El positivismo surgió a mediados del siglo XIX y se basa en el estudio empírico y cuantitativo de los fenómenos sociales, rechazando las interpretaciones metafísicas o especulativas. Defiende que el único conocimiento válido es el que se obtiene de la observación directa de los hechos y que puede someterse a verificación. Ha influido en corrientes como el pragmatismo, el operacionismo y el behaviorismo.