El pastor Köhler aborda la preocupación sobre la asistencia a shows evangélicos, argumentando que estos eventos suelen centrarse más en la promoción personal que en la adoración a Dios. Destaca cómo la música cristiana debería ser un medio para transmitir un mensaje divino, en lugar de convertirse en un espectáculo que diluye su propósito. También advierte sobre los riesgos de la influencia popular en la música y la necesidad de mantener el enfoque en la solemnidad del mensaje cristiano.