Este documento argumenta que la escuela no debe buscar homogeneidad ideológica, sociológica, psicológica o intelectual entre los estudiantes, ya que su objetivo es la universalidad. La escuela debe reunir a personas diferentes en torno a objetos culturales comunes. Cuanto más se difieren los estudiantes, más pueden aprender juntos enfocándose en lo que comparten. La verdadera amenaza a la escuela no es la heterogeneidad de habilidades, sino la de comportamientos.