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Caracas
miércoles
19 de septiembre
de 2007
Rostros en
N
adaesnuevobajoelsol,ymuchomenos
si eso ocurre en el trópico caribeño de
Alejo Carpentier deshojando “El arpa y
las sombras”, al ser esta tierra de ardien-
tesacaloramientos,mujeresconhonrayhombres va-
lientes -algunos- aunque carnudos por la imperante
necesidad de la propia naturaleza.
Para entender lo dicho hay que volver una y dos-
cientas veces a Jorge Amado en “Doña Flor y sus dos
maridos”. Pero ésta no es la historia o la crónica
deshilvanada de hoy.
Debo hacer una observación: no escribo para que
se me lea. Hacerlo es un imperativo del alma. Cuen-
to sucesos para no morirme de mengua y desdoblar
la piel de una profunda y amarga crudeza que me
Contar para no olvidar
acompaña media vida. Es decir: la existencia entera
con punzonazos al costado de la piel y salitre en las
comisuras de los ojos.
Un jueves 13 de octubre de 1960, a los pocos meses
de haber tomando Fidel Castro el poder en Cuba, el
entoncespresidentetítere,OswaldoDorticos,quefir-
maba todo lo que le ponían sobre la mesa los barbu-
dos revolucionarios, implantó su firma en un decreto
que acabó con la propiedad privada en la isla feliz y
llevó al país a 45 años de racionamiento (deseamos
hacer una salvedad: cualquier parecido con la reali-
dad venezolana es pura coincidencia):
Según el ventrílocuo de Fidel en ese entonces, el
infeliz presidente nominal, la obra creadora de la Re-
volución,ensusmúltiplesaspectos,estababasadaen
el pleno desarrollo de la Nación, y ese progreso no
podía lograrse sino mediante la planificación ade-
cuadadelaeconomía,elaumentodelaproduccióny
el control nacional de las industrias del país.
Por esa razón, afirmaba que las grandes empresas
privadas lejos de asumir una conducta consistente
con los objetivos y metas de la transformación revo-
lucionaria de la economía nacional, seguían una po-
lítica contraria cuyos signos más evidentes y notorios
han sido el sabotaje a la producción.
También se hablaba en ese decreto de un gula
donde las mismas esperanzas, cuando se expresa-
ban, eran delito en la isla, de unas leyes cuyo conte-
nido tendía a liquidar los privilegios de ciertos nú-
cleos económicos a los que se acusaba de financiar
“con los dineros mal adquiridos a grupos contrarre-
volucionarios en franca alianza con el imperialismo
financiero internacional”.
Bajo esa premisa, se implantó la nacionalización
mediante la expropiación forzosa y… lo mismo que
ahora sucede aquí, se destrozó la educación a nom-
bre de una ideología cuyo término exacto y preciso
es… comunismo.
RAFAEL DEL NARANCO
EL MUNDOY SUSVUELTAS
YENITER POLEO
Especial para El Mundo
Caracas. Desde el balcón lanzan
una cuerda a la que está anuda-
da una llave; es el salvoconducto
que permite subir unas escale-
ras estrechas que desembocan
en la Academia Rummie Quinte-
ro Arte Coreográfico, situada en
un viejo edificio próximo al bu-
levar de Catia.
Abre la puerta una nena de son-
risa generosa, cercana a los ocho
años, y tras ella aparece la reina
del local: “Pasen, ya conocieron
a mi sobrina. Denme unos minu-
tos para terminar con mi alum-
na”, dice antes de esfumarse en-
tre las coloridas cortinas de plás-
tico del lugar. Olga Tañón advier-
te al fondo: “Es mentiroso ese
hombre, es mentiroooso”.
Cuando Rummie Quintero
vuelve a la oficina es imposible
no fijar la mirada en el vértice de
esas piernas duras y bien mol-
deadas. Viste un conjunto de-
portivo tan ceñido que no hay lu-
gar donde ocultar algo. Es delga-
da pero atlética y se mueve como
una gacela, delicada y veloz.
“Era carnaval y yo estaba en
preescolar. Una maestra me pre-
guntó que de qué me iba a dis-
frazar: ´De Batichica´, dije y se
rió, pero no entendí por qué. Fue
mi primer momento de concien-
cia real. Pensé: ‘Mmm, estoy me-
tida en un mundo que no va a
comprender mucho mi situa-
ción´, tenía como cuatro años”.
Su “situación” fue que desde
entonces se comportó como le
provocaba pese a las malas ca-
ras: “La primaria en la escuela
Juan Antonio Pérez Bonalde fue
espantosa; siempre me manifes-
té abierta y claramente. Por su-
puesto, la gente se infartaba. En
cuarto grado me decomisaron
una carta que iba a enviar a un
chico que me gustaba. Salieron
gritando: ¡Un psicólogo, auxilio!”
La sapiencia del especialista se
resumió en recomendarle a la
mamá de Rummie que esperara
los 18 años “para ver si iba a ser
homosexual” y recetarle que le
inscribiera en deportes “de hom-
bre” como el kárate: “Eso me
causó mucha risa porque para
mí era como ir al paraíso con to-
dos esos chicos”. Pero ella no es-
peró: a los 16 confió a su madre
(una costurera que, con perseve-
rancia, logró estudiar y jubilarse
como secretaria del Ministerio
del Ambiente), que “con todo el
dolor de su alma” se olvidara de
nietos porque era homosexual.
Le dije eso porque era lo que más
se me parecía. Estaban de moda
Madonna y Michael Jackson, por
ahí en 1984. Entonces se sabía
muy poco de transexualismo”.
MUJER CON PANTALONES
Las manos de Rummie son co-
quetas. Se esconden detrás de su
cuello, se abren y se cierran co-
mo un abanico, y uno de los de-
dos índice eventualmente se en-
gancha en la mejilla cuando se
queda pensativa. Es la tercera de
cuatro hijos. “Con mis hermanos
fue duro, pero hoy comprendo
que no es que no me quisieran,
sino su poco conocimiento. Me
presionaban, me castigaban por-
que yo tenía que ser un ‘massho’.
Me alejé de la gente que me cua-
driculaba la vida”.
Finalmente la reconciliación
con su familia sucedió y ahora su
mamá no sólo es instructora de
danza como ella, sino también
activista por los derechos de la
diversidad sexual.
Agradece haber descubierto
el deporte y la danza porque pu-
do canalizar la rabia y la frustra-
ción. Así evitó caer en drogas,
alcohol o trabajo sexual, al cual
no se opone. “Pero no creo que
tenga que ser el único medio de
subsistencia para las transexua-
les, transgénero o transformis-
tas. Debería haber igualdad de
oportunidades dentro de este
proceso socialista entre comi-
llas, pero eso no se ha aplicado
en los nueve años que llevamos
de revolución”.
Cuando estudiaba en Insban-
ca la obligaban a vestirse con ro-
pa masculina. Se rebelaba: “Me
ponía la corbata como una bu-
fanda y un cinturón anchísimo;
los profesores se morían. Sé que
por donde paso, a pesar de no
ser la persona más hermosa del
mundo, soy el foco de atención.
Es mi energía, ese poder feme-
nino con que nací”.
Aunque sabe que causa revue-
lo, enfatiza que nunca se ha sen-
tido diferente y que jamás ha es-
tado “del otro lado”. Aclara que
no es homosexual (un hombre
que ama a otro hombre), ni
transgénero (una persona consi-
derada “en tránsito” entre lo fe-
menino y masculino, cuyo as-
pecto y comportamiento suelen
ser opuestos a su sexo biológico);
pero tampoco, pese a lo que mu-
chos piensan, es transexual (al-
guien que mediante cirugía
cambia sus caracteres sexuales).
“Yo no me he operado, mi
amor. No me considero transe-
xual, soy y siempre he tenido la
conciencia de que soy mujer. Si a
una compañera le eliminan sus
senosnodejadesermujer.Dehe-
cho, no creo en el protocolo que
llaman ‘reasignación de sexo’. En
todo caso, sería adecuación”.
Su convicción de género va
más allá de lo físico. “Sufría de-
presiones cuando tenía 20 años.
Me daba vergüenza que me vie-
ran desnuda, pero un día frente
al espejo me dije: ´Mi amooor,
pero tú eres así, y me asumí co-
mo ser humano, como la crea-
ción de Dios. Y trascendí. Si no,
era capaz de suicidarme como
hacen muchas; y sí. Soy una mu-
jer con pene y punto”.
A partir de ese momento de-
cretó que la persona que estuvie-
se a su lado debía aceptarla tal y
como es. Con su pareja, un baila-
rín, lleva cinco años: “Somos al-
mas gemelas. Estamos en ese
proceso de transición, de encon-
trarnos. Una vez estábamos bai-
lando en un show y se nos olvidó
el público, entramos en trance.
Fue hermoso, así como la Ceni-
cienta bailando con su príncipe”,
comenta pícara.
DIOSA Y DIVA
“Rummie es una diosa africana de
la danza”, expone, y numerológi-
camente da la misma cifra que su
nombre de pila, el cual evade pro-
nunciar. “Da el seis. La sacerdoti-
sa, tengo una misión liberadora”.
CREANDO IDENTIDAD
En la adolescencia, su amiga
América era “amiga tan amiga”
que compartían un novio, y tenía
un conocido llamado Ruby. Le
gustó el nombre para sí. “Hice to-
das las combinaciones posibles.
Primero, Ruddy, pero ya existía
Ruddy Rodríguez. Probé enton-
ces con Rumy, que evolucionó
como toda yo, hasta ser Rummie”.
Fue difícil cuando empezaron las
llamadas a la casa donde vivía
con su familia en el 23 de Enero.
“Aquí no hay nadie con ese nom-
bre”, decían y colgaban.
Con esa identidad empezó a
construir su propia historia:
campeona de aerobics, cursos en
el IND como promotora deporti-
va y profesora de danza jazz, has-
ta que quiso independizarse y
pidió un crédito. Abrió una aca-
demia “chiquitica”. Con otro
préstamo se instaló en el bloque
56 de Sierra Maestra, de donde
tuvo que irse porque la discrimi-
naron.
No se rindió. Consiguió un lo-
cal donde tumbó hasta las pare-
des. “Tenía 20 niñas becadas, pe-
ro había muchos borrachitos al-
rededor, gente que tenía mala vi-
da, y digo tenía porque ya se mu-
rieron”, pestañea sonriente.
Nació varón. Pero ya a los cuatro años
se sabía niña. Bailarina y activista, vive
en Catia, donde entre burlas hace
danza comunitaria
SU FRASE
“La coordinación para la
Diversidad Sexual de la
Alcaldía Mayor es
inoperativa. Le he
mandado comunicados
al alcalde Barreto, pero
nada. Estoy cansada de
marcar el 561 27 29 . Si
él no nos atiende voy a
tener que encadenarme
en la plaza Bolívar a ver
si somos o no somos
ciudadanas de este país”
Siguió buscando información,
relacionándose. Los fotógrafos
Nelson Garrido y Willington Bar-
co se interesaron en su imagen y
conoció a “una ángel” llamada
Andreína Fuentes de la Funda-
ción Arte Emergente. “Le pre-
gunté si podían financiarme un
proyecto de danza comunitaria.
Mostré mi trabajo y me dieron el
apoyo”. En paralelo, la diosa for-
malizó su activismo y fundó la
asociación civil sin fines de lucro
Divas de Venezuela “para la inte-
gración social, real y efectiva de
las personas diversosexuales, es-
pecíficamente trans, intersexual
e intergénero”.
Quiere fortalecer la autoestima
de esa población mediante la cul-
tura y el arte, y concientizar al res-
to, sobre todo en la parroquia Su-
cre, con volantes y charlas: “La
gente es muy irrespetuosa, se
burlan y te agreden. Hay que edu-
carla. Iniciamos esa vez una cam-
paña: me vestí superfabulosa y
busqué al jefe civil. ‘Baje conmigo
al bulevar para que vea lo que pa-
sa’. Lo hizo, pero más nunca”.
Recuerda que “pasar por Catia
era horrible” pero lo más duro no
eran los comentarios que le ha-
cían “sino lo seguido”. Lo más
triste fue disfrazarse de chico pa-
ra sacar su primera cédula, en
que salió “con el nombre del lla-
nero solitario”. Por fin lo suelta:
“Rigoberto”.
Comienzos de los 70 Al principio fue duro Finales de los 60 Con sus padres Gisela y Rigoberto /FOTO CORTESÍA DE RUMMIE QUINTERO
2007 Su academia la transformará en “centro integral del espíritu hacia el cuerpo” /YONI TRIGO
LAMUJERQUE ES
RUMMIE
QUINTERO

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Rummie Quintero: No soy trans

  • 1. Caracas miércoles 19 de septiembre de 2007 Rostros en N adaesnuevobajoelsol,ymuchomenos si eso ocurre en el trópico caribeño de Alejo Carpentier deshojando “El arpa y las sombras”, al ser esta tierra de ardien- tesacaloramientos,mujeresconhonrayhombres va- lientes -algunos- aunque carnudos por la imperante necesidad de la propia naturaleza. Para entender lo dicho hay que volver una y dos- cientas veces a Jorge Amado en “Doña Flor y sus dos maridos”. Pero ésta no es la historia o la crónica deshilvanada de hoy. Debo hacer una observación: no escribo para que se me lea. Hacerlo es un imperativo del alma. Cuen- to sucesos para no morirme de mengua y desdoblar la piel de una profunda y amarga crudeza que me Contar para no olvidar acompaña media vida. Es decir: la existencia entera con punzonazos al costado de la piel y salitre en las comisuras de los ojos. Un jueves 13 de octubre de 1960, a los pocos meses de haber tomando Fidel Castro el poder en Cuba, el entoncespresidentetítere,OswaldoDorticos,quefir- maba todo lo que le ponían sobre la mesa los barbu- dos revolucionarios, implantó su firma en un decreto que acabó con la propiedad privada en la isla feliz y llevó al país a 45 años de racionamiento (deseamos hacer una salvedad: cualquier parecido con la reali- dad venezolana es pura coincidencia): Según el ventrílocuo de Fidel en ese entonces, el infeliz presidente nominal, la obra creadora de la Re- volución,ensusmúltiplesaspectos,estababasadaen el pleno desarrollo de la Nación, y ese progreso no podía lograrse sino mediante la planificación ade- cuadadelaeconomía,elaumentodelaproduccióny el control nacional de las industrias del país. Por esa razón, afirmaba que las grandes empresas privadas lejos de asumir una conducta consistente con los objetivos y metas de la transformación revo- lucionaria de la economía nacional, seguían una po- lítica contraria cuyos signos más evidentes y notorios han sido el sabotaje a la producción. También se hablaba en ese decreto de un gula donde las mismas esperanzas, cuando se expresa- ban, eran delito en la isla, de unas leyes cuyo conte- nido tendía a liquidar los privilegios de ciertos nú- cleos económicos a los que se acusaba de financiar “con los dineros mal adquiridos a grupos contrarre- volucionarios en franca alianza con el imperialismo financiero internacional”. Bajo esa premisa, se implantó la nacionalización mediante la expropiación forzosa y… lo mismo que ahora sucede aquí, se destrozó la educación a nom- bre de una ideología cuyo término exacto y preciso es… comunismo. RAFAEL DEL NARANCO EL MUNDOY SUSVUELTAS YENITER POLEO Especial para El Mundo Caracas. Desde el balcón lanzan una cuerda a la que está anuda- da una llave; es el salvoconducto que permite subir unas escale- ras estrechas que desembocan en la Academia Rummie Quinte- ro Arte Coreográfico, situada en un viejo edificio próximo al bu- levar de Catia. Abre la puerta una nena de son- risa generosa, cercana a los ocho años, y tras ella aparece la reina del local: “Pasen, ya conocieron a mi sobrina. Denme unos minu- tos para terminar con mi alum- na”, dice antes de esfumarse en- tre las coloridas cortinas de plás- tico del lugar. Olga Tañón advier- te al fondo: “Es mentiroso ese hombre, es mentiroooso”. Cuando Rummie Quintero vuelve a la oficina es imposible no fijar la mirada en el vértice de esas piernas duras y bien mol- deadas. Viste un conjunto de- portivo tan ceñido que no hay lu- gar donde ocultar algo. Es delga- da pero atlética y se mueve como una gacela, delicada y veloz. “Era carnaval y yo estaba en preescolar. Una maestra me pre- guntó que de qué me iba a dis- frazar: ´De Batichica´, dije y se rió, pero no entendí por qué. Fue mi primer momento de concien- cia real. Pensé: ‘Mmm, estoy me- tida en un mundo que no va a comprender mucho mi situa- ción´, tenía como cuatro años”. Su “situación” fue que desde entonces se comportó como le provocaba pese a las malas ca- ras: “La primaria en la escuela Juan Antonio Pérez Bonalde fue espantosa; siempre me manifes- té abierta y claramente. Por su- puesto, la gente se infartaba. En cuarto grado me decomisaron una carta que iba a enviar a un chico que me gustaba. Salieron gritando: ¡Un psicólogo, auxilio!” La sapiencia del especialista se resumió en recomendarle a la mamá de Rummie que esperara los 18 años “para ver si iba a ser homosexual” y recetarle que le inscribiera en deportes “de hom- bre” como el kárate: “Eso me causó mucha risa porque para mí era como ir al paraíso con to- dos esos chicos”. Pero ella no es- peró: a los 16 confió a su madre (una costurera que, con perseve- rancia, logró estudiar y jubilarse como secretaria del Ministerio del Ambiente), que “con todo el dolor de su alma” se olvidara de nietos porque era homosexual. Le dije eso porque era lo que más se me parecía. Estaban de moda Madonna y Michael Jackson, por ahí en 1984. Entonces se sabía muy poco de transexualismo”. MUJER CON PANTALONES Las manos de Rummie son co- quetas. Se esconden detrás de su cuello, se abren y se cierran co- mo un abanico, y uno de los de- dos índice eventualmente se en- gancha en la mejilla cuando se queda pensativa. Es la tercera de cuatro hijos. “Con mis hermanos fue duro, pero hoy comprendo que no es que no me quisieran, sino su poco conocimiento. Me presionaban, me castigaban por- que yo tenía que ser un ‘massho’. Me alejé de la gente que me cua- driculaba la vida”. Finalmente la reconciliación con su familia sucedió y ahora su mamá no sólo es instructora de danza como ella, sino también activista por los derechos de la diversidad sexual. Agradece haber descubierto el deporte y la danza porque pu- do canalizar la rabia y la frustra- ción. Así evitó caer en drogas, alcohol o trabajo sexual, al cual no se opone. “Pero no creo que tenga que ser el único medio de subsistencia para las transexua- les, transgénero o transformis- tas. Debería haber igualdad de oportunidades dentro de este proceso socialista entre comi- llas, pero eso no se ha aplicado en los nueve años que llevamos de revolución”. Cuando estudiaba en Insban- ca la obligaban a vestirse con ro- pa masculina. Se rebelaba: “Me ponía la corbata como una bu- fanda y un cinturón anchísimo; los profesores se morían. Sé que por donde paso, a pesar de no ser la persona más hermosa del mundo, soy el foco de atención. Es mi energía, ese poder feme- nino con que nací”. Aunque sabe que causa revue- lo, enfatiza que nunca se ha sen- tido diferente y que jamás ha es- tado “del otro lado”. Aclara que no es homosexual (un hombre que ama a otro hombre), ni transgénero (una persona consi- derada “en tránsito” entre lo fe- menino y masculino, cuyo as- pecto y comportamiento suelen ser opuestos a su sexo biológico); pero tampoco, pese a lo que mu- chos piensan, es transexual (al- guien que mediante cirugía cambia sus caracteres sexuales). “Yo no me he operado, mi amor. No me considero transe- xual, soy y siempre he tenido la conciencia de que soy mujer. Si a una compañera le eliminan sus senosnodejadesermujer.Dehe- cho, no creo en el protocolo que llaman ‘reasignación de sexo’. En todo caso, sería adecuación”. Su convicción de género va más allá de lo físico. “Sufría de- presiones cuando tenía 20 años. Me daba vergüenza que me vie- ran desnuda, pero un día frente al espejo me dije: ´Mi amooor, pero tú eres así, y me asumí co- mo ser humano, como la crea- ción de Dios. Y trascendí. Si no, era capaz de suicidarme como hacen muchas; y sí. Soy una mu- jer con pene y punto”. A partir de ese momento de- cretó que la persona que estuvie- se a su lado debía aceptarla tal y como es. Con su pareja, un baila- rín, lleva cinco años: “Somos al- mas gemelas. Estamos en ese proceso de transición, de encon- trarnos. Una vez estábamos bai- lando en un show y se nos olvidó el público, entramos en trance. Fue hermoso, así como la Ceni- cienta bailando con su príncipe”, comenta pícara. DIOSA Y DIVA “Rummie es una diosa africana de la danza”, expone, y numerológi- camente da la misma cifra que su nombre de pila, el cual evade pro- nunciar. “Da el seis. La sacerdoti- sa, tengo una misión liberadora”. CREANDO IDENTIDAD En la adolescencia, su amiga América era “amiga tan amiga” que compartían un novio, y tenía un conocido llamado Ruby. Le gustó el nombre para sí. “Hice to- das las combinaciones posibles. Primero, Ruddy, pero ya existía Ruddy Rodríguez. Probé enton- ces con Rumy, que evolucionó como toda yo, hasta ser Rummie”. Fue difícil cuando empezaron las llamadas a la casa donde vivía con su familia en el 23 de Enero. “Aquí no hay nadie con ese nom- bre”, decían y colgaban. Con esa identidad empezó a construir su propia historia: campeona de aerobics, cursos en el IND como promotora deporti- va y profesora de danza jazz, has- ta que quiso independizarse y pidió un crédito. Abrió una aca- demia “chiquitica”. Con otro préstamo se instaló en el bloque 56 de Sierra Maestra, de donde tuvo que irse porque la discrimi- naron. No se rindió. Consiguió un lo- cal donde tumbó hasta las pare- des. “Tenía 20 niñas becadas, pe- ro había muchos borrachitos al- rededor, gente que tenía mala vi- da, y digo tenía porque ya se mu- rieron”, pestañea sonriente. Nació varón. Pero ya a los cuatro años se sabía niña. Bailarina y activista, vive en Catia, donde entre burlas hace danza comunitaria SU FRASE “La coordinación para la Diversidad Sexual de la Alcaldía Mayor es inoperativa. Le he mandado comunicados al alcalde Barreto, pero nada. Estoy cansada de marcar el 561 27 29 . Si él no nos atiende voy a tener que encadenarme en la plaza Bolívar a ver si somos o no somos ciudadanas de este país” Siguió buscando información, relacionándose. Los fotógrafos Nelson Garrido y Willington Bar- co se interesaron en su imagen y conoció a “una ángel” llamada Andreína Fuentes de la Funda- ción Arte Emergente. “Le pre- gunté si podían financiarme un proyecto de danza comunitaria. Mostré mi trabajo y me dieron el apoyo”. En paralelo, la diosa for- malizó su activismo y fundó la asociación civil sin fines de lucro Divas de Venezuela “para la inte- gración social, real y efectiva de las personas diversosexuales, es- pecíficamente trans, intersexual e intergénero”. Quiere fortalecer la autoestima de esa población mediante la cul- tura y el arte, y concientizar al res- to, sobre todo en la parroquia Su- cre, con volantes y charlas: “La gente es muy irrespetuosa, se burlan y te agreden. Hay que edu- carla. Iniciamos esa vez una cam- paña: me vestí superfabulosa y busqué al jefe civil. ‘Baje conmigo al bulevar para que vea lo que pa- sa’. Lo hizo, pero más nunca”. Recuerda que “pasar por Catia era horrible” pero lo más duro no eran los comentarios que le ha- cían “sino lo seguido”. Lo más triste fue disfrazarse de chico pa- ra sacar su primera cédula, en que salió “con el nombre del lla- nero solitario”. Por fin lo suelta: “Rigoberto”. Comienzos de los 70 Al principio fue duro Finales de los 60 Con sus padres Gisela y Rigoberto /FOTO CORTESÍA DE RUMMIE QUINTERO 2007 Su academia la transformará en “centro integral del espíritu hacia el cuerpo” /YONI TRIGO LAMUJERQUE ES RUMMIE QUINTERO