El gobierno subió el IVA para corregir la caída de los ingresos tributarios y cumplir con las condiciones de la UE. Sin embargo, elevar los tipos del IVA del 18% al 21% y del 8% al 10% en plena recesión, junto con un aumento del IRPF al 53%, ha tenido consecuencias negativas como una mayor inflación del 2,7% al 3,4% y la mayor caída del índice de comercio minorista durante la crisis, reflejando un consumo privado en mínimos.