El documento discute las diferencias entre preguntas fácticas y preguntas inteligentes. Las preguntas fácticas solo requieren que los estudiantes memorizen información sin comprender su significado, mientras que las preguntas inteligentes estimulan a los estudiantes a pensar críticamente y aplicar lo que aprenden a situaciones de la vida real. El autor argumenta que los maestros deben formular preguntas inteligentes que enfocan lo más importante y útil para que los estudiantes puedan defenderse en lugar de cansarlos con información memorizada sin sentido.