La modularidad en el diseño de software permite dividir aplicaciones complejas en módulos independientes que cumplen funciones específicas, lo que facilita su desarrollo y mantenimiento. La alta cohesión es deseable, ya que implica que cada módulo o clase realiza una única tarea bien definida, mejorando la claridad, mantenibilidad y reutilización del código. Limitar las dependencias entre módulos asegura que los cambios en uno no afecten a otros, promoviendo un diseño más robusto.