Paul Krugman analiza cómo los economistas fallaron al prever la crisis económica y la ceguera de la profesión hacia las fallas del mercado. A lo largo del tiempo, los economistas se aferraron a una visión romántica de los mercados perfectos, ignorando la irracionalidad humana y las imperfecciones de las instituciones. La profesión ahora debe adaptarse a la realidad desordenada de la economía, reconociendo la importancia del comportamiento irracional y la necesidad de intervención gubernamental.