendragón, por la bella noble Igraine, mujer del duque de Cornualles, a la que única- mente lograba poseer mediante engaños propiciados por el ma- go Merlín, quien a cambio de sus servicios se convertirá en el mentor del futuro monarca. La fuerza del amor y cómo éste se puede interponer en la lealtad que un caballero debe a su amigo el rey –drama su- cedido al caballero Lancelot, enamorado perdidamente de la reina Ginebra, que le corres- pondió– muestra otra faceta de las eternas debilidades huma- nas: la pesada carga de someter- se al imperio de los sentimien- tos, ya que quienes caen en sus redes sufren por la fricción de sus apetencias con la lealtad que deben a otro (en este caso, a su Finalmente, encontraron una nueva misión en la persecución del ideal cristiano, personificado en la búsqueda del Santo Grial, un mito absolutamente medie- val que no aparece en la Biblia, según el cual se narra que el cáliz de la Última Cena fue entregado por Cristo resucitado a José de Arimatea, ordenándole que lo llevase a la isla de Britania. Su lo- calización justificará la grande- za de la condición caballeresca, invistiéndola de una misión tan difícil como gloriosa. Inspiración literaria. Este en- grose literario del mito artúri- co no lo llevó a cabo un único autor, sino que fue el producto de sucesivas aportaciones de escritores ingleses como Tho- mas Malory, autor de La muer- te de Arturo, y autores france- ses como Chrétien de Troyes, que construyeron un mito no sostenido únicamente sobre su personaje principal, sino en- grandecido por la compañía de secundarios tanto o más atrac- tivos, como los magos Merlín y Morgana y otros personajes sobrenaturales, como la Dama del Lago, una conexión con el mundo precristiano, el de los mitos célticos. esposo, rey y amigo). Una lealtad que intentaron mantener sin ser capaces de conseguirlo y que des- embocó en una traición, provo- cándole gran dolor al rey Arturo. El drama familiar del soberano no se limitó a su esposa, sino que se prolongó con su hijo ilegíti- mo no reconocido, el amargado Mordred, un personaje que ya fue mencionado en las primeras apariciones del rey Arturo en los anales del siglo VI. La imposible comprensión entre ambos acabó en el asesinato mutuo, al modo de una tragedia griega. Y desde un punto de vista más colectivo, los escritores del ciclo artúrico, con perspicacia psico- lógica, no se limitaron a celebrar el periodo de paz logrado por el rey, sino que ahondaron en el he- cho paradójico de que este apa- rente edén trajo consigo el con- tratiempo del hastío y de la apa- tía de los aguerridos caballeros. Eran hombres preparados para la guerra y, sin contienda a la vis- ta, se fueron acomodando en sus asientos de la Mesa Redonda. DOSSIER 10: MITO BRITÁNICO Arturo inauguró una etapa de gobierno recto y ejemplar, en el que las decisiones se tomaban por consenso Últimas noticias históricas sobre Arturo Expertos en la lengua celta han in- terpretado recientemente la pa- labra Excalibur, nombre de la espada del rey Arturo, como una contracción de las palabras latinas ensis calibur- nus, siendo caliburnus a su vez una derivación del griego chalybeiosque significa “acero”. Esto hace pensar a algunos autores que la poderosa es- pada sería de fabricación mediterrá- nea, y su dueño también, previsible- mente romano. Esta ha sido una de las últimas aportaciones a la teoría de que Arturo fue un líder militar del Imperio, “el último de los romanos”, identificado con Ambrosio Aurelia- no, el general que, según la crónica de San Gildas en el siglo VI, habría li- derado la victoria frente a los sajones en la batalla del monte Badon. Valerio Manfredi, escritor y ar- queólogo, adoptó esta tesis en su novela La última legión: “Respon- de a la verdad la tradición según la cual los britano-romanos del siglo V pidieron varias veces la ayuda del emperador contra los invasores del norte y del sur”. La investigación artúrica se mueve en muchas direcciones, algunas sorprenden- tes. Uno de los empeños más cu- riosos es el de localizar la Mesa Re- donda. En 2011, arqueólogos de la Universidad de Glasgow revelaron que un montículo de forma circular llamado King’s Knot (Nudo del rey), en los jardines reales del castillo de Stirling, en la ciudad escocesa del mismo nombre, tiene una antigüe- dad mayor de lo que hasta ahora se pensaba (s. XIV), lo que ayudaría a explicar por qué existen centena- rias tradiciones locales que afirman que allí estuvo la Mesa Redonda. A la derecha, panorámica del castillo medieval de Stirling (Escocia). Batalla del monte Badon. La unión de ro- manos, britanos y celtas en la contienda contra el enemigo anglosajón frenó la invasión. GETTY GETTY MUY HISTORIA 73
  • 74. PREGUNTAS & RESPUESTAS POR MARÍA FERNÁNDEZ REI Los propios dioses cumplían la función de mensajería, que realizaban portando el caduceo de oro, símbolo del cargo de heral- do entre las deidades griegas. Se trataba de una varita mágica con serpientes enrolladas y alas en la parte superior que portaban al- gunos dioses dentro del Olimpo. En la mitología griega, Apolo le había rega- lado a Hermes el caduceo de oro. En la morada olímpica, Hermes era la persona de confianza del mítico Zeus. Eso suponía que el mensajero del Olimpo ejercía de sirviente, además de ser el responsable de su correo, por lo que llevaba sombrero y estaba autorizado a usar sandalias aladas. Por supuesto, nunca abandonaba el caduceo de oro, símbolo que casi siempre acompaña a las represen- taciones de Hermes desde la Antigüedad. El papel de heraldo de los dioses olímpicos apareció recogido en relatos homéricos, señalando a Hermes como el cartero prin- cipal. Pero el dios mensajero no ejercía él solo esta tarea, sino que le ayudaba la dio- sa Iris. Ella era la personificación del arcoí- ris y ocupaba también el cargo de cartera entre las mansiones de cristal celestes. Aunque próximo al Olimpo, pero fuera ya de él, Tritón fue la deidad que se ocupaba del correo marítimo y no porta el caduceo sino una concha de mar retorcida. Hoy el mítico bastón se emplea común- mente como símbolo del comercio. A ve- ces se confunde el caduceo con la vara o báculo de Esculapio (para los romanos) o Asclepio (para los griegos). En la ac- tualidad, la vara de Asclepio se usa como símbolo de la medicina. La copa de Higía (diosa griega de la sanidad), uno de los símbolos más conocidos de la profesión farmacéutica, también guarda cierta simili- tud con la mítica varita. ¿Quiénes eran los carteros del Olimpo? Los Hashashin, también conocidos co- mo “nazaríes”, constituían una secta con una carga mitológica creada desde su propio nacimiento. El nombre se dice que proviene de la palabra “hachís”, ya que al- gunas fuentes afirman que lograban con- trolar a sus adeptos tras haberlos conver- tido en adictos a esta sustancia. También se cree que cometían los asesinatos bajo los efectos del hachís. Por su carácter sanguinario, narra el mito –que no la Historia– que nuestra palabra “asesino” proviene de hashashin. Y el relato legendario apunta que se ganaron con sus actuaciones ese calificativo de “asesinos”. Se cuenta que secuestraban al futuro acó- lito y lo llevaban a la fortaleza de Alamut, su sede central al sudeste del Caspio. Allí vivían a cuerpo de rey durante una tempo- rada: mujeres, hachís, sirvientes, etc. Des- pués se le encargaba la misión correspon- diente, prometiéndole que, ya sea por su muerte como mártir o por su éxito, volvería a ese paraíso. No hace falta decir que la ar- timaña surtía efecto. Esta leyenda fue protagonizada por Hasan i-Sabbah, llamado el Viejo de la Montaña. Él fue el fundador de la secta y se convirtió en un auténtico personaje legendario. Aunque ya los mencionara el mercader ve- neciano Marco Polo en su libro de viajes, no podemos dejar de mirarlos des- de un prisma mitológico. Su nombre es originalmen- te Hotei, y fue un monje budista que vivió hace más de mil años, durante la dinas- tía Liang de China. Según la tradición budista se trataba de un hombre cariñoso, de buen carácter y naturaleza de gran benevolencia. Llegados de la India o de fac- turación occidental, las esta- tuas y los amuletos que repre- sentan la figura de Hotei han llegado a ser bien conocidos en todo el globo y hasta se puede afirmar que casi se ha convertido en la única versión de un monje budista que co- nocemos. Esto ha provoca- do la confusión al identificar erróneamente a Hotei con el verdadero Buda, fundador de la religión budista. La difusión de la figura de Hotei con una prominente barriga y amplia sonrisa acabó por caricaturi- zarlo como el “Buda gordo”. En la tradición oriental existe la creencia de que si se frota el vientre a una figura de Ho- tei se obtienen riquezas, bue- na suerte y prosperidad. ¿Cómo se llama el buda más sonriente? ¿A qué mito dio nombre el hachís? Escultura que representa al dios griego Hermes portando un caduceo de oro, símbolo de la función de heraldo olímpico. El hachís era la sustancia que los seguidores del Viejo de la Mon- taña utilizaban para conseguir adeptos. La figura del monje Hotei, venerado en la fe budista, hindú y sintoísta, es una deidad que favorece la felicidad. GETTY AGE CORBIS ASC En la ciudad gallega de A Coruña, la Torre de Hércules continúa alumbrando mitos. Fue la primera mujer habitante de la ciudad de A Coruña y de la que se enamoró perdi- damente Hércules, considerado el fundador de la urbe. Alfonso X el Sabio fue el que alimentó la leyenda en su obra Estoria de Espanna. Allí cuenta como el héroe griego llegó a la Penín- sula en busca del gigante que reinaba sobre las tierras comprendidas entre el Duero y el Tajo. Lo encontró, se enfrentó a él y, cuando venció al enemigo, le cortó la cabeza y la enterró junto al mar, lugar en que construyó la Torre de Hér- cules. Como homenaje a su amada, el mítico griego otorgó a esa tierra el nombre de Crunia. Sin embargo, el origen de la ciudad herculina se debate entre dos relatos, uno protagonizado por el héroe celta Breogán y el ahora expuesto, representado por la figura de Hércules. ¿Quién era Crunia? 74 MUY HISTORIA
  • 75. ¿Dónde se sospecha que está enterrado el rey Arturo de Britania? ¿Cuál es el origen de la expresión “estar como una sílfide”? La controversia alrededor de dón- de yace el rey Arturo no ha cesa- do en siglos (sin olvidarnos de la que rodea a su propia existencia). Hoy, la leyenda lo ubica en una finca situada al sur de Gales, en la villa de Caer- leon. Se dice que en ese pueblo ga- lés se guardan los restos del mítico personaje y de sus caballeros. Este nuevo supuesto lugar de descanso eterno del monarca se hizo público a partir de varios libros de investiga- ción histórica. En ellos se determina- ba que el mítico Arturo adoraba reti- rarse a la villa galesa de Caerleon. Al parecer, muchos de esos nuevos estudios artúricos se basan en los escritos de Geoffrey de Monmouth. El clérigo dejó escrito en torno al año 1133 que al monarca británico y a sus caballeros les gustaba tanto esta región que llegaron a trasladar a sus verdes prados la Corte en varias ocasiones. Además, el escritor galés recoge en sus textos descripciones exactas de Caerleon, una región a la que se supone que estaba muy liga- do, como se refleja en su obra Histo- ria Regum Britanniae (Historia de los reyes de Gran Bretaña). Por otro lado, parece bastante opor- tunista situarlo en una finca que se encuentra en venta, y que repo- se dentro de ella el legendario rey aumenta evidentemente su valor. Aunque siempre quedarán fuentes tradicionales que sigan confiando en Glastonbury (Somerset, Reino Unido) como el epicentro del miste- rio artúrico, el enclave que siguen vi- sitando aquellos que anhelan rendir homenaje a Arturo y a sus caballeros. Cuando hoy escuchamos: “Estás co- mo una sílfide”, entendemos que a una mujer se le está diciendo que está muy delgada. Pero para comprender de dónde procede esta expresión acudire- mos a la mitología, pues las sílfides eran nereidas, seres femeninos que habitan los aires nórdicos, controlando los vien- tos. Los relatos nórdicos cuentan que fueron ellas las encargadas por excelen- cia de formar las nubes y las lluvias. En definitiva, seres míticos de muy poco peso. Se supone que la enjuta y alargada figura de las sílfides les ayudaba en su ágil vuelo y en su preciada capacidad in- nata de levitar. Se suelen representar con formas muy finas, cuerpos flacos que tienden a ser semietéreos. ¿Qué era la isla de la Tortuga? Las mitologías de los pueblos iroqueses y algonquinos del noroeste de Estados Unidos comparten muchos relatos legenda- rios. Sobre todos ellos destaca el mito de la Creación de su universo, el que le dio a Nor- teamérica el nombre por el que muchos nati- vos americanos la conocen, la isla de la Tor- tuga. Incluso se documentan testimonios en referencia a esta creencia, como el de un na- tivo de las naciones wyandot de Kansas: “Vi- vimos sobre el caparazón de la Tortuga, que cuando se mueve provoca un terremoto”. El caparazón de la tortuga, asociado al mito de la Creación, tiene un papel muy destacado en los rituales de los pueblos nativos americanos. Los iroqueses crearon sonajeros con toda la coraza, en los que el mango representaba la cabeza y el cuello de la tortuga. Los curanderos los emplea- ban para eliminar enfermedades. Y en los pueblos de las Grandes Llanuras los usa- ban para hacer los tambores que tocaban en sus ceremoniosos ritos. A la tortuga, símbolo mitológico de la creación de los pueblos na- tivos americanos, se le otorgó el poder de sanar enfermedades. Restos del anfiteatro romano situado en la villa galesa de Caerleon, una tierra de enigmas, aún por descubrir, de la mítica materia de la Bretaña. Los indígenas polinesios con los que se topó el explorador inglés James Cook, conocido como el ca- pitán Cook, lo confundieron con Lo- no, divinidad hawaiana de la lluvia, la fertilidad, la música y la paz. Cuenta la leyenda que a esta deidad la persigue la desdicha por haberse casado con una mujer mortal. Todo habría comenzado cuando Lono se deslizó desde el cielo a través de un arcoíris y descendió a la Tierra. A su llegada se casó con una mujer mortal. Pero la fortuna no lo acom- pañó por mucho tiempo, pues cayó en desgracia al creer, erróneamente, que su amada le estaba siendo infiel. Decidió matarla y afligido huyó de la isla, prometiendo que regresaría al- gún día a habitar con su pueblo. Este mito se celebra cada año en Hawái, en conmemoración de su di- vinidad Lono, y casualmente coinci- dió ese día con la primera visita del capitán Cook a la isla. Al poner los pies en tierras de Hawái, el cartó- grafo británico fue tratado como el dios Lono, que había regresado. Tras desvelarse el malentendido, el inglés abandonó la isla. Tiempo después, en una segunda visita a Hawái, que coincidió con la festividad del dios de la guerra Ku, el capitán Cook co- rrió peor suerte. Fue recibido de for- ma hostil y lo apuñalaron hasta cau- sarle la muerte. ¿Con qué Dios confundieron al capitán Cook en Hawái? En sus viajes, el capitán Cook de- mostró una gran habilidad para la topografía y la cartografía. GETTY GETTY ASC
  • 76. DAMAS LEGENDARIAS Judith Según el libro bíblico que lleva su nombre, Judith fue una viuda hebrea que, durante la guerra entre Israel y Babilonia, consiguió liberar a su pueblo. Hermosa y culta, el general babilónico Holofer- nes se enamoró de ella durante el asedio a la ciu- dad de Bethulia y al enterarse, dispuesta a salvar a su patria, le hizo creer que accedía a su interés. Una vez en su tienda de campaña, Judith lo em- borrachó y, al caer rendido por la bebida, lo deca- pitó. La muerte del general causó la desbandada del ejército babilónico y dio la victoria a Israel. El libro de Judith se escribió en tiempos de los Ma- cabeos (mediados del siglo II a.C.) con el fin de insuflar valor a los hebreos frente a los avances del Imperio Romano. La figura de Judith ha sido repetidamente utilizada en determinadas épocas de la Historia como símbolo de la rebelión de los oprimidos frente a la tiranía de los poderosos. Tomoe Gozen La guerrera samurái Tomoe Gozen (1157?– 1184?) vivió en el siglo XII y tiene un importante lugar en la Historia de Japón. Ella fue una de las pocas mujeres que formaron parte de la élite mi- litar del país nipón. El cantar de Heike, un poema épico clásico de la literatura japonesa, la descri- be como “especialmente hermosa, de piel blan- ca, pelo largo y bellas facciones. También era una excelente arquera, y como espadachina era una guerrera que valía por mil, siempre dispuesta a enfrentarse a un demonio o a un dios”. Parece ser que había nacido en una familia samurái en la que aprendió el arte de manejar la naginata, un arma de asta similar a la alabarda occidental formada por una hoja curva en el extremo de un mango, por si fuera preciso proteger su hogar. Luchó en las Guerras Gempei (1180-1185), un enfrenta- miento entre clanes durante el cual falleció su es- poso. Una vez viuda, abandonó las armas y se re- tiró a un monasterio. Si bien no existe constancia documental de la existencia real de Tomoe Gozen, lo cierto es que los hechos narrados en El cantar de Heike se tienen por verídicos, si bien es muy probable que algunos datos concernientes a las hazañas de Tomoe Gozen se hallen magnificados. Brunilda El personaje de Brynhildr o Brunilda aparece re- petidamente en la mitología nórdica, pero su en- carnación más conocida es la de la valquiria ena- morada de Sigfrido en la epopeya El Cantar de los Nibelungos. Es muy probable que el mito de Brunil- da se inspirara en la princesa visigótica y reina me- rovingia Brunegilda de Austrasia (543-613), hija de Atanagildo, el rey godo de Hispania, y esposa de Sigiberto I de Austrasia. Brunegilda fue figura clave en las disputas entre los reyes merovingios y los francos. Como en su caso, la leyenda hace que Brunilda medie entre dos reyes y, al apoyar al que el dios Odín detesta, recibe el castigo de permanecer cautiva y sumida en un profundo sueño hasta ser rescatada. No fue salvada hasta que Sigfrido llegó a su prisión, la despertó y le prometió matrimonio. No obstante, vencido por un filtro de amor, Sigfrido contrajo matrimonio con Gudrun y, mediante tretas, casó a Brunilda con su cuñado Gunther. Cuando ella se supo víctima del engaño, no dudó en traicio- nar a su antiguo enamorado, que cayó a manos del cruel Gutorm. Tras su muerte, Brunilda se suicidó para ser sepultada junto a su amado. HÉROES MÍTICOS La Historia ha sido una gran generadora de personajes fa- bulosos. La tradición oral y la literatura convirtieron a hom- bres y mujeres más o menos reales en héroes y heroínas. Por María Pilar Queralt del Hierro, historiadora y escritora Entre la crónica y el cuento Judith engañó al general asirio Holofernes y lo decapitó en sus aposentos (a la izquierda) para salvar a Israel de los enemigos babilónicos. GETTY AHU Ilustración de Brunilda con la indumentaria propia de una valquiria.
  • 77. Aquiles Uno de los principales protagonistas de la Ilíada es Aquiles, hijo del mortal Peleo, rey de los mir- midones, y de la diosa Tetis. Creció junto a su amigo Patroclo bajo los cuidados del centauro Quirón, quien los alimentó con entrañas de león y médula de oso para aumentar su valentía y les enseñó a disparar con arco, el arte de la elo- cuencia y técnicas de sanación. En el poema homérico aparece como un valiente guerrero que, al mando de los mirmidones, colabora con el ejército griego en la guerra de Troya. Tras la muerte de su amigo Patroclo a manos de Héc- tor, se enfrentó a éste y lo mató. Su ira, el afán de venganza y el amor por su compañero hacen de Aquiles el único mortal del poema con emo- ciones similares a las de los dioses, aunque a lo largo del relato el héroe va olvidando progresiva- mente su condición de semidiós para humanizar- se. En la Aquileida, un poema posterior a la Ilíada escrito por Estacio en el siglo I, se dice que Tetis quiso hacerlo inmortal y para ello lo sumergió en la laguna Estigia sujetándolo por el talón, que se convirtió así en la parte más vulnerable de su cuerpo. Años más tarde, una flecha envenenada lo hirió en este mismo punto del talón y le causó la muerte inmediata. Rómulo y Remo Según la tradición, Ascanio, hijo de Eneas, fundó la ciudad de Alba Longa, de la que fue su primer rey. Cuatro siglos después, su descendiente Nu- mitor fue destronado por su hermano Amulio, que acabó con todos los hijos varones de Numitor y convirtió en vestal a su única hija, Rea Silvia. Pero Marte, dios de la guerra, la sedujo y de la unión nacieron los gemelos Rómulo y Remo. Amulio or- denó el asesinato de los niños pero, incapaz de cometer el crimen, su presunto verdugo los aban- donó en una cesta en el Tíber. Arrastrados por la corriente, llegaron a un recodo del río entre las colinas Palatino y Capitolio, donde fueron alimen- tados por una loba llamada Luperca. Criados en secreto por un pastor, una vez adultos y conoce- dores de sus orígenes, ejecutaron a Amulio y re- pusieron en el trono a su abuelo. Partieron enton- ces de Alba Longa a fin de fundar una nueva ciu- dad. Fue entonces cuando surgieron las primeras disensiones entre los hermanos: Rómulo quería construir Roma en el monte Palatino y Remo, Re- moria en el Aventino. Para dirimir la cuestión se decidió que triunfaría la opción de aquel que ob- servara más buitres. Remo vio seis, pero Rómulo dobló el número, por lo que fue el encargado de trazar los límites de la nueva urbe. Durante la ce- remonia de fundación, Rómulo ordenó que na- die los traspasara, pero Remo le desafió y cayó herido. Poco después murió y fue sepultado por orden de su hermano en el lugar exacto donde hubiera querido fundar Remoria. Eneas Punto de unión entre las leyendas griegas y las romanas, Eneas aparece en la Ilíada como cau- dillo del ejército troyano, mientras que la Eneida, escrita por Virgilio, el poeta favorito de Augusto, lo convirtió en fundador de Roma. Hijo del prínci- pe Anquises y de la diosa Afrodita, Eneas huyó de Troya tras la caída de la ciudad en manos griegas. Lo hizo guiado por Afrodita y en compañía de su esposa Creúsa y de su hijo Asca- nio. Creúsa murió durante el viaje, pero antes pro- fetizó que su esposo sería el padre de una gran nación. Tras un conflictivo viaje, Eneas consiguió llegar al Lacio, donde contrajo matrimonio con la princesa Lavinia, hija del rey Latino, a la que los augures habían prohibido contraer matrimonio hasta que llegara un hombre extranjero que la ha- ría madre de una noble estirpe. De la unión nació un varón que llamó Silvio y a quien la Eneida con- vierte en progenitor del pueblo romano. Ulises Arquetipo del navegante heroico, Odiseo, rey de Ítaca, es también conocido como Ulises, el nombre que recibió en las fuentes romanas. Participó en la guerra de Troya y, tras vencer como aliado de las fuerzas griegas, emprendió el regreso a su reino. Protagonista de la Odisea, junto con la Ilíada las dos grandes epopeyas homéricas, en el texto el regreso a Ítaca se describe como un largo periplo en el que su protagonista vivió innumerables aventuras: cegó a Polifemo, conversó con el adivino Tiresias, llegó a la isla donde reinaba la seductora ninfa Calipso, es- quivó a las peligrosas sirenas que hacían naufragar a los navegantes y, finalmente, llegado al país de los Feacios consiguió, gracias a la princesa Nausícaa, una nave para regresar a su hogar y reunirse con su esposa Penélope y su hijo Telémaco. A la izquierda, fragmento de una pintura mural en la que aparece Ulises, protagonista de La Odisea, en posición de combate. A la derecha, una recia estatua del heróico Aquiles de La Ilíada situada en el parque londinense de Hyde Park. Ambos héroes clásicos forman parte de la literatura homérica. Pieza escultórica de la loba Luperca amamantando a los pequeños Rómulo y Remo. HERENCIA DE LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA GETTY AGE GETTY MUY HISTORIA 77
  • 78. LOS PROTAGONISTAS DE GESTAS DEFENDIENDO EL REINO William Wallace “Braveheart” Las hazañas del escocés William Wallace Brave- heart (1270-1305) se popularizaron a través del cine gracias a la película homónima que dirigió e interpretó Mel Gibson en 1995. No se conserva documentación del personaje, por lo que la mayor parte de los datos proviene de la obra The Actes and Deidis of the Illustre and Vallyeant Campioun Schir William Wallace escrita por Blind Harry dos siglos des- pués del nacimiento de Wallace. Perteneciente a una familia de no- bles terratenientes, Braveheart, con una formación militar autodi- dacta, defendió en 1296 la inde- pendencia de Escocia frente a Inglaterra al mando de un ejército que de- rrotó a los ingle- ses en la batalla de Stirling. Sin em- bargo, el 1 de abril de 1298 fue derrotado en la batalla de Falkirk por los arqueros de Gales. Wallace fue ejecutado en 1305 y su cuerpo des- membrado se colocó en diferentes lugares para escarmiento de los enemigos de Inglaterra. Don Pelayo Don Pelayo (¿-737), un noble visigodo refugia- do en Asturias, ha sido considerado el primer gran héroe de la conquista cristiana de la penín- sula Ibérica. Luchó junto con don Rodrigo en la batalla de Guadalete (711) y, a la caída de la ca- pital visigoda en poder de los árabes (714), hu- yó a Asturias y se refugió en las montañas, desde donde encabezó el levantamiento contra los mu- sulmanes (718) que culminó en 722 con la bata- lla de Covadonga. La tradición asegura que Pela- yo, con sólo trescientos hombres a sus órdenes, venció al ejército enemigo compuesto por cien- to ochenta mil combatientes, una cifra que se ha demostrado falsa. La victoria de Covadonga se debió fundamentalmente a la estrategia emplea- da por las tropas cristianas al atraer al enemigo al angosto valle de Cangas, donde era imposible cualquier tipo de maniobra. Considerado el fundador del reino de Asturias, instaló su corte en Cangas de Onís, donde falleció en 737. El Cid Campeador Rodrigo Díaz de Vivar (1048-1099), más cono- cido como el Cid Campeador, fue un caballero castellano que inspiró el más importante cantar de gesta de la literatura española, el Cantar del Mio Cid. Al frente de sus mesnadas mercenarias, sirvió a las órdenes tanto de reyes cristianos co- mo de caudillos musulmanes y logró conquistar parte del Levante español para Castilla, estable- ciendo un señorío independiente en Valencia que pasó luego a manos de su esposa Jimena Díaz. La leyenda asegura que hizo jurar a Alfonso VI que no había participado en la muerte de su hermano Sancho II de Castilla, asesinado a manos de Belli- do Dolfos en Zamora. Sin embargo, este episodio, conocido como la Jura de Santa Gadea, carece de base histórica o documental. Por el contrario, en la época en la que se ubica tal acción, las relaciones entre el Cid y Alfonso VI eran excelentes. También pertenece al ámbito de la leyenda la tradición de que, una vez fallecido, se embalsamó su cadáver y se subió a lomos de su caballo, Babieca (era tal su prestigio que bastó su sola presencia para que las tropas musulmanas huyeran en desbandada). Fierabrás La figura del batallador mítico Fierabrás aparece documentada por primera vez en la Chanson de Fie- rabrás, poema épico francés, un conocido cantar de gesta anónimo de finales del siglo XII. Al prota- gonista se le supone un ser gigante de procedencia sarracena y de una inmensa fuerza física, que unía a su gran corazón la virtud de la destreza en el manejo de las armas, lo que lo convertía en un militar inven- cible. Hijo del emir Balán, gobernador de Al Ánda- lus, se enfrentó al legendario comandante del ejér- cito carolingio Roland hasta que, tras ser derrotado, se convirtió al cristianismo y acabó combatiendo en las filas del ejército del rey Carlomagno. Beowoulf Anterior en el tiempo al Cantar del Mio Cid o a la Chanson de Roland, el poema épico anglosajón anónimo Beowulf, incluido en el Nowell Codex, se conserva en la British Library de la capital británica. Este histórico documento está datado en una fecha indeterminada que oscila entre los siglos VIII y X. Según el extenso poema de 3.182 versos, el perso- naje legendario Beowulf era un joven guerrero, un héroe godo que acudió en ayuda de los daneses cuando estos sufrían terribles ataques de un ogro gigantesco al que no lograban reducir. Beowulf, pro- clamado rey de los gautas (Suecia meridional), lu- chó hasta la muerte con un fiero dragón que aterro- rizaba a la comarca. Algunos autores identifican el mito de Beowulf con la historia bíblica de Judith, pero su base real estriba en la colaboración entre tropas británicas y danesas entre los siglos V y VII. El protagonista del poema épico francés Fierabrás es descrito como un aguerrido soldado que lucha en el conflicto religioso entre cristianos y musulmanes. Aunque se carece de base documen- tal, el intrépido esco- cés William Wallace tiene trazos legen- darios en la historio- grafía británica. Estatua del conquistador don Pelayo, situada en Cangas de Onís, villa asturiana donde el primer monarca del reino de Asturias asentó su Corte. GETTY ALBUM AGE
  • 79. Gilles de Rais “Barba Azul” Gilles de Montmorency-Laval, barón de Rais, más conocido como Gilles de Rais (1405-1440), con- siguió la gloria militar luchando junto a Juana de Arco en la guerra de los Cien Años. No obstante, su figura ha pasado a la Historia como la de un psicópata con centenares de víctimas a sus espal- das. Parece ser que, tras la guerra de los Cien Años, el noble bretón se re- tiró a sus posesiones de la región francesa de Vendée, donde cometió horrendos crímenes. Allí, Gilles de Rais se inició en el ocultismo y llegó a sacrificar a centenares de niños, lo que se confirma con el dato de que, entre 1432 y 1440, se llegaron a contabilizar en Bretaña más de mil desapariciones de menores de diez años. Descubiertas sus fechorías, fue ajusticiado en la horca el 26 de octubre de 1440. Vlad “el Empalador” Vlad lll (1431- 1476), también conocido como Vlad el Empalador o Vlad Drăculea (Vlad, hijo del dragón), príncipe de Valaquia (Rumanía) entre 1456 y 1462, sirvió de inspiración al es- critor Bram Stoker para componer el personaje de Drácula. Había nacido en Sighișoara (Tran- silvania) y murió en el transcurso de una bata- lla en las inmediaciones de Bucarest. Violento, imprevisible y batallador, su crueldad queda de manifiesto en el hecho de que durante los siete años que duró su gobierno unas ochenta mil per- sonas murieron empaladas. La leyenda de Vlad III también cuenta que bebía sangre de sus víctimas mientras éstas agonizaban, lo que le sirvió al escritor irlandés Bram Stoker como base para componer el célebre personaje de Drácula. Robin Hood La figura heroica de Robin Hood siempre se ha asociado al folclore tradicional inglés de la Edad Media. La leyenda lo quiere enfrentado al corrup- to poder local y, entre tanto, vive escondido en el bosque de Sherwood, robando a los poderosos para favorecer a los humildes. Según la tesis de Joseph Hunter (1883-1861), Robin Hood fue en realidad un herrero que, en 1322, se alzó en ar- mas contra Eduardo II de Inglaterra. Dado que la insurrección fue aplastada, se supone que Hood se refugió en las inmediaciones de No ingham, viviendo del asalto a los viajeros e impartiendo entre los más humildes su particular justicia. Casanova El mito literario de don Juan nace con Tirso de Mo- lina y su Burlador de Sevilla. En siglos posteriores lo retomaron entre otros Molière, Lord Byron, Es- pronceda y Zorrilla, e inspiró la ópera de Mozart Don Giovanni, pero si hubo un personaje que bien podría identificarse con don Juan fue el veneciano Giacomo Girolamo Casanova (1725-1798). Es- critor y diplomático, Casanova aseguró en sus me- morias haber conquistado a más de mil mujeres a lo largo de su vida. En la autobiografía Histoire de ma vie describe con detalle los múltiples encuen- tros galantes vividos, que acabaron por hacer de su apellido sinónimo del seductor impenitente. Lancelot du Lac El ciclo artúrico forma parte de la llamada Materia de Bretaña, una historia legendaria de ámbito sajón que recoge leyendas celtas y bretonas, escrita en el siglo XII. Su contenido está plagado de héroes y per- sonajes míticos entre los que tiene una significación especial Lancelot du Lac, uno de los Caballeros de la Mesa Redonda. Hijo del rey Ban de Benwick, Lanza- rote (en español) fue raptado por la Dama del Lago, que lo adiestró en el manejo de las armas y lo condu- jo a la corte del rey Arturo, donde fue armado caba- llero. El monarca le encomendó la misión de escoltar hasta Camelot a su prometida, la reina Ginebra. Du- rante el viaje, Lancelot se rindió a los encantos de Gi- nebra pero, obligado en conciencia a guardar lealtad a su rey una vez se celebraron las nupcias reales, par- tió en busca del Grial. Cuando Arturo supo de la rela- ción entre su caballero y su esposa, condenó a Gine- bra a morir en la hoguera. Lancelot consiguió salvarla y para ello no le importó tener que enfrentarse a algunos de sus antiguos camaradas. Tras la muer- te del rey Arturo, Ginebra se recluyó en un convento mientras que Lancelot llevó una vida eremítica. Roland ElcondedelaMarcadeBretaña,Roland,erasobrino deCarlomagnoymurióenlabatalladeRoncesva- llesen778.Peseasusméritosmilitares,sufiguraha pasadoalacervopopulargraciasalcantardegesta francésChansondeRoland(sigloXI).Enesteperso- najelegendarioseidealizaloquesólofueunaescara- muzaentrevasconesycarolingios,transformándola enunabatalladelastropascomandadasporRoland contralosárabes,loqueleconcedetintesdeCruza- da.Así,almenos,locorroboralaVitaCaroliMagnide Eginhard,unacrónicaenlatíndelreinadodeCarlo- magno.Laleyenda,pues,sehaimpuestoalaHisto- riaydejadohuellaenlatoponimiadelazona:así, frenteaHendayaseencuentranlas“Rocasde Roldán”,unosfarallonesquesesuponen rocasarrojadasporelhéroe,ola“Brecha deRoldán”,undesfiladerorocosoenel ParqueNacionaldeOrdesa(Aragón), abiertoporRolandparadarpasoasu ejércitohaciatierrasfrancesas. El caballero Roland esculpido en una pieza situada en la plaza del Mercado de la ciudad alemana de Bremen (a la derecha). ENTRE LA HISTORIA Y LA LITERATURA Retrato de perfil de Giacomo Girolamo Casanova, escritor veneciano, notable bohemio y famoso por sus aventuras amorosas durante el siglo XVIII. El escritor francés Char- les Perrault recogió de fuentes popu- lares el relato del barón De Rais, que ins- piró su cuento Barba Azul. ALBUM PRISMA AGE MUY HISTORIA 79
  • 80. ¿HEROÍNAS O SUPERVIVIENTES? Hua Mulan La figura de la legendaria princesa china Hua Mu- lan se popularizó gracias a la película Mulan, pro- ducida por la factoría Disney en 1998. Su prota- gonista revivía la peripecia de la mujer que, disfra- zada de guerrero, consiguió comandar un ejército exclusivamente masculino, y que fue relatada en la Balada de Mulan, escrita en el siglo VI, de la que sólo se conserva una versión posterior recogida por Kuo Mao-ch’ien en el siglo XII. El relato sitúa a Mulan en el periodo Wei (386-534) y, tras relatar la gesta épica, concluye con el regreso de la jo- ven a su aldea, donde la localiza el emperador y la convierte en su concubina. Lo cierto es que aún hoy se desconoce si el poema y, por tanto, la figura de Mulan tiene una base documental. De hecho, la historia de la joven guerrera es muy similar a la hazaña de la emperatriz Fu Hao, esposa del empe- rador Wu Ding de la dinastía Shang, que de simple concubina llegó a ser general de los ejércitos chi- nos y la líder militar más poderosa de su tiempo. Pocahontas Pocahontas (1595-1617), hija mayor de Powha- tan, jefe de la confederación algonquina de Vir- ginia, es sin duda la más conocida de las nativas americanas en la época de la colonización británi- ca. En realidad se llamaba Matoaka y Pocahontas (“pequeña silenciosa”) era su mote. Poco o nada se conoce de su infancia, sólo su pretendida de- fensa en 1607 del colono británico John Smith cuando estaba a punto de ser ejecutado. Fue el propio Smith quien narró los hechos, si bien se sospecha que fue una exageración del interesa- do a la hora de exponer sus andanzas en territo- rio norteamericano. Pero, no siendo cierto el episodio, lo que es seguro es que la joven algonquina desempeñó un importante papel en las relaciones entre su tribu y los colonizadores británicos. Captura- da por los ingleses, conoció al britá- nico John Rolfe, con quien con- trajo matrimonio. En 1616, viajó a Inglaterra y fue re- cibida por el rey Jacobo I. Meses después, en marzo de 1617, Pocahontas falleció víctima de la tuberculosis. María Pita A caballo entre la Histo- ria y la leyenda, el nom- bre de María Mayor Fernández de Cámara y Pita (1565-1643) perdura en la memoria colectiva. De ella se dice que durante el sitio británico a A Coru- ña de 1589 logró acabar con el abanderado inglés que había coronado la muralla. La leyenda asegura que lo hizo con la espada de su marido, caído en el transcurso de ese mismo asedio. Es más, se afirma que mientras avanzaba hacia el enemigo arengaba a los soldados al grito de Quen teña honra, que me siga (quien tenga honra, que me siga) y que provo- có la retirada de la tropa británica compuesta por doce mil efectivos. Lo cierto es que el papel de las mujeres coruñesas en el enfrentamiento está rigu- rosamente documentado, pero desempeñando siempre funciones de intendencia o enfermería. Es muy posible, pues, que este fuera el papel de Ma- ría Pita y que, quizás, en un momento determinado sufriera algún tipo de ataque del que tuvo que de- fenderse. Lo hizo, sin duda, con enorme valor. De lo contrario sería difícil de explicar que Felipe II le concediera una pensión que equivalía al sueldo de un alférez más cinco escudos mensuales y que lo hiciera en virtud de sus méritos militares. Agustina de Aragón Sin duda, Agustina de Aragón es la heroína por antonomasia de la Historia de España. Su ac- tuación durante el primer Sitio de Zaragoza se ha magnificado hasta el punto de con- vertir en leyenda lo que simplemente fue estar en el lugar adecuado en el mo- mento más oportuno. Su auténtico nombre era Agustina Saragossa Doménech, había nacido en Barcelona y llegó a la capital aragonesa huyendo de la ocupación francesa de Cataluña. Como voluntaria a las órdenes del Ge- neral Palafox, contribuyó a la defensa de la ciudad avituallando a las tropas hasta que, el 2 de julio de 1808, la casualidad la llevó hasta la puerta del Porti- llo, donde arrancó el botafuego de manos de un ar- tillero caído en la batalla y disparó el cañón a su car- go. La inmediata retirada del destacamento atacan- te le valió las insignias y el sueldo de artillera, pero no le evitó que, durante el Segundo Sitio, cayera en manos de los franceses y fuera hecha prisionera. Logró escapar y, enrolada en el ejército, participó en el Sitio de Tortosa y en la batalla de Vitoria e incluso formó parte de la guerrilla. Cuando, en 1813, finalizó la contienda ya era un mito. Francisco de Goya la hizo prota- gonista de su grabado ¡Qué valor!; Wellington la homenajeó en Sevilla e incluso Lord Byron le dedicó unos versos en su poema Las peregrinaciones de Childe Harold. Desde ese mo- mento hasta su muerte en Ceu- ta en 1857, Agustina aceptó honores y cargos y profesio- nalizó su posición en el ejér- cito. En 1908, con motivo del I Centenario de los Sitios, sus restos fueron depositados en la iglesia del Portillo de Zarago- za, el lugar donde se había con- vertido en leyenda. La princesa china Mulan transgredió las normas al hacerse pasar por un hombre para poder batallar. ALBUM AGE CORDON/ALAMY Estatua de Matoaka (a la izquierda), conocida como Pocahontas, nativa americana algonquina nacida en 1595. María Pita, personaje rodeado de leyenda e Historia, tuvo el valor de enfrentarse al invasor inglés. 80 MUY HISTORIA
  • 81. Supermán Supermán es el pionero del género de superhéroes modernos de ficción. Nacido de la pluma del esta- dounidense Jerry Siegel y del arte del canadiense Joe Shuster en 1938, mantuvo desde entonces su icónica apariencia: mallas azules, capa roja y, en el pecho, un escudo triangular con una enorme “S”. En- viado a la Tierra desde el planeta Krypton, es adop- tado por unos granjeros; bajo el nombre de Clark Kent trabaja como periodista para el Daily Planet en una ficticia Metrópolis, fácilmente identificable con Nueva York. Allí vivirá un eterno romance con- su compañera Lois Lane, mientras trabaja secreta- mente en la defensa de los débiles. Adaptado en diversas ocasiones al cine y la televisión, ya en los años sesenta del siglo XX el escritor Umber- to Eco comparó al superhéroe de Krypton con las grandes figuras mitológicas de la Antigüedad. Spiderman Spider-Man, el Hombre Araña, fue creado por Stan Lee y Steve Ditko en 1962. Frente a la au- todeterminación de otros superhéroes, Peter Parker –su verdadero nombre– es un adoles- cente tímido e inseguro, a quien la picadura de una araña le confiere una serie de facultades que lo convierten en un superhombre capaz de detectar el peligro, dotado de una enorme flexibilidad y capaz de lanzar unas particulares telarañas que le permiten encaramarse a superficies verticales o atrapar a sus enemigos. Lara Croft Toby Gard (1972) creó a Lara Cro , protagonista de la saga de videojuegos Tomb Raider, como la alter- nativa femenina de otro gran mito contemporáneo: Indiana Jones. Como él, Lara Cro es arqueóloga y tiene una compleja historia familiar. Se la supone nacida en 1968 en el seno de una familia aristocrá- tica de Gran Bretaña, superviviente a un accidente de aviación en el Himalaya y huérfana adinerada que consagra su vida a la aventura y a la arqueolo- gía, lo que facilita la aparición en los diferentes episodios de Tomb Raider de yacimientos arqueo- lógicos u objetos míticos como la Lanza del Destino o el amuleto de Horus. El Capitán Trueno En 1956, el guionista Víctor Mora y el dibujante Miguel Ambrosio Zaragoza “Ambrós” crearon al Capitán Trueno, un caballero que vive las más in- sólitas aventuras en unión de un gigante llamado Goliath y un joven escudero de nombre Crispín, sirviendo los intereses de su dama, la bella Sigrid, reina de Thule. Auténtico paladín de la justicia, su personalidad corre paralela a las de los héroes de los libros de caballerías y se desenvuelve en una tópica Edad Media de la historiografía romántica. Creado en pleno franquismo, la censura de la época impuso, por ejemplo, que en los guiones se defendieran siempre los valores del catolicismo más ortodoxo o que no se pudiera sugerir una relación íntima con Si- grid. Por otra parte, el reino de Thule aparece co- mo una monarquía autoritaria y paternalista donde el poder se comparte con un consejo de ancianos. Por el contrario, paradójicamente, Víctor Mora dio un peculiar tratamiento a su heroína, ya que pre- senta a la reina de Thule como una mujer autosufi- ciente capaz de desempeñar su labor de gobierno sin la tutela de una figura masculina. Batman Nacido a la sombra de Supermán, Batman fue creado en 1939 por los estadounidenses Bob Ka- ne y Bill Finger. El personaje no es más que la iden- tidad secreta del millonario y filántropo Bruce Way- ne, quien, después de presenciar siendo un niño el asesinato de sus padres, decide consagrar su vida a combatir la delincuencia. Para ello se somete a un durísimo entrenamiento físico y mental y, tras adoptar la figura de un murciélago, se refugia en el sótano de la mansión Wayne (la “batcueva”) don- de diseña sus máquinas y el resto de ingenios con los que se enfrenta a sus enemigos. A diferencia de otros superhéroes, Batman no se mueve en una época concreta sino en el ámbito intemporal de la misteriosa Gotham City. Además, carece de super- poderes y únicamente se sirve de su inteligencia y de los avances tecnológicos y científicos para llevar a cabo sus hazañas. Al igual que Supermán, nació como personaje de cómic pero se populari- zó a través del cine y de la televisión. Imagen del personaje de cómic Spiderman (a la izquierda), superhéroe con poderes de transforma- ción que apareció en los años sesenta. En Metrópolis, la mítica estrella Supermán (a la derecha) velaba por mantener la paz y defender esa ciudad ficticia de los malhechores que la atacaban. AGE AGE AISA MUY HISTORIA 81
  • 82. LAS FÁBULAS MÁS DESCONOCIDAS Relatos ocultos en el mundo Hay infinidad de pueblos que conservan mitos ancestrales como parte de su acervo cultural. Algunos corresponden a rincones tan recónditos del planeta que están aún por descubrir. Por Janire Rámila, periodista y escritora. Ilustración: Rocío Espín 82 MUY HISTORIA
  • 83. P ara conocer la esencia de los mitos, lo primero que se ha de tener en cuenta es que se trata de relatos do- tados de una naturaleza única, con su propia idiosincrasia. Sus pro- tagonistas no son gente ordinaria, sino personajes extraordinarios que viven en un mundo repleto de ma- gia, poblado a menudo de dioses, donde los animales pueden hablar y los parajes adquieren un significado especial. Ya lo dijo Aristóteles: “Por tanto, incluso el amante del mito es, en cierto modo, filósofo, pues el mi- to se compone de maravillas”. Características que se cumplen al revisar cualquier relato fantástico de cualquier pueblo, incluyendo los procedentes de las zonas más re- cónditas del planeta, desde Finlan- dia hasta África pasando por Ocea- nía y su cultura maorí o la Australia aborigen. Precisamente, los lugares en los que nos centraremos para adentrarnos en su mitología, tan desconocida como apasionante. Antiguo firmamento. En Austra- lia, los aborígenes creen que du- rante la etapa en la que el mundo se creó, conocida por ellos como la Época del Sueño, sus ancestros rea- lizaron grandes gestas heroicas. Se trataba de seres con rasgos huma- nos pero sin serlo, con sus virtudes y sus defectos, con la capacidad de adoptar la forma de diversos anima- les y, también, de morir como ellos. Esos ancestros crearon el mundo, establecieron las normas y los ritos culturales que deberían seguir sus descendientes y, lo más importante, les sirvieron como ejemplo para en- tender la propia naturaleza humana. En este sentido, uno de sus mitos más conocidos habla de dos espí- ritus, Ngurdyawok y Nawalabik, En las regiones del Ártico. La cultura inuit atesora una rica materia mitológica que ha permitido desentrañar las incógnitas existenciales de estas tribus. En la ilustración, un caribú (izda.), última y fundamental especie animal surgida en los mitos esquimales de la Creación. MUY HISTORIA 83
  • 84. cuyas vidas transcurrieron seme- jantes a las de los humanos, con pla- ceres y vicios idénticos a los nuestros. Ngurdyawok sentía atracción por las dos esposas de Nawalabik y, un día, mientras ambos recogían colme- nas, Nawalabik atacó a su compañero decapitándolo con un hacha. De re- greso al poblado, Nawalabik relató a las dos mujeres que su amigo se había ido a cazar en soledad y, dicho esto, se marchó a recoger erizos de mar. Desenlace narrativo. Sin embargo, las mujeres conocieron la verdad por boca de dos pájaros y reunieron a sus familiares para atrapar a Nawalabik y castigarlo. Durante tres días el asesi- no logró esquivar a sus perseguidores, hasta que una noche, estando dor- mido en su propia cabaña, su suegro lo mató con un garrote. El perro de Nawalabik, tras presenciar la esce- na, se embadurnó con la sangre de su amo y huyó al poblado del hermano de Nawalabik. Allí, los guerreros del lugar, todos parientes de Nawalabik, siguieron al perro hasta el lugar don- de se encontraba su cuerpo y lo en- terraron con gran solemnidad. Acto seguido, marcharon hasta el poblado de los parientes de Ngurdyawok, sor- prendiéndolos mientras celebraban una danza ceremonial. Agazapados en las sombras, esperaron a que ter- minase el baile y, cuando llegó el momento, vengaron su muerte asesi- nando a todos los pobladores. Como en este relato, la segunda ca- racterística de los mitos es que se si- túan en un tiempo imposible de me- dir con un reloj o con un calendario. Porque la fábula mítica es anterior al tiempo, tal y como lo conocemos, y en ese espacio, el placer, el sufri- miento, el odio y la venganza pueden durar auténticas eternidades. Son historias que no tienen por qué ter- minar bien; de hecho, muchas son tristes y tienen finales infelices. En el pueblo komo de Sierra Leona es célebre la fábula sobre la creación de la noche. Cuenta como el Creador proveía durante el día a los hombres de la luz del Sol y durante la noche del claro de Luna, para evitar que estu- vieran a oscuras y pasaran frío. Todos los días, el Creador pedía a un murciélago que transportara un cesto lleno de oscuridad del Sol a la Luna, para que jamás tuviera un lu- gar en el que asentarse. Pero en una ocasión, el murciélago, extenuado de cansancio, dejó la carga en el suelo, momento que aprovecharon otros animales para abrir el cesto, dejando escapar a la oscuridad. Desde enton- ces, el murciélago duerme durante el día y se despierta durante la noche para proseguir con su viaje eterno en la búsqueda de aquella oscuridad que se le escapó, en un intento vano de cumplir con el cometido que le fue encargado por el Creador. Este relato cumple también con otra característica de los mitos: explicar los fenómenos que suceden en el mundo. Es lo que se conoce como la finalidad Viaje a las antí- podas. La concep- ción aborigen australiana de la naturaleza se basó en la correspon- dencia terrenal del cielo. Abajo, la Vía Láctea, considera- da como una gran canoa o un río. PERSONAJE Elias Lönnrot (1802-1884). Explorador, mé- dico y lingüista finlandés, reco- nocido recopila- dor de poesía oral tradicional, que trasladó a la escritura finesa. ZAJCSIK El murciélago de Sierra Leona. Responsable mítico de proporcionar la noche al pueblo africano de Komo. A veces sucede que los mitos parecen raros a nuestros ojos, pero son muy significativos para la cultura a la que pertenecen etiológica. ¿Por qué existe la luz? ¿Qué provoca los eclipses? ¿Cómo surgieron el ser humano o los animales? Los mi- tos responden a estas cuestiones a tra- vésdelaimaginación,nodelaCiencia. Entre los inuit –nombre común para los distintos pueblos esquima- les que habitan las regiones árticas de América y Groenlandia– se relata cómo al comienzo de los tiempos sólo existían un hombre y una mujer. Así fue como la mujer pidió al dios del cielo que les diese compañeros con los que convivir en el planeta y este dios, llamado Kaila, le dijo que abriera un hueco en el hielo y que comenzara a pescar. Cada vez que la mujer lanzaba el anzuelo, extraía un animal diferen- te. El último de todos fue un caribú, animal sagrado para los inuit desde entonces, porque fue un regalo de la propia deidad Kaila para alimentar y vestir a la población. Cultura aborigen. En el otro extre- mo del mundo, los aborígenes austra- lianos creen que el cielo no es más que una extensión del mundo terrenal. Para ellos, las formaciones de mayor tamaño, como la Vía Láctea, son ríos celestiales o grandes canoas. Y esta relación cielo-tierra es la que explica algunos de los grandes misterios de la naturaleza. En muchas culturas de es- ta zona se creía que los espíritus de los bebés caían del cielo y, si alguien mo- ría, su alma realizaba el camino inver- so regresando a ese cielo primigenio. GETTY
  • 85. A veces sucede que los mitos pa- recen raros a nuestros ojos, como el recién contado de los inuit, pero son muy significativos para la cultura a la que pertenecen. Su valor trasciende el paso del tiempo y de las genera- ciones. Toman prestados nuevos ele- mentos y vuelven a contarse, rena- ciendo en nuevas versiones. Una de las áreas más cercanas a nosotros, con gran riqueza mitoló- gica, aunque bastante desconocida, es Finlandia. Con una historia que se remonta a 5000 a.C., los diversos pueblos que componían el actual país crearon sus propias versiones y leyendas sobre el origen del mundo y del ser humano. Composición finesa. En 1835, el filólogo y lexicólogo finlandés Elias Lönnrot publicó una gran cantidad de mitos, canciones y poemas, recogidos durantesieteañosenunperiploquelo llevó a viajar por todo el país. Lo hizo en el libro titulado Kalevala. Lo que Lönnrot logró no fue sólo rescatar del olvido las leyendas autóctonas, sino unificarlas añadiendo contribuciones suyas. Lönnrot deseaba crear un poe- ma heroico semejante a la Ilíada de Homero que pudiera ser cantado por las sucesivas generaciones de finlan- deses, de tal modo que la tradición se conjugara con sus aportaciones, dan- do nueva vida a la mitología antigua. Y lo logró a través del protagonista del relato, Väinämöinen, el más gran- de de los sabios y de los magos, y que además de músico y guerrero tenía una voz portentosa. Compuesto por 23.000 versos, la primera parte del Kalevala relata la creación de la Tierra por Väinämöi- nen a partir del caos primigenio y las siguientes relatan las proezas de este personaje, centrándose en la lucha entre dos pueblos: los pohjola, del norte de Finlandia, incluyendo Lapo- nia, y los haleva del sur. Pese a los nombres citados de Ho- mero y Lönnrot, lo cierto es que la mayor parte de los mitos carecen de autor. El motivo es que son historias LIBRO Mitología. Todos los mitos y leyen- das del mundo, VV.AA. RBA, 2005. Excepcional guía ilustrada que repasa los mitos y leyendas más importantes del mundo, sin olvi- darse de los proce- dentes de África, Oceanía y América. Más allá de su función tradicional, los mitos han servido como fuente de inspiración para otros muchos autores que dejaron tras de sí obras ya inmor- tales. Seguramente el mejor ejemplo lo encontremos en J.R.R. Tolkien (1892- 1973), el escritor y filólogo británico que se sirvió de varios mitos procedentes de Escandinavia y de la cultura celta para escribir El Hobbit y la posterior trilogía El señor de los anillos. Se cuenta que, maravillado por el sonido del finés, ideó la lengua élfica, tan importante en su obra. Otro autor y amigo suyo, C.S. Lewis (1898-1963), hizo lo propio con su saga Las crónicas de Narnia. También los esta- dounidenses Stan Lee (1922) y Jack Kirby (1917-1994) se inspiraron en la mitología nórdica para crear el cómic Thor, uno de los grandes héroes de la editorial Marvel. Pero la saga que mayor repercusión ha te- nido en la actualidad ha sido, sin duda, la artúrica, con cómics como Camelot 3000 o sus revisiones periódicas en el cine, que han servido para dar a conocer su mitolo- gía a las nuevas generaciones. Leyendas en el cine. Entre las adaptacio- nes más famosas, Merlín (Steve Barron, 1998), El primer caballero (Jerry Zucker, 1995) o Excalibur (John Boorman, 1981). Sin olvidarnos de que toda la literatura gre- corromana bebió de una gran fuente co- mo la Ilíada, y que medio firmamento está bautizado con nombres mitológicos, al igual que los doce signos del horóscopo. El eco de la mitología en la cultura que se remontan a épocas en las que la escritura aún no existía, haciendo casi imposible rastrear su origen u obtener su fuente original. Esta es la razón por la que los de- positarios de ese saber relataban aquellas narraciones con las mismas palabras oídas en su niñez, otorgan- do al mito un carácter cuasi sagrado. En ciertas culturas, incluso, se creó la figura del contador de relatos mi- tológicos, que se entrenaba en el arte de la memorización literal. Fotograma de la adaptación cinematográfica de El Hobbit: Un viaje inesperado, dirigida por Peter Jackson y estrenada en 2012. Väinämöinen, gran guerrero. Este sabio, héroe y mago finés fue protagonista del relato mítico titulado Kalevala. ALBUM ALBUM MUY HISTORIA 85
  • 86. Una tradición que tuvo gran arraigo en África, donde las lenguas escritas no aparecieron hasta los si- glos VIII y IX gracias a la extensión del Islam hacia el interior del con- tinente. Ya lo dijo Plinio el Viejo: “Siempre hay algo nuevo en África”. Contadores de mitos. En el conti- nente africano, los relatos fabulosos recogidos se clasifican bajo una serie de encabezamientos para otorgarles coherencia. Sus mitos hablan, sobre todo, de la Historia y origen de las diversas etnias, donde se utilizaban los ancestros como vehículo perfecto para unir el pasado con el presente. Los mayores eran los encargados de transmitir oralmente tales historias, ya fuese en el interior de las casas o a toda la comunidad en alguna cele- bración especial. Esta tarea les otor- gaba un papel crucial en la formación de los jóvenes, que se entretenían a la vez que aprendían la Historia de su pueblo, y comprendían cómo había sucedido la creación del universo y del mundo que les rodeaba. Sobre este último aspecto, uno de los relatos míticos africanos más co- nocidos procede del pueblo abaluyia de Kenia, para el que Wele es la dei- dad suprema, creadora del universo y también del día y de la noche. Se- gún se relata, cuando Wele puso al Sol y a la Luna en el cielo, observó cómo el Sol empujaba a la Luna para alejarla y, en respuesta, ésta le aba- tía. Como la situación no tenía visos de arreglarse, Wele decretó que el Sol saldría de día y que la Luna lo haría durante la noche, de tal modo que ninguno de ambos astros coincidiera en el mismo tiempo y espacio. Esto no significa, por supuesto, que los mitos no lograran escapar al con- trol de la palabra. Así, no es dema- siado difícil encontrar obras de arte sagradas, o tallas en la roca, o danzas y canciones relacionadas con ellos. Y es que las palabras no tuvieron el monopolio de este conocimiento. A veces incluso sólo sirven para in- sinuar la totalidad del mito que se esconde tras sus sonidos, dejando el resto a la danza y a la música, permi- tiendo de ese modo que las personas avanzaran en la experimentación de sus creencias. Canciones como las que acompa- ñaban, en ceremonias tradicionales, toda la vida de una mujer del pueblo oromo –situado en el centro-sur de Etiopía, norte de Kenia y partes de Somalia–. Se cantan en el nacimien- to, cuando abandonan el hogar fami- liar para irse al del esposo o cuando se convierten en madres, momento en el que suenan melodías de loa y de júbilo por la maternidad y de tristeza por la mujer estéril. Pero si hay un mito que resuena con fuerza es aquel que ha sucedi- do en un espacio real, aunque en un tiempo indeterminado. Lo que se ha- ce evidente en referencias narrativas tales como: en ese riachuelo nació una princesa, en aquel bosque murió el mayor héroe de nuestro pueblo, en esa gruta se oculta un gran tesoro y en esta tierra que pisas aún pueden verse las huellas de un gigante. Enclavesconleyenda.Asíseobser- va en Euskadi, donde el monte Am- boto sigue albergando a la divinidad Mari. O en los pueblos eslavos, donde la tierra sigue siendo considerada el hogar de Mati Syra Zemlia o Húmeda Madre Tierra, diosa a la que siempre se le rindió culto en su medio natural, hasta tal punto que se consideraba que la tierra estaba embarazada en primavera y no se permitía horadarla con una azada o con un arado hasta El gran psiquiatra y psicólogo Carl Gustav Jung (1875-1861) conside- raba que los mitos eran necesarios para la salud de la psique humana. Creía que expresan las verdades almacenadas en nuestro subconsciente y que sus pro- tagonistas, ya fueran héroes, dioses o animales, encarnaban aspectos tan hu- manos como la creatividad, la inteligen- cia, la alegría o el dolor. Por el contrario, los monstruos no eran sino reflejo de los miedos de la mente, sus fantasmas. Finalidad del relato. Jung pensó que la auténtica finalidad del mito era de- mostrarnos que fuerzas ajenas a nuestro control nos arremeten constantemente, sin que podamos hacer nada para evi- tarlo y dando igual si nuestras historias acaban en tragedias o en triunfos. De ahí los eternos temas del mito: el azar, el destino, la tragedia, lo inevitable. Según esta teoría, los hombres sólo pueden ca- minar, pero no elegir el rumbo de sus pa- sos, porque eso ya está escrito por una mano oculta. Lo que sucede es que, con la aparición de la imprenta en el siglo XV, desapareció el arte de crear nuevos mi- tos y de variar los ya existentes, abocan- do a su extinción a todos aquellos que no fueran impresos o que no pervivieran en la memoria de los ancianos. Hasta hoy, cuando las nuevas tecnologías han permitido la difusión de nuevas versio- nes, resucitando las teorías de Jung y su conexión con la psique humana. La concepción del mito por Carl Jung Joven del pueblo oromo. El grupo étni- co de los oromo, hoy, es el de mayor presencia en el país africano de Etiopía. Además de por las teorías psicológicas y las prácticas clínicas, Carl Jung (en el retrato) se interesó por la mitología. LIBRO Mitología. Un viaje a los mundos imaginarios, Cristopher Dell. Lunwerg, 2012. Obra que reúne al- gunos de los mitos más conocidos de la humanidad, a través de los cua- les diferentes pue- blos han intentado explicar el mundo. PRISMA AGE
  • 87. el equinoccio. Porque, si se la cuida- ba, Mati Syra Zemlia respondería con una primavera abundante y fértil. Peticiones sagradas. Para no eno- jarla, los eslavos pronunciaban ju- ramentos sagrados mientras soste- nían en las manos o en la boca una porción de la Húmeda Madre Tierra. También los votos matrimoniales se tomaban con otra porción de esa tie- rra sagrada puesta sobre la cabeza. Otro de los poderes atribuidos a Mati Syra Zemlia era el de la adivina- ción, y aquellos campesinos que de- seaban averiguar el futuro horada- ban la tierra con cuidado. Luego hablaban al agujero planteando la pregunta que deseaban y de la que esperaban la respuesta. El apego por Mati Syra Zemlia no desaparecía ni en la muerte, cuando los moribundos le confesaban sus pecados, si antes no habían encon- trado a un sacerdote. Otros mitos sirven para legiti- mar a un pueblo en particular o a una familia gobernante. Es una imagen poderosa, ya que si el poder de un regente llega a través de un deseo divi- no y primigenio, ¿quién osaría contradecir ese derecho obtenido en el pasado? En el reino de Tonga, en Ocea- nía, se recogía en su tradición a Eitumatupua, un dios primige- nio que solía descender a la Tierra a través de una casuarina. En una de sus visitas terrenales conoció y fecundó a Ilaheva, hija de un noble llamado Seketoa con una elevada posición en el reino. De la unión entre Eitumatu- pua e Ilaheva nació Ahoeitu, el primer Tui Tonga, here- dero de la posición divina del cielo y la secular de la Tierra. Los pueblos que adoptan estas tradiciones suelen compartir, además, otra característica de los mitos: proveer de motivos para practicar rituales e imponer conductas sociales con cas- tigo divino para quienes no las cum- plan o con recompensas para quienes sigan las directrices fijadas por los antepasados. Un perfecto modo para introducir a las niñas y los niños en la vida adulta, ya que pocos ámbitos cotidianos se salvan de la influencia del mito. Imitación de la heroicidad. Y de este modo, el mito logró perdurar generación tras generación, esti- mulando la imaginación de los jó- venes, que deseaban emular a sus héroes y enfrentarse a grandes e im- ponentes enemigos. Héroes como Maui, el hombre que trajo el fuego a los pueblos de Oceanía gracias a un carbón encendido que envolvió con cuidado en una hoja tras robárselo a un anciano. El mismo Maui que se enfrentó al Sol, al que cazó gra- cias a una red para anclarlo al sue- lo y que dejara de girar tan rápido, de tal modo que las cosechas fueran controladas por el hombre y no por los elementos. Y el Maui que enseñó a sus compatriotas a pescar con un anzuelo oxidado pero mágico, que también utilizó para sacar del fondo del mar las islas y los archipiélagos polinesios de tonganos, fijianos y samoanos. Esa era la auténtica finalidad del mito: proporcionar a los jóvenes y a los ancianos, a las mujeres y a los hombres una sabiduría difícil de en- contrar por otros caminos, a la vez que les enseñaban de dónde venían, quiénes eran sus antepasados y cuál era su lugar en el mundo. La tribu abalu- yia. Grupo étnico de Kenia con un curioso mito sobre el Sol y la Luna. Arriba, jóvenes abaluyias en la actualidad. Aborigen tongano. Grabado de un indígena del archipiélago de Tonga, situado en la Polinesia Occidental. En África, las lenguas escritas no aparecieron hasta los siglos VIII y IX ALBUM EFE VÍDEO bit.ly/1AZlsIM. Documental del Centro Cultural de Oahu (Hawái) que recoge la repre- sentación de dife- rentes costumbres tradicionales pro- pias del mítico es- píritu polinesio. MUY HISTORIA 87
  • 88. FUSIÓN DE MITOLOGÍA Y CINE ¡Silencio, se rueda!A través de la literatura se han transmitido los mitos que sirvieron y, todavía hoy sirven, de valioso material para trasladar a la gran pantalla. Dioses y héroes han aparecido ante los espectadores como valientes paladines. Por Vicente Fernández de Bobadilla, periodista y escritor S i no llega a ser por Perseo, el Kraken devora a Andró- meda y no deja piedra sobre piedra de la ciudad de Argos. Pero, gracias a que el semidiós llegó a tiempo volando sobre Pegaso, el ca- ballo alado, con la cabeza de la Me- dusa en un saco, consiguió convertir en piedra al monstruo y salvar a la población. Y todo terminó bien. En la pantalla, se entiende. En las historias originales, Perseo y el Kraken difí- cilmente podrían haberse conocido, ya que uno es un semidiós de la mi- tología griega y el otro, un animal de las leyendas nórdicas –posiblemente inspirado por los avistamientos de calamares gigantes– que no recibió su nombre hasta el siglo XVIII. Pero esto es el cine, y si el Séptimo Arte no ha mostrado nunca excesivo respeto a la hora de recrear la Histo- ria, menos aún lo ha tenido por las fuentes clásicas de la mitología. Hé- roes, dioses y semidioses han sido despojados de los aspectos más os- curos de su pasado y su personalidad para aparecer ante los espectadores como paladines sin mácula. Heracles La furia se des- ata. En 1981, el director Desmond Davis presentó su adaptación del mito de Perseo al cine en la película Furia de titanes. Años más tarde, en 2010, se revisi- tó al semidiós de la mano del actor australiano Sam Worthington (en la imagen), protago- nista del film ho- mónimo del direc- tor Louis Leterrier. 88 MUY HISTORIA
  • 89. Orphée, el infra- mundo mítico. El cineasta francés Jean Cocteau estre- nó en las pantallas de 1950 su interpre- tación de la historia del poeta griego Orfeo, obsesionado por la muerte. no mató a su esposa y a sus hijos, y Odin no es, a su manera, tan trapa- cero como Loki (que, por cierto, no es hermanastro de Thor). Las posibi- lidades que ofrecen los efectos espe- ciales son una tentación demasiado fuerte a la hora de crear amenazas mucho más terribles que las que se encuentranenlascrónicas.Elenfren- tamiento entre Perseo y el Kraken se ha dado en las dos versiones de Furia de titanes, realizadas en 1981 y 2010 respectivamente; y su aparición en la primera se debió a la intención de los productores de bucear en las fuentes para introducir todos los monstruos que permitiera el presupuesto. Inspiración en la Antigüedad. En cuanto a civilizaciones, el cine mi- tológico está bastante restringido: Grecia y el mito artúrico se llevan la mayor parte del pastel. La primera comenzó a asomarse a la pantalla ya en los tiempos del cine mudo italia- no, en cuyas producciones encon- tramos los primeros Macistes, Hér- cules, Troyas y Odiseas, pero alcanzó su apogeo en los años 50 y 60 con el auge del peplum, subgénero que resume todas las producciones am- bientadas en el mundo antiguo. A las películas protagonizadas por César, Espartaco y Cleopatra no tardaron en unirse las que tomaban como per- sonajes principales los del mundo griego, pero reemplazando a los hé- roes de la Historia por los de la mitología. El principal respon- sable fue Heracles, o Hércules, como se le ha conocido desde siempre en las pantallas. En 1958, la adaptación dirigida por Pietro Francisci con el culturista Steve Reeves en el papel principal tuvo un enorme éxito nacional e internacional, promo- viendo una continuación y un sinfín de imitaciones en los años siguientes, a cual más absurda (en una película aparecía en el mundo maya y en otra se enfrentaba a Sansón, mezclando sin demasiadas preguntas la mitolo- gía griega con la bíblica), que dieron trabajo como protagonistas a mu- chos excampeones del músculo. Antes de Heracles, los viajes mi- tológicos habían llamado también la atención del cine, empezando con el que quizá sea el más conoci- do de todos, la Odisea, rodada por Mario Camerini en 1954 con el tí- tulo de Ulises. La cinta ha resistido muy bien el paso del tiempo gracias a los escenarios naturales de los ma- res griegos, donde fue rodada en parte, y a su poderoso reparto con Kirk Douglas, Silvana Mangano y Anthony Quinn. El mito de Orfeo y Eurídice conoció dos adaptaciones de mucho interés: la primera fue dirigida en 1950 por Jean Cocteau, que trasladó la acción al París de la época, manteniendo el espíritu de la historia original y llenándolo con su visión personal y su manera única de filmar; y la segunda, Orfeo ne- gro (1959), de Marcel Camus, llevó la historia al Brasil contemporáneo, obteniendo el Óscar a la mejor pe- lícula extranjera y popularizando la bossa nova en todo el mundo. Cintas llenas de mitología. Pero en 1963seentróasacoenlafantasíapura con Jasón y los Argonautas, dirigida por Don Chaffey. El argumento se- guía con relativa fidelidad Las Argo- náuticas de Apolonio de Rodas, so- bre la búsqueda del Vellocino de Oro, aunque no fuera más que una excusa para llenar la pantalla de las criaturas animadas, fotograma a fotograma, por el maestro Ray Harryhausen. Curiosamente, esta cinta se recuer- da por las secuencias que más libre- mente se toman la mitología, como el despertar del gigante de bronce Talos –muy alejado de la figura mitológica original– o el combate de espadas contra los esqueletos nacidos de los dientes de la Hidra. En 1981 llegó Fu- ria de titanes, donde Harryhausen animó a un nuevo desfile de monstruos para recrear (más o menos) el mito de Perseo y Andrómeda. El remake de la película realizado en 2010 incorporó a Hades como el villano de la historia ALBUM ALBUM ALBUM ALBUM MUY HISTORIA 89
  • 90. y persistió en la idea del Kraken, ahora recreado como un leviatán in- abarcable, derrotado por Perseo en una escenas realizadas con estética de videojuego, donde tampoco falta- ba un escuadrón de arpías para ani- mar la función. El otro mito favorito de los cineas- tas, el del rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda, se nos ha pre- sentado en todos los formatos: desde la película de aventuras clásica (Los caballeros del Rey Arturo, Richard Thorpe, 1953), al musical (Camelot, Joshua Logan, 1967), pasando por la adaptación disneyiana (Merlín el en- cantador, 1963), hasta visiones más personales que han producido, sin duda,losresultadosmásinteresantes: la descarnada Lancelot du Lac (1974), de Robert Bresson, y la fascinante combinación de misticismo y carna- lidad lograda por John Boorman en Excalibur (1981). Años más recientes nos han traído la inevitable versión posmoderna, como El Rey Arturo (Antoine Fuqua, 2004), la cual parte de los escasos referentes históricos sobre su figura, que lo situarían como un general bretón de los últimos años del Imperio Romano. Un proceso de desmitificación, por cierto, similar al de la última cinta de Hércules (2014), protagonizada por Dwayne Johnson. Variaciones del mito. En no pocas películas sobre Arturo está presen- te el Santo Grial como el objeto de la búsqueda definitiva de los caballeros; pero el simbolismo de este objeto, en sí mismo un mito perdido de la Cris- tiandad, es demasiado fuerte para limitarse a este marco. Por eso se ha dejado ver en películas que, en prin- cipio, estarían muy alejadas del gé- nero, como Indiana Jones y la última Cruzada (Steven Spielberg, 1989). El código Da Vinci (Ron Howard, 2006) refríe la otra variante del mito, la que interpreta palabras como “sangre real” referidas a una supuesta des- cendencia de Jesucristo, que ha sido tocada por estudiosos y novelistas con más fortuna que en el best seller de Dan Brown. Pero esta breve lista no quedaría completa sin la perso- nalísima visión que Terry Gilliam dio sobre el Grial en uno de sus mayores éxitos, El Rey Pescador (1991), lle- vando su búsqueda al Nueva York de los años noventa e invadiendo toda la historia de un aire de locura que no le resta un ápice de su magia. En los últimos años, el cine ha fijado su atenciónenmásmitos, atraído siempre por sus posibilidades La mitología no necesita a Hér- cules ni a Zeus para estar pre- sente en el cine moderno. En su obra ya clásica El héroe de las mil caras (1949), Joseph Campbell estableció la fórmula de lo que lla- mó “el viaje del héroe”, un esque- ma básico de personajes y situa- ciones que, con diversos matices, puede encontrarse en toda saga heroica desde la Antigüedad hasta nuestros días. Protagonistas huér- fanos, de padres desconocidos, ignorantes de que guardan en su interior un poder único que les llevará a conseguir hazañas impo- sibles. Contarán para ello con un compañero o ayudante que estará siempre a su lado, con un mentor, sustitutivo de la figura paterna, que les guiará con su sabiduría, y con un interés romántico. Estos elementos (y otros) están presen- tes en sagas como la de Harry Pot- ter, El Señor de los Anillos o Star Wars; el propio George Lucas ha reconocido en numerosas ocasio- nes que Campbell fue una de sus grandes influencias a la hora de crear su universo galáctico. Relevo de protagonismo. No es extraño que Thor sea conocido hoy en día por su versión de su- perhéroe (Hércules también ha sido reciclado como personaje Marvel); estos personajes, con Supermán al frente, han tomado el relevo de los mitos de la Anti- güedad. Godzilla y los dinosau- rios de Parque Jurásico fueron el reemplazo de los monstruos de las leyendas. La última saga infan- til, Percy Jackson, da un paso más allá y sitúa a sus personajes como una versión adolescente del siglo XXI de los dioses griegos. Bien sea como protagonistas, camu- flados con otros nombres o como artistas invitados, parece que la gran pantalla nos seguirá dando mitología para mucho tiempo. Los herederos de los mitos La saga de La Guerra de las Galaxias se corresponde con un modelo mítico de heroísmo. Beowulf. A princi- pios del siglo XXI, entraron en la car- telera dos versio- nes del poema épi- co anglosajón anónimo Beowulf. Abajo, fotograma de la versión filma- da en 2007 por Robert Zemeckis. ALBUM ALBUM ALBUM ALBUM 90 MUY HISTORIA
  • 91. Raíz en el relato fantástico.El Nueva York moderno fue también el escena- rio de La serpiente voladora (1982), de Larry Cohen, una de las escasísimas adaptaciones de la mitología azteca, con Quetzalcoatl convertido en un monstruo devorador que tiene su ni- do en la cúpula del edificio Chrysler. Y, como adaptación muy particular, tampoco puede olvidarse la versión de la Odisea realizada por los her- manos Coen en O Brother! (2000), convirtiendo el viaje de Ulises en un periplo por la América rural de la Gran Depresión. En los últimos años, el cine ha fijado su atención en más mitos, pero siem- pre atraído por las posibilidades de entretenimiento que pueden extraer- se de los aspectos más básicos de his- torias y personajes, complementadas por recreaciones de mundos y esce- narios conseguidas a golpe de ordena- dor. Así, el nunca antes utilizado poe- ma épico Beowulf ha conocido varias adaptaciones a la pantalla en los últi- mos quince años, siendo quizá la más destacada aquella dirigida por Robert Zemeckis en 2007. Cuatro años des- pués pudimos ver por primera vez en el cine al dios vikingo Thor, en una película dirigida por Kenneth Brana- gh; pero con frecuencia se olvida que los personajes interpretados por Chris Hemsworth (Thor) y Tom Hiddles- ton (Loki) no se basan en las leyendas nórdicas, sino en la adaptación que, a su vez, realizó Marvel Comics en los años 60 cuando los trasladó al mun- do de las viñetas. El esquema básico de su relación viene repitiéndose, con todas las variaciones que se han per- mitido los guionistas, desde entonces: Thor y Odin, padre e hijo, son buenos y nobles, y Loki, el hermanastro malvado que quiere apoderarse de Asgard. En las fuentes originales, Odin puede ser tan artero como Loki, que por otra parte es bas- tante menos sanguinario, aunque sí tenga una ten- dencia a meter, a él y a los demás, en líos. Cartelera en combate. De la misma manera, es un error pensar que 300 (Zack Snyder, 2006) pretende ser una recreación de la mítica batalla de las Termópilas, cuando su propio director ha decla- rado abiertamente que lo que estaba llevando a la pantalla era el cómic de Frank Miller, que ya se tomaba abun- dantes libertades sobre el relato ori- ginal, convirtiendo a los espartanos en una mezcla entre Supermán y una compañía de marines. La representa- ción de batallas míticas en el cine sue- le estar sujeta a significativas meta- morfosis; de hecho, Troya (Wolfgang Petersen, 2004) prescinde de los dio- ses que en la Ilíada de Homero, en la que se basa la cinta, juegan un papel tan central como los mortales. La duración de la guerra se acorta de años a semanas; personajes que mueren en el libro sobreviven en la pelí- cula y viceversa. Parece que el ci- ne siempre buscará, cuando bucee en los mitos, entretenimien- to además de elemen- tos con que hipnotizar y cautivar a su público. Tampoco es para escan- dalizarse, si se considera que ese ha sido uno de los principales papeles de losmitosylasleyendasdurantesiglos. Primero fue la palabra hablada, luego el papel, ahora las salas y el DVD. Pe- ro lo importante es que los mitos, con todos sus cambios y alteraciones, si- guen ahí, tan inmortales en la pantalla como en la memoria colectiva. 300, ¡preparaos para la gloria! Basada en una novela gráfica del cineasta y escritor estadounidense Frank Miller, esta película (Zack Snyder, 2006) se inspira en la batalla de las Termópilas. Indiana Jones y la úl- tima cruzada. Steven Spielberg se adentra en el mundo mitológico con esta película (1989), en la que los protagonistas se aventuran en busca del legendario Grial. FECHAS 1981 Llega a los espec- tadores Excalibur, película de materia artúrica basada en la obra La muerte de Arturo, escrita por Sir Thomas Malory en 1485. 2004 Se presenta en la gran pantalla la cin- ta tituladaTroya, ba- sada en la obra de Homero. Se mues- tran las vicisitudes acaecidas a los míticos guerreros troyanos y helenos. 2014 Aparece Hércules, film donde se revi- sita al héroe, ni dios ni mortal, de una forma desmiti- ficada. Se basa en la novela gráfica de Steve Moore. ALBUM ALBUM ALBUM MUY HISTORIA 91
  • 92. GUÍA DE LUGARES POR MARÍA FERNÁNDEZ REI Al suroeste de Carcasona, el enigma persigue a la villa francesa de Montségur, donde se encuentra una fortaleza que algunas fuentes consideran el castillo del Grial. Para afirmarlo, se basan en un relato que narra cómo cuatro caballeros huyeron de la fortaleza llevándose consi- go el valioso Santo Grial. La ver- dadera naturaleza de este tesoro es un tema tan misterioso como los propios orígenes de la leyen- da. La versión más antigua cuen- ta que el Grial fue un objeto dora- do, una piedra mágica; en otras posteriores, fue el Santo Cáliz uti- lizado durante la Última Cena de Jesús, o también el cáliz que usó José de Arimatea para recoger su sangre. Más adelante, los aspec- tos caballerescos de la leyenda entraron en el mítico ciclo medie- val de Bretaña. Se cuenta que los valerosos caballeros de la Mesa Redonda, sin guerras a la vista, emprendieron una nueva misión para enorgullecer al rey Arturo: la búsqueda del Grial. Así, las ruinas del castillo de Montségur pueden ser el punto de partida ideal para aquellos que se lancen a su particular búsqueda del Grial. A la hora de trazar un itinerario de viaje a un paraje natural,las posibilidades son muchas;pero si,al pisarlo,se desea captar la magia ancestral,los lugares se reducen a aquellos donde la Historia aviva el mito.Aquí se muestran algunos espacios que irradian un encanto legendario gracias a los relatos que esconden bajo cada piedra y que fueron transmitidos por sus pobladores de generación en generación. RUTAS con ESENCIA míticA La mitología eslovena na- rra cómo los primeros hu- manos fueron creados a par- tir de una gota del sudor de Dios. Vivían en un valle pa- radisíaco donde todo crecía sin tener que trabajar y, por esta causa, se hicieron unos perezosos. Allí donde habita- ban había siete ríos regados por un huevo que decidieron romper, y salió toda el agua que llenó su valle, hasta que no quedó nada más que un enorme lago. Al noroeste de Eslovenia, a cincuenta y cinco kilómetros de la capital, Liubliana, encon- tramos el bello y turístico lago de Bled, que bien podría tra- tarse del creado por ese míti- co Diluvio Universal, aunque la ciencia lo cataloga como un lago glaciar nacido en los Alpes Julianos. Hoy es muy conocido por las buenas con- diciones que presenta para practicar deportes de remo. LAGO DE BLED (ESLOVENIA) El Diluvio Universal2 MONTSÉGUR (FRANCIA) La búsqueda del Grial perdido1 Magnífico amane- cer sobre el lago de Bled, que rodea a la única isla natural de Eslovenia. En lo alto de la colina del Pog, el castillo de Montségur tiene una privilegiada ubicación defensiva. GETTY GETTY 92 MUY HISTORIA
  • 93. Desde Galway, si nos dirigimos hacia el in- terior de Irlanda, podemos emprender una ruta que cruza algunas de las zonas más montañosas del país: allí se guardan las leyendas celtas. La reina mitológica irlandesa, llamada Mórri- gan, puede resultarnos una buena guía en nuestro viaje por la tierra del trébol. Ella podría invitarnos a ver su casa en la cueva de Crua- chain, condado de Ros- common. La podríamos seguir hasta un montecillo hecho de trozos de piedra y carbonilla situado en Tip- perary y conocido como “la mina de cocinar de Mórri- gan”. Incluso se refieren a dos de las colinas cercanas a las tumbas neolíticas de Newgrange (Meath) como “los pechos de Mórrigan”. Al este de Dinamarca, en la isla de Selandia (a unos 100 km de Copenhague), se halla un trelle- borg (fortaleza vikinga circular) que data de finales del siglo X. Se cree que pudo controlar el tráfico marí- timo entre Selandia y la isla de Fionia. Ese hallazgo arqueológico se bautizó como trelleborg por estar emplazado en una población del mismo nombre, próxima a la localidad danesa de Slagelse. El recinto circular de Trelleborg recuerda al gran muro que ro- deaba Asgard, importante lugar de la mitología nórdi- ca por ser el hogar de la raza de los dioses llamados Aesir y por hallarse en un nivel superior celeste. TANUM (SUECIA) Museo Vitlycke de arte rupestre Vitlycke se encuentra en el cen- tro de una vasta zona de arte rupestre cercana a la localidad de Tanum, en el norte de la provincia de Bohuslän, cuya principal loca- lidad es Tanumshede, situada en la costa occidental de Suecia. Datados en la Edad de Bronce, los grabados de Vitlycke fueron estudiados por vez primera en el s. XVII. Y en las más de 400 imáge- nes que recorren siete frescos, las interpretaciones contemporáneas reconocen una dimensión mito- lógica relacionada con las creen- cias y los cultos de los pueblos nórdicos que practicaban la agri- cultura y la pesca. No obstante, hay que destacar que el museo Vitlycke no solamen- te acoge pinturas rupestres, sino que desarrolla una actividad cultu- ral más amplia. Está concebido co- mo un centro de información para toda la comarca de Tanum, declara- da Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994. Allí hay, entre otras cosas, salas de exposiciones con pantallas curvas que muestran series de diapositivas, y dispone de biblioteca, auditorio y cafetería. En su entorno arquitectónico tam- bién se ha reservado un espacio para realizar talleres infantiles. El Ayuntamiento de Tanum construyó en 1997 el edificio para albergar el museo y éste refleja la conciencia medioambiental del lu- gar a través del uso de materiales naturales puros como el roble. El resultado de todo ese especial cui- dado es la sensación de estar den- tro de un barco allí varado desde hace ya 2.500 años. PASEO POR IRLANDA Un mito en cada montaña4 SELANDIA (DINAMARCA) Asentamientos vikingos5 En el condado de Galway se en- cuentra la mítica península de Con- nemara, guardiana de mitos celtas. Un ejemplo de hogar comunal vikingo de los que pueden encontrarse en los trelleborgs daneses. El entorno natu- ral del Estado norteamericano de Alaska ofre- ce espectacula- res estampas montañosas. Navíos (arriba) representados en los grabados de Tanum. Si nos proponemos hacer un viaje de descubrimiento y observación de los secretos de la naturaleza, Alas- ka entra sin duda en la lista de posi- bles destinos. Trazar un periplo por este Estado ártico de América se nos presenta también como la ocasión de realizar un recorrido lleno de revela- ciones, no sólo en su paisaje sino en su paisanaje: el pueblo inuit acompa- ñado de toda su ancestral mitología. Así, imitando a uno de sus héroes, Qayaq, conocido como el Halcón Errante, comenzaremos nuestra ru- ta en el impresionante lago Selawik, muy próximo al mar de Chukotka, en el extremo norte de la península de Alaska. Este legendario personaje recorre los paisajes del tiempo de la Creación y mientras lo hace se trans- forma en todo tipo de animales. Tras visitar Selawik, seguiremos en kayak rumbo a Kobuk, población hoy de apenas doscientos habitan- tes. La siguiente parada es Noatak, localidad centrada en la pesca fluvial del río con el mismo nombre, donde resulta muy apetecible dar un pa- seo en canoa por el río. Llegando al fin del viaje en kayak, la última visita del recorrido nos lleva a la extensa región del delta del Yukón. Allí se en- cuentra Fort Yukón, donde, si lo de- seas, puedes contratar una emocio- nante excursión para ver y atravesar el Círculo Polar Ártico. NOROESTE DE ALASKA (EE UU) Pisándole los talones a un héroe inuit3 CORBIS AGE GETTY BJOERTVERT MUY HISTORIA 93
  • 94. PANORAMA POR ALFREDO SEPÚLVEDA Con una propuesta original,esta muestra pone de relieve como este tipo de pintura,espléndida una página brillante de la Historia del Arte. Hasta el próximo 17 de mayo, el Museo ICO acoge la exposición EXPORT. Arquitectura es- pañola en el extranjero. Por primera vez en nuestro país, se ofrece un análisis global del panorama arquitectóni- co español actual fuera de nuestras fronteras y se ha- ce un repaso de la presen- cia de España en grandes construcciones, firmas y concursos internacionales, instituciones educativas y publicaciones del sector. Más de 300 arquitectos están representados, ana- lizándose la trayectoria de cada uno de ellos y valorán- dose el papel e importancia que tienen a nivel interna- cional. Se trata de una gran oportunidad para abordar de manera amplia el estado actual de una disciplina ar- tísticayprofesionaltaninflu- yente como la arquitectura. Dentro de la infancia del ge- nio malagueño, los años que pasó en la ciudad de A Co- ruña entre 1891 y 1895 fueron de una especial intensidad. Pi- casso padeció la muerte de su hermana, inició su formación académica, recibió la influen- cia de artistas gallegos y creó sus primeras obras destacadas, además de tener su primera exposición. El Museo de Belas Artes da Coruña quiere acer- carnos a este período con la muestra El primer Picasso. A Coruña 2015. El re- corrido por unos años fundamentales en la formación del artista se constru- ye a través de más de doscien- tas piezas, 81 de las cuales son del propio Picasso. Además, junto a las creadas en la ciudad gallega, se exponen obras su- yas posteriores pero que guar- dan relación con esta etapa. Las pinturas de contemporáneos suyos que ejercieron influen- cia sobre él en este momento de formación son también par- te fundamental de la muestra, abierta hasta el 24 de mayo. El academicismo fue una corriente artística que se desarrolló en el siglo XIX, fun- damentalmente en Francia, y que respondía a las instruc- ciones y normas que dictaba la Academia de Bellas Artes de París como herencia del Clasicismo y trataba los gran- des géneros de la pintura tradicional: la Historia, la mi- tología, la religión o el retrato. Los artistas académicos han sido vistos tradicionalmen- te como un contrapeso del arte realista e impresionis- ta. Actualmente, el enfoque ha cambiado bastante y se puede afirmar que pintores como Cabanel, Bouguereau o Gérôme trataron de moder- nizar la tradición académica desde dentro e hicieron evo- lucionar el género. La Funda- ción Mapfre nos propone un viaje a este período artístico con la exposición El canto del cisne. Pinturas académi- cas del Salón de París. Colec- ciones Musée d’Orsay, que reúne la mejor pintura acadé- mica francesa de la segunda mitad del siglo XIX. Está com- puesta por más de 80 obras procedentes de los salones parisinos, en las que el ca- mino hacia las vanguardias comparte protagonismo con los temas clásicos de la pin- tura académica del XIX. PINTURA El canto del cisne del academicismo pesquera Producida por el Archivo Histórico de Almería, la exposición analiza los aspectos sociales, económicos y culturales vinculados al mundo de la pesca. juntadeandalucia.es de Luis Siret El Museo Arqueológi- co Nacional muestra en red más de 31.000 documentos del ar- queólogo belga. Este fondo es de gran im- portancia para el estu- dio de los yacimientos prehistóricos del sureste peninsular. www.man.es 500 años sin Aldo Manuzio La Biblioteca Nacional organiza una mues- tra que conmemora el medio milenio de la muerte del famoso hu- manista e impresor Al- do Manuzio, en la que pueden verse nueve ejemplares salidos de sus prensas. www.bne.es Visitas teatralizadas El Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí ofrece visitas teatralizadas al Pala- cio del Marqués de Dos Aguas. mnceramica.mcu.es AGENDA CULTURAL ACTUALIDAD El nacimiento de Venus, William Bouguereau (1879). Artistas como Courbet, Leroux, Belly, Tissot o Meissonier también están presentes. Los años gallegos fueron de gran tras- cendencia en la for- mación como artista de Pablo Picasso. ARQUITECTURA EXPORT ARTE El joven Picasso El enfoque de todo el material expuesto es muy amplio y a la vez profundo. AHU MUSEOICO SUCESSIÓN PABLO PICASSO VEGAP 94 MUY HISTORIA
  • 95. Nacido en la década de los ochenta como respuesta al renovado espíritu neoliberal, el co- lectivo feminista Guerrilla Girls, que se ha mantenido en el anonimato bajo sus máscaras de gorilas, lleva 30 años desarrollando sus reivin- dicaciones a través de su particular “conciencia del mundo del arte”. La Nave 16 de Matadero Madrid acoge la exposición Guerrilla Girls 1985-2015, 30 años de activismo feminista. Se ha reunido la práctica totalidad de su trabajo, sus míticos carteles están organizados crono- lógicamente y a la vez se muestra una serie de documentos que infor- man y contextualizan la historia de los mismos y sus procesos de pro- ducción. En palabras del comisario de la muestra, Xabier Arakistain, “el trabajo de Guerrilla Girls nos recuer- da que los diferentes objetivos po- líticos planteados por el feminismo de los 60 y 70 no se han alcanzado aún y por lo tanto nos invitan a con- tinuar la lucha para conseguirlos”. Considerado por muchos como el gran maestro de la ilustración española, Narciso Méndez Bringa (Madrid, 1868-1933) es una figu- ra clave en la historia del dibujo y la ilustración en España. El Museo ABC presenta la primera gran muestra so- bre su trayectoria, con más de dos- cientas obras que abarcan una temá- tica muy diversa: Historia, actualidad de la época o escenas típicas de la Belle Époque, conformando una ga- lería, casi fotográfica, de la Historia de España entre los siglos XIX y XX. La ciudad de Cuenca celebra la 54 edición de la Semana de Música Religiosa. Este año cuenta con una programación que cumplirá con las expectativas de todos los amantes de la música clásica con un amplio repertorio de eventos. Las jornadas se desarrollarán los días 28, 30 y 31 de marzo y el 1 de abril. Los puntos fundamentales de la programación giran en torno al homenaje a Santa Teresa de Jesús por el V centenario de su nacimiento, los cuatro siglos de la edición de la segunda parte del Quijote, la conmemoración de la muerte del compositor y pianista ru- so Alexander Scriabin (Moscú, 1872- 1915) y la importancia del Concilio de Trento en el arte y la música. Las armas del cas- tillo de Montjüic Un conjunto de 29 armas ha regresado a su ubica- ción original y se expone en el Centro de Interpreta- ción del castillo. Corres- ponde a los siglos XVIII y XIX y formaba parte del Museo Militar. Antiguo sargento de las SS imputado Acusado de complicidad en el asesinato de 3.681 perso- nas, este hombre de 94 años de edad, identificado sólo como Hubert Z., forma- ba parte de la unidad médi- ca del campo de Auschwitz. Destrucción del legado histórico ElEstadoIslámicohadi- fundidounvídeoenelque variosmilicianosgolpeany destruyenobrasartísticas delmuseodelaciudadira- quídeMosul.Laspiezas destruidascorrespondena esculturaspertenecientesal ImperioAsirio(sigloVIIa.C.). Proyecto de micro- mecenazgo musical Quieren recuperar la obra del compositor del siglo XVIII Gaetano Brune i. Es- te músico progresó en la Corte española, llegando a convertirse en uno de los favoritos de Carlos III y del futuro Carlos IV. El reto es grabar sus 39 sinfonías, de las que ya hay tres dispo- nibles, la 9, la 21 y la 29. BREVES DIBUJO España ilustrada CONCIERTOS Música religiosa FEMINISMO Guerrilla Girls La labor artística de este colectivo supuso un punto de inflexión en el arte fe- minista, estableciendo una relación entre éste y el activismo social y político. TAPICES Goya en Madrid Cuando en el año 1775 Francisco de Goya recibió el encargo de realizar los cartones para tapices, estaba inician- do una etapa que le llevaría a convertirse en pintor real. El Museo del Prado pro- pone un novedoso acercamiento a es- te conjunto de obras con la exposición Goya en Madrid. A diferencia de la pre- sentación habitual, organizada según los ámbitos para los que fueron destina- das las pinturas, ahora se estructuran en ocho secciones que revelan aspectos técnicos de las pinturas, valorando los cartones como uno de los trabajos más decisivos en la evolución del arte de Go- ya. Estos cartones se comparan entre sí y con obras de autores contemporáneos como Mengs o Tiépolo, y con artistas del pasado como Tiziano, Rubens o Teniers. La estancia en la capital fue un pe- riodo muy fructí- fero en la carrera del pintor. Las obras contemporá- neas también tendrán su espacio en los recitales. Su obra se caracteriza por un exqui- sito detalle en todas las escenas. MATADEROMADRIDCANOESTUDIO,MUSEOABC GQESPAÑA MUSEONACIONALDELPRADO MUY HISTORIA 95
  • 96. PANORAMA La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando presenta la ex- posición El triunfo de la imagen, en la que da a conocer el trabajo de con- servación y restauración de numerosos bienes culturales de naturaleza eclesiástica realizado por la Comunidad de Madrid. Su título hace referencia a la labor evangelizado- ra desempeñada por la imagen en la Historia del catolicismo. Formada por una amplia colección pro- cedente del patrimonio eclesiástico de bienes muebles e inmuebles, engloba un extenso pe- ríodo que discurre entre la Edad Media y el final del siglo XVIII, centurias que constituyen la etapa de máxima actividad del mecenazgo de la Iglesia. Sesenta piezas compo- nen la muestra, entre lien- zos, esculturas, textiles y orfebrería. En febrero de 1914, el librero Pedro Vindel Álvarez des- cubría un manuscrito del siglo XIII que servía de forro a un có- dice del siglo XIV, el Cicerón de Officiis. Este pergamino, firmado por Martín Códax, contenía siete canciones de amor acompaña- das por notaciones musicales. Actualmente, este manuscrito se encuentra en la Pierpont Mor- gan Library de Nueva York y, con motivo del centenario de su des- cubrimiento, dos descendientes directos del librero, José Manuel Fernández-Jardón Vindel y su hijo Luis Alejandro Fernández- Jardón García, han impulsado una película basada en la vida y en el descubrimiento de Pedro Vindel. La ayuda de una ingente documentación y de informa- ción familiar ha posibilitado el desarrollo del proyecto. En pa- labras del bisnieto del famoso librero, la película nos introduce en la apasionante historia de su vida: se escapó de su casa a los diez años sin saber leer ni escribir, pero los libros lo fueron todo para él; empezó vendién- dolos en el Rastro para acabar regentando una de las librerías más famosas de la capital, des- de la que siempre fomentó su amor por los libros y la lectura. ACTUALIDAD Cerca de la mitad de las obras se muestra por primera vez en nuestro país. CINE Los secretos del Manuscrito Vindel Gamelo presenta un nuevo jue- go de estrategia free-to-play para dispositivos móviles. En esta ocasión tendremos que meternos en la piel de un gobernante de la polis griega de Esparta, gestionar los recursos de la ciudad y hacer frente a la invasión persa liderada por Jerjes. Los jugadores tendre- mos que hacer crecer la urbe, eli- giendo qué edificios queremos construir, las investigaciones a se- guir, y qué tipo de tropas y aliados vamos a tener. La mayor novedad de este título es su sorprenden- te sistema de combate, en el que mientras ambos bandos van acer- cándose tenemos que ir desple- gando nuestros mejores ataques y defensas. El toque histórico y mitólogico está más que presente, y los aspectos de la cultura heléni- ca impregnan todos los rincones del juego. Eso no quiere decir que no cuente con elementos fantásti- cos ya que, aparte de los hoplitas y demás tropas griegas, podremos contar con la ayuda de los propios dioses del Olimpo y de seres mi- tológicos tales como centauros, cíclopes o medusas. Los gráficos cumplen más que de sobra para un título de estrategia, con un interfaz bastante claro y entendible. Res- pecto a la compatibilidad, funciona sin problemas en dispositivos de doble núcleo. VIDEOJUEGO Age of Sparta El componente fantástico y mito- lógico se mezcla con la Historia de Grecia y Persia. ARTE RELIGIOSO La imagen de la Iglesia católica REALACADEMIABELLASARTESSANFERNANDO CEDIDAPORJOSÉMANUELFERNÁNDEZ-JARDÓNVINDEL GAMELOFT Pedro Vindel fue un enamorado de la lectura; desde su librería organizó las primeras subastas de li- bros en Madrid y encontró varias joyas literarias y musicales; también fue actor de teatro profesional. 96 MUY HISTORIA
  • 97. ¿Crees que los mitos y las leyendas son valiosos para nuestra cultura? SÍ, son una parte fundamental para enten- der nuestro pasado. NO, sólo son relatos y cuentos sin ningún rigor científico ni histórico. Resultados del número anterior SÍ, 46 % NO , 54 % ¿Fueron los templarios tan ejemplares como exigía su norma? Vuestros comentarios: Seguro que empezaron siendo muy estric- tos, pero con el paso de los siglos sus cos- tumbres se relajaron hasta casi no parecerse en nada a sus orígenes. (Antonio Guijosa) La Historia a debate Durante este mes recordaremos en nuestra web (www.muyhistoria.es) algunos hitos: Síguenos en @muyinteresante Cada día, las últimas noticias sobre descubri- mientos arqueológicos, aniversarios históricos y recomendaciones de exposiciones y libros de Historia. ¡Ya hemos su- perado los 5.229.800 seguidores en @muyinteresante! También estamos en: 2 de abril 2005Ya han pasado diez años del fallecimiento del Papa Juan Pablo II. Su pontifica- do llegaba a su fin después de 27 años, en los cuales visitó más de 129 países, consolidándose como uno de los grandes líderes mundiales del siglo XX. 18 de abril 1955Hace sesenta años que fa- llecía Albert Einstein, con- siderado el científico más conocido y popular del pasado siglo. Su teoría de la relatividad general refor- muló por completo el con- cepto de la gravedad. 22 de abril 1500Pedro Álvares Cabral fue un navegante y explora- dor portugués de los siglos XV y XVI. En una ex- pedición a la India descu- brió la costa noreste de la futura Brasil. 30 de abril 1945Se cumplen setenta años del día en que Adolf Hitler y su esposa Eva Braun se suicidaron en su búnker de Berlín. La inminente llegada de las tropas so- viéticas precipitó este pe- noso final para uno de los gobernantes más nefas- tos de la Historia de la hu- manidad. EFEMÉRIDESLECTORES INTERACTIVOS PARTICIPA EN LA COMUNIDAD MUY* Contáctanos en la dirección muyhistoriaweb@gyj.es o a través de nuestras redes sociales. (*) El autor garantiza que el material enviado es de su propiedad. MUY HISTORIA declina cualquier responsabilidad derivada del uso del material recibido. El tema de los templarios y su Historia nunca me ha llamado mucho la aten- ción, siempre lo he visto como una mezcolanza entre leyendas, tradicio- nes y muy poco rigor his- tórico. El último número de vuestra publicación me ha servido para cam- biar esa percepción, ya que la forma de abordar un tema tan manido me ha resultado muy atra- yente y esclarecedora. Habéis tocado todos los puntos de interés sobre los templarios: su origen, su papel en las Cruza- das, su vida cotidiana, su periplo en tierras de la península Ibérica, su trá- gico final y también sus aspectos míticos. Vues- tro enfoque tan amplio y variado ha hecho que me interese por esta Orden tan especial. (Pedro Quesada, Elche) Cartas de los lectores En el pasado núme- ro de Muy Historia La epopeya de los templarios, concre- tamente en la pági- na 53 del dossier “La Cristiandad se levanta en armas”, hacemos referencia al libro La estirpe de Leonor de Aquitania, de Ana Rodríguez. Pero la imagen mos- trada es del ejemplar Los monjes gue- rreros en los reinos hispánicos, que a su vez aparece citado en la página 71 de la revista. Sólo nos que- da hacer mención del error y pedir discul- pas por la equivoca- ción entre las porta- das de ambos libros. A la derecha se pue- de ver el ejemplar que corresponde al volumen aludido. Fe de erratas Fanáticos de la Historia ¿Todavía no te has unido a la comunidad de MUY HISTORIA en Facebook? Ya contamos con más de 12.100 fans que siguen a diario todas las novedades y curiosidades publicadas. ¡Agréganos! Ya somos más de 12.000 fans MUY HISTORIA 97
  • 98. A la venta el 29 de ABRIL de 2015PRÓXIMO NÚMERO EL SAQUEO DEL MUNDOANTIGUO A partir de la moda del co- leccionismo, las potencias europeas se pusieron a hacer acopio de objetos clásicos que, por supues- to, arrebataban a sus paí- ses de origen. DOSSIER:HISTORIA DE LAARQUEOLOGÍA Desde el descubrimiento de restos de homínidos hasta la identificación del Señor de Sipán, el Dossier enume- ra los hallazgos arqueológi- cos más relevantes. EN EL FONDO DEL MAR La arqueología subacuáti- ca ha localizado barcos hundidos de las épocas más diversas y en los puntos más recónditos de los océanos. MUY IMPACTANTES Todos los descubrimientos arqueológicos han contri- buido a conocer nuestro pasado, pero algunos son tan espectaculares que han incrementado por ellos mismos el auge del interés por la Historia. Directora Palma Lagunilla (plagunilla@gyj.es) Director de Arte y Adjunto a la Dirección Santiago Mínguez (sminguez@gyj.es) Diseño gráfico Rubén Calvo (rcalvo@gyj.es) Redacción María Fernández Rei (mfernandez@gyj.es) Documentación gráfica Iria Pena (ipena@gyj.es) Secretaria Julia Gordo (jgordo@gyj.es) Directora Área Online y New Business: Noelia Dueñas (nduenas@gyj.es) Editores Online Javier Flores (jflores@gyj.es) y Sarah Romero (gyjmweb01@gyj.es) Directora de Eventos y Relaciones Públicas: Gabriela Álvarez (galvarez@gyj.es). Colaboran en este número: Arturo Asensio, José Daniel Cabrera, Fernando Cohnen, Rocío Espín, Vicente Fernández de Bobadilla, Carlos García Gual, Laura Manzanera, José Ángel Martos, Nacho Otero, José Antonio Peñas, Roberto Piorno, Alberto Porlan, María Pilar Queralt del Hierro, Janire Rámila, Alfredo Sepúlveda, Bernardo Souvirón. Redacción Ancora, 40 - 1ª planta. 28045 Madrid. Tel: 91 347 01 00 E-mail: mhistoria@gyj.es PUBLICADA POR G Y J ESPAÑA EDICIONES, S.L., S. EN C. Presidente: Rolf Heinz Consejera Delegada: Marta Ariño Director de Marketing: Alejandro de Pablo Directora de Producción: Raquel Esteban Directora Comercial: Rosa Alonso DEPARTAMENTO DE PUBLICIDAD Y DELEGACIONES MADRID. Ancora, 40. 28045 Madrid. Tel.: (34) 91 347 01 00. Director Comercial Área Divulgación: Santiago Brioso (sbrioso@gyj.es).JefedePublicidad:PabloOliveros(polive- ros@gyj.es). Coordinación: Raúl Pardos (rpardos@gyj.es). BARCELONA. Rambla de Cataluña, 91-93. 08008 Barcelona. Tel.: 93 240 10 00 · Fax: 93 200 72 69. Directora de publici- dad: Mery Pareras (mpareras@gyj.es). Jefe de publicidad: Javier Muñoz (jmunoz@gyj.es). LEVANTE. Quart, 2, puerta 2. 46001 Valencia. Tel.: 96 391 01 91 · Fax: 96 391 01 41. Ramón Medina (rmedina@gyj.es). ANDALUCÍA Y EXTREMADURA. Tel.:954099986IgnacioMuñoz(ignaciom@reflejamm.com). 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Grüner + Jahr AG / G y J España Ediciones, S. L., S. en C. Prohibidasureproduccióntotaloparcialsinlaautorizaciónexpre- sa de la empresa editora. IMPRESIÓN: Rivadeneyra. Esta publicación es miembro de la Asociación de Revistas de Información (ARI) y tiene controladas sus ventas por la Oficina de la Justificación de la Difusión(OJD:45.528 ejemplares). G+J España, empresa editora de la revista MUY INTERESANTE, pone a su disposición el servicio de Defensor del Lector. Pueden dirigir sus consultas, quejas o reclamaciones, por carta, a la dirección: G+J España. Defensor del lector. Ancora, 40. 28045 Madrid; grabando un mensaje en elteléfono914369770;oporcorreoelectrónicoaladirección:defensor_ del_lector@gyj.es Los mayores descubrimientos arqueológicos Gigantes contra dioses. El Altar de Pérgamo, de época he- lenística griega (s. II a.C.) y descubierto por el germano Carl Humann en 1871, con sus frisos representando la Gigantoma- quia, fue reconstruido y transportado al Museo de Pérgamo (en la Isla de los Museos de Berlín, Alemania) en 1886 . Escalofriante sueño eterno. Traslaerup- cióndelVesubio(año 79),laciudadromana dePompeyaysushabi- tantesquedaronsepul- tadosbajotoneladasde lavayceniza.Alrellenar conyesoloshuecos quedejaronloscadáve- res,hoyconocemosla posturaqueteníanenel momentodelamuerte. Tesoro submarino. En el interior del pecio de la fragata María de las Mercedes, hundida por la Armada británica en 1804, se hallaron 500.000 monedas de oro y plata (arriba). 3.400 años nos contemplan. Pero, si atendemos a la vigencia del modelo estéti- co, la reina egipcia Nefertiti, esposa de Akhenatón y descubierta por Borchardt en 1912, podría ser un icono actual de belleza. GETTY EFE CORBIS AGE 98 MUY HISTORIA
  • 99. BiblioGemma BiblioGemma Cuaderno de notas de J.F. Champollion Cuaderno de notas de J.F. Champollion El Cuaderno de notas de Jean-François Champollion es la primera libreta de campo donde recopiló textos en escritura jeroglífica, que fueron la base para publicar su Gramática egipcia. La edición facsímil consta de dos libros, facsímil y libro con estudios, en una tirada única de 995 ejemplares. El Cuaderno de notas de Jean-François Champollion es la primera libreta de campo donde recopiló textos en escritura jeroglífica, que fueron la base para publicar su Gramática egipcia. La edición facsímil consta de dos libros, facsímil y libro con estudios, en una tirada única de 995 ejemplares. Más información: Tel. (+34) 902 43 00 80 - www.bibliogemma.com Si desea recibir más información envie este cupón. Nombre y apellidos ............................................................................................................ Dirección ............................................................................................................................ Ciudad ............................................................ Código postal ............................................ Tel .................................................................. E-mail ........................................................ BiblioGemma P. Comte Vilardaga, 41 08980 Sant Feliu de Llobregat, Barcelona E-mail: bibliogemma@bibliogemma.com Cumplimos la Ley de Protección de Datos de Carácter y Personal. Podra ejercer su derecho de rectificación, cancelación y acceso a ellos. Descarga la App BIBLIOGEMMA. Abre la aplicación y enfoca la imagen Mira el vídeo.
  • 100. Nuevo CLA Shooting Brake. Diseñado para dominar la ciudad. Consumo medio 4,0-4,4 l/100 Km y emisiones de CO2 106-115 g/Km *Ejemplo de Financiación para un Clase CLA 200 CDI Shooting Brake PVP 33.014€ (Impuestos y transporte incluidos. Gastos de preentrega no incluidos) con las facilidades del programa Alternative de Mercedes-Benz Financial Services España, E.F.C., S.A., válida para solicitudes aprobadas hasta el 30/04/2015 con contratos activados y vehí- posibilidades para la última cuota: cambiar el vehículo, devolverlo (siempre que se cumplan las condiciones del contrato), o adquirirlo pagando la última cuota. ***Servicio La innovación y la vanguardia en un nuevo coche, diseñado para dominar la ciudad. Ahora puedes tener un CLA Shooting Brake por 275€* al mes en 36 cuotas, cuota final de 19.827,36€**, entrada 8.702,22€, TIN 7,95%, TAE 9,57%. Y por 24€/mes*** disfruta de un contrato de mantenimiento. CLA 200 CDI por 275 €*/mes: