Los disipadores de calor se utilizan para evitar que componentes electrónicos como transistores se sobrecalienten y se dañen. No transfieren el calor fácilmente al aire, por lo que deben ser de materiales como la plata o el cobre que conduzcan mejor el calor. Su diseño se realiza principalmente por prueba y error para asegurar un margen de seguridad en la disipación del calor.