Los científicos descubrieron en la década de 1970 que ciertos compuestos químicos fabricados por el hombre dañaban la capa de ozono, permitiendo que mayor radiación UV alcanzara la Tierra y amenazara la salud humana y el medio ambiente. En 1984, se confirmó la desaparición de la capa de ozono sobre la Antártida, lo que llevó a la creación del Protocolo de Montreal en 1987 para reducir y eliminar gradualmente las sustancias que agotan la capa de ozono.