El drifting se originó en Japón en la década de 1970 como una competición ilegal entre corredores que bajaban a alta velocidad por las montañas, ganando quien llegaba primero al pie de la montaña. En la actualidad es una competición oficial que se practica con coches de tracción trasera, carrocería de fibra de carbono y suspensión modificada, utilizando técnicas como el derrape con el freno de mano, aceleraciones bruscas o cambios de dirección repentinos.