El sueño de una iglesia de los hermanos en Curicó, Chile, comenzó con José Sepúlveda, un evangélico que, tras vivir en Argentina, regresó en 1998 con el deseo de establecer la iglesia. A lo largo del tiempo, otros misioneros se unieron a su causa para realizar actividades comunitarias y formar un equipo de apoyo. Las iniciativas incluyen la capacitación de hombres comprometidos y actividades para niños y jóvenes.