Este documento ofrece un llamado a la madurez espiritual, señalando que muchos cristianos viven descuidando su vida espiritual y edifican su fe sobre la arena en lugar de sobre la roca, que es la Palabra de Dios. Para alcanzar la madurez, los creyentes deben conocer la voluntad de Dios a través de Su Palabra y aplicar ese conocimiento a sus vidas, de modo que cuando enfrenten pruebas su fe se fortalezca.