Presentaciã³n 1
Presentaciã³n 1
¿Quién se ha llevado mi queso?
Érase una vez, hace mucho tiempo, en un país muy lejano, vivían cuarto
pequeños personajes que recorrían un laberinto buscando el queso que
los alimentara y los hiciera sentirse felices.
Dos de ellos eran ratones y se llamaban "Fisgón y Escurridizo", y los
otros dos eran liliputienses, seres tan pequeños como los ratones, pero
cuyo aspecto y forma de actuar se parecía mucho a las gentes de hoy en
día. Se llaman "Hem y Haw".
Debido a su pequeño tamaño, sería fácil no darse cuenta de lo que
estaban haciendo los cuatro. Pero si se miraba con la suficiente
atencion, se descubrirían las cosas más extraordinarias.
Por muy diferentes que eran los ratones y los liliputienses, tenían algo
en común: cada mañana, se colocaban sus atuendos y sus zapatillas de
correr por el laberinto en busca de su queso favorito.
A pesar de todo, Fisgón, Escurridizo, Hem y Haw terminaron por
encontrar el camino hacia lo que estaban buscando. Cada uno encontró
un día su propia clase de queso al final de uno de los pasadizos, en el
depósito de Queso Q.
Pero al cabo de un tiempo, los liliputienses establecieron una rutina
diferente.
Hem y Haw se levantaban cada día con algo más de lentitud y, en lugar de correr,
caminaban hacia el depósito de Queso Q. Después de todo, ahora ya sabían dónde
estaba el queso y cómo llegar hasta él.
Para sentirse todavía más cómodos, Hem y Haw decoraron las paredes con frases y
hasta dibujaron imágenes del queso a su alrededor, lo que los hacía sonreír. Una de
aquellas frases decía: Tener queso te hace Feliz.
Poco a poco, la seguridad que Hem y Haw tenían en sí mismos se fue convirtiendo
en la arrogancia propia del éxito .
Por su parte, Fisgón y Escurridizo continuaron con su rutina a medida que pasaba
el tiempo.
Cada mañana llegaban temprano, husmeaban, marcaban la zona e iban de un lado
a otro del depósito de queso Q, comprobando si se había producido algún cambio
con respecto a la situación del día anterior.
Una mañana llegaron al depósito de Queso Q y descubrieron que no había queso.
No se sorprendieron. Desde que Fisgón y Escurridizo empezaron a notar que la
provisión de queso disminuía cada día que pasaba, se habían preparado para lo
inevitable y supieron instintivamente qué tenían que hacer.
Los ratones no se entretuvieron en analizar demasiado las cosas.
Para ellos, tanto el problema como la respuesta eran bien simples. La situación en
el depósito de Queso Q había cambiado. Así pues, Fisgón y Escurridizo decidieron
cambiar.
Algo más tarde, ese mismo día, Hem y Haw llegaron al depósito de Queso Q.
No estaban preparados para lo que descubrieron.
¡Qué! ¿No hay Queso? ---gritó Hem, y siguió gritando---
¿Quién se ha llevado mi Queso?
Se quedó allí de pie durante largo rato, como petrificado por la conmoción. No estaba
preparado para esto.
Hem y Haw regresaron aquella noche a sus casas hambrientos y desanimados. Pero
antes de marcharse, Haw escribió en la pared: Cuanto más importante es el queso
para ti, tanto más deseas conservarlo.
Haw abrió los ojos, miró a su alrededor y dijo:
--Y, a propósito, ¿dónde están Fisgón y Escurridizo? ¿Crees que ellos saben algo que
nosotros no sepamos?
Mientras Hem y Haw seguían tratando de decidir qué hacer, fisgón y escurridizo ya
hacía tiempo que se habían puesto patas a la obra.
No pensaban en ninguna otra cosa que no fuese encontrar Queso Nuevo.
Lanzaron gritos de alegría. Habían encontrado lo que estaban buscando: una gran
reserva de Queso Nuevo.
Mientras tanto, Hem y Haw seguían en el depósito de Queso Q, evaluando su
situación y regresaban cada día al depósito de Queso Q, donde se limitaban a esperar.
--¿Sabes?—dijo un día Hem--, si nos esforzásemos un poco más quizá descubriríamos
que las cosas no han cambiado tanto. Probablemente, el Queso está cerca. Es posible
que lo escondieran detrás de la pared.
Así que a partir de entonces, empezaron a trabajar más pronto y más duro y se
quedaron hasta más tarde. Pero, al cabo de un tiempo, lo único que habían
conseguido era hacer un gran agujero en la pared.
Cuando Hem vio a su amigo calzándose las zapatillas, le preguntó: --No pensarás en
serio en volver a intentar en ese laberinto, ¿verdad? ¿Por qué no te limitas a esperar
aquí conmigo hasta que nos devuelvan el queso?
Al entrar en ella, se quedó asombrado ante lo que vio. Allí amontonado estaba el
mayor surtido de Queso que hubiera visto jamás. No reconoció todos los que vio,
ya que algunas clases eran nuevas para él.
Fisgón le dio la bienvenida con un gesto de la cabeza, y Escurridizo hasta lo salud
ó con una de sus patas. Sus pequeños y gruesos vientres demostraban que ya
llevaban allí desde hacía algún tiempo.
Una vez que se hartó, levantó un trozo de queso fresco e hizo un brindis.
--¡Viva el cambio!--
Mientras disfrutaba del queso nuevo, reflexionó sobre lo que había aprendido.
Comprendió que en aquellos momentos en los que tenía que cambiar, no había
hecho sino aferrarse a la ilusión de que el Queso Viejo ya no estaba allí.
En cuanto Cambió la situación y el Queso cambió de sitio, ellos también
cambiaron y se trasladaron con el Queso. Eso era algo que nunca olvidaría.
No hay necesidad alguna de súper complicar las cosas o de confundirse uno
mismo con temerosas creencias
Eso era algo que nunca olvidaría.
No hay necesidad alguna de súper complicar las cosas o de confundirse uno mismo con
temerosas creencias.
Hay que permanecer atento para detectar cuándo empiezan los pequeños cambios y estar así
mejor preparado para el gran cambio que puede llegar a producirse.
Y, quizá lo más importante, se dio cuenta de que siempre hay Queso nuevo ahí a fuera, tanto si
uno sabe reconocerlo a tiempo como sino. Y que uno ve recompensado con él cuanto se dejan
atrás los temores y se disfruta con la aventura.
Haw sabía que había dejado atrás un rastro para Hem, y que si éste quería, encontraría el
camino limitándose a leer las frases escritas en la pared.
Luego, al repasar lo escrito, sonrió:
El cambio ocurre
El queso no cesa de moverse
Anticípate al cambio
Prepárate para cuando se mueva el Queso
Controla el cambio
Olfatea el Queso con frecuencia para saber cuándo se vuelve rancio
Adáptate al cambio con rapidez
Cuanto más rápidamente te olvides del Queso Viejo, antes podrás disfrutar del Queso Nuevo.
Cambia
Muévete con el queso.
¡Disfruta del cambio!
Saborea la aventura y disfruta del sabor del Queso Nuevo.
Prepárate para cambiar con rapidez y para disfrutarlo una y otra vez
El Queso no desa de moverse.
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  • 3. ¿Quién se ha llevado mi queso? Érase una vez, hace mucho tiempo, en un país muy lejano, vivían cuarto pequeños personajes que recorrían un laberinto buscando el queso que los alimentara y los hiciera sentirse felices. Dos de ellos eran ratones y se llamaban "Fisgón y Escurridizo", y los otros dos eran liliputienses, seres tan pequeños como los ratones, pero cuyo aspecto y forma de actuar se parecía mucho a las gentes de hoy en día. Se llaman "Hem y Haw". Debido a su pequeño tamaño, sería fácil no darse cuenta de lo que estaban haciendo los cuatro. Pero si se miraba con la suficiente atencion, se descubrirían las cosas más extraordinarias. Por muy diferentes que eran los ratones y los liliputienses, tenían algo en común: cada mañana, se colocaban sus atuendos y sus zapatillas de correr por el laberinto en busca de su queso favorito. A pesar de todo, Fisgón, Escurridizo, Hem y Haw terminaron por encontrar el camino hacia lo que estaban buscando. Cada uno encontró un día su propia clase de queso al final de uno de los pasadizos, en el depósito de Queso Q. Pero al cabo de un tiempo, los liliputienses establecieron una rutina diferente.
  • 4. Hem y Haw se levantaban cada día con algo más de lentitud y, en lugar de correr, caminaban hacia el depósito de Queso Q. Después de todo, ahora ya sabían dónde estaba el queso y cómo llegar hasta él. Para sentirse todavía más cómodos, Hem y Haw decoraron las paredes con frases y hasta dibujaron imágenes del queso a su alrededor, lo que los hacía sonreír. Una de aquellas frases decía: Tener queso te hace Feliz. Poco a poco, la seguridad que Hem y Haw tenían en sí mismos se fue convirtiendo en la arrogancia propia del éxito . Por su parte, Fisgón y Escurridizo continuaron con su rutina a medida que pasaba el tiempo. Cada mañana llegaban temprano, husmeaban, marcaban la zona e iban de un lado a otro del depósito de queso Q, comprobando si se había producido algún cambio con respecto a la situación del día anterior. Una mañana llegaron al depósito de Queso Q y descubrieron que no había queso. No se sorprendieron. Desde que Fisgón y Escurridizo empezaron a notar que la provisión de queso disminuía cada día que pasaba, se habían preparado para lo inevitable y supieron instintivamente qué tenían que hacer. Los ratones no se entretuvieron en analizar demasiado las cosas. Para ellos, tanto el problema como la respuesta eran bien simples. La situación en el depósito de Queso Q había cambiado. Así pues, Fisgón y Escurridizo decidieron cambiar. Algo más tarde, ese mismo día, Hem y Haw llegaron al depósito de Queso Q. No estaban preparados para lo que descubrieron. ¡Qué! ¿No hay Queso? ---gritó Hem, y siguió gritando---
  • 5. ¿Quién se ha llevado mi Queso? Se quedó allí de pie durante largo rato, como petrificado por la conmoción. No estaba preparado para esto. Hem y Haw regresaron aquella noche a sus casas hambrientos y desanimados. Pero antes de marcharse, Haw escribió en la pared: Cuanto más importante es el queso para ti, tanto más deseas conservarlo. Haw abrió los ojos, miró a su alrededor y dijo: --Y, a propósito, ¿dónde están Fisgón y Escurridizo? ¿Crees que ellos saben algo que nosotros no sepamos? Mientras Hem y Haw seguían tratando de decidir qué hacer, fisgón y escurridizo ya hacía tiempo que se habían puesto patas a la obra. No pensaban en ninguna otra cosa que no fuese encontrar Queso Nuevo. Lanzaron gritos de alegría. Habían encontrado lo que estaban buscando: una gran reserva de Queso Nuevo. Mientras tanto, Hem y Haw seguían en el depósito de Queso Q, evaluando su situación y regresaban cada día al depósito de Queso Q, donde se limitaban a esperar. --¿Sabes?—dijo un día Hem--, si nos esforzásemos un poco más quizá descubriríamos que las cosas no han cambiado tanto. Probablemente, el Queso está cerca. Es posible que lo escondieran detrás de la pared. Así que a partir de entonces, empezaron a trabajar más pronto y más duro y se quedaron hasta más tarde. Pero, al cabo de un tiempo, lo único que habían conseguido era hacer un gran agujero en la pared. Cuando Hem vio a su amigo calzándose las zapatillas, le preguntó: --No pensarás en serio en volver a intentar en ese laberinto, ¿verdad? ¿Por qué no te limitas a esperar aquí conmigo hasta que nos devuelvan el queso?
  • 6. Al entrar en ella, se quedó asombrado ante lo que vio. Allí amontonado estaba el mayor surtido de Queso que hubiera visto jamás. No reconoció todos los que vio, ya que algunas clases eran nuevas para él. Fisgón le dio la bienvenida con un gesto de la cabeza, y Escurridizo hasta lo salud ó con una de sus patas. Sus pequeños y gruesos vientres demostraban que ya llevaban allí desde hacía algún tiempo. Una vez que se hartó, levantó un trozo de queso fresco e hizo un brindis. --¡Viva el cambio!-- Mientras disfrutaba del queso nuevo, reflexionó sobre lo que había aprendido. Comprendió que en aquellos momentos en los que tenía que cambiar, no había hecho sino aferrarse a la ilusión de que el Queso Viejo ya no estaba allí. En cuanto Cambió la situación y el Queso cambió de sitio, ellos también cambiaron y se trasladaron con el Queso. Eso era algo que nunca olvidaría. No hay necesidad alguna de súper complicar las cosas o de confundirse uno mismo con temerosas creencias
  • 7. Eso era algo que nunca olvidaría. No hay necesidad alguna de súper complicar las cosas o de confundirse uno mismo con temerosas creencias. Hay que permanecer atento para detectar cuándo empiezan los pequeños cambios y estar así mejor preparado para el gran cambio que puede llegar a producirse. Y, quizá lo más importante, se dio cuenta de que siempre hay Queso nuevo ahí a fuera, tanto si uno sabe reconocerlo a tiempo como sino. Y que uno ve recompensado con él cuanto se dejan atrás los temores y se disfruta con la aventura. Haw sabía que había dejado atrás un rastro para Hem, y que si éste quería, encontraría el camino limitándose a leer las frases escritas en la pared. Luego, al repasar lo escrito, sonrió: El cambio ocurre El queso no cesa de moverse Anticípate al cambio Prepárate para cuando se mueva el Queso Controla el cambio Olfatea el Queso con frecuencia para saber cuándo se vuelve rancio Adáptate al cambio con rapidez Cuanto más rápidamente te olvides del Queso Viejo, antes podrás disfrutar del Queso Nuevo. Cambia Muévete con el queso. ¡Disfruta del cambio! Saborea la aventura y disfruta del sabor del Queso Nuevo. Prepárate para cambiar con rapidez y para disfrutarlo una y otra vez El Queso no desa de moverse.